FIAT, HAGASE

(-> concepción por el Espí­ritu, Lucas, Marí­a, madre de Jesús). La palabra fiat (en griego genoito) constituye el centro de la respuesta de Marí­a al ángel de la anunciación* según Lucas: «He aquí­ la sierva del Señor, hágase en mí­ según tu Palabra (Lc 1,38). Marí­a empieza diciendo he aquí­ (aquí­ estoy, en griego idou, en hebreo hinneni), para así­ comprometerse con el cuerpo entero, con alma y vida, poniéndose y siendo en manos de Dios. Esta es su acción, la palabra básica de su vida. No le han obligado, Dios no le ha impuesto ningún tipo de tarea. Lc ha pedido permiso, ha dialogado con ella. Sólo por eso, porque libremente le ha llamado, ella puede responderle ¡he aquí­! Marí­a es sierva (.doulé) como el gran profeta anunciador de redención de Is 40-55. Es sierva como lo será Jesús, quien aparece, al menos veladamente, como el siervo de Yahvé. Es sierva a quien el mismo Dios ha tenido que pedir palabra y acción mesiánica. Por eso puede responder ¡hágase (haz) en mí­ lo que has dicho!, ratificando con su propia acción mesiánica la esperanza que el ángel ha encendido en sus entrañas, desde la misma entraña de la vida de Dios y de la historia israelita. Dios le ha pedido, ella responde. Ella ha esperado y Dios mismo ha tenido que pedir su cooperación para engendrar sobre la tierra al hijo de su entraña, Jesucristo. Esperar no es aguardar pasivamente, dejando que alguien venga y nos resuelva las cosas desde fuera. Ni es tampoco obrar de una manera impositiva, sin respeto a lo que digan y piensen otros seres. Esperar es dialogar, tanto en perspectiva divina como humana. Dios y Marí­a han dialogado, abriendo cada uno su ser y acción al otro: Dios ha dialogado como divino (engendrando a su Hijo en la historia humana); Marí­a ha dialogado como humana (poniendo su vida al servicio del surgimiento del mismo Hijo divino). Sólo espera de verdad en este mundo aquel que acoge lo que Dios alumbra en sus entrañas. Sólo espera hasta el final quien asiente y se compromete, de una forma activa, diciendo ¡fiat! ¡hágase!, es decir, ¡hagamos, genoito! (= haz en mí­, con mi consentimiento) aquello que has dicho. Sólo de esta forma, en colaboración activa, puede entenderse y cumplirse la palabra de esperanza. Así­ lo ha hecho Marí­a. Por eso podemos presentarla como la mujer activa, colaborando con Dios, al servicio de la venida mesiánica. No es mujer opuesta a los varones, sino mujer para todos, varones y mujeres, justos e injustos, pues a favor de todos viene el Señor. Dicho esto, debemos añadir que la palabra latina fiat, lo mismo que la castellana hágase, resultan incapaces de evocar la riqueza de matices del término griego. En latí­n (y en castellano) empleamos una misma palabra para evocar la acción de Dios que dijo fiat (hágase) la luz (cf. Gn 1,3.6) y la de Cristo en Getsemaní­, cuando dice fiat voluntas tua, hágase tu voluntad (cf. Mt 26,42), igual que los cristianos en el Padrenuestro (Mt 6,10). El texto griego distingue, en cambio, los matices: tanto Dios (Gn 1,3.6), como Cristo (Getsemaní­: Mt 26,42) dicengenéthétó, en imperativo, como portadores de una autoridad que ha de cumplirse. Marí­a, en cambio, dice genoito, en optativo, sin querer imponerse, como pidiendo a Dios que actúe, de manera que la traducción de su fiat podrí­a ser: haz tú, si quieres, hagamos juntos, si así­ lo deseas.

Cf. X. PIKAZA, La madre de Jesús. Mariologí­a bí­blica, Sí­gueme, Salamanca 1991.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra