ESTER (LIBRO) [I]

tip, LIBR CRIT BIOG MUJE MUAT REYE LIAT

ver, ASUERO, MARDOQUEO, VASTI

vet, Ester se deriva probablemente del término «stareh», estrella, que se deriva del acadio «Ishtar». Es el nombre de una hermosa joven hebrea, llamada originalmente Hadasá (heb.: mirto). Huérfana desde muy joven, fue llevada a Susa, metrópolis persa, por Mardoqueo, su primo, que la adoptó. Asuero, rey de Persia identificado por Jerjes, ordenó, en estado de embriaguez, que la reina Vasti compareciera en la sala de fiestas para mostrar su belleza a los invitados. Enfurecido por su negativa, el rey siguió el consejo de sus cortesanos: ordenó la reclusión de Vasti y, para reemplazarla, hizo que se le buscara por todo el reino una joven de suma belleza. En el séptimo año de Jerjes, Ester fue elegida e instalada en el palacio en calidad de reina; en aquel entonces, nadie sabí­a que era de la raza de los judí­os. Accedió al trono en una época muy crí­tica. Amán era entonces el favorito del rey. Cinco años después de la entronización de Ester (Est. 2:16; 3:7), Amán, enfurecido por el desdén de Mardoqueo, quiso vengarse dando muerte no sólo a éste, sino a todos los judí­os diseminados por todo el imperio. Prometiendo entregar al Tesoro gran cantidad de oro, y alegando la adhesión peligrosa de los judí­os a sus leyes y costumbres peculiares, Amán obtuvo el consentimiento del rey. En preparación de la matanza, trató de asegurar la participación del populacho, incitando su codicia (Est. 2:5-3:15). Mardoqueo exhortó a Ester a que interviniera para salvar a su pueblo. La reina quedó atemorizada pero, después de oí­r las palabras solemnes de su pariente, se dio al ayuno, y arriesgó su vida presentándose ante el soberano sin haber sido llamada. Con una gran prudencia y tacto, creó una situación favorable, con el fin de revelar al rey la trama de Amán, que afectaba al palacio y a la persona de la reina. Al no poderse abrogar el edicto de destrucción, Ester obtuvo para los judí­os el permiso de defenderse, y aun de tomar la iniciativa contra sus enemigos. El relato acaba sin narrar el resto de la vida de Ester ni su muerte. (a) Historicidad. En la actualidad es costumbre entre los crí­ticos negar la historicidad de este libro, del que A. Bentzen afirma que es «una novela histórica». Sin embargo, este mismo autor se ve obligado a admitir que el autor tení­a ciertos conocimientos de la administración persa y, de manera particular, del palacio real de Susa. Será así­ conveniente examinar los puntos en los cuales ha sido atacada y posteriormente comprobada su autenticidad. (A) Se ha destacado que los nombres de Vasti, Ester y Mardoqueo no aparecen en los anales del reinado de Jerjes I (485 a 465 a.C.), que parece ser el Asuero de la Biblia. La única reina que conoce la historia es Amestris, hija o nieta de Otanes (Herodoto, 9:109; cp. 7:61). Pero es evidente que si Salomón, a la cabeza de un reino pequeño, pudo tener tantas mujeres (1 R. 11:3), el dueño del gran imperio persa podí­a tener más de una. Además, faltan detalles acerca del reino de Jerjes, y los anales persas mencionados en Ester no han sido hallados. Pero no se puede invocar el silencio como prueba. (B) El rey, se afirma, no tení­a derecho a casarse más que con una doncella de las siete familias más grandes del paí­s. Sin embargo, se sabe que, a pesar de esta ley, Cambises se casó con su propia hermana, y que otros reyes se casaron con mujeres de rango inferior a las que al final se les otorgaron honores reales. (C) Se ha pretendido que Mardoqueo mismo habí­a sufrido la deportación bajo Joaquí­n (597 a.C.), y que en este caso, en el 7º año de Jerjes, Ester no hubiera sido joven. Pero, según Ester 2, fue Cis, el bisabuelo de Mardoqueo, quien fue deportado. (D) Se ha preguntado por qué se abre un intervalo tan grande entre el repudio de Vasti (año 3º del reinado de Jerjes) y la entronización de Ester (año 7º). Según la historia, es allí­ que se sitúa la malhadada expedición contra Grecia; antes de su partida, en el año 3º, el rey celebró un gran consejo de guerra, volviendo a Susa en la primavera del año 7º, buscando consuelo en su harén (Herodoto, 7:8; 9:108). (E) La orden de masacrar a todos los judí­os se corresponde con los actos de crueldad tan conocidos de aquella época. Poco antes de Jerjes, los persas habí­an lanzado una horrenda campaña de exterminio contra los escitas. (F) Una extraña suposición de los crí­ticos habí­a hecho de la fiesta del Purim (Est. 9:17-26) una transposición de la mitologí­a babilónica: ¡Se atribuye a Mardoqueo el puesto del dios Marduk y a Ester el de la diosa Ishtar! Ha demostrado ser una especulación insostenible. (G) El libro de Ester revela el origen de la fiesta de Purim que, en la época de Josefo, era observada universalmente por los judí­os (Ant. 11:6, 13). La relación que tiene este libro con una fiesta judí­a tan antigua es asimismo un argumento en favor de su autenticidad. (H) Por último, el punto por el cual el libro de Ester ha reducido a sus adversarios al silencio es su asombrosa exactitud con respecto a las instituciones y costumbres persas, así­ como de la vida y usos de la corte (Est. 1:5, 10, 14; 2:9, 21, 23; 3:7, 12-13; 4:6, 11; 5:4; 8:8, etc.). El lujo manifiesto, el vino corriendo libremente según Est. 1:7, son hechos históricamente demostrados, al igual que la repetida mención del número 7, tan frecuentemente utilizado en Persia. Los resultados de las excavaciones del palacio real de Susa se corresponden con las descripciones de Ester de una manera detallada. Los historiadores griegos confirman la manera de actuar de Est. 2:14 ss., así­ como la organización de correos portadores de cartas. Por otra parte, los historiadores profanos dan el mismo conjunto de rasgos para el carácter de Jerjes, egoí­sta y fácilmente influenciado por sus mujeres y por sus favoritos. El mismo relato bí­blico asume el carácter de histórico, y cita anales persas que se relacionan con los mismos sucesos (Est. 2:23; 6:1; 10:2). (b) Autor y fecha de redacción. Este libro es anónimo. Su redacción se sitúa frecuentemente alrededor de la época de Artajerjes Longí­mano (alrededor del año 464-425 a.C.). Se explica de esta manera el hecho de que su lenguaje y estilo sean semejantes al de los libros tardí­os como Esdras, Nehemí­as y Crónicas. Se hallan muchos términos persas. El autor debió de tener acceso al relato dejado por Mardoqueo (Est. 9:20, 32). La redacción del libro parece haber sido hecha algo después de los acontecimientos. La fiesta del Purim ya habí­a sido instituida (Est. 9:23); el rey Asuero es presentado como habiendo reinado en el pasado (Est. 1:1; 10:2); la descripción del imperio persa, de sus costumbres y funcionamiento, lleva a pensar que el autor estaba escribiendo en todo caso antes de su destrucción por Alejandro Magno (alrededor del año 330 a.C.). (c) Lugar en el canon. En nuestras Biblias, Ester es el último libro histórico del AT. En el canon hebreo, figura entre los hagiógrafos, con otros 4 rollos leí­dos durante las 5 fiestas solemnes; la última de estas fiestas era la de Purim. Esta es la razón de que Ester forme parte de los Cinco Rollos (Megilloth). (d) Mensaje espiritual. En este libro no aparece el nombre de Dios ni una sola vez de forma manifiesta. La principal enseñanza es que Dios estaba vigilando y cuidando a su pueblo durante el cautiverio, totalmente aparte de su fidelidad hacia El, o del deseo de ellos de volver a la tierra prometida, ciertamente dejado a un lado por aquellos que se habí­an aposentado en el imperio persa, entre gentiles. Habí­a grandes cantidades de judí­os esparcidos por todo el reino, y no se revela cómo viví­an. Los únicos judí­os descritos en este libro son Mardoqueo y Ester. Dios era el Dios de ellos, y ellos eran su pueblo, y, sin que su nombre sea abiertamente mencionado en el libro, El estaba ciertamente cuidando de ellos en secreto, haciendo que todo coadyuvara en la protección de ellos. Que el rey no pudiera dormir la noche misma en que era necesario que recordara a Mardoqueo (Est. 6:1-10) constituye un signo de su cuidado constante. Puede que Ester y Mardoqueo no actuaran bien al desear un segundo dí­a de venganza. El buen comportamiento de los judí­os no entra en este libro: son protegidos, sean buenos o malos. En su gobierno llegará el dí­a en que Dios lo traerá todo a juicio e impondrá toda justicia. Recapitulando, tenemos aquí­ una ilustración de cómo Dios se cuidó de una manera providencial de su pueblo terrenal, cuando estaban, como están, bajo la sentencia de Lo-ammi, y no podí­a, como no puede aún, reconocerlos públicamente en relación consigo mismo. Acerca de los que reprochan a este relato un estrecho nacionalismo, se debe recordar la mentalidad judí­a, impregnada de la certeza de la soberaní­a de Dios y de la elección de Israel. La supervivencia de los judí­os tiene una importancia universal, por cuanto de ella depende el cumplimiento de su misión sobrenatural. Por otra parte, la destrucción tan reciente de 6 millones de judí­os en Europa por parte del régimen nazi de Alemania, en los años de la segunda guerra mundial (1939-1945) refuta de una manera definitiva la objeción de los que pretendí­an que era «impensable» una masacre general de judí­os. Textos como Gn. 12:3; Est. 6:13 e Is. 54:17 debieran servir como clara advertencia a los antisemitas de todos los tiempos. (e) El nombre de Dios en Ester. Se ha señalado ya el hecho de que el nombre de Dios no aparece abiertamente en el libro de Ester. Sin embargo, se hace patente en Est. 4:14 la existencia de la providencia; Est. 4:16 da al ayuno un valor religioso; Est. 9:31 menciona la súplica y oración. Sin embargo, aunque el nombre de Dios no aparece abiertamente, sí­ que aparece escondido en una manera notable y digna de señalarse. En efecto, el nombre YHWH se halla en forma acróstica de tal manera que evidencia haber sido puesto así­ de manera intencionada. La aparición del nombre YHWH tiene lugar de la siguiente manera: Est. 1:20 «Y todas las mujeres darán» (Hi’ Wekhol Hannashim Yitenu), Est. 5:4 «Vengan hoy el rey y Aman» (Yabo’ Hammelekh Wehaman Hayyom), Est. 5:13 «Pero todo esto de nada me sirve» (wekhol-seH ‘eynennW(u) shoH liY), Est. 7:7 «Que estaba resuelto para el mal» (kiY kalethaH ‘ela(y)W hara’aH). Así­ vemos en el primer pasaje el nombre YHWH tomando las primeras letras de las palabras correspondientes en orden inverso, en el segundo tomando las primeras letras en orden directo, en el tercero tomando las últimas letras en orden inverso y, finalmente, en el cuarto pasaje tomando las últimas letras en orden directo. Todas las posibles combinaciones. Se ilustra así­ la presencia divina en los sucesos del libro pero una presencia no manifiesta. (Véanse ASUERO, MARDOQUEO, VASTI) Bibliografí­a: Baldwin, J. G.: «Ester», en Nuevo Comentario Bí­blico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1977); Kelly, W.: «The Book of Esther» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpresión de la edición de 1873); Whitcomb, John C.: «Ester: El triunfo de la soberaní­a de Dios» (Portavoz Evangélico, Col. Comentario Bí­blico Portavoz, Barcelona, 1982).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado