(-> tierra, conflicto social, federación de tribus, guerra). El surgimiento de Israel está vinculado a su establecimiento en Palestina, a través de un proceso que ha podido durar algún tiempo (siglos XII-XI a.C.) y que ha cristalizado al principio del siglo X a.C. con el surgimiento de la monarquía. En ese proceso influyen dos factores principales (sedentarización de grupos nómadas y conquista violenta de la tierra) a los que se puede agregar un tercero, vinculado a la revolución israelita.
(1) Sedentarización de grupos nómadas y/o trashumantes, que se vinculan a los sedentarios. Probablemente, los patriarcas antepasados de Israel (recordados con los nombres de Abrahán*, Isaac y Jacob) eran árameos trashumantes, seminómadas, que iban y volvían conduciendo su rebaño entre las tierras de pastos invernales y estivales. En tiempo de lluvia (invierno y primavera) podían mantenerse en sus lugares de la estepa transjordana. Al acer carse el verano, agotadas y secas las reservas de la estepa, cruzaban el Jordán y se acercaban a la tierra cultivada, llevando sus ovejas y sus cabras a los campos de Canaán (de Palestina), donde ya se había recogido la cosecha. Consumían de esa forma los rastrojos y abonaban la tierra para nueva sementera. Este sistema de trashumancia, con la simbiosis entre agricultores sedentarios y pastores seminómadas, ha sido normal hasta hace poco en diversos países de la cuenca mediterránea. Los agricultores sedentarios, dueños de la tierra, habitaban en ciudades de estructura militarizada, bajo el mando de reyes sacerdotes. Así vinculaban poder y religión, en sistema de carácter autocrático. Su Dios pertenecía a la categoría de los baales*: era signo de la tierra y la cosecha (vida, sexo). Los pastores trashumantes, divididos en familias o tribus, venían cada año de la estepa y pactaban con los sedentarios para pastar sobre los campos segados del verano. Adoraban al Dios de su familia: Dios de Abrahán (Gn 26,24; 28,13; 32,10), Terrible de Isaac (Gn 31,42) o Fuerte de Jacob (Gn 49,24). Este Dios de la familia no se hallaba en principio vinculado con la tierra, no era Dios de un santuario, ni garante de los ciclos de la vida, sino que se encontraba estrechamente relacionado con un pueblo caminante, al que guiaba y protegía en su itinerario de trashumancia: como peregrino, acompañaba a sus devotos en la marcha, ofreciéndoles futuro. Pues bien, en un momento dado algunos pastores trashumantes empezaron a quedarse en Palestina, volviéndose dueños de la tierra donde antes habitaban por un tiempo como huéspedes, teniendo que realizar para ello un cambio de grandes consecuencias: tuvieron que unirse, construyendo grupos de estructura tribal coherente y concienciada, pactando con otros grupos marginales (de hebreos) para construir una liga de familias libres, desde las comarcas montañosas, sin ciudades militares ni reyes-sacerdotes; de esa forma, el Dios de familia (Dios de los padres Abrahán, Isaac, Jacob que dan nombre a los grupos tribales) viene a presentarse como Dios que les ha prometido y dado la tierra.
(2) Conquista violenta de la tierra. Entre los grupos que formaron la fede ración de tribus de Israel hubo uno, especialmente significativo, que vinculó a su Dios (Yahvé*) con la conquista de la tierra. Este era probablemente el grupo de los liberados de Egipto, que estaban vinculados a Moisés* y que habían experimentado la protección de Dios a lo largo del Exodo. Su Dios se les mostró de esa manera como Señor de la guerra: Dios capitán, caudillo de soldados, defensor de los que conquistan tierra, a través de una guerra santa: «He aquí que yo envío a mi Angel ante ti, para que te defienda en el camino y te haga entrar en el lugar que te he dispuesto. Acátale, escucha su voz, no le resistas… Si escuchas su voz y haces cuanto Yo te diga seré enemigo de tus enemigos y oprimiré a quienes te opriman. Cuando marche mi Angel ante ti y te introduzca en la tierra del amorreo, del hitita y fereceo…, no adores a sus dioses ni les sirvas; no fabriques lugares de culto como los suyos, sino que los destruirás, y derribarás sus piedras sagradas» (Ex 23,20-24). Este es el Dios comprometido en la lucha de su pueblo al que quiere llevar a la tierra prometida. Es un guerrero que combate por los suyos, imponiendo a sus devotos la obediencia, a través de un tipo de pacto de conquista (cf. Ex 34,10-11; Je 2,1-5): Dios cumplirá su palabra ofreciendo heredad (tierra perpetua) a los hebreos oprimidos; los hebreos deben responderle obedeciendo sus mandatos. La tierra es dura y es preciso batallar por conquistarla, respondiendo a la Promesa de Dios. Mientras luchan contra los enemigos, los hebreos se saben seguros (pueden triunfar) porque el mismo Dios avala su causa y les sostiene. El Dios de los nómadas o trashumantes que se instalan en Palestina es, en principio, un Dios pacífico. En contra de eso, el Dios de los que vienen de Egipto, como portadores del culto de Yahvé, es un guerrero (cf. Ex 15,1-22; Ex 23,20-33). Las dos tradiciones (pacífica y guerrera) pueden tomarse como propias de dos grupos: unos sienten que Dios les ayuda mientras recorren un camino de paz; otros lo descubren en la guerra.
(3) La revolución israelita. Al lado de los dos modelos anteriores podemos citar un tercero, que no se opone a ellos, sino que los completa. Es el modelo de la revolución, es decir, de la transfor mación social que ha supuesto la fe en el Dios Yahvé. Pastores que vienen de la estepa y guerreros que provienen de Egipto se han unido, formando una federación* de tribus, en la que ha venido a expresarse uno de los modelos de vinculación social más interesantes de la historia de Occidente. Esos fieles de Yahvé han logrado promover un tipo de revolución social que se ha expresado en el surgimiento de una comunidad igualitaria de creyentes.
Cf. R. DE VAUX, Historia antigua de Israel II, Cristiandad, Madrid 1975; B. HALPERN, The emergence of Israel in Canaan, Chico CA 1983, 3-16.49-50; M. WEIPPERT, Die Landnahme der israelitischen Stcimme in der neueren Diskussion, Vandenhoeck, Gotinga 1967.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra