EXODO, LIBRO DE

Segundo libro de la Biblia. El tí­tulo es un término lat. derivado de la palabra gr. éxodos, una salida. El libro se llama éxodos en lal LXX. La tradición asigna la paternidad literaria del libro a Moisés. Cubre la historia de los israelitas desde los acontecimientos que rodearon el éxodo hasta el otorgamiento de la ley en el Sinaí­.

éxodo tiene tres secciones:

( 1 ) Los israelitas en Egipto (Exo 1:1—Exo 12:36), incluyendo los acontecimientos que involucran el crecimiento del pueblo hasta llegar a ser nación, el nacimiento y el llamado de Moisés, el ministerio de Moisés y Aarón ante el faraón y las diez plagas que culminaron en la muerte de los primogénitos.

( 2 ) El viaje de Egipto hasta el Sinaí­ (Exo 12:37—Exo 19:2), incluyendo la institución de la Pascua y la fiesta de los panes sin levadura, la consagración a Dios de cada varón primogénito y la huida por el mar Rojo.

Aunque el pueblo se quejaba frecuentemente de Dios y Moisés, Dios proveyó por él milagrosamente dándole maná, perdices y agua de una roca.

( 3 ) Los israelitas en el Sinaí­ (Exo 19:3—Exo 40:38), incluyendo el otorgamiento de la ley— los Diez Mandamientos (Exo 20:2-17), las leyes civiles y sociales (Exo 21:1—Exo 23:11) y las ceremoniales (Exo 23:12—Exo 31:18)— la construcción del tabernáculo y la formación de las vestimentas sacerdotales.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Segundo libro del Pentateuco. El tí­tulo viene del latí­n: ex= fuera de, hodos= camino, pero el nombre hebreo es Semot (nombres), que se deriva de las primeras lí­neas del libro, que comienza diciendo: †œEstos son los nombres…† (Exo 1:1).

Autor Se atribuye a Moisés, según la tradición judí­a y cristiana, aunque el libro no lo dice así­. Siguiendo la tradición hebrea, el Señor Jesús, citando de este libro, dice: †œ¿No habéis leí­do en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza…?† (Mar 12:26). Algunos señalan, sin embargo, que esa era la forma en que se hací­a referencia a los libros del Pentateuco. Y que la misma no necesariamente implica la autorí­a del lí­der hebreo. La mayorí­a de los creyentes opinan que el origen del libro está en los tiempos de Moisés, aunque no puede descartarse que en el devenir de las edades se hicieran modificaciones hasta llegar a la forma actual. †¢Pentateuco.

Tema. En él se narra la salida de los israelitas de la esclavitud en Egipto, la entrega de la ley en Sinaí­ y la vida del pueblo peregrino en el desierto hasta la entrada a Canaán.

Los hebreos en Egipto. Moisés. Se inicia el L. de é. con unos párrafos que lo conectan con las últimas palabras de Génesis, señalando los nombres de los descendientes de Jacob que vinieron a vivir a Egipto, los cuales se multiplican grandemente. Después de la muerte de José vino sobre Egipto †œun nuevo rey que no conocí­a a Jos醝, que teme el crecimiento demográfico de los israelitas, los oprime y pone en vigor un sistema de control de la natalidad según el cual los niños varones debí­an ser muertos. Las †œparteras de las hebreas† temieron a Dios y no lo ejecutaban. Nace un varón que es escondido por su madre. La hija de Faraón encuentra al niño y determina contratar a una hebrea para que lo cuide, sin saber que era la misma madre del niño. Más tarde lo adopta y le pone por nombre †¢Moisés. Aunque éste crece en la corte faraónica, observó las †œduras tareas† a que estaban sometidos sus hermanos y defendió a un israelita que era maltratado por un egipcio, al cual mató. El hecho se supo y tuvo que huir. Llegó a Madián, donde mora con un varón llamado Reuel y se casa con una de sus hijas (Exo 1:1 al 2:25).

Llamamiento de Moisés. Moisés pasa largos años en el desierto apacentando †œlas ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián†. El †œíngel de Jehovᆝ se le aparece †œen una llama de fuego en medio de una zarza† y le ordena regresar a la corte de Faraón †œpara que saques de Egipto a mi pueblo†. Moisés duda, pero Dios le confirma mediante señales. Le advierte también que Faraón no querrá dejar salir a los israelitas. Moisés dice a Dios que él no era †œhombre de fácil palabra†. Dios le contesta que su hermano Aarón †œhabla bien† y que serí­a su vocero. Moisés se despide de su suegro y parte para Egipto. Allí­ da su mensaje a los israelitas, presentó las señales y †œel pueblo creyó† (Exo 3:1 al 4:31).

Actitud negativa de Faraón. Moisés y Aarón se presentan delante de Faraón diciendo de parte de Dios: †œDeja ir a mi pueblo†. Pero Faraón se niega y aumenta las cargas de los israelitas. Cuando éstos se quejan, Faraón les dice que están ociosos y por eso dicen: †œVamos y ofrezcamos sacrificios a Jehovᆝ. Los capataces israelitas se quejan ante Moisés y éste lleva la queja ante Dios. Dios responde ratificando su orden de partida y vuelve a ordenar a Moisés que vaya delante de Faraón (†œDi a Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti†). Moisés vuelve delante del rey, que le pide que haga alguna señal milagrosa. Aarón lanza al suelo su báculo que se convierte en serpiente. Los †œsabios y hechiceros† egipcios hacen lo mismo, †œmas la vara de Aarón devoró las varas de ellos† (Exo 5:1 al 7:12).

Las diez plagas. Dios trae sobre Egipto grandes portentos orientados a convencer a los egipcios para que dejaran salir al pueblo.

Primera. El rí­o Nilo y todo depósito de agua se convierten en sangre. Mueren los peces. Pero †œlos hechiceros egipcios hicieron lo mismo con sus encantamientos† (Exo 7:13-25).

Segunda. Aparece una gran cantidad de ranas †œque cubrieron la tierra de Egipto†. Pero †œlos hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos†. Faraón pide que se ore para que desaparezcan las ranas (Exo 8:1-15).

Tercera. Aarón golpea con su vara †œel polvo de la tierra, el cual se volvió piojos … en todo el paí­s de Egipto†. †œLos hechiceros hicieron así­ también … pero no pudieron†. Y dijeron a Faraón: †œDedo de Dios es éste† (Exo 8:16-19).

Cuarta. Dios enví­a †œtoda clase de moscas molestí­simas† sobre los egipcios, pero preserva la tierra de Gosén, donde moraban los israelitas (Exo 8:20-32).

Quinta. Dios enví­a una mortandad en el ganado de los egipcios, pero preserva el de los israelitas (Exo 9:1-7).
. Moisés y Aarón lanzan al aire puñados de cenizas que se convierten en †œpolvo sobre la tierra† que produce †œsarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias† (Exo 9:8-12).

Séptima. Dios enví­a †œgranizo, y fuego mezclado con el granizo† por todo Egipto, menos en tierra de Gosén (Exo 9:13-26).

Octava. Dios enví­a una enorme cantidad de langostas, las cuales vinieron con un †œviento oriental† (Exo 10:1-20).

Novena. Dios enví­a tinieblas sobre toda la tierra de Egipto (Exo 10:21-29).

Décima. Muerte de los primogénitos. Se establece la Pascua. Salida de Egipto (Exo 11:1 al 13:22).

Cruce del mar Rojo. Dios conduce al pueblo por el camino más largo hacia Canaán. Acampan junto al mar. Faraón los persigue. Dios abre el mar Rojo para que los israelitas pasen en seco. Cuando Faraón intenta cruzar también, muere bajo las aguas junto con su ejército. Moisés eleva un cántico. El pueblo celebra (Exo 14:1 al 15:27).

El maná. Después de llegar a Mara, donde †œno pudieron beber las aguas … porque eran amargas†, pasaron a Elim y al desierto de Sinaí­. Al quejarse el pueblo por la falta de alimentos, Dios les enví­a el †¢maná. Se dan las instrucciones sobre cómo recogerlo y consumirlo (Exo 16:1-36).

La peña de Horeb. Al faltar el agua en Refidim, el pueblo vuelve a quejarse. Dios ordena a Moisés que golpee una piedra en Horeb y salen aguas (Exo 17:1-7).

Ataque de los amalecitas. Amalec ataca a Israel. Moisés intercede desde un monte. Sus manos se cansan, pero Aarón y Hur le sostienen los brazos y se obtiene la victoria (Exo 17:8-16).

Visita de Jetro. El suegro de Moisés vino a encontrarse con él tras oí­r †œtodas las cosas que Dios habí­a hecho con Moisés y con Israel su pueblo†. Trajo a Séfora con sus dos hijos. Da algunos consejos a Moisés sobre cómo gobernar el pueblo (Exo 18:1-27).

La entrega de la ley. Moisés sube al monte y Dios habla con él (†œMoisés hablaba, y Dios le respondí­a con voz tronante†). Dios le entrega los Diez Mandamientos y las leyes del pacto (Exo 19:1 al 24:18).

El tabernáculo. Dios da las instrucciones para la construcción del tabernáculo y la institución del sacerdocio (Exo 25:1 al 31:18).

El becerro de oro. Al tardar Moisés en la cima del monte, el pueblo se impacienta y pide a Aarón: †œLevántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros†. Aarón hace un becerro de fundición y el pueblo hace fiesta. Moisés desciende del monte pero rompe las tablas de la ley al contemplar el espectáculo de idolatrí­a, destruye el becerro. Los hijos de Leví­ responden al llamado de Moisés y atacan al resto del pueblo. Mueren tres mil hombres (Exo 32:1-35).

Las dos nuevas tablas de la ley. Dios ordena a Moisés que alise dos tablas de piedra para escribir en ellas los Diez Mandamientos. Moisés sube el monte y permanece allí­ †œcuarenta dí­as y cuarenta noches†. Dios revela a Moisés su gloria y éste desciende con las tablas de piedra. Su rostro resplandece (Exo 33:1 al 34:35).

Los trabajos del tabernáculo. El pueblo ofrenda para la obra. Bezaleel, hijo de Uri, que habí­a sido †œllenado del Espí­ritu de Dios†, dirige los trabajos junto con Aholiab, hijo de Ahisamac, con †œtodo hombre sabio de corazón†. Moisés suspende la entrega de ofrendas, porque sobreabundaban. Terminan las labores del tabernáculo (Exo 35:1 al 40:38).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

El segundo rollo del Pentateuco, también llamado Segundo Libro de Moisés. En hebreo fue denominado Schemóhth, †œNombres†, debido a su frase de apertura: We´él·leh schemóhth, que significa †œAhora bien, estos son los nombres†. El nombre del libro se deriva del latí­n Exodus, que a su vez viene del griego E·xo·dos, que significa †œSalida; Partida†, es decir, de los israelitas de Egipto.
Este libro es una continuación del Génesis, ya que comienza con la expresión †œAhora bien† (literalmente, †œY†), para más tarde enumerar de nuevo los nombres de los hijos de Jacob, que se toman del registro más completo que se encuentra en Génesis 46:8-27. Exodo se escribió en 1512 a. E.C., mientras los israelitas estaban acampados en el desierto de Sinaí­, un año después de su salida de Egipto. El libro abarca un perí­odo de ciento cuarenta y cinco años, desde la muerte de José, en 1657 a. E.C., hasta la construcción del tabernáculo, en 1512 a. E.C.

El escritor. Los judí­os nunca dudaron que Moisés hubiese escrito Exodo. Las expresiones egipcias que se recogen en este libro muestran que el escritor fue contemporáneo de los sucesos que narra y no un judí­o nacido más tarde en Palestina.

Exactitud y veracidad. En lo que respecta al escritor de Exodo, †œse puede notar que estaba í­ntimamente familiarizado con el antiguo Egipto. La actitud de los egipcios hacia los extranjeros (por ejemplo: se mantení­an separados de ellos, a pesar de que les permití­an permanecer en su paí­s; sentí­an odio especial a los pastores, y sospecharon que los extranjeros que llegaron de Palestina eran espí­as), su gobierno interno, su estabilidad, el poder del rey, la influencia de los sacerdotes, las grandes edificaciones, el empleo de extranjeros para su construcción, el uso de adobes, […] de adobes con paja, […] los capataces, el embalsamamiento de los cadáveres, la consiguiente importación de especias, […] las manifestaciones exageradas de duelo, […] el uso de caballos y carros de guerra, […] estos son algunos de los muchos puntos que podrí­an señalarse que denotan que el autor del Pentateuco conocí­a bien los hábitos y costumbres de los egipcios†. (The Historical Evidences of the Truth of the Scripture Records, de George Rawlinson, 1862, págs. 290, 291.)
Se ha puesto en tela de juicio el relato del baño en el Nilo de la hija de Faraón (Ex 2:5), pero Heródoto (II, 35) dice (como lo muestran también monumentos antiguos) que en el antiguo Egipto las mujeres gozaban de bastante libertad. Además, los egipcios creí­an que las aguas del Nilo tení­an virtudes especiales. Parece ser que algunas veces Faraón se dirigí­a al rí­o para adorar, y fue allí­ donde, al menos en dos ocasiones, Moisés se encontró con él durante las diez plagas. (Ex 7:15; 8:20.)
El que los monumentos egipcios no constaten la presencia de los israelitas en Egipto no debe causar sorpresa, puesto que un estudio de estos monumentos revela que los egipcios no registraban lo que no los favorecí­a. No obstante, un testimonio más convincente que la prueba basada en los monumentos de piedra es el monumento vivo que supone la observancia de la Pascua por los judí­os, quienes han conmemorado el éxodo de esta manera durante toda su historia.
Hay base sólida para aceptar la exactitud histórica y el relato general de Exodo. Según Westcott y Hort, Jesús y los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas citan de Exodo o se refieren a él más de cien veces. La integridad de su escritor, Moisés, atestigua la autenticidad del libro. El pone de manifiesto con la mayor franqueza sus propias debilidades, vacilaciones y errores, sin atribuirse el mérito por los milagros, la dirección y la organización del pueblo, a pesar de haber sido †œmuy grande en la tierra de Egipto† y, en lí­neas generales, gozar del respeto de los israelitas. (Ex 11:3; 3:10-12; 4:10-16.)
La mano divina se pone de manifiesto tanto en la estancia de Israel en Egipto como en el éxodo. Este paí­s fue un lugar idóneo para que Israel creciera con rapidez hasta transformarse en una nación poderosa. De haber permanecido en Canaán, habrí­an estado sujetos a un constante guerrear con los cananeos, mientras que por haber estado en el territorio de la primera potencia mundial durante el tiempo en que esta habí­a llegado a su apogeo, estuvieron protegidos. Viví­an en la mejor parte del paí­s, lo que contribuyó a que disfrutaran de buena salud, familias numerosas y cierto progreso intelectual.
No obstante, Egipto no era el lugar más adecuado para su desarrollo moral y espiritual. Tampoco era el marco apropiado para que Israel se constituyese en una nación gobernada teocráticamente, con un sacerdocio que ofreciese sacrificios y enseñase al pueblo. Además, la promesa de Dios de dar la tierra de Canaán a la descendencia de Abrahán tení­a que cumplirse, y habí­a llegado el tiempo señalado por Dios para que esto sucediera. Israel habrí­a de constituirse en una gran nación, con Jehová como su Rey soberano. El libro de Exodo relata cómo Jehová llevó a cabo este propósito. (Ex 15:13-21.)

Rollos del mar Muerto. Quince de los manuscritos hallados en el mar Muerto contienen fragmentos del libro de Exodo. Se calcula que el fragmento catalogado 4QExf es de alrededor del año 250 a. E.C. Dos de los fragmentos, que, según se cree, datan del siglo II o III a. E.C., están escritos con los caracteres hebreos antiguos que se utilizaban antes del exilio babilonio.

[Recuadro en la página 896]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE EXODO
El registro de cómo Jehová liberó a Israel de la esclavitud opresiva de Egipto y lo organizó en una nación teocrática
Escrito por Moisés en 1512 a. E.C., aproximadamente un año después de haber salido de Egipto

Israel vive bajo esclavitud tiránica en Egipto (1:1-3:1)
Se tiraniza a los israelitas bajo exclavitud por decreto real; se decreta la muerte de todos los varones que nazcan
La hija de Faraón adopta a Moisés y así­ lo salva de la muerte, pero lo educa su propia madre
Moisés mata a un egipcio tiránico, huye a Madián y se hace pastor

Jehová libera a Israel mediante Moisés (3:2-15:21)
Moisés es comisionado como libertador en la zarza ardiente, para hablar y actuar en el nombre de JehováVuelve a Egipto; se presenta ante Faraón con Aarón y le comunica que Jehová ha dicho que enví­e a Israel para que lo adore en el desierto; Faraón rehúsa e incrementa la opresión
Jehová renueva la promesa de liberar a Israel y darle la tierra de Canaán, profundizando de este modo su aprecio por su nombre JehováLas diez plagas anunciadas por Moisés y Aarón azotan Egipto; a partir de la cuarta, solo afectan a los egipcios; durante la décima mueren todos los primogénitos varones, tanto de los egipcios como de su ganado, mientras Israel celebra la Pascua
Jehová usa una columna de nube durante el dí­a y de fuego durante la noche para conducir a Israel; divide el mar Rojo para que cruce por tierra seca, luego ahoga a Faraón y su ejército cuando intentan cruzar el lecho seco del mar en persecución de Israel

Jehová organiza a Israel como nación teocrática (15:22-40:38)
En el desierto se le provee a Israel agua potable, carne y maná; se instituye el sábado en relación con la provisión del manáPor recomendación de Jetro, Moisés selecciona a hombres capacitados para que sirvan de Jefes y le ayuden en el juicio
En el monte Sinaí­, Jehová invita a la nación a entrar en una relación de pacto con El; Israel accede voluntariamente; Jehová hace una demostración de su gloria inspiradora de temor
Jehová establece los requisitos para Israel mediante los Diez Mandamientos y otras leyes que da a través de Moisés
Se da validez al pacto de la Ley con sangre de sacrificios de animales; el pueblo dice: †œTodo lo que Jehová ha hablado estamos dispuestos a hacerlo, y a ser obedientes†œ
Dios da instrucciones sobre la construcción del tabernáculo y su mobiliario, así­ como sobre las prendas de vestir de los sacerdotes y la instalación del sacerdocio
Mientras Moisés está en el monte Sinaí­, el pueblo se vuelve a adorar a un becerro de oro; Moisés rompe las tablas de piedra que Dios le habí­a dado; los levitas se mantienen leales; se da muerte a unos 3.000 idólatras
Moisés ve la manifestación de la gloria de Jehová y oye a Dios declarar Su nombre
Se construye el tabernáculo con ofrendas voluntarias de materiales; se erige el 1 de Nisán de 1512 a. E.C., y Jehová manifiesta su aprobación

Fuente: Diccionario de la Biblia

I. Bosquejo del contenido

Éxodo (forma latinizada de exodos, ‘salida’, en la LXX) es la segunda sección del Pentateuco, y trata de la suerte de Israel posterior a los tiempos propicios del gobierno de José. Registra los dos grandes puntos culminantes en la historia de Israel: la liberación de Egipto y la entrega de la ley. De allí en adelante los acontecimientos de Éxodo ocupan un lugar central en la revelación que de sí mismo hace Dios a su pueblo, no sólo en el antiguo sino también en el nuevo pacto, en que el cordero pascual proporciona la tipología para el sacrificio de nuestro Señor, y la fiesta de la pascua se adapta para servir de conmemoración de nuestra redención.

Los acontecimientos que preceden y siguen a la huida de Israel de Egipto forman el tema central del libro. El marco cronológico se menciona sólo en términos generales, consecuente con el tratamiento hebreo de la historia como una serie de acontecimientos y no como una secuencia de fechas.

Luego de ofrecer una breve nota genealógica para efectuar la transición con Génesis, el libro comienza con un relato de la inquietud de parte de los egipcios ante el gran crecimiento numérico de los israelitas. Con el objeto de contrarrestar lo que se consideraba una creciente amenaza, los israelitas fueron primeramente sometidos a trabajos forzados bajo capataces egipcios, probablemente con el doble fin de hacer frente a una necesidad del momento en cuanto a una fuerza laboral considerable, como también para poder tenerlos bajo estricta observación. Luego sus tareas fueron intensificadas, probablemente con la intención de limitar su tiempo libre, y de este modo reducir a un mínimo sus posibilidades de hacer daño. Finalmente se hizo un intento de impedir el aumento de la población exterminando a todos los varones recién nacidos. Se eligieron los varones y no las niñas porque se los consideraba como potenciales instigadores a la rebelión. Este paso final proporciona el fondo del relato del nacimiento y la formación de Moisés, la segunda gran figura de la historia judía, en la corte egipcia. Sus primeros años, su encuentro con Dios, y su surgimiento como líder ocupan los cap(s). 2–4. En los cap(s). 5–13 se relatan los intentos de obtener liberación para Israel, terminando con las *plagas de Egipto y la institución de la *pascua. Posteriormente al cruce del *mar Rojo y su celebración en un himno (14.1–15.21) viene un diario de la marcha hacia Sinaí (15.22–18.27). El resto del libro cuenta acerca del pacto del Sinaí (19–31), su quebrantamiento (32–33), su renovación (34), y la construcción del *tabernáculo según las instrucciones recibidas (35–40).

II. Paternidad

Las escuelas críticas principales ven en Éxodo una composición de elementos diversos, que se originan en distintas fuentes o manos, y que abarcan un período que va del ss. VIII al II a.C. (A. H. McNeile, Exodus, pp. ii; * Pentateuco, sección II). A los documentos hipotéticos J (pasajes en los que aparece YHWH), E (Elohim), D (escuela deuteronómica), P (escuela sacerdotal), y R (redactores diversos) se han agregado L (fuente laica, O. Eissfeldt, The Old Testament: An Introduction, 1965, pp. 191), y B (Bundesbuch, libro del pacto, Ex. 20.22–23.33, Eissfeldt, pp. 191). Según Eissfeldt (p. 211), el orden del crecimiento de Éxodo parecería ser: L J E B P RJ RE RB RP, donde R es el redactor que agregó al corpus la fuente indicada por la letra elevada (pp. 210ss).

En la opinión de Eissfeldt la actitud “piadosa” de los redactores hacia su material, considerado desde los puntos de vista literario y estético, constituía una desventaja, ya que dicha “piedad” les impedía darle forma a una unidad literaria nueva y superior tomando como base los materiales de que disponían. Por cierto que esta circunstancia hubiera constituido una notable limitación en vista de la magnitud de la reconstrucción literaria que se habían propuesto llevar a cabo, aparentemente sin escrúpulos. McNeile, sin embargo, dice secamente: “Puesto que en todas las épocas de la historia israelita todas las instituciones civiles y religiosas se remitían a Moisés, todas las épocas sucesivas se vieron obligadas a manipular los registros” (op. cit., pp. ix). Además, según McNeile, el objeto de los escritores sacerdotales era el de “sistematizar las tradiciones, y con frecuencia aumentarlas, al imperio de ideas religiosas” (op. cit. pp. lxxix), y que “los narradores enriquecieron los relatos con su propia imaginación”, y “las tradiciones adquirieron un elemento milagroso en los siglos que transcurrieron entre los acontecimientos y el período de los diversos escritores” (p. cxii).

Acerca de Moisés, McNeile dice: “Vagas tradiciones del fundador de la religión nacional fueron transmitidas oralmente … detalles legendarios tendían a nuclearse alrededor de su vida” (p. cviii). Sigue diciendo: “Puede afirmarse con seguridad que Moisés no habría de poner por escrito una serie de preceptos morales”; y “es imposible decir, con respecto a ningún detalle en particular, que deriva de Moisés mismo” (p. cxvii). Acerca del tabernáculo este mismo autor dice: “La historicidad se niega sin vacilación alguna por todos los que aceptan los principios fundamentales de la crítica histórica y literaria” (p. cxviii). La razón que se da para justificar este último motivo de escepticismo es la mención del tabernáculo de reunión en 33.7, que, según se sostiene, era idéntico al tabernáculo. Está claro, no obstante, que aquí la referencia es a la práctica existente en el período anterior a la erección del tabernáculo, el propósito del cual era el de ser un santuario, como símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo (25.8). S. R. Driver piensa que tanto costumbres como ritos “se antedatan y se representan como si ya hubiesen sido propuestos y puestos en práctica en la era mosaica” (Exodus, pp. lxv).

Si estos puntos de vista tuviesen alguna validez objetiva, los relatos de Éxodo dejarían de tener valor histórico. Las teorías no son susceptibles de comprobación, dadas las circunstancias. Como dice Eissfeldt: “… la totalidad de la crítica del Pentateuco es una hipótesis, si bien se reconoce que descansa sobre argumentos muy significativos” (op. cit., pp. 240).

Resulta extraño que P, escrito desde un punto de vista sacerdotal, haga tan poco por realzar el sacerdocio. Es Moisés, el líder político, el que sigue siendo el gran héroe, mientras que el que permite que el pueblo caiga en la idolatría es Aarón, el sacerdote, a quien Moisés reprende y vuelve a instaurar. Este no fue el único error de Aarón. Si la totalidad del material se dispuso de modo que presentara un cuadro ideal de la teocracia, como se supone que debió existir en la época mosaica (Driver, op. cit., pp. xii), luego el proyecto, a la luz de la descripta terquedad y hurañería del pueblo, fracasó espectacularmente.

La crítica literaria en general sostendría actualmente como una perogrullada que las obras literarias contienen fuentes, y jamás diría que ellas son prueba de paternidad múltiple (p. ej., cf. J. L. Lowes, The Road to Xanadu). Actualmente se toma también como axiomático el que el estilo lo dicta en buena medida el tema, y no los vocabularios idiosincráticos. La comparación del carácter supuestamente compuesto del Pentateuco con los escritos de los historiadores árabes, que se dedican simplemente a ordenar sus testigos, no es aplicable a la literatura del antiguo oriente semítico (A. T. Chapman, Introduction to the Pentateuch, 1911).

La aplicación de los criterios de disección a documentos de paternidad unitaria indiscutible indica que los mismos no tienen ningún valor (cf. * Egipto, V.b). La selección de criterios es arbitraria, y otras selecciones posibles hubieran arrojado resultados radicalmente diferentes. Un pasaje clave como justificativo de la fragmentación documentaria es Ex. 6.3, donde, se afirma, se indica que la introducción del nombre YHWH es una innovación. El gran acento que se pone aquí en la continuidad de la identidad con el Dios de los patriarcas difícilmente indique un nuevo punto de partida. Hay dos interpretaciones posibles de este versículo. “Nombre” puede referirse aquí no a un apelativo, sino que puede representar “honor” y “carácter”, como es el caso con frecuencia en los estudios semíticos en general. De otro modo la frase podría tomarse como un interrogativo elíptico: “Porque ¿acaso no les di a conocer mi nombre, YHWH?” Por lo menos el “asimismo” del versículo siguiente seguido de un positivo supone un positivo anterior (W. J. Martin, Stylistic Criteria and the Analysis of the Pentateuch, 1955, pp. 17s; G. R. Driver, “Affirmation by Exclamatory Negation”, Journal of the Ancient Near East Soc., Columbia Univ. 5, 1973 (vol. T. H. Gaster), pp. 109. Mucho estudio se ha dedicado a las tradiciones contenidas en Éxodo, particularmente por G. von Rad y M. Noth. Todos los intentos semejantes a los de estos autores son puramente conjeturales, en la medida en que estén basados en la crítica literaria subjetiva descripta arriba, y en puntos de vista dogmáticos acerca de la historia religiosa israelita. Empero, hay un adelanto en que las tradiciones se consideran en muchos casos como mucho más antiguas que las fuentes literarias.

El enfoque judaico de la época de Josué (8.34s), aprobado por nuestro Señor, y aceptado por la iglesia cristiana, sostenía que Éxodo es obra de Moisés. Tomando como base las pruebas internas esta es también la impresión que se obtiene del libro mismo. No se ha presentado ninguna prueba filológica objetiva que sirva para rechazar este punto de vista. Si hubo tareas de redacción, se supondría que se limitarían a cuestiones tales como la modernización de los nombres geográficos. Esto, hecho honestamente en pro de la claridad, está lejos de equivaler a la inserción de extensas interpolaciones en los documentos, como también a hacerlos pasar por composiciones de la época mosaica.

III. El texto

El texto de Éxodo está notablemente libre de errores de transcripción. En algunos casos se han perdido letras. Existen algunos ejemplos de duplicación no intencional de letras (p. ej. posiblemente el caso de sammı̂m, ‘especias’, en 30.34). Un caso de haplografía (de escribir una sola vez lo que ocurre dos veces) aparece, p. ej., en 19.12, donde una m (= ‘desde’) ha sido omitida. En 11.1 una nota marginal puede haberse pasado al texto mismo: “cuando, por fin, os deje salir” (°bj). En 20.18, aparentemente por omisión de una y heb., “temor” se ha convertido en “vio” (véase av). En 34.19 el artículo determinativo heb. h se ha convertido en t. En 23.3, por haber interpretado una g como w, “grande” se ha convertido en “pobre” (cf. Lv. 19.15). En 17.16 las letras k y n aparentemente han sido confundidas: probablemente deba leerse: “Por cuanto dijo: el poder está con la bandera de Jehová.” En 23.5 b parece haber reemplazado a r, transformando “ayudar” en “renunciar a”; la lectura posiblemente sea: “y te abstendrás de abandonarlo, ciertamente le darás tu ayuda”. Se podría leer el texto tal como está: “y te abstendrás de abandonarlo, ciertamente junto con él lo liberarás”.

La magnitud de las *cifras parece presentar problemas a algunos. La transmisión de cifras es algo que está particularmente expuesto a errores. En cualquier consideración relativa a un número considerable de personas, como también la cuestión del problema de hacer aprovisionamiento para las mismas, debe tenerse en cuenta que no se trataba de un pueblo urbanizado, sino de hombres y mujeres cuyo modo de vida los capacitaba perfectamente para ingeniárselas por sí mismos.

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Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico