EFESIOS, EPISTOLA A LOS

Generalmente reconocida como una de las epí­stolas más ricas y profundas del NT. La dignidad del contenido ha resultado en que la epí­stola a los Efesios sea preciosa para los creyentes de todas las edades y todos los lugares. Sus profundas verdades e imágenes vivas han penetrado hondamente en el pensamiento y la literatura de la iglesia cristiana.

Efesios afirma explí­citamente la paternidad literaria de Pablo (Eph 1:1; Eph 3:1) y todo su tenor es eminentemente paulino. Los crí­ticos liberales han expresado dudas en cuanto a su origen, basadas í­ntegramente en argumentos internos tomados del estilo, el vocabulario y la teologí­a de la epí­stola. Estos argumentos son subjetivos, no son decisivos y no ofrecen ninguna razón irresistible por rechazar la evidencia directa del texto y la tradición.

Efesios fue escrita mientras Pablo estaba encarcelado (Eph 3:1; Eph 4:1; Eph 6:20). La opinión prevaleciente ha sido que fue escrita desde Roma durante su primer encarcelamiento allí­ (Act 28:30-31), aunque algunos han sugerido Cesarea (Act 24:27) o aun Efeso (Act 19:10; Act 20:18-21, Act 20:31; 2Co 11:23) como lugares posibles. Sin embargo, prevalece firmemente el origen romano tradicional.

La epí­stola fue llevada a su destino por Tí­quico, junto con las de Colosenses y Filemón (Col 4:7-8; Filipenses 9, 13, 17; Eph 6:21-22). Es así­ que las tres fueron enviadas a la provincia romana de Asia, pero los estudiosos no están de acuerdo en cuanto al destino especí­fico de Efesios. Las palabras en Efeso (Eph 1:1) no se encuentran en tres copias muy antiguas (el papiro de Chester Beatty, los mss. unciales Aleph y B). Pero las palabras se encuentran en todos los otros mss. en su forma no corregida y en todas las versiones antiguas. Con la excepción del hereje Marción, a quien Tertulio acusó de cambiar el tí­tulo, la tradición eclesiástica la designa uniformemente como a los Efesios. Una solución justa serí­a que la carta fue dirigida originalmente a los santos en Efeso pero se presentó de tal forma que serí­a apropiada para cumplir con las necesidades de las iglesias de Asia. A medida que fueron circulando las transcripciones del original a la iglesia madre, se podrí­a haber omitido el destino, aunque se reconocí­a uniformemente que la epí­stola fue dirigida originalmente a los efesios.

El contenido no ofrece una indicación clara en cuanto al motivo por escribir la epí­stola a los Efesios. Su afinidad con Colosenses en cuanto a su origen y contenido sugiere una ocasión estrechamente relacionada con la redacción de aquella epí­stola.

Efesios presenta la riqueza del creyente unido con Cristo. Describe la gloria de nuestra salvación y enfatiza la naturaleza de la iglesia como cuerpo de Cristo.

Como lo indica la doxologí­a en Eph 3:20-21, su contenido se divide en dos partes, la primera doctrinal (capí­tulos 1—3), la segunda práctica y alentadora (capí­tulos 4—6). Un bosquejo puede sugerir algunas de sus riquezas:
I. El saludo (Eph 1:1-2).

II. Doctrinal: La posición del creyente en Cristo (Eph 1:3—Eph 3:21).

A. Gratitud por nuestra redención (Eph 1:3-14).

B. Oración por iluminación espiritual (Eph 1:15-23).

C. Poder de Dios manifiesto en nuestra salvación (Eph 2:1-10).

D. Unión de judí­os y gentiles en un cuerpo en Cristo (Eph 2:11-22).

E. Pablo como mensajero de este misterio (Eph 3:1-13).

F. Oración por la realización de estas bendiciones (Eph 3:14-19).

G. Doxologí­a de alabanza (Eph 3:20-21).

III. Práctico: La vida del creyente en Cristo (Eph 4:1—Eph 6:20).

A. Su andar como santos de Dios (Eph 4:1—Eph 5:21).

1. El andar digno, en la realización interna de la unidad cristiana (Eph 4:1-16).

2. El andar distinto, en manifestación exterior de una posición cambiada (Eph 4:17-32).

3. El andar amante, en imitación vertical de nuestro Padre (Eph 5:1-17).

4. Resumen de la vida llena del Espí­ritu (Eph 5:18-21).

B. Sus deberes como familia de Dios (Eph 5:22—Eph 6:9).

C. Su lucha como soldados de Dios (Eph 6:10-20).

IV. Conclusión (Eph 6:21-24).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

I. Bosquejo del contenido

Esta carta, menos restringida en su forma por cuestiones contenciosas particulares o pastorales que cualquier otra carta del NT, se yergue como una maravillosa declaración del eterno propósito de Dios en Cristo manifestado en su iglesia (cap(s). 1–3), y de las consecuencias prácticas de dicho propósito (4–6).

a. Los propósitos eternos de Dios para el hombre en Cristo, 1.1–3.21

1.1–2. Salutación.

1.3–14. Alabanza por todas las bendiciones espirituales a que se hacen acreedores los hombres en Cristo.

1.15–23. Acción de gracias por la fe de los lectores, y oración para que experimenten la sabiduría y el poder de Dios.

2.1–10. El propósito de Dios de levantar a los hombres de la muerte ocasionada por el pecado a la nueva vida en Cristo.

2.11–22. El propósito de reconciliar a los hombres no sólo consigo mismo, sino entre sí y, en particular, de reunir a judíos y gentiles en un solo pueblo de Dios.

3.1–13. El privilegio del llamado del apóstol a predicar el evangelio a los gentiles.

3.14–21. Segunda oración, por el conocimiento del amor de Cristo y la plenitud de su presencia, más una doxología.

b. Consecuencias prácticas 4.1–6.24

4.1–16. Exhortación a andar dignamente, y a trabajar para la edificación de un solo cuerpo de Cristo.

4.17–32. La antigua vida de ignorancia, lujuria, e injusticia debe ser abandonada, para vestir la nueva vida de santidad.

5.1–21. Nuevo llamado a vivir en amor y pureza, como hijos de luz, en plenitud de alabanza y servicio.

5.22–33. Instrucciones para maridos y mujeres, basadas en la analogía de la relación entre Cristo y su iglesia.

6.1–9. Instrucciones para hijos y padres, siervos y amos.

6.10–20. Llamado a encarar el conflicto cristiano con la armadura y las fuerzas que provee Dios.

6.21–24. Mensaje personal final.

II. Destinatarios

Si bien la gran mayoría de los ms(s). y todas las vss. primitivas tienen las palabras “en Éfeso” en 1.1, los códices Vaticanus y Sinaiticus, del ss. IV, el importante corrector de la cursiva 424, la cursiva 1739, el papiro 46 (fechado 200 d.C.) omiten dichas palabras. Tertuliano probablemente, y Orígenes indudablemente, no las tenían. Basilio dijo que faltaban en los ms(s). más antiguos conocidos por él. Según el hereje Marción estaba destinada “a los laodicenses”. Este elemento de prueba, pequeño pero de peso, tiene el apoyo del contenido de la carta. Si fuese una carta dirigida por Pablo a cristianos entre los cuales había trabajado durante tres años (Hch. 19.1–20 y 20.31) resulta difícil explicar versículos tales como 1.15; 3.2; 4.21, como también la ausencia total de saludos personales. No obstante, parece haber sido dirigida a un círculo particular de cristianos (1.15ss; 6.21). La interpretación más probable, considerando todas las pruebas, es la de que la carta, si realmente pertenece a Pablo, fue enviada a un grupo de iglesias en Asia Menor (de las que Éfeso era la más grande). O se mandó una sola copia a todas las iglesias por turno, insertándose el nombre del lugar al leerla; o puede haber habido varias copias con destinatarios diferentes.

III. Paternidad

Existen pruebas documentales primitivas abundantes (que tal vez llegan hasta el 95 d.C.) del uso de esta carta, y a partir de fines del ss. II leemos acerca de su incuestionada aceptación como carta de Pablo, como ella misma afirma (1.1; 3.1). Desde fines del ss. XVIII, sin embargo, se ha cuestionado la paternidad literaria tradicional. Es imposible hacer justicia aquí a los argumentos a favor y en contra. (Se dan detalladamente, con conclusiones opuestas, en C. L. Mitton, The Epistle to the Ephesians, 1951, y A. van Roon, The Authenticity of Ephesians, 1974.) Muy sintéticamente, los argumentos más importantes en contra de la genuinidad de Efesios son como sigue:

1. Efesios no es una carta real escrita debido a una situación concreta, como todas las demás que conocemos de Pablo. Es más lírica en estilo, llena de participios y relativos, distintiva en cuanto que amontona expresiones similares o relacionadas. A favor de la paternidad paulina se argumenta que la ausencia de controversia explica la diferencia.

Tenemos aquí, no una argumentación razonada necesaria en las otras cartas, sino una “declaración profética de hechos patentes, incontrovertibles” (Dodd).

2. Hay 42 palabras que no se usan en ninguna otra parte del NT, y 44 más que no aparecen en otras epístolas de Pablo. Este argumento sólo puede estimarse mediante la comparación con otras epístolas, y examinando las palabras mismas. En el criterio de muchos la naturaleza del contenido explica adecuadamente este aspecto.

3. Se argumenta que en ninguna parte de los escritos de Pablo encontramos tanto énfasis en la iglesia, y tan poca escatología. Pero es posible dar razones satisfactorias para explicar la diferencia de énfasis, y en particular la gran exposición que se hace aquí de la parte que tiene la iglesia en los propósitos eternos de Dios.

4. Ciertos rasgos y expresiones se toman como indicativos de una fecha posterior, o de otra pluma que la del apóstol, p. ej. la referencia a los “santos apóstoles y profetas (3.5; cf. 2.20), el tratamiento de la cuestión gentil, y la humillación de sí mismo en 3.8. Cada una de las objeciones individuales puede explicarse, a pesar de que los que se oponen a la paternidad paulina invocan la fuerza acumulativa de todas ellas.

5. Otros argumentos se basan en la comparación de Efesios con otros escritos del NT. Esta carta tiene más en común con escritos no paulinos (especialmente Lucas y Hechos, 1 Pedro, y los escritos joaninos) que cualquier otra carta del corpus paulino. A veces las semejanzas de pensamiento y expresión son muy notables, pero raras veces lo suficiente como para hacer probable la dependencia literaria. Más bien dan testimonio de un amplio vocabulario compartido, y quizá también de una formalización similar de la enseñanza y las creencias en la iglesia primitiva en diferentes lugares. (Véase E. G. Selwyn, The First Epistle of St Peter, 1946, pp. 363–466.) Muy significativa, sin embargo, es la extensa similitud en contenido, expresión, y hasta orden de temas, entre esta carta y Colosenses. Se acepta casi universalmente que Colosenses es anterior a Efesios. Efesios tiene la doctrina y exhortación de Colosenses, sólo que más desarrolladas. Con excepción de 6.21s y Col. 4.7s, no hay indicios de copia directa, pero en Efesios las mismas expresiones se usan con frecuencia con una connotación ligeramente distinta; un pasaje en una carta se asemeja a dos en la otra; un pasaje en Efesios tiene un paralelo en Colosenses y también en otra carta paulina. Para algunos, estos hechos constituyen los argumentos más fuertes de la intervención de un imitador; según otros, hacen más segura la paternidad apostólica.

IV. Propósito

Muchos especialistas se han opuesto a la paternidad paulina sin hacer ninguna sugerencia positiva en cuanto a la forma en que se originó la carta. Otros han sido más concretos.

1. Algunos la han considerado como “un intento de resumir y de recomendar a una generación posterior la enseñanza del apóstol” (M. Barth, AB, pp. 57). E. J. Goodspeed, por ejemplo, considera que fue escrita para presentar la colección de cartas paulinas, la quintaesencia de Pablo presentada por alguna persona (él propone a Onésimo) que estaba empapada de los escritos de Pablo, y de Colosenses en especial.

2. Otros han visto en ella una crisis histórica en la vida de la iglesia primitiva (la amenaza del gnosticismo, la amenaza a la unidad cristiana, o el peligro de una desviación de las grandes doctrinas paulinas), lo cual habría hecho necesaria la misma, pero presentándola en nombre del gran apóstol.

3. J. C. Kirby (Ephesians: Baptism and Pentecost, 1968) sigue en parte el parecer de otros en cuanto que llama la atención a una gran cantidad de material litúrgico y didáctico en la epístola, pero va más allá y da razones para pensar que Efesios es la presentación en forma de carta de lo que básicamente era un servicio de renovación pactual anual, que se celebraba en la época de Pentecostés, para que los cristianos recordasen el significado de su bautismo.

Para muchos, los argumentos contra la paternidad paulina son fuertes. Para algunos, uno u otro de los puntos de vista sobre los propósitos sugeridos son atractivos. Mas, como lo expresa E. F. Scott, esta epístola “evidencia en todas partes una grandeza y originalidad de pensamiento que parecería estar muy por encima del alcance de un mero imitador” (MNTC, pp. 136). No es fácil imaginar a un escritor tratando de presentar en nombre de Pablo la esencia de su teología, y luego volviéndose a Colosenses y citando exactamente las palabras de 4.7s para dar la impresión de que Efesios fue escrita al mismo tiempo que la carta a Colosas. Parecería mejor volver a la paternidad paulina y reconstruir la situación que hizo necesaria la Carta a los Efesios en la siguiente forma.

Pablo se encontraba preso en Roma alrededor del año 61 d.C. (véase * Colosenses para otras posibilidades en cuanto al lugar de prisión de Pablo cuando escribió esta carta). Onésimo, el esclavo escapado de Filemón, se había encontrado con el apóstol, había alcanzado la fe en Cristo, y, con una carta de parte de Pablo, fue enviado de vuelta a su amo, “no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado” (Flm. 16). Al mismo tiempo el apóstol había oído por Epafras sobre las dificultades que estaba afrontando, especialmente por la enseñanza falsa, la iglesia de Colosas. Así, cuando Onésimo se preparaba para regresar a Colosas, Pablo mandó también a Tíquico con una carta para dicha iglesia, en la que respondía a sus problemas y daba instrucciones prácticas sobre la vida cristiana a creyentes a los cuales no conocía ni había instruido personalmente. Escribiendo de este modo a los colosenses, la mente del apóstol estaba llena del tema de la gloria de Cristo y su perfecta provisión para la vida de los hombres. Los pensamientos de Pablo se volvieron a las otras iglesias en las cercanías de la de Colosas, y, no teniendo que referirse ya a problemas pastorales concretos, ni cuestiones doctrinales, cumplió su deseo de expresar, mediante la enseñanza y la exhortación, la alabanza y la oración, la gloria de los propósitos de Dios en Cristo, y la responsabilidad de la iglesia de hacer conocer esos propósitos, proclamándolos y viviendo en unidad, amor, y pureza. Esta carta fue despachada con las de Filemón y Colosenses, pero fue enviada a las diversas iglesias de la provincia romana de Asia, de las cuales Éfeso era una, y por cierto que la más importante. Con toda probabilidad esta es la carta que Pablo en Col. 4.16 dice que los cristianos de Colosas debían recibir “de Laodicea”.

Bibliografía. G. Hendriksen, Efesios, 1984; H. Conzelmann y G. Friedrich, Epístolas de la cautividad, 1973; R. C. H. Lenski, Un comentario al NuevoTestamento, 1962, t(t). VIII; J. A. León, Teología de la unidad, 1971; M. Zerwick, Carta a los Efesios, 1967; varios, Introducción al Nuevo Testamento, 1976, 2 t(t).; A. Wikenhauser, Introducción al NuevoTestamento, 1960; G. Bornkamm, El Nuevo Testamento y la historia del cristianismo primitivo, 1975; C. F. Digby Moule, El nacimiento del Nuevo Testamento, 1974; J. Rius-Camps, El camino de Pablo a la misión de los paganos, 1984, pp. 125–133.

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F.F.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico