DOCE (LOS)

DJN
 
SUMARIO: 1. : Mc 3,13-19. 1.1. «Subió al monte». 1.2. «Llama (convoca) a los que él querí­a». – 2. Institución de los Doce.- 3. Misión: -«Para que estuviesen con él». -«Predicar, expulsar demonios, curar enfermos». -Cristo señala a los Doce las actitudes misioneras. – 4. ¿Se identifican los Doce y los discí­pulos? – 5. La denominación «los Doce Apóstoles». 5.1. El grupo de los Doce. 5.2. La denominación «Apóstoles».

1. : Mc 3,13-19. Cuando Cristo llevaba ya un cierto tiempo predicando el Evangelio y realizando milagros en su confirmación, le seguí­an fervorosas las gentes y se habí­a asegurado un buen número de discí­pulos, «subió al monte y llamó a los que querí­a, y vinieron junto a él» (v. 13).

1.1. «Subió al monte». Tanto en la cultura religiosa judí­a como en las culturas paganas es el lugar donde habita la divinidad, la morada de los dioses. La historia de las religiones manifiesta que el monte es un lugar teofánico por excelencia. Marcos coloca a Jesús en la esfera divina. Y desde ella va a convocar a sus discí­pulos para constituir el nuevo pueblo de Dios. Y lo realiza de una manera que evoca la constitución del antiguo Israel en el monte Sinaí­. Tenemos un nuevo Moisés y un nuevo Pueblo.

1.2. «Llama (convoca) a los él querí­a». El verbo griego utilizado (pros-kaléomai) no significa simplemente llamar, sino «llamar hacia sí­», «convocar a su presencia». Esta acción supone que quien convoca tiene autoridad para hacerlo. En Mc el verbo sólo se utiliza a propósito de Jesús (ocho veces) y de Pilatos (una vez). Algunos traducen: «a los que él quiso», en cuyo caso se presenta la elección como un acto debido a la voluntad de Jesús. Pero el texto griego utiliza el imperfecto (éthelen). Y el imperfecto expresa «un amor de Jesús que viene desde siempre, que no puede decirse que ha comenzado en un momento determinado y señala el motivo de la convocación» (J. Mateos). El amor es lo que está en la raí­z y determina la vocación por parte de Jesús. De estos datos se deduce la siguiente conclusión: «El apóstol del NT no es un hombre escogido por la comunidad, sino por Jesús mismo, para llevar a los hombres la gran noticia, el evangelio» (JosE Ma GONZíLEZ Ruiz, evangelio según Marcos, Verbo Divino, Estella, 1988,97).

. Institución de los Doce. El Colegio Apostólico estarí­a constituido por doce de sus discí­pulos. Este número dice relación a las doce tribus de Israel. También los jefes del nuevo pueblo deberán ser doce. Cuando falló Judas se restablece el número doce con la elección de Matí­as (He 1,26). Número que serí­a conservado eternamente en el Cielo. «Cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria -dice Jesús a los Doce- os sentaréis también vosotros en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel» (Mt 19,28). Y de la Jerusalén celeste se dice que «tení­a una muralla grande y alta con doce puertas; y sobre las puertas doce Angeles y nombres grabados, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel… La muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero» (Ap 21,12-14). La expresión «los Doce» aparece en Mc en doce perí­copas. Fuera de los evangelios sólo aparecen tres veces: He 6,2;1Cor 15,5 y Ap 21,14.
. Misión: «para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios» (Mc 3,14b-15). En el enví­o que les hará más adelante señalará también la de «curar enfermos», además de señalarles las «actitudes a observar» en la misión que les confí­a (6,7-13).

– «Para que estuviesen con él». Tenemos aquí­ un dato histórico con una profunda significación teológica: los Doce deberán estar con él, acompañándole continuamente. Y desde esa comunión con él serán enviados a realizar la misma misión de Jesús: enseñar, expulsar demonios y curar enfermos. Comunión de vida y de destino con Jesús. «El cristianismo no es un hecho individual, sino comunitario. Jesús crea un ámbito «contracultural» dentro de la sociedad y de la historia, definido por un grupo de personas que se relacionan entre sí­ según los valores del Reinado de Dios y no según los valores fomentados en la sociedad. Así­ hay una oposición entre la comunidad cristiana y la sociedad en general. Lo caracterí­stico no es la separación sociológica, ni el hecho de aceptar una doctrina determinada, ni unos sacramentos ni un culto. Lo determinante es vivir como Jesús de Nazaret, con sus valores, con sus actitudes, con su «filosofí­a de la vida», con su enfoque en las relaciones humanas y de la relación con Dios. Esta es la comunidad de vida y de destino que representan los doce, el núcleo teológico del nuevo Israel, de la Iglesia cristiana» (JOSE ANTONIO ESTRADA, p. 170).

– «Predicar, expulsar demonios, curar enfermos». El tema de la predicación es la conversión. Fue el tema fundamental de la predicación de los profetas del AT. Lo fue también de la exhortación del Bautista. Y con él comienza su predicación Jesús (Mc 1,15). Pero la conversión a partir de ahora tendrá como término la persona misma de Cristo. Con frecuencia se dice que Jesús expulsaba demonios. Aparece en lucha con Satanás en el desierto y su primera acción prodigiosa fue la expulsión de un demonio (Mc 1,23ss). Marcos dice que los Doce expulsaban demonios (6,13). Se ve que la liberación de los hombres de los poderes demoní­acos constituí­a una parte importante y amplia de su ministerio. La razón de presentar la acción salvadora de Jesús y de sus discí­pulos como «expulsión de demonios», obedece al contexto ambiental. Los judí­os del tiempo de Jesús viví­an bajo el temor del demonio porque le atribuí­an la mayorí­a de los males de todo orden que tení­an que sufrir. Lógico que Jesús les presentase su misión como la liberación del demonio y los males que él ocasionaba. La unción de los enfermos con aceite era usual entre los judí­os como simple procedimiento médico. Así­ también en el AT, en la literatura rabí­nica y en los griegos. Aquí­ es sí­mbolo del poder sobre las enfermedades que Cristo trasmite a los Doce. No tenemos aquí­ el sacramento de la Unción de los enfermos, pero sí­ su punto de partida. La Iglesia ha visto en esta unción una prefiguración del mismo.

– Cristo señala a los Doce las misioneras: agilidad (movilidad), desprendimiento y confianza en Dios. Por ello sólo se les permite llevar un bastón y unas sandalias (equipaje propio para marchas duras), y confiar en la hospitalidad de aquellos a quienes son enviados. Un enviado a predicar el evangelio que confí­a más en su equipamiento y sus dotes personales que en la fuerza de la Palabra que predica no consigue credibilidad. A veces no serán bien recibidos. Mateo habla de dos posibilidades: acogida o rechazo. Marcos mira más bien al sacrificio y sufrimientos, conforme a la perspectiva de su evangelio.

4. ¿Se los Doce y los discí­pulos? Los identifican algunos autores: W. Burgers, R. R Meye, J. Mateos. Consideran grupos distintos la mayorí­a de los autores: C. H. Turner, V. Taylor, W. L. Lane, R. Pesch, J. A. Estrada, J. Gnilka: los Doce constituyen un grupo restringido dentro del más amplio de los discí­pulos. Lo que nos parece más probable por las razones siguientes: en Mc 4,10 se distingue a los Doce de «los que seguí­an a Jesús» (juntamente con los Doce); y en 3,34 se designa a «los que estaban a su alrededor» como verdaderos discí­pulos. Además, hay dos caracterí­sticas que se aplican sólo a los Doce y no a los discí­pulos en general: «estar con Jesús» y «enviarlos a predicar» (Mc 3,14s). Si bien nunca se yuxtaponen las dos expresiones: «los Doce» y «los discí­pulos», ni aparece la expresión «los Doce y los demás discí­pulos» (argumento para la identificación), la mención de ambos subgrupos indica que no son equiparables.

y Juan también distinguen entre el grupo de los Doce y un grupo más amplio de discí­pulos: Lc 6,13 dice: «Cuando se hizo de dí­a llamó a sus discí­pulos, y eligió doce entre ellos, a los que llamó también apóstoles». Y después de enumerar a los doce, escribe: «Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; habí­a una gran multitud de discí­pulos suyos y gran muchedumbre del pueblo». Sigue el sermón de la montaña lucano. Por lo que se refiere a Juan resulta igualmente claro: Muchos de sus discí­pulos, al oí­rle (el sermón eucarí­stico) dijeron: Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?… Desde entonces muchos de sus discí­pulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos?» (6,60.66s, Cf. 19,38).

– , en cambio, une redaccionalmente «los discí­pulos» con los «Doce» y menciona los «Doce discí­pulos» (10,1; 11,1), o sustituye los «Doce» por «los discí­pulos» (13,10). Después de la defección de Judas, dirá: «los Once discí­pulos» (28,16). Pero con esta simplificación pretende contraponer los dos grupos: el antiguo pueblo de las doce tribus y el nuevo Pueblo que comienza a formarse con la predicación de los Doce Apóstoles.

. La denominación «los Doce Apóstoles». Al regresar de la misión y reunirse de nuevo con Jesús, Mc los denomina «apóstoles» (6,30). ¿Dio Jesús mismo a los Doce la denominación de «apóstoles, en el sentido técnico de este término?». Y, por tanto, ¿se remonta a Jesús mismo la expresión «los Doce Apóstoles»? Hay que distinguir:

5.1. grupo de los Doce. La constitución de un grupo de «Doce» está atestiguado por la más antigua tradición. Se remonta a Jesús mismo. En favor de ello están: la lista que dan los Sinópticos y los Hechos, con una convergencia casi perfecta; y respecto de Santiago y Juan conservan el «Boanerges», indicio de antigüedad. Además, la denominación «los Doce» desaparece muy pronto en la literatura cristiana primitiva (sólo se encuentra, como indicamos en He 6,2;1Cor 15,5 y Ap 21,14). Debido, sin duda, a que los Doce se dispersaron muy pronto y desaparecen como grupo. La denominación «los Doce» es, en consecuencia, un arcaí­smo en el mundo cristiano, al que responde la institución de «los Doce» por Cristo mismo. Finalmente un dato confirmatorio: Ante la traición de Judas, su lugar tiene que ser ocupado por otro (He 1,21 s) con el fin de conservar el número 12. Sin duda porque habí­a sido instituido por Cristo, enraizado en las doce tribus de Israel. «Si el grupo de los Doce hubiese sido constituido después de la Pascua, la comunidad apostólica no hubiese pensado jamás en relacionar con ella al traidor. Por tanto, estamos seguros de que el mismo Jesús creó entre sus discí­pulos un grupo de «doce» al que concedió un significado particular» (HuGUES COUSIN, textos evangélicos de la pasión, Verbo Divino, Estella 1981, 61). J. Gnilka, después de presentar las razones que se aducen en contra, concluye: «De cualquier manera, la suposición más satisfactoria continúa siendo la de que Jesús llamó conjuntamente a los doce» (p.166).

5.2. denominación «Apóstoles». Este término adquirió un sentido técnico que no se puede aplicar a los Doce hasta después de la Resurrección de Cristo y venida del Espí­ritu Santo. Se señalan para ser «Apóstol de Jesucristo» estos dos datos: haber recibido de Cristo la misión de predicar y haber visto a Jesús Resucitado. Por ello San Pablo tiene que subrayar que vio a Jesús Resucitado por el camino de Damasco y que recibió de él su misión de predicar (1 Cor 9,1; 15,7-9; Gál c.1). El enví­o definitivo que constituye y establece el apostolado cristiano sobrevino después de la Resurrección de Cristo. La crí­tica actual opina que el término «apóstolos» tuvo su origen en Antioquí­a. ¿Qué decir de Mc 6,30? En este texto Marcos denomina a los apóstoles «discí­pulos». Pero como se ha referido inmediatamente antes (6,29) a los «discí­pulos» de Juan, utiliza para mayor claridad un término distinto para refiriéndose a los Doce: «apóstoloi», del verbo «apostéllein», que significa «enviar» (enviados), en relación con el enví­o que les hace en 3,14 y 6,7.

– La expresión «los Doce Apóstoles» parece ser el resultado de dos expresiones: los «Doce», que procede de Cristo mismo y los «Apóstoles», en uso en la comunidad primitiva. Cf. RENE LATOURELLE; A Jesús Cristo por los evangelios, Sí­gueme, Salamanca 1982, 179s.

BIBL. — Comentarios de P. FRANCESCO, M. URICCHIO, P. GAETANO, M. STAND; Marietti. Roma 1925; VICENT TAYLOR, Ed. Cristiandad, Madrid 1980; JoACHIM GNILKA; Sí­gueme, Salamanca 1896, a Mc 3,13-19 y 6,6-13; ANNIE JAUBERT, symbolique des Douze, en Hommages á A. Dupont-Sommer, Paris 1971, 453-460; JUAN ANTONIO ESTRADA, relaciones jesús-pueblo-discí­pulos en el evangelio de Marcos: Est. Bí­bl. 54 (1975) 151-170; JUAN MATEOS; «Doce» y otros seguidores de Jesús en el evangelio de Marcos. Ed. Cristiandad, Madrid 1982.

Pérez

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret