CIELOS

(heb. shahaq, vapor). Una palabra que se encuentra solamente en el plural en la Biblia (Psa 18:11; Isa 45:8 RVR-1960). La palabra se refiere algunas veces a las nubes y otras veces al firmamento. Por lo menos, una vez se usa figuradamente (Deu 33:26).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

shamayim (µyIm’v; , 8064), «cielos; cielo, bóveda celeste». Este vocablo semí­tico muy generalizado se encuentra en lenguajes tales como ugarí­tico, acádico, arameo y arábigo. Se halla 420 veces durante todos los perí­odos del hebreo bí­blico. Primero, shamayim es la palabra hebrea corriente para la «bóveda celeste» y el «ámbito celeste» donde vuelan las aves. Dios prohí­be a Israel hacer «semejanza de cualquier figura †¦ ni en forma de cualquier animal que esté en la tierra, ni en forma de cualquier ave alada que vuele en los cielos» (Deu 4:17 rva). Cuando los cabellos de Absalón se enredaron en las ramas de un árbol, quedó suspendido entre «cielo» y tierra (2Sa 18:9). Este ámbito, por encima de la tierra pero debajo de los cuerpos celestes, es a menudo lugar de visiones: «David alzó sus ojos y vio al ángel de Jehová que estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén» (1Ch 21:16). Segundo, el término representa un ámbito aun más alejado de la superficie terrestre. De aquí­ es de donde provienen fenómenos como la escarcha (Job 38:29), la nieve (Isa 55:10), el fuego (Gen 19:24), el polvo (Deu 28:24), el granizo (Jos 10:11) y la lluvia: «Fueron cerradas las fuentes del océano y las ventanas de los cielos, y se detuvo la lluvia de los cielos» (Gen 8:2). Este es el depósito de Dios; El es el que administra los recursos y es Señor de este ámbito (Deu 28:12). Este significado de shamayim aparece en Gen 1:7-8 «E hizo Dios la bóveda, y separó las aguas que están debajo de la bóveda, de las aguas que están sobre la bóveda. Y fue así­. Dios llamó a la bóveda Cielos» (rva). Tercero, shamayim también representa el ámbito donde el sol, la luna y las estrellas se encuentran: «Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el dí­a de la noche» (Gen 1:14). Estas imágenes se repiten a menudo en la narración de la creación y en los pasajes poéticos. Es así­ que los «cielos» se extienden como una cortina (Psa 104:2) o se plegan como un rollo de pergamino (Isa 34:4 rva). Cuarto, la frase «cielo y tierra» puede referirse a toda la creación, como en el caso de Gen 1:1 «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Quinto, «el cielo» es la morada de Dios: «El que habita en los cielos se reirá, el Señor se burlará de ellos» (Psa 2:4; cf. Dt. 4.39). Nótelo de nuevo en Deu 26:15 «Mira desde tu santa morada, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel». Otra expresión que representa la morada de Dios es «los cielos de los cielos», lo cual indica un absoluto, es decir, la morada de Dios es un ámbito tan incomparable que no se puede identificar con la creación fí­sica: «He aquí­, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay» (Deu 10:14).

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento