Originalmente se proclamó el evangelio en forma oral pero ha sido transmitido por medio de las escrituras llamadas los Evangelios. Aunque Mateo, Marcos, Lucas y Juan difieren considerablemente en detalle, concuerdan en el bosquejo general de la carrera de Jesús, el carácter sobrenatural de su vida y la alta calidad de sus preceptos morales. Desde la época más temprana de la iglesia han sido aceptados como relatos de su vida y enseñanzas como autoritativas.
Reducido a la escritura, el mensaje del evangelio constituye un nuevo tipo de literatura. Aunque está enmarcado en la historia, no es historia pura, porque las referencias a los acontecimientos contemporáneos son incidentales y los Evangelios no intentan desarrollarlos. Contienen material biográfico pero no pueden llamarse biografías en el sentido moderno de la palabra, ya que no presentan un resumen completo de la vida de Jesús. El propósito principal de los Evangelios es crear fe en Cristo.
De los numerosos relatos y fragmentos compuestos para perpetuar el ministerio y las enseñanzas de Jesús, sólo cuatro se encuentran en el NT: Mateo, escrito por el discípulo de Jesús, Mateo Leví, recaudador de impuestos; Marcos, de la pluma de Juan Marcos, habitante de Jerusalén y compañero de Bernabé y Pablo; Lucas, la primera mitad de una historia del cristianismo en dos tomos (Lucas y Hechos) por un compañero de Pablo; y Juan, una colección de memorias selectas por Juan, hijo de Zebedeo.
Lucas obtuvo sus datos de quienes desde el principio lo vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra (Luk 1:2). No sólo habían participado sus informantes en los acontecimientos de los cuales hablaban, sino que habían sido afectados tan profundamente que se volvieron propagandistas de la nueva fe.
Lucas había sido contemporáneo de estos testigos y había investigado personalmente la verdad de sus declaraciones para poder producir un registro ordenado y preciso de la obra de Cristo (Luk 1:1-4).
Juan también volcó su Evangelio en forma escrita para poder persuadir a otros a la fe en Cristo como Hijo de Dios (Joh 20:30-31). No pretendió dar un relato completo de las actividades de Jesús sino que dio por sentado que muchas de ellas serían conocidas por sus lectores. El proceso selectivo que usó estaba determinado por su propósito evangelístico y su punto de vista teológico.
La introducción de Mateo (Mat 1:1) duplica la fraseología de Génesis (Gen 5:1) para dar la impresión de que, al igual que Génesis, brinda un capítulo significante en la historia del trato de Dios con la raza humana. El comienzo conciso de Marcos (Mar 1:1) es un título que identifica el texto subsiguiente como un resumen de la predicación actual.
Todos los Evangelios fueron compuestos para usarse en el movimiento creciente de la iglesia; no fueron escritos exclusivamente para un impacto literario. Era obvio que Mateo deseaba identificar a Jesús con el Mesías del AT señalando que era el cumplimiento de la profecía y que estaba íntimamente relacionado con la manifestación del Reino. Marcos, con sus concisos párrafos descriptivos, mostraba al Hijo de Dios en acción entre los hombres. Lucas usó un estilo literario más fluido y un fondo mayor de parábolas para interesar a un público educado y tal vez humanista. Juan eligió episodios y discursos que los demás no habían usado para promover la fe en Jesús como Hijo de Dios.
No se sabe a ciencia cierta dónde y cuándo llegaron estos documentos al público por primera vez. Las citas más tempranas del material de los Evangelios aparecen en las epístolas de Ignacio, la Epístola de Bernabé, las Enseñanzas de los Doce Apóstoles y la Epístola de Policarpo. Todas ellas están relacionadas con Antioquía de Siria y sus citas o referencias tienen un parecido mayor con el texto de Mateo que con cualquier otro Evangelio. Si, como dijo Papías, Mateo fue escrito para la iglesia hebrea o aramea en Jerusalén, pudo haber sido la base de una edición griega emitida en Antioquía durante el desarrollo de la iglesia gentil en esa ciudad. Por lo tanto, habría entrado en circulación en algún momento después del 50 d. de J.C. y antes de la destrucción de Jerusalén en el 70.
Ireneo (c. 100), contemporáneo de Clemente, afirmó que Marcos entregó la predicación de Pedro por escrito después de su muerte. Si el Evangelio de Marcos representa las memorias de Pedro, es posible que su contenido no se haya fijado en forma literaria sino hasta el 65 d. de J.C. o más tarde.
Sería difícil que Lucas haya sido escrito más tarde que el 62 d. de J.C. ya que debe haber precedido a Hechos, que fue escrito alrededor del fin del primer encarcelamiento de Pablo.
El último cap. del Evangelio de Juan intenta corregir un rumor de que Juan no moriría nunca. Es posible que se pueda fechar antes del 50 a. de J.C. pero la mayoría de los estudiosos conservadores lo ubican alrededor del 85.
Tradicionalmente ha sido atribuido al apóstol Juan.
Mateo, Marcos y Lucas reciben el nombre Sinópticos, de la palabra gr. synoptikos, que significa ver el todo junto, tomar un punto de vista general.
Presentan enfoques similares de la carrera y las enseñanzas de Cristo y se parecen mucho en contenido y fraseología.
Se puede hallar casi todo el contenido de Marcos tanto en Mateo como en Lucas, mientras que mucho del material que no se encuentra en Marcos es común a los otros dos Evangelios. Por otra parte, cada Evangelio tiene un énfasis y una organización diferente.
Los tres Evangelios tratan la vida de la misma persona, cuyos hechos y dichos se estaban predicando continuamente como mensaje público. La repetición constante y el contacto frecuente entre los predicadores tendían a fijar el contenido del mensaje. A medida que la iglesia fue creciendo, se crearon los relatos escritos para satisfacer la necesidad de instrucción y reprodujeron la fraseología y el contenido de la enseñanza oral. Sin embargo, se formó cada Evangelio según su propio propósito y público, de tal modo que las variaciones de expresión reflejan las diferencias en interés y ambiente. Mateo fue escrito para cristianos con trasfondo judío; Marcos para gentiles activos, probablemente romanos; Lucas para un griego culto y literario. Sin embargo los tres dan un testimonio unido del carácter sobrenatural y el propósito redentor de Jesucristo.
Los Evangelios están entre las primeras escrituras a ser citadas como sagradas y autoritativas. Mateo, Marcos, Lucas y Juan ya eran las fuentes principales de información acerca de la vida y obra de Jesús en la primera mitad del segundo siglo.
La intercomunicación creciente entre las iglesias y la necesidad de fortalecer su defensa en contra de la herejía y los ataques de los críticos paganos promovieron el interés de las iglesias por un canon de los Evangelios. Para el 170 los cuatro Evangelios estaban firmemente establecidos como las únicas autoridades.
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano