(-> decálogo, mandamientos). Aparece en Dt 27,15-26 y es, probablemente, el más antiguo de los códigos legales de Israel, que el redactor del Deuteronomio ha situado en el contexto de la alianza de Siquem*, donde culmina de algún modo todo el Pentateuco (cf. Jos 8,30-33). Es posible que ese contexto, con la referencia a los dos montes Garizim y Ebal, desde donde se proclaman las maldiciones y las bendiciones, sea más reciente, aunque es difícil justificar la referencia a Siquem, si la redacción final del Deuteronomio se ha hecho en Judá/Jerusalén. Quizá tengamos que hablar de influjos tardíos de cierta teología del norte de Israel en la composición actual del Pentateuco. En principio, las maldiciones de 27,15-26 son antiguas. Ellas constituyen un resto de las normas éticas primeras del pueblo israelita. Sea como fuere, las maldiciones de este dodecálogo forman una unidad separada de las bendiciones y maldiciones posteriores (Dt 29), de manera que ellas forman una unidad por sí misma: «(1) Maldito el hombre que haga una imagen tallada o una imagen de fundición, obra de mano de escultor (lo que es abominación para Yahvé), y la guarde en oculto. (2) Maldito el que trate con desprecio a su padre o a su madre. (3) Maldito el que cambie de lugar los linderos de su prójimo. (4) Maldito el que haga errar al ciego en el camino. (5) Maldito el que pervierta el derecho del forastero, del huérfano y de la viuda. (6) Maldito el que se acueste con la mujer de su padre, porque descubre el manto de su padre. (7) Maldito el que tenga cópula con cualquier animal. (8) Maldito el que se acueste con su hermana, hija de su padre o hija de su madre. (9) Maldito el que se acueste con su suegra. (10) Maldito el que hiera de muerte a su prójimo en secreto. (11) Maldito el que acepte soborno para matar a un inocente. (12) Maldito el que no cumpla las palabras de esta ley, poniéndolas por obra» (Dt 27,15-26). Los levitas proclaman en nombre de Dios la ley sagrada y el pueblo entero, formado por doce tribus (27,12-13) y reunido en asamblea constituyente, responde con el amen pactual o así sea. Estas leyes de tipo arcaico se formulan de manera negativa, como maldiciones. Sólo la primera ley tiene un carácter religioso estricto y ocupa el lugar de los cuatro primeros mandamientos del decálogo* ético. En ella se prohíbe la idolatría, pero no sólo en el ámbito público del templo (ante mí, es decir, en mi santuario: cf. Dt 5,7), sino en la propia casa. Todas las restantes leyes tienen un carácter familiar (no despreciar a padre/madre), económico-social (mantener los mojones, respetar a enfermos y oprimidos), sexual (prohibición del bestialismo, del adulterio y de las relaciones incestuosas) o criminal (no matar). La defensa de los oprimidos (ciego*, extranjero*, huérfano* y viuda*) no ha entrado en los decálogos quizá más elaborados y completos de Ex 20 y Dt 5, pero es ley fundante de Israel: no cree en Dios (no puede responder amén) quien no se comprometa a defenderlos. En este contexto de la defensa de los ciegosforasteros, huérfanos y viudas se puede hablar de Dios como goel* o vengador de sangre. El mismo Dios se eleva sobre el orden social como garante de la vida de los pobres, es decir, de aquellos que se encuentran fuera de los círculos de poder e influjo de la sociedad. De esta manera se expresa el más hondo derecho social y religioso de Israel a favor de los pobres y expulsados. En este contexto es donde el hombre queda bajo el poder de la maldición y bendición de Dios: recibe bendición si ayuda y maldición si defrauda al huérfano-viudaforastero. Maldición significa aquí ruptura de la alianza, de manera que aquellos que no ayudan a huérfanosviudas-extranjeros quedan sin la pro tección social y religiosa que garantiza el pacto israelita. Quien defraude a los marginados de Israel (que son símbolo de todos los expulsados de la sociedad) queda en manos del juicio de Dios.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra