I. En el Antiguo Testamento
La primera mención de la palabra en las Escrituras se halla en relación con el caso de *José en Egipto (Gn. 39:20–23). El texto heb. emplea un término especial, bêṯ-sōhar, sōhar suele compararse con otras voces sem. que significan ‘redondo’ o ‘cercado’, de donde se deduce que la cárcel de José era una fortaleza, o que se hallaba dentro de una fortaleza. La comparación del heb. sōhar con el término egp. Á˒rw, “Sile” (mod. Qantara), carece de fundamento, ya que esta palabra es realmente Ál (J. Vergote, Joseph en Egypte, 1959, pp. 25–28). Existe, sin embargo, una voz egp., ṯ˒rt, que se encuentra ya ca. 1900 a.C., como también más tardíamente, con el significado de ‘edificio cercado’, ‘depósito’, ‘camarote (de barco)’, y es concebible, aunque remotamente, que este término tenga relación con sōhar. Las cárceles de Egipto servían como campos de concentración para trabajos forzados, como celdas, y como lugares de detención en el caso de personas como José que esperaban la vista de su causa. El copero y el panadero se hallaban en mišmār, o sea, detención, virtualmente arresto domiciliario, en la cárcel de José (Gn. 40.2–3) hasta que se dictara sentencia en su caso. Igual pasó con los hermanos de José cuando fueron detenidos por tres días (Gn. 42.17, 19). Después de ser apresado por los filisteos, Sansón fue guardado en “la casa de los prisioneros” (Jue. 16.21, 25; lit. ‘los ligados’); hállase un término muy parecido en Ec. 4.14.
En Judá los cuartos de la guardia de los palacios sirvieron de cárcel temporaria para Jeremías (Jer. 32.2, 8, 12; 33.1; 37.21; 38.28; cf. tamb. Neh. 3.25; 12.39). Tanto en los palacios como en las residencias privadas, las cisternas podían servir de calabozos, lo cual con frecuencia resultaba muy desagradable (Jer. 37.16, 20; 38.6, 13); eran oscuras (Is. 42.7), y constituían así símbolo de las tinieblas de las cuales los siervos del Señor debían librar a su pueblo (Hch. 26.15–18; Lc. 1.79). Jeremías no es el único profeta que fue encarcelado a causa de su fidelidad al declarar el mensaje de Dios, por cuanto Asa de Judá metió a Hanani en la cárcel (2 Cr. 16.10), y Acab hizo encarcelar a Micaías, limitando su ración a pan y agua (1 R. 22.27; 2 Cr. 18.26). A veces los reyes derrotados eran encarcelados por sus vencedores, como en el caso de Oseas de Israel por los asirios (2 R. 17.4), y Joaquín de Judá por Nabucodonosor (cf. Jer. 24.1, 5; D. J. Wiseman, Chronicles of Chaldaean Kings, pp. 33–35, 73), además de Sedequías de Judá (Jer. 52.11). En Babilonia, Joaquín no era más que uno de los muchos nobles cautivos (amén de los artesanos) que se hallaban detenidos con arresto domiciliario, en el palacio real y sus alrededores. Se han encontrado tablillas de racionamiento extendidas a favor de Joaquín y de sus cinco hijos, además de las que correspondían a muchos otros presos extranjeros en Babilonia (ANET, 308b; DOTT, pp. 84–86; E. F. Weidner, Mélanges R. Dussaud, 2, 1939, pp. 923–935; Albright, BA 5, 1942, pp. 49–55). Posteriormente Evil-merodac le concedió una medida mayor de libertad (2 R. 25.27, 29; Jer. 52; 31, 33). Ezequiel (19.9) describe el traslado de Joaquín a Babilonia en una jaula; P. Montet, en L’Égypte et la Bible, 1959, pp. 73, fig(s). 12, nos ofrece una ilustración egp. muy anterior, de un príncipe semita enjaulado.
K.A.K.
II. En el Nuevo Testamento
Hay cuatro vocablos griegos que se traducen normalmente “cárcel” en °vrv2. Juan el Bautista fue encarcelado en un desmōtērion, ‘lugar de prisiones’. Se trataba de la fortaleza de Herodes en Maqueronte (Perea), al E del mar Muerto (Jos., Ant. 18. 119), donde los arqueólogos han descubierto dos calabozos, uno de los cuales aún muestra los vestigios de los grillos. fylakē, ‘lugar de vigilancia’, es el término que más general y frecuentemente se emplea. Sugiere la idea de un lugar donde se mantiene una vigilancia estrecha de los prisioneros. Los jefes de los sacerdotes encarcelaron a los apóstoles (Hch. 5.19) en lo que también se llama un tērēsis dēmosia, ‘lugar público de vigilancia’ (cf. Hch. 4.3).
Cuando Herodes encerró a Pedro en la cárcel, probablemente la fortaleza Antonia, donde fue puesto Pablo también más tarde (Hch. 21.34; 23.30), aquí denominada oikēma, ‘casa’, el apóstol fue custodiado continuamente por cuatro soldados, dos unidos a él por medio de cadenas, mientras dos vigilaban fuera de la puerta (Hch. 12.3–6). Parece ser que había otro guardia más allá, y luego la puerta de hierro exterior (Hch. 12.10). En Filipos Pablo fue entregado a la custodia del guardián de la cárcel municipal, en la que había un calabozo interior (quizá subterráneo), que tenía cepos (Hch. 16.24). Los cepos eran tablas en las cuales se practicaban varios agujeros que hacían que las piernas de los presos quedasen muy separadas, combinando así la crueldad con una mayor seguridad. En Cesarea Pablo fue guardado en la fortaleza de Herodes (Hch. 23.35), pero llegando a Roma se le permitió vivir en su propio alojamiento, aunque siempre encadenado a un soldado (Hch. 28.16, 30).
Bibliografía. R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985, pp. 205ss; C. Wau, “Cárcel”, °EBDM, t(t). II, cols. 135–136; S. de Ausejo, °db, cols. 279–280.
D.H.W.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico