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Término procedente del «fatum» latino, figura de la Roma arcaica que divinizaba el azar, el destino, las fuerzas ciegas que regían a los dioses y a los hombres. Se asoció luego a la suerte. Los hados se personalizaron en figuras que se hallan presentes en las literaturas mediterráneas de todos los tiempos, antiguos y recientes. Se intuye que condicionan la vida de los hombres, siendo expresión de esas creencias paganas o supersticiones no vencidas nunca del todo por el providencialismo cristiano.
Entran en juego todavía en multitud de actitudes populares, evidentemente carentes de sentido lógico y mucho más religioso. Conviene prevenir contra esas vanas creencias mediante una formación lógica y racional, pero también religiosa sólida.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa