ELEGIDO/A

Elegido/a (heb. bâjûr, «elegido», «electo»; gr. eklektós, «elegido», «electo»; eklogue, «elección», «instrumento escogido»). Este término y sus sinónimos se usan tanto en el AT como en el NT primariamente en relación con el antiguo Israel como instrumento escogido por Dios para la salvación del mundo (ls. 45:4; Rom 11:7, 28), y en el NT para referirse a los creyentes cristianos (2 Tit 2:10). Dios escogió a Abrahán y a sus descendientes para ser «un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra» (Deu 7:6), para conocerlo, para andar en sus caminos y para ser sus testigos ante las naciones de la tierra (ls. 43:10). Los términos «elegido» y «elección» designan especí­ficamente a Israel en su papel mesiánico como mensajero escogido por Dios para convertir a los paganos (42:1). Ninguno de los 2 tiene una connotación de elección arbitraria con respecto a la salvación eterna de los israelitas individuales. Los términos denotan el estatus singular de Israel como nación al servicio de Dios, no la posición de los objetos de esa nación individualmente como sujetos de la gracia y de la misericordia de Dios. Esto es evidente por el análisis de Pablo acerca de la preferencia que Dios mostró por Jacob sobre Esaú como heredero de la primogenitura de Abrahán (Rom 9:10-14). La «elección» divina de un pueblo escogido sigue siendo válida en los tiempos del NT (Rom 11:5, 7, 28), pero ahora los gentiles también están incluidos, no sólo los judí­os (9:24-26). En realidad, los creyentes cristianos, sin tomar en cuenta su raza, son ahora en un sentido especial una «generación escogida» y «el pueblo de Dios» (1Pe 2:9, 10), y han heredado los privilegios y las responsabilidades de la relación del pacto originalmente confiado al pueblo hebreo (Mat 21:43). Los cristianos individuales se deben asegurar «con diligencia» de que están entre los fieles a quienes Dios dará entrada en el reino eterno de Cristo (2Pe 1:10, 11). En los evangelios, Jesús usa el término «elegidos» para referirse al remanente fiel que existe inmediatamente antes de su segunda venida (Mat 24:22, 24, 31; Mar 13:20, 22, 27; Luk 18:7). Ellos son sus escogidos, rechazados y oprimidos por sus enemigos, pero pronto serán vindicados y liberados. En la hora de la tribulación que precede inmediatamente a su liberación, darán su testimonio final al mundo de la verdad de Dios, completando así­ el propósito divino que los hizo su pueblo escogido (véase CBA 6:571, 572).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico