CREER, FE, FIDELIDAD, FIEL

(pisteuein, pistis, pistos)

Pisteuein, «fiarse de, dar fe, poner confianza en», de donde «creer»; pistis, «confianza, fidelidad, fe»; pistos, «digno de fe, fiel». Todos estos términos se emplean en el Nuevo Testamento de forma privilegiada para describir la relación que tiene el hombre con Dios.

Los oyentes de Pablo son «creyentes» (1 Tes 1,7; 2,10.13; cf. Ef 1,19), en oposición a los «incrédulos» (¿pistos: 1 Cor 6,6; 7,12-15; 10,27; 14,22-24; 2 Cor 4,4; 6,14-15; cf. también 2 Tes 2,12; 3,2). Pablo constata su fe y se alegra de ella (1 Tes 1,3.8; 3,2.5.6.7.10; Flp 1,25; 2,17; 2 Cor 1,24; 8,7; 10,15; Flm 5-6; Rom 1,8.12; cf. también Ef 1,15; Col 1,4; 2,5; 2 Tes 1,3; 4,11); les exhorta a profundizar en su fe y a vivir en ella (1 Tes 5,8; 1 Cor 16,13; 2 Cor 5,7; 13,5; Gal 5,6.22; cf. también Ef 6,16), y a velar por la fe de los más débiles (Rom 14,1-2.22-23; cf. también Gal 6,10).

El objeto de la fe es la muerte y la resurrección de Cristo (1 Tes 4,14; 1 Cor 15,2.11.14.17), locura y paradoja para el creyente (1 Cor 1,21; 2,5). Esta fe se transmite por la palabra (2 Cor 4,13; cf. también Gal 3,2.5; Rom 10,17); los apóstoles son entonces servidores por los que los cristianos son llevados a la fe (1 Cor 3,5). La fe es don del Espí­ritu (1 Cor 12,9), fruto de la gracia (Flp 1,29) y de la fidelidad de Dios (1 Tes 5,24; 1 Cor 1,9; 10,13; cf. también 2 Tes 3,3).

En Gálatas y en Romanos es donde la noción de fe adquiere un contenido más especí­ficamente paulino. Gal 2,16a: Sabemos que Dios salva al hombre, no por el cumplimiento de la ley, sino a través de la fe en Jesucristo. Los que creen son descendientes de Abrahán, el primero de los creyentes (Gal 3,6-14). En Gal 3,22, Pablo recoge 2,16: el creyente es justificado por la fe de Cristo (cf. ya Gal 2,20; Flp 3,9). Esta expresión propia de Pablo define la fe como un doble movimiento: va de Dios al hombre en Cristo: es por la fe de Cristo (es decir, por su fidelidad y su obediencia a la voluntad de Dios: cf. Flp 2,8) como el creyente es justificado; y va del hombre a Dios en Cristo: la fe como encuentro entre el hombre y la gracia de Dios manifestada en Cristo.

Comprendida de este modo, la fe es unión con Cristo en el acto mismo de este encuentro. Este doble movimiento que va de Dios al hombre y del hombre a Dios en Cristo puede percibirse en la formulación caracterí­stica de Pablo en Gal 2,16: hemos creí­do en Cristo, justificados por la fe de Jesús; y en 3,22: La promesa hecha a los creyentes se cumple por medio de la fe de Jesús; y ya en Flp 3,9: La justicia por la fe de Cristo…, que se apoya en la fe (cf. también Rom 3,22).

En la Carta a los Romanos, este encuentro de la fe se indica con el vocabulario de la obediencia (1,5; 16,26). Este término señala en Pablo la actitud del hombre que descubre, en la buena nueva de Jesucristo, la manifestación de la justicia de Dios (Rom 1,16-17). Esta justicia se ha manifestado por la fe de Jesucristo, para todos los que creen (Rom 3,22; cf. también Rom 5,1-2). Los circuncisos y los incircuncisos son justificados por la fe (3,30); la ley y la circuncisión no conceden ya ningún privilegio al judí­o sobre el pagano (cf. el ejemplo de Abrahán: Rom 4,1-21, especialmente vv. 10-12).

La evolución de la noción de fe es clara en la herencia paulina. En Ef 2,8 la fe en Cristo (Ef 3,12) es el medio (Ef 3,17; Col 1,23) de la salvación, donde la gracia: se pasa de la idea de encuentro a la de respuesta. Las cartas pastorales ponen el acento en la fe como contenido doctrinal, depósito al que hay que adherirse (1 Tim 1,5.10; 2 Tim 2,2.15ss; 4,3). El contenido de la fe se aprende y se transmite (2 Tim 2,2), conduce a las buenas obras (Tit 3,8), lleva a la salvación (2 Tim 3,15) y a la vida eterna (1 Tim 1,16). El contenido de la fe se opone a las falsas doctrinas(1 Tim 1,19; 4,1.6; 6,21; 2 Tim 2,18; 3,8; Tit 1,13s), Vista desde el lado del creyente, la fe es una de las virtudes cristianas (1 Tim 1,5.14.19; 2,15; 4,12; 6,11; 2 Tim 1,13; 2,22; 3,10s; Tit 2,2).

E. Cu.

AA. VV., Vocabulario de las epí­stolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas