DONES

Siete dones, siete espí­ritus (-> siete, Iglesia). La tradición católica ha puesto de relieve los siete dones o espí­ritus de los que habla la traducción latina de Is 11,1-3 (cf. Catecismo de la Iglesia Católica 1992, n. 1831). El texto original hebreo habla más bien de seis espí­ritus: «Un retoño brotará del tronco de Jesé y un vástago de sus raí­ces dará fruto. Sobre él reposará el espí­ritu de Yahvé: espí­ritu de sabidurí­a y de entendimiento, espí­ritu de consejo y fortaleza, espí­ritu de conocimiento y temor de Yahvé. El se deleitará en el temor de Yahvé». Pues bien, la traducción de la Vulgata ha interpretado el texto diciendo: «Et requiescet super eum spiritus Domini: spiritus sapientiae et intellectus, spiritus consilii et fortitudinis, spiritus scientiae et pietatis et replebit eum spiritus timoris Domini». Al final del texto hebreo se repetí­a, por paralelismo literario, el espí­ritu de temor; pero el texto latino pone «piedad» en lugar del primer «temor». De esa forma quedan los siete dones del Espí­ritu, que la tradición católica ha destacado: sabidurí­a y entendimiento, consejo y fortaleza, conocimiento, piedad y temor de Dios. La existencia de siete espí­ritus constituye un dato tradicional en tiempos de Jesús, tanto en sentido negativo como positivo. Los sinópticos hablan de siete espí­ritus malos que se adueñan de los hombres (cf. Lc 11,26 par) y añaden que Jesús los habí­a expulsado de Marí­a Magdalena (Lc 8,2). En otra perspectiva, el Apocalipsis sabe que Dios tiene siete espí­ritus, que están siempre ante su trono, y añade que ellos pertenecen al Cordero, es decir, al enviado mesiánico, como habí­a supuesto Is 1,2-3: «Vi un Cordero de pie, como inmolado. Tení­a siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espí­ritus de Dios enviados a toda la tierra» (Ap 5,6; cf. 1,4; 3,1; 4,5). La tradición teológica ha identificado esos siete espí­ritus con el único Espí­ritu Santo, que parece identificarse, por su parte, con la nueva Jerusalén que desciende del cielo (Ap 3,12) como presencia salvadora de Dios. El número siete* indicarí­a que ellos pertenecen a Dios. Sobre esa base han de entenderse los dones mesiánicos del Apocalipsis, avalados también por el mismo Espí­ritu de Cristo. Son los dones que el mismo Cristo, Hijo del Hombre, concederá por medio del Espí­ritu a los triunfadores. Estos son los dones: (1) Arbol de Vida del paraí­so (Efeso: Ap 2,7; cf. Gn 2-3). Esclavo de la muerte parece el hombre y para superarla solí­an ofrecer los textos judí­os el árbol de vida (cf. Test Lc vi 18,11; 1 Hen 24,4; 25,4-5), que aquí­ promete Cristo (para darlo en Ap 22,2.14). Sobre comida (idolocitos*) discrepan cristianos e imperio; comida será el primer don de Cristo a quienes venzan.

(2) Liberación de la muerte segunda (Esmirna: Ap 2,11). La muerte era en Gn 2-3 la condición del hombre pecador. Por el árbol de la vida, Jesús nos libra de ella, pero no de la muerte primera (propia de este mundo), sino de la segunda, que es destrucción total o condena (cf. Ap 20,6.14; 21,8). Con lenguaje judí­o (Targ Jr 51,39.57; Targ Is 17,14; 45,6.15), ofrece Juan su mensaje cristiano: sólo muriendo (es Cordero degollado) nos libera Jesús de la muerte segunda (nos ofrece una vida que no acaba).

(3) Maná, Piedra Blanca, Nombre nuevo (Pérgamo: Ap 2,17). Sí­mbolo alimenticio, como el primer don. A quien resista y no tome la comida del í­dolo, ofrece Cristo el Maná, banquete de gracia, evocado en otros textos judí­os (cf. 2 Bar 29,8), y la Piedra Blanca, que es como un billete de entrada en la ciudad de las Piedras preciosas (cf. Ap 21,15-21). El Nombre allí­ escrito es, sin duda, el de Dios y de Cristo (como en Ap 3,12), siendo, al mismo tiempo, el de cada uno de los llamados a la gloria (cf. Mt 11,27).

(4) Poder sobre los pueblos, Astro de la mañana (Tiatira: Ap 2,26-28). Cristo ofrece su gloria a los vencedores (cf. Ap 12,5; con cita Sal 2,8-9), de manera que ellos podrán reinar en el milenio (cf. 20,6) y después eternamente (21,5); ellos serán como el Astro de la Mañana (cf. Ap 22,16), estrellas de Dios en el cielo (cf. Nm 24,27).

(5) Vestido blanco, Libro de la Vida, Confesión ante el Padre (Sardes: Ap 3,5). Blanco es color de pureza, victoria y vi da nueva en la tradición judí­a y el Nuevo Testamento. Aquí­ parece anticipo o signo de la resurrección gloriosa (cf. Ap 6,11; 7,9.13.14; 19,8). El Libro déla Vida, bien atestiguado en la tradición judí­a, se identifica en Ap con Cristo victorioso (cf. 13,8; 17,8; 20,12.15; 21,27) que defiende a los suyos ante el Padre (cf. Mt 10,32 par).

(6) Columna del Templo de Dios, Nombre nuevo (Filadelfia: Ap 3,12). El vencedor queda integrado como pilar en el santuario de Dios, en signo que el Nuevo Testamento ha recogido al llamar a los creyentes templo de Dios (cf. 1 Cor 3,16-17; 1 Cor 6,18). Ap 21,22 dirá que la Nueva Jerusalén no tiene un templo especial, pues todo es templo y Dios la habita enteramente. En esa lí­nea podemos entender la Presencia de Dios: el vencedor queda marcado por el Nombre de Dios, de la Nueva Jerusalén (= Espí­ritu Santo) y del Cristo.

(7) Cena de amor, Trono de reino (Laodicea: 3,19-21). En gesto de hondo simbolismo, Cristo llama a la puerta de cada creyente, para cenar con él, conforme a un tema universal de la comida de amor, que aparece sobre todo en la tradición sapiencial (Cant 5,1; Prov 9,5). Estos siete dones de las cartas del principio del Apocalipsis (Ap 2-3) aparecen parcialmente al final del libro (Ap 21-22); pero hay algunas diferencias: Ap 21-22 no recoge expresamente el signo del maná (comida) ni el poder sobre los pueblos, ni la confesión de Jesús ante su Padre… Por otra parte, las cartas de Ap 2-3 no destacan el tema de las Bodas que es básico al final del Apocalipsis. Sea como fuere, los dones escatológicos pueden y deben vincularse a los siete dones mesiánicos del Espí­ritu, que la Iglesia católica ha destacado a partir de una traducción literal de Isaí­as 11,2-3, según la Vulgata.

Cf. F. Contreras, El Espí­ritu en el Libro del Apocalipsis, Sec. Trinitario, Salamanca 1987.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Véase Dones Espirituales.

Fuente: Diccionario de Teología