(graphé, epistolé, gramma)
Las circunstancias llevaron a Pablo a mantener una intensa correspondencia con las comunidades. En cuanto escritor es como tenemos acceso a él, a su predicación, a su enseñanza. Sin embargo, sus cartas se refieren con frecuencia a la Escritura anterior, que constituye una autoridad para él y para sus destinatarios. Por otra parte, Pablo denuncia los escritos cuando ocupan el lugar de Dios, cuando se convierten en «letra» muerta, en letra que mata, en oposición al Espíritu que hace vivir. De este modo hay tres registros abiertos bajo este título.
1. Epístola. El apelativo tradicional «epístola», o sea carta, no tiene que ocultar el carácter específico de la actividad epistolar de Pablo. Por muy viva que sea, por muy personal y ligada a las circunstancias, no puede sin embargo definirse como una correspondencia privada. Desde el saludo se percibe una estructura que une el mensaje con la correspondencia de las cancillerías. Pablo es un embajador y las líneas que escribe tienen un carácter oficial, «litúrgico» en el pleno sentido de la palabra. Su composición lleva las huellas de este hecho. La epístola representa (hace presente) al apóstol: Lo que decimos por carta estando ausentes, lo llevaremos a la práctica cuando estemos presentes (2 Cor 10,11). Algunos piensan incluso que Pablo es más fuerte en sus misivas que cuanto se encuentra allí, en carne y hueso (v. 10). Pablo escribe con la autoridad del Señor (ejemplo: Gal 1,20; 2 Cor 7,12). Lo que él escribe, tiene que recibirse como venido de Cristo (1 Cor 14,37).
Sin embargo, son numerosas las huellas de emoción, de gozo y de lágrimas que va dejando mientras dicta sus cartas (Rom 16,22), y sobre todo en los párrafos escritos de su mano (2 Tes 3,17; Gal 6,11). Por su parte, los destinatarios se ven urgidos a recibir las misivas de Pablo con todo el corazón que él ha puesto en escribirlas (Rom 15,15); deben escucharlo como si hablase de viva voz (2 Tes 2,15), pasarlas a otras Iglesias (Col 4,16). El célebre pasaje de 2 Pe 3,15-16 muestra la reputación que habían alcanzado las epístolas paulinas: tienen autoridad, aunque son difíciles de comprender: los que carecen de instrucción y firmeza las interpretan erróneamente, como hacen con el resto de las Escrituras. Así pues, en la época de la Segunda Carta de Pedro, las de Pablo tienen el estatuto de Escritura.
2. Escritura. Se trata de las Escrituras de Israel, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento, citadas por las epístolas en su versión griega. Su autoridad está fuera de cuestión. Cuanto más comprometido está el apóstol en un debate importante, más se multiplica el recurso a esta Escritura; la palma le corresponde a la Epístola a los Romanos. Las citas son muchas veces explícitas como está escrito, etc., con las fórmulas consagradas). Pero se trata de algo más que de unos versículos de referencia.
AA. VV., Vocabulario de las epístolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996
Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas