Ley sacral por la que se destruían y entregaban a Dios las vidas y bienes de los enemigos en la guerra* santa. Se vincula con un tipo de anatema en el que se supone que los enemigos del pueblo (que son enemigos de Dios) no tienen derecho a la existencia. El tema aparece formulado de un modo teológico en Jos 6-7, desde la perspectiva deuteronomista, que se expresa en el llamado pacto* de la conquista. Un tipo de ley del herrem o anatema ha sido aplicada en muchos pueblos antiguos. Algunos investigadores suponen que la ley del herrem no implica el aniquilamiento total de los enemigos (cf. Dt 20,16-18; Jos 6), sino la renuncia al botín por un motivo religioso, con la destrucción específica de aquellos bienes o personas que resultan contrarios al estado igualitario de las tribus de Israel. Eso significa que se debería matar sólo a los líderes político-religiosos de los pueblos enemigos de Yahvé. De un modo especial, habría que destruir aquellos objetos de lujo o armamento, como los carros de combate, que parecían opuestos a los ideales de la sociedad israelita. En esa línea, el herrem podría conducir, por inversión total, al principio formulado en Is 2,2-4 donde se destruyen las armas, no las personas (¡de las espadas forjarán arados!). Pero el tema resulta quizá más complejo y debemos admitir que han existido en el principio de la historia israelita duros episodios de herrem entendido como destrucción sagrada de los enemigos.
Cf. N. GOTTWALD, The Tribes of Yahweh. A Sociologv of the Religión of Liberated Israel 1250-1050 B.C.E., Orbis, Maryknoll 1979.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra