GOLFOS

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Entre las diversas acepciones castellanas, se alude también con este término al marginado, adulto o joven que, por falta de educación, de recursos o de orden familiar, vive de forma desordenada y comete tropelí­as, robos y agresiones en la sociedad.

La palabra proviene tal vez del francés golfin (pilluelo de playa) o del germánico «grofa» que significa prostituta, de donde saldrí­a «golfa». De hecho no hay documentos literarios significativos que lo acredite, pero desde el siglo XVIII el término se populariza y se aplica a cuantos no actúan conforme a leyes y a formas socialmente provechosas.

En sí­ mismo el concepto de golfo no es sinónimo de delincuente, sino de marginado por voluntad o necesidad y de persona que necesita transgredir la vida social para sobrevivir.

En los tiempos actuales se difunden lamentablemente los «golfillos» o niños de la calle, que abundan en las ciudades populosas y constituyen un desafí­o para el orden público.

La historia de la caridad cristiana está llena de intentos de ayuda a estas clases sociales, sin que sea suficiente la creación de establecimientos de acogida para asegurar la redención social de los afectados por esta desgracia: hospicios, centros de trabajo, talleres ocupacionales, escuelas especiales, por cuanto muchos carecen de voluntad para su reinserción social al haber sido educador en esa marginación.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa