FENICIA, FENICIOS

El interés de la arqueologí­a moderna en los fenicios empieza a finales del siglo XVI y el siglo XVII con la colección y publicación de inscripciones y monedas fenicias. En ese tiempo la antigua escritura cananea-fenicia era aún desconocida, así­ que las inscripciones no podí­an ser leí­das, aun cuando estaban escritas en un lenguaje muy afí­n al hebreo. Luego, en la mitad del siglo XVIII se encontraron unas cuantas inscripciones bilingües escritas en griego y fenicio en Kition, en Chipre, y fueron llevadas a Oxford donde John Swinton, guardián de los archivos de la universidad, fue capaz de descifrar la escritura fenicia y reconocer el lenguaje. En los años siguientes el abate J. J. Barthelemy que habí­a pasado algún tiempo estudiando las monedas fenicias identificando algunas de las letras de estas monedas, consiguió el pedestal de una columna encontrada en Malta y que ostentaba una inscripcion en griego y fenicio y con esto Barthelemy, trabajando independientementd de Swinton, completó el desciframiento. En efecto, habí­n sido encontradas columnas gemelas y pedestales, que llevaban la misma inscripción que Melqart y este hecho no es sin interés ya que llama la atención a las columans gemelas en el templo a Melqart, en Tiro, mencionado por Herodota (ii. 44), tanto como las columnas gemelas en el templo de Salomón erigidas por artesanos fenicios (1 R. 7:13 y sigtes.). Los nombres personales de la inscripción muestran una influencia egipcia: †œA nuestro Señor, a Melqart, Baal de Tiro, al cual sus siervos, íbdosir y su hermano Osirshamar, los dos hijos de Osirshamar, hijo de †™Abdosir, se rindieron a causa de que él oyó su voz.¡Quiera él bendecirlos!†
Extrañamente, nadie hizo grandes avances sobre su trabajo hasta que Wilhelm Gesenius con gran esfuerzo coleccionó y publicó la evidencia disponible y escribió en 1837 una gramática cientifica de los fenicios (Scriptura linguaeque Phoeniciae monuments quot-quot supersunt). Durante los años siguientes el progreso fue más rápido. Se hallaron nuevas inscripciónes en varios lugares del Mediterráneo (por ejemplo, la inscripción funeraria de Esmunazar en Sidón y la así­ llamada tarifa sacrificial de Marseilles). Luego, en 1860 una rupture de hostilidades entre drusos y cristianos condujo a la intervención francesa en el Lí­bano. Junto consus tropes, Francia envió una expedición arqueológica a toda escala bajo la dirección de Ernesto Renán. Con tal apoyo Renán pudo conducir excavaciones simultáneas en Arvad, Gebal (Biblos), Sidón y Tiro. Aunque los métodos arqueológicos eran aún muy imperfectos y Renán falló en ir más profundo que los niveles del periodo griego, él regresó a Europa con mucha información valiosa, incluyendo algunas inscripciones adicionales. Toda esta evidencia nueva ayudó a Paul Schröder a publicar una gramática en 1869 (Die Phonizische Sprache) que superó el trabajo anterior de Gesenius y permaneció el tratamiento estándar de la material por cerca de setenta años.
Pronto Ernesto Renán empezó lo que él más tarde consideró su trabajo más importante: la publicación del gran Corpus Inscriptionum Semiticarum (em pezando en 1881 y aún se sigue publicando en el dí­a de hoy). El Corpus (abreviado CIS, seguido por el número de volumen y número de inscripción) ofrece una publicación definitive de inscripciones en fenicio, arameo, hebreo y del sur de Arabia. El Trabajo en el idioma fenicio y otras lenguas í­ntimamente relacionadas estaba ahora puesto sobre bases sólidas y pronte el estudio mismo, junto con algunos de sus resultados comparativos, fue hecho más accesible a los estudiantes en el Handbuch der nordsemitischen Epigraphik (1898) de Mark Lidzbarski y su Ephemeris fur semitische Epigraphik (1902–15) y en el Text-Book of North-Seimitic Inscriptions (1903 de G. A. Cooke. Empezando en 1905 los franceses aceleraron la circulación de nuevos textos a través del Répertoire d†™Epigraphie Sémitique.
Mientras tanto, Gesenius fue capaz de usar la evidencia comparative de su estudio de la lengua fenicia para preparar su monumental gramática hebrea y su gran léxico hebreo. Ambos trabajos han sido editados varias veces en alemán e inglés y permanecen indispensables en el estudio del hebreo hoy dí­a.
En 1936 Zelig S. Harris publicó su Grammar of the Phoenician Language, seguido tres años más tarde con su valioso estudio: The Development of the Canaanite Dialects. La gramática de Harris superó el trabajo de Schröder como la introducción estándar al fenicio y mantuvo el campo exclusivamente hasta la publicación en 1951 del Phonizisch-punische Grammatik de Johannes Friedrich. Así­, el análisis del idioma de las inscripciones fenicias ha llegado a ser más y más preciso y los resultados de este estudio han sido útiles no sólo en términos del entendimiento de los fenicios mismos, sino también en términos de un mejor entendimiento del hebreo del Antiguo Testamento.
Junto con el estudio gramatical de las inscripciones fenicias ha estado el estudio paleográfico. Siendo que se ha conocido desde hace mucho tiempo que virtualmente toda la escritura alfabética moderna se deriva directamente de la antigua escritura fenicia, el estudio del desarrollo de las formas de las letras fenicias es importante para todo historiador de la cultura. Por observar cambios menores en la manera en que cada letra se forma en las diferentes inscripciones, el paleógrafo experimentado puede colocar estas inscripciones en orden cronológico con una sorprendente exactitud. Gran cuidado debe tomarse en este trabajo y al fechar con evidencia paleográfica sólo difí­cilmente puede considerarse definitiva, especialmente para los perí­odos de los cuales han sobrevivido pocas inscripciones, ya que hay una infinidad de factores además del tiempo que pueden causar diferencias menores en la forma de la letra. No hay dos personas que tengan idéntica escritura y además, las formas tradicionales de las letras difieren de un lugar a otro. De modo que, aunque los alfabetos fenicios y arameos empezaron siendo prácticamente idénticos, gradualmente se separaron tanto que han llegado a ser completamente diferentes. Alrededor del tiempo de Esdras, los escribas hebreos, que habí­an seguido la tradición fenicia, cambiaron a la escritura aramea. Del mismo modo, mientras ellos estaban escribiendo de la misma manera general, los escribas de Tiro pueden haber formado algunas de sus letras un poco diferentes de los escribas de Gebal o de alguna de sus colonias. Se ha hecho considerable progreso en el estudio de la escritura fenicia en años recientes a través del descubrimiento de numerosas inscripciones antiguas y a través del estudio meticuloso de estas inscripciones. Es sobresaliente en este campo el esfuerzo en los Estados Unidos por William F. Albright y sus alumnos.
Mucho se sabe ahora acerca de la historia de los cananeos de los tiempos antiguos, pero este pueblo no es generalmente considerado como fenicio sino hasta el comienzo de la edad del hierro, ca. 1200 a. de J.C. Mientras que los cananeos habí­an poseí­do prácticamente la totalidad del extremo oriental del Mediterráneo, no fueron echados de sus posesiones sureñas por los israelitas y los poseedores de hierro, los filisteos, y fueron crecientemente empujados fuera de las áreas del interior del norte por los hurritas, heteos y arameos. Pronto los cananeos fueron considerados extranjeros en todas partes excepto en la estrecha faja de la costa que se extiende desde el área alrededor del monte Carmelo en el sur hasta Arvad en el norte.
En esta área las ciudades de Tiro, Sarepta (la Sarepta de 1 R. 17:9 y sigte.), Sidón, Beirut, Gebal, Simyra y Arvad ya eran ciudades antiguas y bien establecidas. Hací­a mucho que todas estas ciudades eran conocidas por los egipcios quienes habí­an mantenido relaciones comerciales con Gebal desde el comienzo del tercer milenio a. de J.C. Ninguna de estas ciudades se habí­a aislado de la gran cultura mesopotámica del Oriente. El lenguaje acadio habí­a sido estudiado por los escribas de Gebal desde la tercera dinastí­a de Ur (empezando el segundo milenio a. de J.C. ). Era natural para estos pueblos, confinados a un área que tení­a muchos excelentes puertos naturales, con abundancia de madera en las faldas del Lí­bano para la construcción de barcos y algunos otros recursos naturales, volverse crecientemente hacia el mar. Con su madera ellos podí­an también construir muebles para comerciarlos y las aguas de sus costas abundaban tanto en peces comestibles como en varias especies de mariscos (Murex brandaris, Murex trunculus, Helix ianthina, and Purpura lapillus) que podí­an ser procesados para obtener varios tonos de tintura de púrpura. Los fenicios llegaron a ser altamente diestros en la construcción y uso de barcos y en varios aspectos del comercio. Su trabajo de arte llegó a ser mundialmente famoso y sus textiles de púrpura eran codiciados a través del mundo mediterráneo. Es probable que los griegos les dieron el nombre de †œfenicios† (del griego phoinix, púrpura) a causa de sus telas de púrpura.
Los fenicios ahora se relacionaban más o menos en términos iguales con los grandes poderes de la antigüedad. De acuerdo con el bello cuento de las aventuras de *Wenamon (¿ ca. 110 a. de J.C.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Territorio en la costa oriental del Mediterráneo que cubre unos 240 km entre los ríos Litani y Arvad (el Líbano actual y el S de Lataquia), y sus habitantes.

Fenicia misma se menciona sólo en el NT como el lugar de refugio de los cristianos que huían de la persecución que se desató después de la muerte de Esteban (Hch. 11.19); por esta tierra pasaron Pablo y Silas en su viaje de Samaria a Antioquía (Hch. 15.3). Más tarde Pablo desembarcó en la costa fenicia, cerca de Tiro, camino a Jerusalén (Hch. 21.2–3). En la época de nuestro Señor se describía la Fenicia como “la región [y la costa] de Tiro y Sidón” (Mt. 15.21; Lc. 6.17); y se consideraba a los habitantes, incluyendo a los griegos, “sirofenicios” (Mr. 7.26).

En la época del AT los hebreos llamaban al territorio ocupado por los fenicios “Canaán” (Is. 23.11); y “cananeo” (e. d. “mercader”) probablemente era el nombre que se aplicaban a sí mismos sus habitantes (Gn. 10.15). Sin embargo, era práctica común, en todos los períodos, referirse a Fenicia por el nombre de sus ciudades principales (* Tiro, Sidón), por cuanto había poca cohesión política entre ellas, excepto en períodos como el reinado de Hiram I. Otras localidades importantes eran Arvad, Simira, Gebal/Biblos, Be(i)rut y Zarefat (* Sarepta).

I. Historia

El origen de los fenicios, pueblo marítimo, es oscuro; aunque, según Herodoto (1.1; 7.89), llegaron por tierra desde la zona del golfo Pérsico por el mar Rojo, y primeramente fundaron Sidón. El testimonio arqueológico más primitivo de su presencia puede provenir de los descubrimientos “protofenicios” en Biblos (la antigua Gubla o Gebal, Ez. 27.9, la Gebail de nuestros días) del 3000 a.C. aprox. Este importante lugar arqueológico fue excavado, a partir de 1924, por los franceses bajo la direccion de Montet y Dunand. Pueden verse barcos de Biblos en bajos relieves egp. de la época de Sahure en la 5ª dinastía (ca. 2500 a.C.), y no cabe duda de que ya en el ss. XVIII a.C. existía un intenso tráfico de madera y artículos artísticos entre Fenicia y Egipto (* Naves). Para esta época los fenicios se habían establecido en sus primeras colonias a lo largo de la costa de Jope, Dor (Jue. 1.27–31), Acre y Ugarit (Ras Shamra). Elegían puertos naturales fácilmente defendibles y gradualmente dominaron a la población local, como en Ras Shamra (nivel IV).

Durante algunos siglos Fenicia estuvo bajo el control económico y cuasi militar de las dinastías egp. 18ª y 19ª, y Arvad es uno de los lugares que Tutmosis III (ca. 1485 a.C.) afirmaba haber capturado. No obstante, las cartas escritas por Rib-Addi de Biblos y Abimilki de Tiro a Amenofis III en Amarna, Egipto, muestran que ca. 1400 a.C. Sumur y Berut se habían enemistado, y junto con Sidón, que parecería haber mantenido su independencia, estaban bloqueando ciudades fenicias (* Amarna). Cuando los “pueblos del mar” invadieron la costa ca. 1200 a.C., Biblos, Arvad, y Ugarit fueron destruidas, y los sidonios huyeron a Tiro, que entonces se convirtió en el puerto principal, o, como afirma Isaías, en “hija de Sidón” (23.12).

En la época de David, Tiro fue gobernada por Hiram I, hijo de Abi-Baal, y su reinado marcó el comienzo de una época de oro. Fenicia estaba aliada comercialmente con David (2 S. 5.11; 1 R. 5.1), y por un tratado Hiram proveyó a Salomón madera, piedras, y artesanos para la construcción del templo y el palacio (1 R. 5.1–12; 2 Cr. 2.3–16), como también barcos y navegantes para ayudar a la flota de Judá y para preparar el puerto de Ezión-geber como base para viajes prolongados (1 R. 9.27). Esta ayuda trajo ventajas territoriales, porque Tiro recibió veinte aldeas fronterizas como parte del pago (vv. 10–14). Fenicia, que durante mucho tiempo recibió la influencia del arte, los temas, y los métodos egp., se encontraba ahora en situación de influir sobre el pensamiento hebreo. Hiram fue conquistador y constructor de varios templos en Tiro, y administrador exitoso que solucionó revueltas coloniales (W. F. Albright en el Leland Volume, 1942, pp. 43s) Probablemente fue por iniciativa suya que alrededor del ss. IX se fundaron colonias fenicias en Cerdeña (Nova, Tarros), Chipre (Kitión) y Karatepe (N del Tauro). Útica fue colonizada en el ss. XII y Cartago, Sicilia (Motia) y Túnez ya para el VIII.

El sucesor de Hiram, un sumo sacerdote llamado Et-baal, afirmó la alianza con Israel mediante el matrimonio de su hija Jezabel con Acab (1 R. 16.31), lo que trajo como consecuencia el aumento del culto de los baales fenicios (1 R. 18.19). Elías huyó durante un tiempo a Sarepta, que formaba parte de la costa controlada por Sidon, y por lo tanto era independiente de Tiro en esa época (1 R. 17.9).

Las amenazas asirias obraron como presión sobre las ciudades fenicias. Asurbanipal II (884–859 a.C.) contaba entre los tributos que recibió de Tiro, Sidón, Gebal y Arvad, prendas de vestir y telas teñidas, metales preciosos, marfiles, y maderas labradas. Este tributo se renovó cuando Salmanasar III puso sitio a Damasco y marchó hacia la costa mediterránea a la altura del río Dog en 841 a.C. Las puertas de bronce del templo as. en Balawat muestran el acto de sumisión a él, y los regalos enviados por Tiro y Sidón (véase ANEP, pp. 356–357). Adad-nirari III contaba a Tiro y Sidon entre sus vasallos en 803 a.C. (DOTT, pp. 51). Hirammu de Tiro y Sibitti-Biili de Gubla (Biblos) enviaron tributo a Tiglat-pileser III durante el sitio de Arfad (ca. 741 a.C.), casi en la misma época en que Manahem de Israel se sometió a él.

Algunos años más tarde los asirios enviaron su funcionario rab šaqe (* Rabsaces) a recolectar impuestos de Metenna de Tiro. Cartas enviadas al rey asirio muestran que Tiro y Sidón estaban bajo supervisión directa de un funcionario asirio, que enviaba los impuestos, mayormente pagados en maderas y mercancías, directamente a Cala (Iraq 17, 1955, pp. 126–154). En 734 a.C. Tiglat-pileser capturó la fortaleza de Kaspuna, que guardaba la entrada a Tiro y Sidón, que se habían aliado en defensa propia.

Sargón continuó las incursiones en la costa fenicia, y Senaquerib (ca. 701 a.C.) capturó Usse, cerca de Tiro, y llevó prisioneros fenicios a Nínive para que construyeran su nuevo palacio (como se ve en los relieves), y a Opis para la construcción de la flota destinada a perseguir al rebelde *Merodac-baladán por el golfo Pérsico. Sin embargo, las principales ciudades retuvieron su independencia hasta que Esar-hadón saqueó Sidón ubicó a los sobrevivientes en una nueva ciudad lamada “ciudad amurallada de Esar-hadón”, y en quince aldeas adyacentes. Otras ciudades quedaron bajo Baali de Tiro, que estaba ligado a Esar-hadón por medio de un tratado que mencionaba a Arvad, Acre, Dor, Gebal, y el mte. Líbano, y regulaba el comercio y la navegación. No obstante, Baali, incitado por Tirhaca de Egipto, se rebeló. Tiro fue sitiada, y Fenicia fue subordinada a una provincia. Los gobernantes de las ciudades, incluido Milki-asapa de Gebal, y Matan-Baal de Arvad, fueron obligados a “cargar la cesta de la servidumbre”, o sea a trabajar gratuitamente como obreros en los cimientos del nuevo palacio de Esar-hadón en Cala, como tuvo que hacer Manasés en Babilonia (2 Cr. 33.11).

Asurbanipal continuó la guerra contra Fenicia, y contuvo a Baali por medio de un ataque en 665 a.C. antes de avanzar sobre Egipto. Tomó a las hijas de Baali como concubinas y recibió además un fuerte tributo. A la muerte de Baali, Azi-Baal fue nombrado rey, y Yakinlu gobernador de Arvad.

Con la declinación del poder asirio las ciudades recuperaron su independencia y comerciaron con nuevos puertos que se habían abierto en Egipto. Sus parientes púnicos fundaron colonias en Argelia, España, y Marruecos en los ss. VII-V, y a raíz de una victoria naval sobre los etruscos en 535 a.C. finalmente cerraron el Mediterráneo occidental a los mercaderes fenicios.

Nabucodonosor II de Babilonia, en su avance hacia Egipto, puso sitio a Tiro durante trece años ca. 585–573 a.C. (Ez. 26.1–29.1ss), pero, aunque Itobaal fue llevado prisionero a Babilonia, la ciudad retuvo cierto grado de autonomía, que mantuvo durante el dominio neobabilónico y persa; comerció con Egipto (Sof. 1.11), y proveyó pescado y otros artículos a Jerusalén (Neh. 13.16), a cambio de lo cual probablemente recibió maderas y textiles de confección casera (Pr. 31.24; * Artes y oficios).

Alejandro Magno capturó la ciudad isleña de Tiro por medio de una calzada artificial. Hubo gran matanza y destrucción, pero la ciudad se recuperó, y, al igual que Sidon, prosperó en la época helenística y romana (p. ej. Mt. 15.21).

II. Religión

Elías condenó la religión idólatra de Fenicia (1 R. 18–19), como también lo hicieron profetas heb. posteriores (Is. 65.11). El período primitivo que vemos en los textos de Ras Shamra revela una mitología natural y politeísta centrada en Baal, también llamado Mefec, ‘rey’, el dios sol Saps, y Resep (Mical), deidad del mundo inferior. Los cultos a la fertilidad se hacían en honor de Anat (Astarté, Astart), y la mezcla de ideas populares semíticas y egipcias trajo como consecuencia el culto de Adonis y *Tamuz, en el que se equiparó al primero con Osiris. Otras deidades incluían Esmún, el dios de la curación (gr. Asclepios), y Melcart.

III. Arte

Las tendencias sincretistas de las religiones fenicias pueden verse en el arte que combina elementos semíticos, egipcios, y hurritas. Esto se debe a la ubicación geográfica y al intercarnbio de materiales e influencia que siguió al comercio. Los fenicios fueron principalmente mercaderes marítimos y artistas. Exportaban lino, seda, y lana, que eran teñidos, tejidos, y bordados localmente; de aquí que puede derivarse el nombre de Fenicia del gr. foinikoi, ‘gente de la púrpura roja’ (el acádico kinahhi/kina˓ain, e. d. Canaán) (* Artes y oficios; POTT, pp. 34). De su ilimitada existencia en el interior del Líbano embarcaban maderas y productos elaborados con ellas. Los artesanos trabajaban la piedra (p. ej,, el sarcófago de Ahiram ca. 900 a.C.; BASOR 134, 1954, pp. 9; Syria 11, 1930, pp. 180ss), el *marfil y el *marfil; y aunque los hebreos no se permitían el uso de imágenes o representaciones de la figura humana (* vidrio), se han encontrado en la región monedas fenicias de plata y bronce en gran número a partir del siglo IV a.C. Los requerimientos de su comercio los condujeron a perfeccionar la *Arte (los llamados alfabetos fenicios, biblios, y ugaríticos), el ábaco para contar, y los libros de *papiro. Es muy lamentable que la literatura fenicia, incluyendo la mitología de Sancuniatón de Biblos y la historia de Menandro de Tiro, sólo haya sobrevivido en unas cuantas citas de autores posteriores, porque es probable que a través de su literatura haya llegado a Grecia buena parte de la sabiduría de oriente.

Bibliografía. C. F. Pfeiffer, “Fenicia, fenicios”, °DBA, pp. 273–280; J. M. Solá Solé, “Fenicia, fenicios”, °EBDM, t(t). III, cols. 510–517; S. Moscati, Las antiguas civilizaciones semíticas, 1960, pp. 91ss; M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976, pp. 205ss y 253ss.

D. B. Harden, The Phoenicians, 1962; S. Moscati, The World of the Phoenicians, 1968; D. R. Ap-Thomas, “The Phoenicians”, en POTT, pp. 259–286.

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico