DEUDAS, PERDON DE LAS

(-> jubileo, sabático). El tema del perdón de las deudas está vinculado en el Antiguo Testamento con el año sabático: ciertamente, en un plano legal, las deudas han de cobrarse y pagarse, conforme a los principios del talión* aplicados en el campo económico; pero en un plano mesiánico ellas deben perdonarse.

(1) Sermón de la Montaña. En el Nuevo Testamento el tema aparece en el centro del Sermón de la Montaña: «Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses» (Mt 5,42). «Si prestáis a aquellos de quienes esperáis devolución, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altí­simo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso… Dad, y se os dará: una medida buena, apretada, remecida y rebosante» (Lc 6,34-38).

(2) Padrenuestro. El perdón de las deudas aparece de forma sorprendente en el centro del Padrenuestro. Según Lc 11,4, le pedimos a Dios que perdone nuestros pecados (= hamartí­as), como nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo (panti opheilonti hémin); esta oración supone así­ que en relación con Dios tenemos pecados, mientras que en relación con el prójimo tenemos deudas. Lo que son los pecados en referencia a Dios (nos impiden comunicarnos con él) son las deudas en relación con nuestros prójimos (nos impiden vivir en transparencia). A diferencia de Lucas, Mt 6,12, que recoge sin duda la tradición más antigua y cercana a Jesús, pone en ambos casos deudas (= opheilémata), unificando así­ los dos lenguajes: pedimos a Dios que perdone lo que nosotros le debemos, diciendo que nosotros perdonamos a nuestros deudores. Tanto en relación con Dios como en relación con el prójimo, las deudas implican una actitud legal: son algo que podemos exigir a los demás, incluso por la fuerza. Pues bien, el perdón de las deudas, tanto en relación con Dios como en relación con el prójimo, supone que podemos y debemos superar el plano legal, de salario y deuda, de norma y castigo, para pasar al nivel de la gratuidad radical. La oración de Jesús nos sitúa en un plano de la comunicación creadora, de perdón y amor total de Dios, que nosotros podemos traducir en forma de perdón interhumano. Pedimos a Dios que nos perdone porque sabemos que nos perdona, gratuitamente, haciendo así­ posible que nosotros también nos perdonemos, no en un plano puramente religioso (pecados y ofensas), sino en el plano económico (deudas).

(3) Superación del plano monetario. Este es el mensaje que está en el fondo de la parábola del administrador infiel (cf. Mt 18,23-35), donde el gran señor perdona las deudas de aquel que le debe una fortuna inmensa, esperando que el perdonado perdone a su vez, de tal forma que se inicie con eso un camino de gratuidad. Ese perdón de Dios es gratuito, pero no barato, es generoso, pero no indiferente, pues a Dios le importa que nosotros respondamos. Por eso, la misma oración del Padrenuestro nos invita a seguir pidiendo: «Â¡como nosotros perdonamos a nuestros deudores!» (tanto en el texto de Lucas como en el de Mateo). Esta petición del Padrenuestro desborda el nivel del juicio, que se expresa por ejemplo en Dn 7,10, donde se dice que «se abrieron los libros», para responder a cada uno según sus acciones. Esa petición nos lleva a interpretar de un modo no legal otros textos del mismo evangelio de Mateo donde parece que el juicio de Dios se sitúa todaví­a en el plano de las deudas (cf. Mt 13,18-43). Una vez que se toma este motivo del perdón de las deudas como centro del Evangelio (al lado de la exigencia de superar el juicio y de la palabra del amor al enemigo), toda la interpretación de la Biblia se transforma.

Cf. P. DebergE, El dinero en la Biblia: ni pobre ni rico, Desclée de Brouwer, Bilbao 2000; R. Gnuse, Comunidad y propiedad en la tradición bí­blica, Buena Noticia 16, Verbo Divino, Estella 1987.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra