DOGMA Y DOGMATICA

Este término no es de origen cristiano. Se deriva del verbo griego dokeo y etimológicamente tiene el valor de «opinión». conserva este significado en la filosofí­a antigua, donde indica todaví­a una enseñanza no verdadera (así­ en Platón, Epicteto, Cicerón). Por esta razón el término tardó en entrar en la lengua cristiana. Pero tiene además el significado de «decisión» y en este sentido aparece en Hch 17,7 y es usado por los Padres apostólicos para indicar el conjunto de enseñanzas y de prescripciones de Jesús y de los apostoles (Ignacio de Antioquí­a, 1 Clemente, Didajé), así­ como una decisión imperial o eclesiástica (Eusebio). Es importante el uso que hizo de él Vicente de Lérins, que denuncia el arrianismo como «nuevo dogma», opuesto a los «dogmas de la Iglesia» (Commonitorium 9, 20). Sólo a partir del siglo XVIII entra este término de forma uní­voca y unánime en el lenguaje eclesiástico oficial para designar lo que antes se llamaba exposición (éktehesis), doctrina (didaskalia) o confesión (homologhesis) de la fe y, en cuanto a cada una de las proposiciones, articulus fidei. En el lenguaje actual del Magisterio y de la teologí­a el «dogma» es una doctrina en la que la Iglesia, bien con un juicio solemne, bien mediante el Magisterio ordinario y universal, propone de manera definitiva una verdad revelada, de una forma que obliga al pueblo cristiano en su totalidad, de modo que su negación se rechaza como herejí­a y es condenada con el anatema (cf. Const. dogm. Dei Filius 3: DS 301 1). En el dogma en sentido estricto convergen un elemento doctrinal y otro que se refiere a la disciplina, Así­ pues, en el concepto formal de dogma están presentes estos dos elementos fundamentales : la pertenencia de la verdad enseñada a la divina revelación (o sea, a la Palabra de Dios escrita o transmitida) y su proposición como verdad revelada por parte del supremo órgano magisterial (romano pontí­fice/colegio episcopal) de forma expresa y definitiva (juicio de fe). Por ejemplo, son dogmas los artí­culos del » sí­mbolo de la fe» y muchos de los cánones conciliares (cf. los cánones de las dos Constituciones dogmáticas del concilio Vaticano I). Los pronunciamientos dogmáticos de la antigUedad fueron sobre todo antiheréticos. Más recientemente su proclamación tiene la forma de un acto doxológico: por ejemplo, los dogmas mariológicos de la Inmaculada Concepción (Pí­o IX, 1854) y de la Asunción (Pí­o XII, 1950). Junto con «dogma» se usa también la expresión » enunciación dogmática » para indicar un juicio cientí­fico que propone, legitima y explica alguno de los contenidos de la fe cristiana mediados por la Iglesia o prepara el terreno para un futuro pronunciamiento dogmático.

La expresión «teologí­a dogmática» está presente desde el siglo XVll en el sentido original de exposición solamente de la enseñanza de la Iglesia, prescindiendo por tanto de las cuestiones escolásticas y controvertidas. Hoy se entiende por esta expresión la exposición completa de la fe cristiana, realizada con criterios cientí­ficos metodológicamente adecuados y especí­ficos de la investigación teológica. En la sistematización actual de las disciplinas teológicas, la teologí­a dogmática se diferencia de la teologí­a fundamental, de la exégesis bí­blica, de la teologí­a moral (aunque trate, respecto a esta última, algunos temas afines, como el pecado, la gracia, las virtudes teologales) y de las otras ciencias teológicas. El concilio Vaticano II, en el decreto Optatam totius 16, ofrece importantes indicaciones metodológicas para el desarrollo de los tratados de la dogmática. Es posible distinguir en ellos un momento «positivo» de enucleación temática, empezando por el momento bí­blico, patrí­stico, histórico-dogmático, y otro momento más propiamente » sistemático» o especulativo. En este momento (que es además sú momento propio, indicado por la denominación de «teologí­a sistemática») se descubre la presencia activa de un doble principio : arquitectónico el primero, que consiste en tomar una verdad central de la fe cristiana como verdad en torno a la cual y desde la cual se desarrollan todas las demás: y hermenéutico el segundo, sacado de la filosofí­a o de la cultura en sentido general, como instrumento mediante el cual se interpreta la verdad cristiana de una forma relevante para el hombre de nuestros dí­as. En las facultades teológicas la enseñanza de la teologí­a dogmática se divide en diversos tratados : gnoseologí­a teológica e introducción a la teologí­a dogmática, doctrina sobre Dios y sobre el misterio trinitario, cristologí­a-soteriologí­a, antropologí­a teológica (que hoy comprende habitualmente los temas de protologí­a, antropologí­a, teologí­a de la gracia, escatologí­a), mariologí­a, eclesiologí­a, teologí­a sacramental, etc.

M. Semeraro

Bibl.: D. Bonifazi. Dogma, en DTI, 11, 280 299. W Kasper, Dogma y palabra de Dios, Mensajero, Bilbao 1969; ~. Rahner, Dogma, su naturaleza,. historia de los dogmas en SM, 11, 375-383 y 392-404; Z, Alszeghv – M Flick, Bl desarrollo del dogma católico, Sí­gueme, Salamanca 1969; J O’Donnell, 1′,troducción a la teologia dogmática, Verbo Divino, Estella 1994.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico