GOZO (ALEGRIA)

DJN
 
El término alegrí­a recorre, está presente, de inicio a fin en la Nueva Alianza.

La llegada de los tiempos mesiánicos constituye para los creyentes motivos sublimes de una alegrí­a que no tiene lí­mites. En palabras de Gadamer: «La alegrí­a es una especie de manifestación del mundo y está determinada por el descubrimiento de estar satisfechos». Nosotros solamente damos unas pinceladas para observar los significados en el pensamiento griego, en el Antiguo Testamento y en el Judaí­smo. Al final examinamos su uso en la Nueva Alianza.

pensamiento griego
El verbo «alegrarse», «estar satisfecho» (chairo). Ya en chaire (alégrate) es expresión de saludo, cuando dos personas se encuentran. El sustantivo «alegrí­a» (chara) es un nombre de acción e indica «estar alegre» y también su significado puede estar realzado con la expresión «llenar de alegrí­a». ón no observa la diferencia entre alegrí­a y placer, mientras que para óteles la alegrí­a desaparece frente a placer. Los estoicos creen que la alegrí­a es un caso especial del placer. En el en un contexto religioso, la «alegrí­a» es la festividad religiosa, uno de los estados de ánimo fundamentales de la religión mistérica.

Antiguo Testamento
El texto hebreo masorético usa los términos (estar alegre, alegrarse), á (alegrí­a), a los que se unen otros verbos sinónimos que significan experimentar la alegrí­a. La alegrí­a no se limita al interior de la personalidad, sino que se manifiesta sobre todo en las fiestas y abarca a todo el hombre (Hab 1, 15). Las ocasiones son variadas: Dios y su obra de salvación (Sal 5, 12; 9, 3; 16, 9; Neh 8, 10; Is 35, 10; 51, 11). La alegrí­a tiene como objeto la Ley del Señor (Sal 119, 14) y la Palabra de Dios (Jr 15, 16) y también el premio de la fidelidad a la Ley (Is 65, 13; Prov 10, 28). La alegrí­a aparece en el contexto del culto, donde está festividad y la manifestación festiva (Is 9, 2; Sal 126, 5ss). También la alegrí­a se prescribe como acción de gracias a Dios (Dt 16, 13-15; 2 Cro 30, 2lss). En la literatura sapiencial la alegrí­a viene alabada y de este modo, los sabios inculcan la alegrí­a por la ley (Sal 119, 14).

Judaí­smo
Los sinónimos que usan los autores veterotestamentarios están presentes en los escritos judí­os, sobre todo, «la alegrí­a de Dios» (1 QM 4, 14), la «alegrí­a por su mano poderosa» (1 QM 13, 12). Dios «se alegra por el alma de su siervo» (1 QH 11, 30), prevaleciendo su carácter escatológico. Los escritos rabí­nicos presentan la «alegrí­a» como un don de Dios. Filón piensa que la risa es la expresión de la «alegrí­a» espiritual (Abr 201), sobre todo la unión se establece mediante el nombre Isaac (risueño). Filón se distingue de los estoicos, porque la considera propia de Dios y el hombre sabio puede obtenerla mediante la unión mí­stica con El.

Nuevo Testamento
El verbo «alegrarse», «regocigarse» (chairo) aparece 74 veces y tiene una impronta especial en San Lucas, San Juan y San Pablo. El verbo aparece sobre todo, en los pasajes narrativos y se encuentra como y en el de las cartas (Hech 15, 23; 23, 26). Se relaciona con el sustantivo «gracia» (charis) sobre todo en las Cartas de San Pablo.

El sustantivo «alegrí­a» (chara) aparece cincuenta y nueve veces en los evangelistas Mateo (6 veces), Lucas (8 veces) y Juan (9 veces). Pero sobre todo San Pablo lo usa en más ocasiones que el resto de los escritores del Nuevo Testamento (doce veces). La «alegrí­a» refleja el aspecto escatológico de la salvación la mayorí­a de las veces.

San no presenta la «alegrí­a» en un contexto soteriológico, sino en la acogida de la Palabra y en el estilo de la misión (Mc 4, 16), porque las bodas que el evangelista describe, manifiestan el tiempo de la «alegrí­a», con unas tonalidades metafóricas (Mc 2, 18).

San Lucas manifiesta la «alegrí­a» a través del evangelio como gozo por las obras de Cristo (Lc 13, 17; 19, 6) y como sentimiento del pueblo (Lc 18, 43; 19, 37). La acentuación de esta alegrí­a sucede cuando los apóstoles después de la Ascención, vuelven a Jerusalén con «gran alegrí­a» (Lc 24, 52).

San expresa la «alegrí­a como un estado de ánimo que brota de la epifaní­a (Mt 2, 10), aunque el evangelista subraya la unión entre «alegrí­a» y persecución, como constante para comprender el proceso de la fe (Mt 5, 11 s).

San manifiesta a través de su obra que el tiempo viejo ya ha pasado y que con la llegada de los tiempos mesiánicos, es decir, el tiempo de Jesús, llega el tiempo de la alegrí­a (Jn 3, 29; 4, 36). Para el autor del Cuarto evangelio la plenitud y la «alegrí­a» se refieren a la persona de Cristo (Jn 8, 56) que para el evangelista llega a su culmen (Jn 15, 11; 16, 24; 17, 13; 1 Jn 1, 4; 2 Jn 12). La naturaleza escatológica de esta «alegrí­a» se reconoce también por la conexión con la palabra «paz» (Jn 14, 27).

San Pablo usa el sustantivo unido a su trabajo apostólico, como fruto del Espí­ritu (Flp 1, 25; Gál 5, 22) y así­ acentúa el carácter escatológico (Rm 12, 12; 15, 13). Pero sobre todo el apóstol San Pablo en la carta a los Filipenses esta alegrí­a se anuncia de principio a fin y crece mediante el anuncio de Cristo. El juego entre el presente y el futuro lleva la atención sobre el futuro juicio y el rendir cuentas.

BIBL. – K. BERGER, zapa, en: H. BALZ – G. SCHNEIDER, Exegético del Nuevo Testamento, vol. II, 2041-2046; IDEM, xalpo en: H. BALZ – G. SCHNEIDER, 2034-2037; G. FERRARO, Gioia di Cristo, Roma 2000.

Llamas

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret