DON, OFRENDA

En el AT se emplea una docena de términos para designar dones o regalos de un tipo u otro. Los sacrificios y las demás ofrendas eran dones ofrecidos a Dios (Ex. 28.38; °vrv2 “ofrenda”, °vm “dádiva”; Nm. 18.11, etc.). También los levitas eran, en cierto modo, un presente dado a Dios (Nm. 18.6). Ocasionalmente aparece el concepto de dádivas dadas por Dios al hombre, como la salud, el alimento, la riqueza, y el gozo (Ec. 3.13; 5.19). Los hombres hacían obsequios en ocasiones festivas (Sal. 45.12; Est. 9.22), o en relación con la dote (Gn. 34.12). Los dones podían ser símbolos de munificencia real (Dn. 2.6). Pero había poca buena voluntad en los “presentes” (°vm) o tributos” (°vrv2) que los moabitas dieron a David (2 S. 8.2). Los obsequios podían ser expresión de una política astuta, como cuando “la dádiva del hombre le ensancha el camino” (Pr. 18.16). Por cierto que se podía ofrecer un don por motivos completamente impropios, en cuyo caso la palabra viene a significar casi lo mismo que “soborno”. A los israelitas se les ordenó que, no recibieran regalos: “no recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven” (Ex. 23.8).

En el NT hay un marcado cambio de énfasis. Algunos de los nueve términos que se emplean para don, ofrenda, se refieren a dones que los hombres hacen a Dios, como anathēma (Lc. 21.5), y especialmente dōron (Mt. 5.23s; 23.18s, etc.). Algunos se refieren también a obsequios de un hombre a otro, p. ej. dōron (Ap. 11.10), doma (Mt. 7.11; Fil. 4.17). Pero lo característico es el uso de varias palabras para denotar enteramente o primariamente los dones que Dios da a los hombres. dōrea (término que expresa liberalidad, generosidad) aparece once veces, siempre en relación con dádivas divinas. A veces es la salvación (Ro. 5.15, 17), o puede tratarse de algo indefinido (“su don inefable”, 2 Co. 9.15), y también el Espíritu Santo (Hch. 2.38). Santiago nos recuerda que “toda buena dádiva (dosis) y todo don (dōrēma) perfecto desciende de lo alto” (Stg. 1.17). Una de las palabras más importantes es jarisma. Puede emplearse para el benéfico don de Dios de la vida eterna (Ro. 6.23), pero su uso característico es en relación con los *“dones espirituales”, o sea los dones que el Espíritu Santo imparte a ciertas personas. Cada uno tiene un don de esta clase (1 P. 4.10), pero ciertos dones específicos se reservan para determinadas personas (1 Co. 12.30), y quienes los han recibido son a su vez “dones” del Cristo ascendido a la iglesia (Ef. 4.7ss). Los pasajes importantes son Ro. 12.6ss; 1 Co. 12.4–11, 28–30; 14; Ef. 4.11ss. La salvación es el don de Dios a los hombres, y todo lo demás surge de esta verdad básica.

Bibliografía. O. Becker, H. Vorländer, “Don”, °DTNT, t(t). II, pp. 46–49; J. G. S. Thomson, “Dones espirituales”, °DT, pp. 178–181.

L.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico