CONOCIMIENTO DE JESUS

En una primera acepción, la expresión «conocimiento de Jesús» se refiere a las noticias que se pueden conseguir en una investigación histórica que tenga como objeto a la persona de Jesús de Nazaret. Ha habido varios intentos por alcanzar esta meta y sus resultados han sido de diversos órdenes. En el perí­odo moderno, que vio la aparición de la ciencia histórica, pueden dividirse en tres categorí­as las adquisiciones sobre el conocimiento de Jesús.

1. La primera es llamada común mente la Escuela liberal, que abarca un perí­odo de unos 150 a5os (17781919). Su promotor fue H. S. Reimarus, que describe a la persona de Jesús como la de un mesí­as polí­tico que no logró alcanzar su objetivo: sus discí­pulos, inventando las pruebas de su resurrección, continuaron su predicación y lo presentaron bajo el aspecto de mesí­as apocalí­ptico. Empezaron a asentarse las premisas para distinguir entre lo que se puede conocer de Jesús y lo que fue más bien objeto de la comunidad primitiva. Posteriormente, D. F, Strauss, M. Kahler W Wrede y otros analizaron diversos aspectos de la vida de Jesús y los refirieron al kerigma. E, Schweitzer, en una obra clásica, VO17 Reimarus Zu wrede. Eine Geschichte der Leben Jesu Forschung, nos brindó la historia de todo este movimiento.

2. Una segunda clasificación guarda relación con R. Bultmann y sus discí­pulos. Según la teorí­a bultmanniana, de Jesús sólo puede saberse que nació, que vivió y . que murió, y que el cristianismo se refiere a él. Pero no se puede decir ni conocer nada más de él históricamente, va que todo lo que poseemos como fuentes son unos textos sagrados, es decir, infectados por la fe de la comunidad. Como textos de fe, no pueden ser fundamento para el conocimiento histórico de Jesús, sino sólo una provocación para la fe en él.

3. La tercera posición supera las precomprensiones de Bultmann, demasiado marcadas por presupuestos filosóficos, e intenta recuperar el material histórico que es posible obtener. a través de los evangelios, para un conocimiento de Jesús. Hay datos ciertos e indiscutibles, resultado de una crí­tica tanto interna como externa a los textos, que permiten tener un conocimiento de Jesús al menos en estos datos: el ambiente histórico, cultural, 1ingUí­stico, social, polí­tico y religioso en que vivió; los rasgos fundamentales de su acción como predicador (el anuncio de la conversión, la predicación por las diversas ciudades y regiones, el entusiasmo inicial de lá gente y el rechazo que se opuso a su mensaje): las causas de su muerte, sobre todo la blasfemia de haber llamado a Dios «padre», así­ como los momentos dramáticos del proceso y de su pasión; el contenido de su predicación, que era el anuncio del Reino de Dios, acompañado de signos que provocaban la fe en él; su trato afectuoso con los pobres, los marginados y los pecadores públicos: la invitación a un grupo de personas para que vivieran con él y compartieran toda su existencia; el estilo de sus relatos y de su comportamiento… En una palábra, no se puede escribir una biografí­a de Jesús a partir de los evangelios, pero se tiene de él un conocimiento que permite fundamentar la fe en él en una serie de hechos que son indiscutiblemente históricos.

En una segunda acepción, conocimiento de Jesús indica cuál era el conocimiento que Jesús tení­a de sí­ mismo, de su misión, del Padre y de las personas con las que se encontraba.

En este sentido, se plantean diversos problemas de cristologí­a que tienen que conjugar la doble naturaleza, humana y divina, de Jesús, con la unicidad de su persona como Hijo de Dios.

Sabemos por los evangelios que Jesús tení­a de sus contemporáneos un conocimiento inmediato, directo y transparente; es decir que estaba en disposición de percibir enseguida sus intenciones, incluso antes de que se las manifestaran. En cuanto a su misión, demuestra que va tomando progresivamente conciencia de ella, determinado por los acontecimientos, a los que da claramente un sentido que orienta a ver de qué manera concebí­a la misión que el Padre le habí­a confiado y – cómo comprendí­a su voluntad.

R. Fisichella

Bibl.: J Jeremias, Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento. Sí­gueme, Salamanca 1981; R. Latourelle, A Jesús, el Cristo, por los evangelios, Sí­gueme, Salamanca 1982; C. Vidal Manzanares, Diccionario de Jesús y los Evangelios, Verbo Divino. Estella 1995; J Drane, Jesús, Verbo Divino, Estella 21989.-, P. M. Beaude, Jesús de Nazaret, Verbo Divlno, Estella 21988.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico