GUADALUPE

Basí­licas en Méjico y Espana construidas donde se apareció la Virgen Marí­a. En Méjico, los misioneros no podí­an convertir a los indios, pero la Virgen de Guadalupe, se le apareció al indito Diego, y todo Méjico se hizo cristiano, detrás de la Virgen de Guadalupe, y detrás de Méjico, toda Hispanoamérica. Por eso la Virgen de Guadalupe se le llama «la Emperatriz de las Américas».

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

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Zona montañosa de la provincia de Cáceres con su mayor altura de 1736 mts. en Villuercas. Es famosa por el Santuario mariano de fines del siglo XIII, cuando el pastor Gil Cordero descubrió una de las imágenes mariana escondidas ante la invasión sarracena del 711. el santuario que surgió generó una población del mismo nombre, en arte mudéjar del siglo XIV, con iglesia construida entre 1389 y 1412 y claustro algo posterior.

Es también el nombre del santuario más famoso del mundo hispanoamericano, situado en la capital de México y recordatorio de la aparición mariana en la colina de Tepeyacac al indí­gena Juan Diego el 9 de Diciembre de 1531, diez años después de tomada la ciudad de México por Hernán Cortés.

El primer relato de la aparición detallado y fidedigno es el llamado Nican Mopohua de 1545. La masiva devoción a la imagen milagrosa dejada como señal al vidente es uno de los fenómenos religiosos más cautivadores de la historia cristiana latinoamericana.

El nombre de Guadalupe que se le dio, como varios centenares más de Suramérica, es posterior y probablemente transportado por algún expedicionario procedente de la Extremadura peninsular, sin que haya ninguna relación entre los dos santuarios marianos fuera de la similitud del topónimo. La Virgen de Guadalupe es Patrona de México y de toda Hispanoamérica.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Un hecho histórico y su significado

Aunque todos los santuarios marianos tienen una fuerte dimensión misionera, el santuario de la Virgen de Guadalupe ofrece elementos muy aleccionadores, que pueden servir analógicamente para estudiar los demás santuarios marianos en su derivación misionera, tanto los que tienen su inicio en una aparición, como los que se centran, desde siglos, en la veneración de una imagen que viene a ser el sí­mbolo de un pueblo.

El texto (Nican Mopohua), que narra las apariciones de la Virgen en la colina del Tepeyac (México), está escrito en la lengua indí­gena náhuatl, y se atribuye a Antonio Valeriano (1520-1605), contemporáneo de los hechos. Las cinco apariciones al indí­gena Juan Diego (1474-1548) tuvieron lugar el año 1531. Los documentos y la aprobación por parte de la autoridad eclesiástica son de aquellas fechas.

El diálogo de la Virgen con el vidente es de ternura materna exquisita, especialmente en algunas expresiones «Yo soy vuestra piadosa Madre… la siempre Virgen Santa Marí­a Madre de Dios… ¿No estoy yo aquí­, que soy tu Madre?… ¿No estás por ventura en mi regazo, en el huevo de mis manos?»… La Virgen pedí­a que se le erigiera un templo para mostrar a las gentes su «mirada de compasión». Ella misma manifestó su nombre «la siempre Virgen Santa Marí­a de Guadalupe».

El obispo, Juan de Zumárraga, franciscano, quiso cerciorarse prudentemente de la veracidad del mensaje e incluso pidió una señal. Ante la indicación de la Virgen, Juan Diego recogió rosas y otras flores de la colina (aunque no era la estación de esas flores); la misma Virgen se las arregló en su tilma (manto). Al presentarse ante el Obispo y desplegar la tilma, cayeron las flores al suelo y en la tela de ayate apareció pintada la imagen de Marí­a, que se conserva hasta el presente y que, después de muchos estudios técnicos, no tiene explicación natural.

Los frutos de la aparición

Desde entonces y con la aprobación del obispo, se sucedieron ininterrumpidamente conversiones en masa y peregrinaciones de los fieles mexicanos. Desde la inicial y humilde cabaña de barro, se fueron siguiendo diversos templos hasta la basí­lica actual. La historia y la cultura mexicana se han ido fraguando bajo el impulso de Guadalupe; si prescindieran de este factor cristiano y mariano, dejarí­a de ser mexicana, porque perderí­an «las flores y el canto» de su expresión original indí­gena. Habrá que recordar también otros santuarios marianos que tienen su origen en los inicios de la evangelización (Ocotlán, Zapopan, Izamal, San Juan de los Lagos, etc.). La Virgen de Guadalupe es patrona de México (desde 1737), de toda América Latina (Pí­o X, 1910) y de las Filipinas (Pí­o XI, 1935). La coronación pontificia tuvo lugar en 1895, a petición del Episcopado mexicano, cuando el P. José Antonio Plancarte y Labastida era abad de la basí­lica guadalupana.

La imagen de la Virgen de Guadalupe con su santuario puede considerarse «tipo» de América Latina, en cuanto que Marí­a es «el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercaní­a del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión» (Puebla 282). Ella, desde el inicio de la evangelización, es «el evangelio encarnado» en los pueblos y culturas de América Latina (Puebla 446). La «Virgen Mestiza» es el signo de unidad para toda América Latina.

El santuario de Guadalupe es un í­ndice de la fe inculturada y de la respuesta de todos los pueblos latinoamericanos «Su figura maternal fue decisiva para que los hombres y mujeres de América Latina se reconocieran en su dignidad de hijos de Dios. Marí­a es el sello distintivo de la cultura de nuestro continente… Nos ha precedido en la peregrinación de la fe… Con alegrí­a y agradecimiento acogemos el don inmenso de su maternidad, su ternura y protección, y aspiramos a amarla del mismo modo como Jesucristo la amó. Por eso la invocamos como Estrella de la Primera y de la Nueva Evangelización» (Documento de Santo Domingo 15).

Dimensión evangelizadora

Los inicios de la evangelización de México serí­an inexplicables sin la aparición de la Virgen en el Tepeyac, mientras, al mismo tiempo, esa evangelización se muestra insertada en la cultura local y mestiza «Madre y educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa Marí­a de Guadalupe, a través del Beato Juan Diego, se ofrece un gran ejemplo de Evangelización perfectamente inculturada» (Documento de Santo Domingo 15). Después de inaugurar la capilla de la Virgen de Guadalupe en las grutas vaticanas, junto al sepulcro de San Pedro (12 de mayo de 1992), Juan Pablo II indicó que, de este modo, nos hace «recordar con alegrí­a la llegada de la fe en América Latina» (14 de mayo de 1992).

Es interesante notar la importancia que puede tener la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, como hecho paradigmático de contenido catequético, espiritual y evangelizador. El culto y devoción mariana manifiestan una rica dimensión cristológica, que invita a la contemplación, la celebración litúrgica, la evangelización y la cercaní­a al hombre en su situación sociocultural e histórica. La Virgen «mestiza» es un signo étnico de unidad, basado en el sacrificio redentor de Cristo y en el mandato del amor. Juan Pablo recordaba ese santuario como «centro significativo de la devoción mariana y corazón pulsante de la irradiación evangélica en el mundo latinoamericano». De aquí­ que, «siguiendo el ejemplo de Cristo y Marí­a», los creyentes se sentirán «cada vez más comprometidos en el servicio a los hermanos cultivando un amor preferencial a los pobres» (Angelus, 26 de enero de 1992).

Referencias América Latina, Apariciones marianas, santuarios marianos.

Lectura de documentos Puebla 282-303, 446; Santo Domingo, 15, 289, 303.

Bibliografí­a AA.VV., Album del 450 aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe (México, Edit. Buena Nueva, 1981); A. AMATO, Mariologia in contesto. Un esemplio di teologia inculturata il volto di Maria di Guadalupe (Puebla n.446) Marianum 125 (1980) 421-469; J.J. BENITEZ, El misterio de la Virgen de Guadalupe (Barcelona, Edit. Planeta, 1982); J.L GUERRERO, El Nican Mopohua, un intento de exégesis (México, Universidad Pontificia, 1996); J. LOZANO BARRAGAN, Marí­a en la historia de salvación en América Latina, en Nuestra Señora de América (Bogotá, CELAM, 1988) I; V. MACCAGNAN, Guadalupe, en Nuevo Diccionario de Mariologí­a (Madrid, Paulinas, 1988) 801-819.

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización