CONFLICTO SOCIAL

(Ana, conquista, federación de tribus). La Biblia es un libro donde la revelación de Dios se encuentra vinculada con el descubrimiento y superación de los diversos tipos de opresión, con el fin de que la humanidad alcance el shalom o paz* escatológica.

(1) Tres conflictos. Uno de los textos más significativos en los que se describen los planos del conflicto social es el Canto de Ana*: «Se rompen los arcos de los valientes, mientras que los cobardes se ciñen de valor. Los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan. La mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldí­a. Yahvé da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la riqueza y la pobreza, Yahvé humilla y enaltece. El levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre prí­ncipes y herede un trono de gloria; pues de Yahvé son los pilares de la tierra y sobre ellos afianzó el orbe» (1 Sm 2,4-7). (1) Hay un conflicto o problema militar (1 Sm 2,4), que se expresa en los valientes cananeos, que son los profesionales de la guerra (= giborim, gebira*), hombres que han vivido de oprimir a los demás; pues bien, Ana declara que esa opresión, reflejada en el poder de sus armas (arcos militares), se ha quebrado, de forma que se elevan triunfadores los que antes aparecí­an como cobardes (= niksalim), esto es, aquellos que viví­an dominados por el miedo. (2) Hay un conflicto o problema económico (1 Sm 2,5a). Los que antes se encontraban siempre hartos, viviendo a costa de los demás, tienen que ponerse a trabajar, como todos los restantes hombres y mujeres, sin poder vivir ya de la rapiña y prepotencia; en cambio, los antes hambrientos pueden comer de un modo confiado, manteniendo de esa forma la salud. (3) Hay finalmente un conflicto o problema demográfico (2,5b), vinculado a la capacidad de supervivencia. En situaciones de gran necesidad, cuando el hambre es crónica, los niños mueren: las madres no los pueden engendrar o alimentar; y de esa forma mueren y se acaban muchos pueblos pequeños y pobres. Así­ eran entonces muy pocos los hebreos, pues no podrí­an alimentar a sus hijos ni cuidarse; eran muchos, en cambio, los más ricos cananeos, vinculados con un tipo de economí­a burguesa. Pues bien, según el Canto de Ana, con el establecimiento y despliegue de los hebreos en Palestina (siglo XI-X a.C., federación* de tribus) la situación ya se ha invertido: los hebreos pueden ofrecer a sus hijos esperanza de futuro sobre el mundo, mientras decrecen los antes opresores.

(2) Cambio que lleva a la libertad. El texto nos sitúa de esta forma en el centro de un gran cambio social. Conforme a la lógica de poder dominaban los más fuertes: los que tení­an buen ejército, los ricos, los muchos. Pues bien, los principios de vida fundados en la fe yahvista han invertido aquella situación, de forma que los hombres y mujeres pueden vivir y extenderse desde su propia pequeñez, en el plano militar (sin un ejército opresor de profesionales de la guerra), en el plano económico (sin un tipo de capitalismo impositivo) y en el plano demográfico (sin miedo a la muerte de los pobres). Este gran cambio ha podido darse en Israel, entre los siglos XI y X a.C., porque Dios existe y porque mueve los hilos de la historia, suscitando un tipo de vida social diferente, superando los viejos y nuevos conflictos sociales. Dominaba antes la lógica de la fuerza, la riqueza y el número. Según ella, no habí­a salvación. Pero ahora ha surgido una lógica distinta. Ha sucedido algo que parecí­a imposible: los antiguos habitantes de la tierra (fuertes, ricos, numerosos) han perdido el control; han triunfado por gracia de Dios y se elevan los débiles, pobres, escasos, israelitas de la montaña. Marí­a, la Madre de Jesús, ha retomado esos motivos del Canto de Ana y los ha aplicado a las circunstancias del nacimiento de Jesús, volviendo a situarse y situar a los creyentes en el centro de los conflictos sociales: «dispersó a los soberbios de corazón; derribó del trono a los potentados, elevó a los oprimidos; a los pobres los sació de bienes, despidió vací­os a los ricos» (Lc 1,51-53, Magní­ficat*).

Cf. N. K. Gottwald, The Tribes ofYahweh, SCM, Londres 1980.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra