FEMINISMO Y LECTURA DE LA BIBLIA

(-> mujer, hermenéutica feminista, patriarcalismo). La Biblia ha sido un libro escrito y leí­do desde una perspectiva básicamente masculina. Pero en otro tiempo nadie se habí­a dado cuenta de ello, porque la perspectiva masculina se daba por supuesta. Con la nueva sensibilidad antropológica ha surgido una fuerte lectura feminista de la Biblia, desde una perspectiva de género. Por un lado, esa lectura pone de relieve aspectos y temas olvidados, que parecí­an marginales, pero que ahora empiezan a cobrar gran importancia: las figuras de las matriarcas de Israel, la visión de las mujeres en el libro de los Jueces, la aportación de las mujeres en los evangelios y en la teologí­a de Pablo, y muchos otros rasgos antes inadvertidos.

(1) Lectura feminista de la Biblia. Actitudes. La lectura feminista proyecta sobre la Biblia las nuevas preguntas y perspectiva de una antropologí­a de género, iluminando de forma insospechada algunos aspectos esenciales del mensaje bí­blico. Como es normal, las visiones y posturas sobre el tema resultan diferentes. Entre ellas podemos citar las siguientes, (a) Rechazo radical de Dios y del mensaje de la Biblia. Para algunas feministas radicales el Dios bí­blico se muestra de tal forma vinculado a unos condicionamientos patriarcalistas que ya no puede mantenerse su figura. El Dios bí­blico ha sido un Señor para varones. Por eso las mujeres, conscientes de su diferencia, no tienen más remedio que prescindir de su figura y rechazarlo, buscando otro Dios, más cercano a los caminos e intereses de su vida, quizá en la lí­nea de la Madre divina de algunos cultos antiguos, abandonando la Biblia como texto que no puede ya recuperarse desde una perspectiva de igualdad de género. Algunas mujeres (y también algunos hombres) han supuesto que sólo de esa forma pueden alcanzar su propia independencia. (b) Aceptación radical. Hay lectores que toman como palabra de Dios la literalidad masculina de la Biblia y así­ piensan que un tipo de patriarcalismo pertenece a la estructura y verdad fundante de la revelación, de manera que resulta imposible cambiarlo (o superarlo). Dios mismo ha creado las cosas de esa forma: ha puesto al varón sobre la mujer, al padre sobre los hijos. Por eso, la sociedad debe seguir siendo patriarcal, pues patriarcal ha sido la revelación de Dios en su Escritura. Esto significa que, para ser fieles a su Biblia, judí­os y cristianos han de conservar una visión jerárquica de la sociedad, de tal forma que sinagogas e iglesias han de ser dirigidas sólo por varones, (c) Aceptación matizada. Otros aceptan el mensaje de fondo de la Biblia pero quieren cambiar sus simbolismos patriarcales. Así­ intentan traducir en términos no patriarcalistas (en formas de igualdad masculinofemenina) todo aquello que la Biblia dice en perspectiva de varones. Ciertamente, este interés resulta bueno y de algún modo acaba siendo necesario: estamos obligados a reinterpretar la Escritura a partir de su fondo suprapatriarcal para alcanzar así­ su fuente de sentido y presentarla como palabra de Dios que se halla abierta para todos, varones y mujeres. Temo, sin embargo, que este esfuerzo de retraducción resulta aventurado si es que intenta escribir de nuevo los pasajes antiguos, cambiando o rehaciendo texto a texto la palabra de la Biblia. Por eso prefiero una cuarta solución, (d) Reinterpretación. Otros quieren conjugar la relatividad histórica del pasado (y la misma relatividad de los exegetas) con el sentido primordial de la Escritura. Eso significa que debemos respetar la historia en cuanto historia ya pasada; ciertamente, lamentamos muchos gestos y palabras, muchos signos y actitudes de la Biblia, igual que lamentamos el pasado de violencias e injusticias de otras historias humanas. Nos hubiera gustado que los hombres de la Biblia hubieran sido me nos violentos y patriarcalistas (o machistas). Pero han sido como han sido y de esa forma han revelado un misterio que trasciende su limitación histórica.

(2) Dos perspectivas. Por eso, asumiendo el pasado en su relatividad, buscamos sus aspectos más profundos y queremos superar el patriarcalismo antiguo en lí­nea de igualdad humana (no violencia) y en gesto de respeto y creatividad personal (no patriarcalista), distinguiendo en la Biblia dos lí­neas o perspectivas, (a) Perspectiva de igualdad. Desde el principio de la Biblia hallamos una lí­nea en la que varón y mujer son ante Dios iguales y complementarios: «y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn 1,27). En esta misma lí­nea nos mantiene el Cantar* de los Cantares y la experiencia de la Iglesia primitiva cuando dice que en Cristo no hay varón ni mujer, esclavo ni libre, judí­o ni gentil (cf. Gal 3,28). Esa parece haber sido la visión de fondo de Jesús, que no ha hecho distinciones entre varones y mujeres. Esa ha sido también la perspectiva del mismo Pablo histórico en la organización de sus comunidades. Sea como fuere, la igualdad dual del varón y la mujer que aparece presupuesta en Gn 2,23-25 (y que está reasumida en Mc 10,1-12 par) ha quedado marginada en el conjunto de la Biblia, ya a partir de Gn 3,14-19, de manera que la violencia masculina (expresada en su violencia guerrera) se adueña de la fecundidad femenina (maternidad), para someterla, como indica el canto de Lamec* (Gn 4,1724). De esa forma, se suele decir que la mujer bí­blica sólo es importante como madre de unos hijos que pertenecen al esposo, (b) Perspectiva de subordinación femenina. Más que objeto de una revelación especial, esta visión aparece como un dato o presupuesto previo: dentro de una sociedad patriarcalista, la mujer resulta subordinada, tal como supone el mismo mandamiento del decálogo*: «no codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él» (Ex 20,17; cf. Dt 5,21). Es claro que esta ley se ha formulado desde la perspectiva de un varón que toma a la mujer como posesión suya. Evidentemente, una interpretación feminista de la Biblia tendrá que elevarse en contra de esta perspectiva, buscando el sentido básico y fuente de la revelación bí­blica, superando aquello que son condicionamientos sociales de un tiempo pasado.

Cf. M. NAVARRO (ed.), Para comprender el cuerpo de la mujer. Una perspectiva bí­blica y ética, Verbo Divino, Estella 1996; L. RUSSEL, Interpretación feminista de la Biblia, Desclée de Brouwer, Bilbao 1995; E. SCHÜSSLER, Los caminos de la Sabidurí­a. Una introducción a la interpretación feminista de la Biblia, Sal Terrae, Santander 2004.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra