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Ciencia que estudia los crímenes, los criminales y las circunstancias en que los segundos cometen los primeros. Es una síntesis entre Derecho, Sociología, Psiquiatría y Psicología. Desde el siglo XIX, en que nacen las primeras escuelas criminológicas, se discute si tienen más de Psiquiatría y Biología que de Derecho y Sociología.
Las diversas escuelas o corrientes que tratan de explicar las causas y formas del crimen van desde la escuela biologista (determinista) hasta la mítica o teológica, que lo convierte en reflejo de las fuerzas del mal que se apoderan del hombre y de sus facultades (diabolismo).
En Francia fue Montesquieu el primero que intentó relacionar el comportamiento criminal con el entorno natural y físico, por sus actitudes deterministas. De él nació un intento biologista o sociologista de establecer ciertas asociaciones fijas; por ejemplo entre los delitos contra personas, como el homicidio, y el clima cálido y húmedo; o entre los delitos contra la propiedad, como el robo, y las regiones frías.
Bentham relacionaba los delitos con el temor de las penas. Si la pena es un poco superior al placer del delito, la inhibición es normal y no hay delito. Si las penas son inferiores, las mentes o personas débiles, tienden a cometerlo, según cálculo ingenuo de intensidades.
Uno de los primeros estudios científicos sobre el crimen fue, a finales del siglo XVIII, el del médico y anatomista alemán Franz Joseph Gall, que relacionó estructura cerebral e inclinación al mal.
La teoría biologista más popular de finales del siglo XIX fue la del criminólogo italiano Cesare Lombroso, que resaltó las propensiones hereditarias perversas que pueden ser reconocibles a tiempo. La teoría de Lombroso fue rechazada en el siglo XX por el británico Charles Goring, que negó con estudios estadísticos la existencia de «criminales» innatos y desarrollo la crimonología moderna.
Todas las posibles influencia negativas y las propensiones naturales al delito y al crimen pueden existir, pero no todo crimen demuestra que existan. Criminólogos del siglo XX, como el americano Bernard Glueck y el psiquiatra británico William Healy, han señalado que cerca de una cuarta parte de la población reclusa esta compuesta por psicóticos, neuróticos o personas inestables en el plano emocional, y otra cuarta parte padece deficiencias mentales. Esto explica que algunas personas tienen una mayor propensión a cometer delitos, pero no necesariamente. Hay que asumir el misterio de la libertad humana como prioritario y proclamar la necesidad de la educación: reflexión sobre el mal, estimulación de las virtudes, creación de hábitos de dominio, cultivo de la conciencia y de la responsabilidad. Aquí es donde está la principal fuerza para la prevención del mal o para el arrepentimiento y la corrección cuando se ha cometido.
En esta línea pedagógica es donde debe moverse el educador de la fe cristiana, sobre todo cuando valora la dimensión ética de su tarea educadora.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa