DEUTERONOMIO, LIBRO DE

Quinto libro del Pentateuco. Su nombre se deriva de la traducción al griego de una frase en el cap. 17 v. 18: †œY cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí­ en un libro una copia de esta ley†. Las palabras que usaron los traductores de la Septuaginta fue †œla segunda ley† o †œla ley repetida†. Luego, en la versión latina se lee Deuteronomium. Este término fue el que se popularizó. En el canon hebreo el libro se llama Devarim, que significa †œpalabras†, tomado del cap. 1 v. 1: †œEstas son las palabras que habló Moisés…†

Autor. El libro se atribuye a Moisés (Deu 31:9, Deu 31:24), lo cual define también la época en que fue escrito. En el NT se hacen muchas citas de este libro, siempre presentándolas como de Moisés. Se le menciona como †œel libro de Moisés† (Mar 12:26). También dijeron ciertos judí­os: †œMoisés nos escribió† refiriéndose al asunto del levirato del cual se habla en Deu 25:5-10 (Luc 20:28). Algunos piensan que esa es una manera de referirse a los libros del Pentateuco que no necesariamente implica la autorí­a de Moisés. Se ha señalado la posibilidad de que el libro recibiera su forma actual en una fecha muy posterior, quizás en tiempos de Samuel, o de Ezequí­as, o de Josí­as y aun en tiempos posexí­licos.
la tradición judí­a y cristiana señala: a) que el gran énfasis del libro contra la idolatrí­a sólo parece lógico en tiempos de Moisés, cuando comenzaba la religión israelita, especialmente después del incidente de Baal-peor; b) la insistencia sobre la necesidad de un santuario central prueba la antigüedad de la obra, especialmente por el hecho de que no se menciona a Jerusalén; c) la similitud de las leyes de D. con las de otros pueblos antiguos; d) que el ambiente religioso, social y polí­tico se asemeja más a los tiempos de Moisés que a cualquier otra época; e) que las instrucciones en contra de los pueblos cananeos y la omisión del nombre de los filisteos entre éstos señala a una época muy lejana; f) que la ausencia de toda mención sobre la división del reino también apunta a una época muy antigua; g) la ausencia de rey en Israel es clara; h) D. guarda un paralelismo asombroso con la estructura de los tratados o acuerdos firmados entre los pueblos de la época mosaica; i) que lingüí­sticamente no hay razón para colocarlo en una fecha diferente a la de Moisés. Pero no puede descartarse que en el devenir del tiempo se realizaran modificaciones hasta llegar a la forma actual. A pesar de todo esto, hay una corriente de opinión que expone que a lo menos una parte de D. es obra de la misma mano que compiló las historia de †¢Jueces, los libros de †¢Samuel y los de Reyes †¢Pentateuco.

El tema. D. es el libro del pacto. Se considera apropiado el uso del nombre de D. porque en este libro se repite la ley. Viene a ser, pues, una †œsegunda ley†. Estando frente a la Tierra Prometida, en territorio de †¢Moab, Moisés anima al pueblo a entrar y poseer la tierra (Deu 1:5-8). Le recuerda que †œJehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en †¢Horeb†. Ahora, se reconfirma el pacto, se repite lo esencial de éste, que son los llamados †œdiez mandamientos† y se establecen †œlos estatutos y decretos† que el pueblo debí­a guardar (Deu 5:1-22). Algunos eruditos han señalado la semejanza entre la estructura de D. y la de los documentos legales, pactos o tratados que se redactaban en el segundo milenio a.C. entre los paí­ses del mundo antiguo. Se trata, pues, de la alianza entre Dios y su pueblo. El libro utiliza como trasfondo los acontecimientos que se narran en Génesis, éxodo, Leví­tico y Números. Hay que notar que D. repite a veces ciertos mandamientos que figuran en lo esencial como establecidos en el libro de éxodo, especialmente en los capí­tulos 21 al 23 de dicho libro. Así­, compárese Exo 21:1-11 con Deu 15:12-18; Exo 22:16-17 con Deu 22:28-29; Exo 22:25-26 con Deu 24:10-13; Exo 23:4-5 con Deu 22:1-4; Exo 23:8 con Deu 16:19; Exo 23:15 con Deu 16:3; Exo 23:17 con Deu 16:16; Exo 23:18 con Deu 16:4; Exo 23:19b con Deu 14:21b.

Introducción del discurso: Se comienza con un relato histórico que viene a ser una transición natural con lo narrado en los libros anteriores. El pueblo ha pasado cuarenta años en el desierto. Aquellos que vivieron con más conciencia la experiencia de Horeb habí­an muerto. Al disponerse a abandonar la vida nómada y asentarse en la Tierra Prometida es necesario recordar los grandes hechos de Dios, su fidelidad (que se compara con la infidelidad de Israel) y renovar el pacto antes de entrar en la conquista. Esta recapitulación constituye la introducción del discurso de Moisés, la cual termina advirtiendo al pueblo que debí­a cumplir las leyes y estatutos dados por Dios (Deu 1:1 al 4:49).

Primera parte del discurso: Se repiten los diez mandamientos y se sintetizan en las expresiones de Deu 6:4-5. Israel debe poner empeño en no olvidar la historia de su relación con Dios. A partir de este momento el libro repetirá constantemente: †œAcuérdate†, o algo similar. Israel deberí­a repetir las palabras de Dios para sí­ y las futuras generaciones después que poseyeran las †œciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste†, etcétera. Se le enfatiza que no debe hacer alianza con los pueblos de la tierra, sino destruirlos, junto con sus costumbres idólatras. Si cumplí­a, †œJehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, y te bendecirá…. Bendito serás más que todos los pueblos…† (Deu 7:12-14). Israel ha de cuidarse que después de la conquista no fuera a pensar que lo habí­a logrado con su brazo, olvidándose de Jehová su Dios. Moisés les recuerda que habí­an faltado en Horeb, y que †œrebeldes habéis sido a Jehová desde el dí­a que yo os conozco†, pero que Dios les habí­a perdonado (Deu 9:24). Les insiste en la necesidad de ser fieles a Jehová y a apartarse de la idolatrí­a (Deu 5:1 al 11:32).

Segunda parte del discurso: Se incluyen diversos estatutos que pueden ser considerados como suplementarios al Decálogo, dispuestos en la siguiente manera: a) disposiciones de carácter ceremonial; y b) disposiciones de carácter civil y criminal.
las disposiciones de carácter ceremonial se incluyen la centralización del culto en un lugar (Deu 12:1-32); advertencias contra la idolatrí­a y los falsos profetas (Deu 13:1-18); prohibiciones de ritos de duelo que hací­an los paganos (Deu 14:1-2); leyes dietéticas, cuáles animales se podí­an comer y cuáles no (Deu 14:3-21); disposiciones en cuanto a los diezmos (Deu 14:22-29); disposiciones para la liberación de los siervos (Deu 15:1-18); disposiciones sobre los primogénitos de las vacas y de las ovejas (Deu 15:19-23); y disposiciones sobre las fiestas (Deu 16:1-22).
las disposiciones de carácter civil y criminal se incluyen el nombramiento de los jueces (Deu 16:18-20; Deu 17:8-13); las leyes aplicables al tema del rey (Deu 17:14-20); regulaciones para el mantenimiento de sacerdotes y levitas (Deu 18:1-8); y regulaciones en cuanto a hechiceros y profetas falsos (Deu 18:9-22); leyes sobre el homicidio (Deu 19:1-13); una disposición sobre el respeto a los lí­mites de las propiedades (Deu 19:14); leyes sobre el falso testimonio, etcétera (Deu 19:15-21).

Tercera parte del discurso: Se mezclan aquí­ muchos temas. Se establecen las leyes de la guerra. Hay diversas leyes de purificación, sobre el trato a los prisioneros de guerra, la disciplina a un hijo contumaz y rebelde, etcétera. También disposiciones relacionadas con el trato a los animales, las relaciones matrimoniales, la prohibición de la prostitución femenina y masculina, regulaciones de los préstamos, etcétera. Es tan variada la cualidad de estos estatutos y son presentados en forma tan entremezclada que se hace difí­cil clasificarlos y resumirlos. Se termina esta parte con mandamientos sobre las primicias y su forma de presentación ante Jehová (Deu 20:1 al 26:19).

Epí­logo: Se establece una ceremonia que deberá tener lugar †œcuando … hayas pasado el †¢Jordán†. Las tribus habrí­an de solemnizar su aceptación del pacto recitando las maldiciones que acarrearí­a la desobediencia al mismo. Asimismo, las bendiciones que traerí­a la obediencia. Se reitera la exhortación a cumplir con el pacto y, en caso de no hacerlo, a arrepentirse, pues así­ †œcircuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas†. Terminadas sus palabras y habiéndolas escrito en un libro, Moisés elabora un cántico que concluye en alabanzas a Dios y recibe la orden divina de subir al monte †¢Abarim para ver la Tierra Prometida y morir. Moisés bendice al pueblo, sube al monte y muere (Deu 27:1 al 34:12).

Importancia. Cuando en la Biblia se menciona †œel libro de la ley de Moisés†, no se está hablando del Pentateuco, sino de D. Así­, cuando se dice que †¢Amasí­as †œno mató a los hijos† de los asesinos de su padre, †œconforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres† (2Re 14:6), la referencia es a Deu 24:16. Un tratamiento similar aparece en Jos 8:31; Jos 23:6. Se piensa que †œel libro de la ley† que se encontró en tiempos de †¢Josí­as era, precisamente, D., lo que dio lugar a que el rey decidiera convocar el pueblo para renovar la alianza con Jehová, comprometiéndose a cumplir †œlas palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro† (2Re 22:8-20; 2Re 23:1-3). La fe judí­a escogió como su lema básico la expresión de Deu 6:4-5 (†œOye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas†). En el NT se hacen referencias o citas de D. en más de ochenta ocasiones.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

El nombre hebreo de este quinto libro del Pentateuco es Deva·rí­m (Palabras), que se deriva de las palabras con las que da comienzo el texto hebreo. El nombre †œDeuteronomio† se toma del tí­tulo que se le da al libro en el texto griego de la Septuaginta, Deu·te·ro·nó·mi·on, cuyo significado literal es †œSegunda Ley†, †œRepetición de la Ley†. Este tí­tulo se toma a su vez de la traducción griega de la expresión hebrea que aparece en Deuteronomio 17:18, misch·néh hat·toh·ráh, expresión que debidamente traducida significa †˜copia de la ley†™.
La autenticidad de Deuteronomio como libro del canon bí­blico y el que Moisés fuese su escritor son hechos reconocidos, pues los judí­os siempre han considerado este libro como parte de la ley mosaica. La prueba de su autenticidad es básicamente la misma que la de los otros cuatro libros del Pentateuco. (Véase PENTATEUCO; también otros libros bí­blicos por su nombre.) Jesús es la autoridad más importante para determinar la autenticidad de Deuteronomio, pues citó de él en tres ocasiones cuando rechazó las tentaciones de Satanás el Diablo. (Mt 4:1-11; Dt 6:13, 16; 8:3.) Además, cuando Jesús respondió a la pregunta en cuanto a cuál era el mayor y el primer mandamiento, se remitió a Deuteronomio 6:5. (Mr 12:30.) Asimismo, Pablo cita de Deuteronomio 30:12-14; 32:35, 36. (Ro 10:6-8; Heb 10:30.)
El libro de Deuteronomio abarca un perí­odo de tiempo de algo más de dos meses del año 1473 a. E.C. Este libro se escribió en las llanuras de Moab y consiste en cuatro discursos, una canción y una bendición pronunciada por Moisés cuando Israel estaba acampado en los lí­mites de Canaán, antes de entrar en esta tierra. (Dt 1:3; Jos 1:11; 4:19.)

Propósito. Pese al significado de su nombre, no es una segunda ley ni una repetición de toda la Ley, sino, más bien, una explicación de la misma, como se dice en Deuteronomio 1:5. Este libro exhorta a Israel a que sea fiel a Jehová, poniendo como ejemplo que debí­a evitarse a la generación que vagó por el desierto durante cuarenta años. Moisés explica y detalla algunos de los puntos importantes de la Ley y sus principios en vista del cambio que les iba a acontecer a los israelitas cuando se establecieran de forma permanente en aquella tierra. Reajusta algunas leyes y da otras reglas sobre cómo habrí­an de gobernarse, teniendo presente que iban a ser residentes permanentes en la Tierra Prometida.
Al exhortarles y llamarles para celebrar este pacto renovado con Jehová por medio de Moisés, el libro de Deuteronomio subraya notablemente la importancia del conocimiento, la enseñanza y la instrucción. Las palabras †œenseñar†, †œenseñanza† y †œenseñado† aparecen mucho más a menudo en Deuteronomio que en Exodo, Leví­tico o Números. Moisés explica que Jehová estaba enseñando a Israel al alimentarlos con maná. (Dt 8:3.) Les dice a los israelitas que pongan la ley de Jehová como venda frontal entre sus ojos y sobre los postes de las puertas de sus casas y sobre sus puertas (6:8, 9). Les manda que inculquen la Ley en sus hijos (6:6, 7). Se dan instrucciones para que se lea la Ley cada séptimo año, durante el tiempo de la fiesta (anual) de las cabañas (31:10-13). También se dieron instrucciones especiales para el rey que Israel pudiera tener en el futuro. Este habrí­a de escribir para sí­ una copia de la Ley y leer en ella cada dí­a (17:18-20). Antes de que Israel saliese a la batalla, los sacerdotes tení­an que exhortar al pueblo para que mostrase fe y valor, y asegurarles la victoria, pues Jehová, su Dios, iba con ellos (20:1-4). Cuando entraran en la Tierra Prometida, tení­an que dividir las tribus en dos grupos: uno en el monte Ebal y el otro en el monte Guerizim, y entonces tendrí­a que leerse la ley de Dios (27:11-26; compárese con Jos 8:33-35).

Se destaca el amor. En Deuteronomio también se destaca el amor, la bondad y la consideración. La propia palabra †œamor†, bien como sustantivo o como verbo, aparece con una frecuencia cinco veces mayor en Deuteronomio que en los libros de Exodo, Leví­tico y Números combinados. También se recoge en este libro el mandamiento más importante que Jesús citó (Mt 22:36, 37), diciendo: †œTienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y con toda tu fuerza vital†. (Dt 6:5; véase también 10:12; 11:13.) Jehová declara su amor a Israel en repetidas ocasiones (7:7-9; 23:5; 33:3). El mismo tono de Deuteronomio pone de relieve el amor de Jehová por su pueblo: †œÂ¡Si tan solo desarrollaran este corazón suyo para temerme y guardar todos mis mandamientos siempre, a fin de que les vaya bien a ellos y a sus hijos hasta tiempo indefinido!† (5:29). En Deuteronomio encontramos repetidas veces expresiones tales como †œpara que te vaya bien† y †œte mantengas vivo† (4:40; 5:16; 6:3; 22:7; 30:19, 20).
Aunque Israel tendrí­a que afrontar la experiencia de la guerra para tomar la tierra, Jehová no pasó por alto la consideración amorosa. La victoria no era tan importante o urgente como para exigir sacrificios extremados. El hombre que estuviese comprometido se hallaba exento de ir a la batalla. (Dt 20:7.) También se eximí­a al recién casado, a fin de que pudiese cuidar a su esposa y ella tener a su esposo al menos un año completo (24:5). Si un hombre habí­a plantado una viña y no habí­a comido su fruto, o habí­a edificado una casa y no la habí­a estrenado, se le excusaba de guerrear para que pudiera disfrutar del fruto de su trabajo (20:5, 6).
Se dieron indicaciones explí­citas sobre la participación en las guerras y la conquista de Canaán. Los asustadizos tení­an que ser enviados a sus casas para que no descorazonaran también a sus hermanos. (Dt 20:8.) A las ciudades de las naciones cananeas mencionadas especí­ficamente cuya iniquidad era notoria, habí­a que darlas por entero a la destrucción sin falta, pero a las ciudades que no pertenecí­an a esas naciones se les daba la opción de rendirse o ser destruidas. Si se rendí­an, se les poní­a bajo trabajo forzado, pero la Ley prescribí­a que se tratase con bondad a los esclavos y que no se violase a las mujeres, ni tan siquiera a las de las ciudades conquistadas. Si una ciudad rehusaba rendirse, debí­a darse muerte a todos los varones, y solo se dejaba con vida a los pequeñuelos y las ví­rgenes (20:10-18; compárese con Nú 31:17, 18). Cuando los israelitas sitiaban una ciudad, no se les permití­a talar los árboles frutales para ese fin. (Dt 20:19, 20.)
También se tení­a consideración a los animales. Se prohibí­a de forma especí­fica que se arrebatase del nido un ave que tuviese crí­a, porque su vulnerabilidad se debí­a al instinto de protección de su prole. A ella se la dejaba escapar, pero el israelita podí­a quedarse con los polluelos; de ese modo la madre quedaba libre para tener más crí­a. (Dt 22:6, 7.) No se le permití­a al labriego enyuntar un asno con un toro, pues en ese caso se harí­a trabajar demasiado al animal más débil (22:10), ni poner bozal al toro durante la trilla del grano, para que no sufriese por tenerlo tan al alcance de la boca y no poder comerlo a pesar del hambre y del esfuerzo (25:4).
Se mostraba consideración en la familia y en la vida social. El hijo primogénito tení­a que recibir una porción doble, fuera o no hijo de la esposa favorita. (Dt 21:15-17.) Por primera vez se legisló el matrimonio de cuñado, y se especificaron las sanciones con el fin de dar aún más peso a esta ley (25:5-10). Se prescribió la equidad en las pesas y medidas (25:13-16). La orden de edificar un pretil alrededor del techo de una casa recalcó el alto valor de la vida (22:8). Incluso se mostraba consideración al malhechor que tení­a que recibir azotes, pues la Ley limitaba el número de estos a cuarenta (25:1-3). Todas estas reglas detallaron más la Ley y mostraron gran consideración. Al mismo tiempo, conferí­an a la Ley más rigor.

Advertencias y leyes. Deuteronomio está lleno de advertencias para que no incurrieran en la adoración falsa y la infidelidad, y en este libro también se recogen instrucciones en cuanto a qué hacer para proteger la adoración pura. En Deuteronomio se destaca de forma especial la santidad. A los israelitas se les advirtió que no se casaran con los habitantes de las naciones vecinas, ya que este proceder representarí­a una amenaza para la adoración pura y la lealtad a Jehová. (Dt 7:3, 4.) Se les previno contra el materialismo y contra estar pagados de su propia justicia (8:11-18; 9:4-6). Se dieron leyes muy enérgicas en cuanto a la apostasí­a. Tení­an que vigilarse para no desviarse a otros dioses (11:16, 17). Se les previno contra los falsos profetas. En dos ocasiones se les dio instrucciones en cuanto a cómo identificar y tratar a un falso profeta (13:1-5; 18:20-22). Incluso si un familiar llegaba a ser apóstata, el resto de la familia no debí­a apiadarse de él, y tení­a que participar en apedrearlo (13:6-11).
Las ciudades de Israel que se volví­an apóstatas tení­an que ser dadas por entero a la destrucción y no debí­a conservarse nada para beneficio personal. La ciudad no serí­a reedificada nunca. (Dt 13:12-17.) Los delincuentes a quienes sus padres no podí­an controlar tení­an que ser lapidados (21:18-21).
La ley concerniente a la manera de proceder ante un asesinato en el que no se habí­a descubierto al homicida subrayaba tanto la santidad de la sangre como el estar libre de culpa de sangre. (Dt 21:1-9.) Dando prueba del celo por la adoración pura, Deuteronomio recoge las prescripciones relativas a quién podí­a llegar a pertenecer a la congregación de Jehová y cuándo (23:1-8). No podí­an ser admitidos los hijos ilegí­timos hasta la décima generación, y en el caso de los moabitas y los ammonitas, por tiempo indefinido; los eunucos nunca tendrí­an acceso. Sin embargo, la tercera generación de egipcios y edomitas sí­ podí­an llegar a formar parte de la congregación (23:1-8).
Deuteronomio bosqueja el sistema judicial que funcionarí­a en Israel cuando se estableciera en la Tierra Prometida. En este libro se enumeran los requisitos para los jueces y las disposiciones para los tribunales que estaban en las puertas de la ciudad, siendo el santuario como un tribunal supremo de aquella tierra, cuyos juicios tení­a que seguir todo Israel. (Dt 16:18–17:13.)
En Deuteronomio se resalta que Jehová es el Dios único (Dt 6:4) e Israel, su pueblo exclusivo (4:7, 8), así­ como también el establecimiento de un lugar central de adoración (12:4-7). Se predice a aquel que se levantarí­a como profeta semejante a Moisés, que hablarí­a en el nombre de Jehová y a quien todos deberí­an estar sujetos (18:18, 19).

[Recuadro en la página 671]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE DEUTERONOMIO
Discursos que explicaban algunas porciones de la Ley y exhortaban al pueblo de Israel a que amara y obedeciera a Jehová en la tierra que estaba a punto de ocupar
Escrito por Moisés poco antes de que en 1473 a. E.C. Israel entrara en la Tierra Prometida

Se les insta a recordar todo cuanto Jehová ha hecho por ellos y a servirle solo a él (1:1–4:49)
Moisés recuerda la ocasión en la que fueron enviados los espí­as, la falta de fe y el espí­ritu rebelde que el pueblo manifestó ante su informe, y el juramento de Jehová con el que aseguraba que aquella generación morirí­a en el desierto
Israel no deberí­a contender con los hijos de Esaú (eran descendientes del hermano de Jacob) ni con Moab y Ammón (descendientes de Lot, el sobrino de Abrahán), pero Jehová los autorizó a ocupar la tierra de los reyes amorreos Sehón y Og, que estaba al E. del Jordán
Moisés ruega a Jehová que le permita cruzar el Jordán; Jehová le dice, sin embargo, que comisione y fortalezca a Josué para que dirija a la nación
Moisés le recuerda a la nación la ira ardiente de Jehová respecto al Baal de Peor; no deben olvidar lo que vieron en Horeb y jamás hacer una imagen tallada para adorarla; Jehová, el único Dios verdadero, exige devoción exclusiva

Se les insta a amar a Jehová y obedecer todos sus mandamientos (5:1–26:19)
Moisés recuerda la entrega de la Ley en Horeb, repite los Diez Mandamientos e insta al pueblo a poner por obra todo cuanto Jehová ha mandado
Hay que amar a Jehová con todo el corazón, alma y energí­a vital; deben tener los mandamientos de Dios siempre presentes; han de explicarles a sus hijos la razón de las normas de JehováAl ocupar la Tierra Prometida, deberán destruir a siete naciones y, con ellas, sus imágenes y altares; no les estaba permitido casarse con sus habitantes
No deberí­an olvidar el trato que Dios les habí­a prodigado en el desierto para enseñarles que el hombre no solo vive de pan, sino de toda palabra que procede de la boca de JehováDeberí­an recordar cómo habí­an provocado a Jehová con el becerro que hicieron en el desierto; ahora tení­an que temerle, servirle y adherirse a él; guardar todos sus mandamientos
Preceptos que tení­an que obedecer en la Tierra Prometida: exterminar la religión falsa de Canaán, adorar en el lugar que Jehová les indicase, no ingerir sangre, dar muerte a los apóstatas, comer alimentos limpios, dar el diezmo de sus productos a Jehová, mostrar consideración al pobre, guardar las fiestas anuales, buscar la justicia, evitar el espiritismo, prestar atención a aquellos profetas que Dios les levantase, respetar los linderos, mantener la tierra libre de culpa por derramamiento de sangre, mostrar compasión, mantenerse limpios de la inmoralidad sexual, ofrecer a Jehová los primeros frutos de la tierra y guardar su condición de santidad ante JehováLas bendiciones de obedecer a Jehová y las maldiciones por la desobediencia (27:1–28:68)
Una vez que la nación cruzara el Jordán, se escribirí­a la Ley en grandes piedras
Las maldiciones por la desobediencia se pronunciarí­an en el monte Ebal
Las bendiciones por obedecer todos los mandatos de Jehová se pronunciarí­an en el monte Guerizim

El pacto convenido en las llanuras de Moab (29:1–30:20)
Moisés recuerda el cuidado que Jehová les prodigó en Egipto y durante sus cuarenta años de estancia en el desierto; les advierte de los peligros de la desobediencia obstinada
Predice que Jehová será misericordioso con los que se arrepienten
Pone ante ellos la elección entre la vida y la muerte; les insta a que escojan la vida amando a Jehová, escuchando su voz y adhiriéndose a él

Entrega del acaudillamiento a Josué y últimas bendiciones de Moisés (31:1–34:12)
Se comisiona a Josué para dirigir a Israel
Moisés enseña una canción al pueblo de Israel; la letra será para ellos un testimonio adverso si olvidan a JehováMoisés bendice a las tribus de Israel y luego muere en el monte Nebo

Fuente: Diccionario de la Biblia

El nombre Deuteronomio deriva de la traducción de una frase de 17.18 en la LXX. El rey debía preparar “una copia de esta ley”. La frase se traduce en gr. como to deuteronomion touto, lit. “esta segunda ley”. Posteriormente, en la Vg., se tradujo el gr. como deuteronomium. Se consideró el contenido del libro como una segunda ley, ya que la primera se dio en el mte. Horeb (Sinaí), y la segunda (la repetición) en las llanuras de Moab.

I. Bosquejo del contenido

Este libro se divide naturalmente en tres secciones.

a. 1.1–4.43. Primer discurso de Moisés. Visión histórica retrospectiva que describe los portentosos actos de Dios entre Horeb y Bet-peor (1.6–3.29), seguida por un llamamiento a Israel para que escuche y obedezca como pueblo elegido por Dios.

b. 4.44–28.68. Segundo discurso de Moisés. Esta sección es larga. Se presenta a Israel la naturaleza de la fe del pacto y su demanda fundamental de una total fidelidad a Yahvéh (5.1–11.32). Se sacan lecciones del pasado (8.1–10.11) y se exhorta a Israel a que se comprometa (10.12–11.32). En 12.1–26.19 se presenta la ley de Dios con todas las estipulaciones detalladas en el pacto. Esta sección se ocupa de aspectos del culto (12.1–16.17), el carácter de los dirigentes de Israel (16.18–18.22), las leyes criminales (19.1–21), la guerra santa (20.1–20), un conjunto de leyes diversas (21.1–25.19), y dos ceremonias rituales (26.1–19). En 27.1–26 se indica la necesidad de renovar el pacto en la tierra prometida y de responder al desafio que el mismo representa. Finalmente en 28.1–68 se enumeran las sanciones del *pacto, es decir, las maldiciones y las bendiciones del mismo.

c. 29.1–30.20. Tercer discurso de Moisés. Recapitulación de las demandas del pacto, incluyendo, entre otras cosas, una reseña histórica (29.1–9), una exhortación a cumplir (29.10–15), una advertencia acerca del castigo por desobediencia (29.16–28), y un solemne llamado a elegir la vida (30.11–20).

Finalmente, los últimos actos de Moisés, sus palabras de despedida y su llamado a realizar una ceremonia de renovación del pacto cada siete años (31.1–13). El encargo de Moisés a Josué (31.14–23), su canción de testimonio (31.30–32.47), su bendición final y su muerte (32.48–34.12) cierran el libro.

II. Manifiesto relativo al pacto

Probablemente ningún libro en el AT da expresión en forma tan profunda y continua a la idea del pacto. Yahvéh, el Señor del pacto, que llevó a cabo actos salvadores sin precedentes para redimir a su pueblo Israel, hizo un pacto con ellos (4.23, 31; 5.2–3; 9.9; 29.1, 12), que él recordaría y cumpliría (7.9, 12), y mantendría “fidelidad al pacto” o “lealtad inquebrantable” (ḥeseḏ, 5.10; 7.9, 12) para con ellos. Por su parte, la lealtad de Israel a Yahvéh y a su pacto se expresarían mediante la obediencia del pueblo a las estipulaciones del pacto, la “ley” (tôrâ). Se hace referencia a “[este] libro de la ley” (28.61; 29.21; 30.10; 31.26) y a “esta ley” (1.5; 4.8; 17.18–19; 27.3, 8, 26). Más precisamente, la ley se define como “testimonios (˓edût), “estatutos” (mišfuṭı̂m), “ordenanzas” (ḥuqqı̂m), y “decretos”. A veces sólo aparecen dos de estos términos: “testimonios y estatutos” (6.17), o “estatutos y decretos” (4.1; 12.1). Todos estos constituyen un cuerpo de enseñanzas que se dan al pueblo de Israel como guía para que vivan en comunión con Yahvéh y entre sí. El vivir así le permitiría a Israel gozar plenamente de las bendiciones del pacto. Otro tipo de vida equivalía a rechazar las misericordiosas intenciones de Yahvéh para su pueblo.

III. La teología de Deuteronomio

Tanto la forma literaria de Deuteronomio como su concepto central subyacente ofrecen claves para la interpretación de su teología básica. En síntesis el libro se refiere a:

a. Yahvéh, como Señor del pacto, soberano Señor de Israel, Rey, Juez, y Guerrero que realizó actos portentosos para salvar a Israel, y exigía su obediencia.

b. Yahvéh, como el Dios de la historia, capaz de llevar a cabo actos salvíficos en Egipto, en el desierto, en Canaán; jefe de los ejércitos de Israel, capaz de cumplir sus propósitos para con su pueblo frente a todos sus enemigos.

c. Israel, como pueblo del pacto, comprometido a amar, obedecer, adorar, y servir a Yahvéh en forma exclusiva. Ese era el camino hacia la paz (šālôm) y la vida (hayyı̂m).

d. El culto al Dios del pacto, basado en el amor la gratitud, que encuentra expresión tanto en a devoción personal como en una variedad de fiestas y rituales cuidadosamente definidos.

IV. La estructura de Deuteronomio

Aun una lectura superficial de este libro sugiere la existencia de un plan más complejo en su concepción. Varios autores han tratado de definir su estructura. M. Noth, 1948, sugirió que los cap(s). 1–4 constituían la introducción a una gran obra histórica que se extiende desde Jos. hasta 2 R., mientras que el resto de Deuteronomio constituía un gran prólogo a dicha historia.G. von Rad, 1932, consideraba que Dt. consistía en una celebración cúltica, quizás una fiesta de renovación del pacto, dispuesta en cuatro segmentos: (1) histórico (1–11); (2) la ley (12.1–26.15); (3) el sellamiento del pacto (26.16–19); (4) las bendiciones y maldiciones (27s).

Cuando G. E. Mendenhall, 1955, llamó la atención a los muchos paralelos entre los tratados hititas del 2º milenio y el *pacto de Yahvéh con Israel, se dio un nuevo pro al estudio de la estructura de Deuteronomio. Los tratados hititas comprendían, (1) un preámbulo; (2) un prólogo historico; (3) las estipulaciones del tratado: (a) generales, (b) específicas; (4) las sanciones que contiene el tratado, con sus maldiciones y bendiciones; (5) los testigos, más las cláusulas que requieren el depósito del documento del tratado en el templo, y su lectura pública periódica.

M. G. Kline, 1963, propuso que Deuteronomio se considerase una obra unitaria, y sostuvo que se trataba de un documento mosaico auténtico concebido como un antiguo tratado del Cercano Oriente, en la siguiente forma: (1) preámbulo (1.1–5); (2) prólogo histórico (1.6–4.45); (3) las estipulaciones del pacto (5.1–26.19); (4) las sanciones del pacto y el juramento (27.1–30.20); (5) la disposición dinástica, y la continuidad del pacto (31.1–34.12).

D. J. McCarthy, 1963, aceptó la tesis de que la estructura básica de Deuteronomio es la de un antiguo tratado del Cercano Oriente, pero argumentó que los cap(s). 1–3 debían considerarse separadamente como escritos históricos, y que los cap(s). 4, 29, y 30 debían verse como unidades formales en sí mismos que comprendían todos los elementos que integraban el pacto. Sostuvo que los cap(s). 5–28 comprendían el núcleo, encerrado entre dos discursos en forma de pacto.

G. J. Wenham, 1970, opina que Deuteronomio constituye un tipo de pacto característico del AT que se asemeja a los códigos legales y los tratados del Cercano Oriente, pero que adopta una forma intermedia, a saber: (1) prólogo histórico (1.6–3.29); (2a) estipulaciones básicas (4.1–40; 5.1–11.32); (2b) estipulaciones detalladas (12.1–26.19); (3) cláusula del documento que requiere el registro y la renovación del pacto (27.1–26); (4) bendiciones (28.1–14); (5) maldiciones (28.15–68); (6) recapitulacion (29.1–30.20); y la conclusión con un llamamiento. Los cap(s). finales, 31–34, no pertenecen a la formulación del pacto, sino que se refieren a su renovación.

M. Weinfeld, 1972, acepta que Deuteronomio sigue la tradición literaria relativa a la redacción de pactos, y no la de un texto que imita una ceremonia cúltica periódica (von Rad). Pero si bien la obra preserva los motivos de la antigua tradición relacionada con los pactos, Weinfeld insiste en que escribas/sabios del período Ezequías-Josías la remodelaron y adaptaron al modelo literario de los pactos bajo la poderosa influencia de los modelos asirios para este tipo de escritos.

Es indudable que la estructura de Deuteronomio está relacionada de algún modo con los tratados políticos del antiguo Cercano Oriente, aunque parece ser una adaptación particular del modelo a una forma característicamente distintiva para Israel.

V. El fondo social y religioso de Deuteronomio

Actualmente se reconoce ampliamente que buena parte de Deuteronomio es antigua, aunque no es fácil establecer con exactitud la antigüedad de dichas partes. Es casi un estribillo en el comentario de G. von Rad, 1966, el que tal o cual ley es “primitiva” o “más primitiva” . Según su punto de vista, Deuteronomio está firmemente afincado en las tradiciones sacras y cúlticas del antiguo sistema tribal israelita del período anterior a la monarquía, aun cuando en su forma actual pueda representar una modificación que corresponda a una etapa posterior de la historia de Israel.

A. C. Welch, 1924, consideraba que las leyes cúlticas de los cap(s). 12, 14, 16, y 27 se refieren todas a las condiciones primitivas de la época del asentamiento, probablemente alrededor del ss. X a.C. E. Robertson, 1949, 1950, sostuvo firmemente que Deuteronomio fue preparado bajo la guía de Samuel, para la naciente monarquía, como libro legal, oficial, tanto para lo civil como para lo religioso, y que por consiguiente representa un período correspondiente al ss. XI aproximadamente.

Por cierto que la sociedad que describe Deuteronomio es una sociedad primitiva. Los vecinos de Israel son los cananeos (7.1–5; 20.16s), los amalecitas (25.17–19), los amonitas y los edomitas (23.3–6). Hay leyes relativas a la conducción de la guerra santa (20.1–20; 21.10–14; 23.10–14; 25.17–19). No existe templo todavía. La única referencia a un rey (17.14–20) es al rey que ha de surgir. Muchas de sus leyes tienen paralelos en las de Hamurabi. Algunas reflejan un fondo relacionado con la religión cananea (14.21b); otras muestran una sociedad agrícola simple, y se ocupan de asuntos tales como la cosecha no levantada (23.24–25), las muelas de molino (24.6), los bueyes usados en la trilla (25.4), los límites de las propiedades (19.14), etc. Aunque algunos de esos aspectos tuvieron aplicación durante períodos largos, hay buenos fundamentos para afirmar que detrás del Deuteronomio actual se encuentra un antiguo y auténtico período de existencia nacional anterior a la monarquía. Se ha argumentado que el autor deliberadamente ha hecho aparecer sus escritos como si fuesen más antiguos. Pero para ello se requiere un conocimiento del pasado, y mucho de lo que se encuentra en Deuteronomio habría tenido sentido perfectamente en una economía rural simple en los tiempos anteriores a la monarquía en Israel.

VI. Deuteronomio y el santuario central

El santuario central desempeña un papel importante en Deuteronomio. Hay un “lugar que Jehová vuestro Dios [escogerá]” (12.5, 11, 18; 18.6–8; 31.10–13, etc.). No hay indicación de que este lugar sea específicamente Jerusalén, aunque finalmente lo fue. Parecería que el santuario central fue trasladado de un lugar a otro en los primeros años. Así, el arca estuvo en Gilgal (Jos. 4.19; 5.9; 9.6), Siquem (Jos. 8.33), Bet-el (Jue. 20.18, 26–28; 21.2), Silo (Jos. 18.1; Jue. 18.31; 1 S. 1.7, 24; 4.3, etc.). Resulta extremadamente difícil decidir si los textos pertinentes especifican un determinado lugar y momento, un lugar permanente en todas las épocas, o una variedad de lugares en un momento determinado, cada uno debidamente aprobado. Por cierto que los libros de Reyes, y excavaciones llevadas a cabo en Arad, Dan, y Beerseba sugieren que, en la práctica, existieron varios lugares. Los reyes reformadores de siglos posteriores, como Asa, Ezequías, y Josias, procuraron regularizar los “lugares altos” donde las prácticas eran irregulares, o incluso centralizar el culto en Jerusalén.

Lo que parece evidente es que Deuteronomio presenta el ideal, posible y factible de realización en los días de Moisés, imposible de mantener después de la conquista, aunque no olvidado por los reformadores, pero que nunca se llegó a realizar hasta la época posexílica. Hubo un santuario central en los días de Moisés, en la primera mitad del ss. XIII a.C. El lugar ideal que debía ocupar en la vida nacional y religiosa de Israel está debidamente explicado en Deuteronomio.

VII. Fecha y paternidad de Deuteronomio

Uno de los puntos de más difícil determinación ha sido este. Aparentemente el NT sugiere que Moisés fue el autor del Pentateuco, y, en consecuencia, de Deuteronomio (Mt. 19.8; Mr. 12.26; Lc. 24.27, 44; Jn. 7.19, 23; Hch. 13.39; 15.5; 1 Co. 9.9; 2 Co. 3.15; He. 9.19; 10.28). La dificultad que presentan todas estas referencias es que el significado exacto del término Moisés no está claro. Puede referirse simplemente al rollo del Pentateuco y no a su autor. Deuteronomio mismo afirma que Moisés habla (1.6, 9; 5.1; 27.1, 9; 29.2; 31.1, 30; 33.1, etc.), y escribe (31.9, 24).

Pero ninguna de estas afirmaciones permite llegar a la conclusión de que Deuteronomio, en la forma en que lo tenemos hoy, proviene en su totalidad, o aun en gran parte, de Moisés mismo. Es necesario aceptar la posibilidad de que haya habido actividad editorial, y adaptaciones del material mosaico original para una época posterior. Aun si pudiera demostrarse que buena parte de la geografía, el fondo legal, y la sociedad se adaptan en general a la época de Moisés, no quedaría probado que Moisés fue su autor exclusivo. Se han propuesto cuatro puntos de vista principales acerca de la fecha y la paternidad de Deuteronomio:

a. Fecha y paternidad sustancialmente mosaicas, con una proporción de material posmosaico.

b. Una fecha en el período Samuel-Salomón. Se sostiene que buena parte de su material data de la época de Moisés, pero que el libro, en la forma en que lo tenemos hoy, se compiló de 300 a 400 años después de su muerte.

c. Una fecha comprendida en el período Ezequías-Josías, en el ss. VII a.C. No se niega que pueda haber un considerable estrato de material mosaico, y que principios mosaicos sirvan de base a buena parte del libro. Pero representa un conjunto de materiales antiguos preservados en círculos religiosos y proféticos en épocas de profunda apostasía, en los que la nación necesitaba que se le recordara sus antiguas obligaciones emergentes del pacto. Estas se comunicaron en forma de discursos dados por Moisés en la época en que Israel entró en la tierra prometida. La publicación de esta colección de materiales sirvió de base para la reforma de Josías.

d. Fecha y paternidad posexílicas. La obra no contenía un programa de reformas, sino las ilusiones de visionarios poco realistas en épocas posteriores al exilio.

Los entendidos reconocen en forma creciente que aunque toda investigación sobre el origen de Deuteronomio conducirá finalmente a la figura de Moisés, es imposible decidir la fecha en que alcanzó su forma final. El problema tiene dos aspectos: (1) la antiguedad de los datos originales, y (2) la época en que se reunieron dichos datos. Hay motivos para pensar que buena parte del contenido de Deuteronomio se remonta a la época de Moisés, y muchos fundamentos en favor de la teoría de que el mismo Moisés proporcionó a Israel lo fundamental de su contenido. No obstante, cuando la situación cambió fue necesario adaptar las palabras de Moisés y mostrar su pertinencia para la época en la que se aplicaron. Hay varios puntos claves en la historia de Israel en los que puede haber sucedido esto: en los días de Saúl, o David, o Salomón, cuando el reino estaba todavía en formación; en el período crítico que siguió a la división del reino a la muerte de Salomón; o en varios de los puntos críticos en los siglos siguientes. Tenemos que tener en cuenta tanto la poderosa influencia de Moisés, como las actividades editoriales que le dieron al libro su forma actual. Si bien hay pocos motivos para negar que una parte sustancial de Deuteronomio ya existía antes del ss. VII a.C., no es posible afirmar qué proporción del mismo representa la ipsissima verba de Moisés mismo.

Bibliografía. P. Dacquino, “Deuteronomista”, °DTI, t(t). II, pp. 241–262; H. Cunliffe-Jones, Deuteronomio, 1960; J. Blenkinsopp, “Deuteronomio”, Comentario bíblico “San Jerónimo”, 1.971, t(t). I; M. Noth, ”Las leyes del Pentateuco”, Estudios sobre el Antiguo Testamento, 1985, pp. 11–128; G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento, 1975, t(t). I, pp. 147ss; id., Estudios sobre el Antiguo Testamento, 1975, pp. 11–80, 177–190, 283–376; N. Lohfink, “El mensaje de la alianza: Deuteronomio”, Palabra y mensaje del Antiguo Testamento, 1972, pp. 228–246; W. Zimmerli, La ley y los profetas, 1980; W. H. Schmidt, Introducción al Antiguo Testamento, 1983; H. Cazelles, Introducción crítica al Antiguo Testamento, 1981; G. L. Archer (h), Reseña crítica de una introducción al Antiguo Testamento, 1984; E. Young, Una introducción al Antiguo Testamento, 1981; A. Robert, A. Feuillet, Introducción a la Biblia, 1970, t(t). I, pp. 271–360.

P. Buis y J. Lecferq, Le Deutéronome, 1963; R. E. Clements, God’s Chosen People, 1968; P. C. Craigie, Deuteronomy, 1977; S. R. Driver, Deuteronomy, ICC, 1902; G. H. Davies, “Deuteronomy”, en Peake’s Comentary on the Bible, rev. 1962; C. F. Keil v F. Dehtzsch, Biblical Commentary on the Old Testament, 3, 1864; M. G. Kline, Treaty of the Greut King, 1963; G. T. Manley, The Book of the Law, 1957; D. J. McCarthy, Treaty and Covenant, 1963; G. E. Mendenhall, Law and Covenant in Israel and the Ancient Near East, 1955; E. W. Nicholson, Deuteronomy and Tradition, 1967; E. Robertson, The Old Testament Problem, 1950; G. von Rad, Deuteronomy, l966; id., Studies in Deuteronomy, 1953; G. A. Smith. The Book of Deuteronomy. 1918; J. A. Thompson, Deuteronomy, TOTC, 1974; id., The Ancient Near Eastern Treaties and the Old Testament, 1964; M. Weinfeld, Deuteronomy and the Deuteronomic School, 1972; A. C. Welch, The Code of Deuteronomy, 1924; id., Deuteronomy and the Framework to the Code, 1932; G. J. Wenham, The Structure and Date of Deuteronomy, (tesis doctoral inédita, Londres, 1970); id., “Deuteronomy and the Central Sanctuary”, TynB 22, 1971, pp. 103–118; G. E. Wright, “Deuteronomy”, en IB, 2, ; id., The Old Testament and Theology, 1965.

J.A.T.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico