Miembros de la comunión eclesial
Toda comunidad eclesial tiene la característica de ser un conjunto de creyentes en Cristo que se encuentran o que conviven familiarmente para vivir el bautismo y sus consecuencias, según la vocación de cada uno y según los objetivos más concretos del grupo. En toda comunidad eclesial se debe reflejar la comunión de la Iglesia entera, especialmente cuando se trate de la Iglesia particular o local. Cada creyente y toda la comunidad crece por el amor, en un itinerario que es configuración con Cristo «Abrazados a la verdad, en todo crezcamos en la caridad, llegándonos a aquel que es nuestra cabeza, Cristo» (Ef 4,15).
Por ser comunidad que vive la «unidad del Espíritu», refleja la realidad de «un solo cuerpo» (Ef 4,3-6). Las gracias recibidas por cada uno son para compartir, puesto que se dan «según la medida de la donación de Cristo» (Ef 4,7), «para edificar el cuerpo de Cristo» (Ef 4,12). «Todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la variedad de dones que se les hayan conferido» (GS 32).
Cristo en medio, bajo signos eclesiales
Cristo está «en medio» de quienes se reunen «en su nombre» (Mt 18,20). La comunidad es esencialmente «comunión» de quienes han sido llamados a convertirse en «familiares de Dios», a modo de edificio espiritual, cuyos «fundamentos son los Apóstoles» y cuya «piedra angular es Jesucristo» (Ef 2,19-20). Toda comunidad eclesial está en comunión con el sucesor de Pedro que «preside la caridad universal» (San Ignacio de Antioquía). Entonces la comunidad eclesial es «espacio teologal en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado (cfr. Mt 18,20)» (VC 42).
Toda comunidad eclesial se construye con la predicación de la Palabra como continuación de la predicación apostólica, con la celebración eucarística como sacramento de unidad y con la solidaridad de compartir los bienes como signo de fraternidad (cfr. Hech 2,42-47). Para ser auténticamente Iglesia y no secta, «cada comunidad debe vivir unida a la Iglesia particular y universal» (RMi 51). La Palabra contemplada y celebrada unifica la comunidad haciéndola transparencia del evangelio; la celebración de los misterios de Cristo (especialmente en la Eucaristía) unifica la comunidad haciéndola oblación con Cristo; el mandato del amor, expresado en servicios o ministerios, hace a la comunidad transparencia de la misma persona de Jesús que «pasó haciendo el bien» (Hech 10,38). Entonces la acción del Espíritu Santo unifica el corazón para hacerse donación a los hermanos y misión universal.
Itinerario misionero de la comunión
La comunidad realiza un itinerario de comunión que se inspira en la vida trinitaria de Dios Amor. La comunidad queda renovada por la comunión de Dios Amor y, por tanto, capacitada para construir la comunión en todos los corazones y en toda la humanidad. Este es el saludo trinitario y misionero del inicio de la celebración eucarística «La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, la caridad de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2Cor 13,13).
La «comunión» («coinonía») indica vivir y compartir. Por esto tiene relación con el compartir el cuerpo y sangre de Cristo (1Cor 10,16). Se comparten todos los bienes recibidos de Dios (vida de fe, vida en Cristo, dones del Espíritu), como quienes forman «un solo corazón y una sola alma» (Hech 4,32). Por la comunión vivida en la comunidad, la Iglesia se presenta como el «sacramento visible de la unidad» (LG 9), es decir, como «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano», hasta llegar a «la unidad completa» (LG 1).
Cuando la comunidad vive su realidad de comunión, se convierte en escuela de misión para todos sus componentes. Es ya «un hecho evangelizador» (Puebla 663). «El amor es y sigue siendo la fuerza de la misión» (RMi 60).
Referencias Carismas, comunidades eclesiales de base, comunión de los santos, familia, Iglesia comunión, Iglesia particular, revisión de vida, unidad de la Iglesia, vida comunitaria.
Lectura de documentos AG 15; EN 23; RMi 48-51.
Bibliografía S. BLANCO etc, Comunidad, en Diccionario Teológico de la Vida Consagrada (Madrid, Pub. Claretianas, 1989) 263-317; J. DELICADO BAEZA, La fraternidad apostólica (Madrid, PPC, 1986); J. ESQUERDA BIFET, Comunidades vivas (Barcelona, Balmes, 1981); C. GONZALEZ VALLEZ, Viviendo juntos (Santander, Sal Terrae, 1985); A. MANRIQUE, Evangelio y comunidad (Madrid, Biblia y Fe, 1978); J.L. SEGUNDO, Esa comunidad llamada Iglesia (Buenos Aires 1973); J. VANIER, Comunidad lugar de perdón y fiesta (Madrid, Narcea, 1980).
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización