BET-EL

Gen 28:19; 35:15


Bet-el (heb. Bêth-zKl, «casa [templo] de Dios»). 1. Aldea cananea originalmente llamada Luz.* El nombre Bet-el le fue dado por Jacob, quien allí­ tuvo su sueño de la escalera celestial (Gen 28:16-19). Estaba al oeste de Hai al sur de Silo (Gen 12:8; Jdg 21:19) y cerca de Micmas (1S. 13:2). Abrahán acampó 2 veces en Bet-el, donde construyó un altar (Gen 12:8; 13:3); cuando Jacob regresó de la casa de Labán, al llegar al lugar siguió el ejemplo de su abuelo (35:1-15). Cuando los israelitas, al mando de Josué, invadieron el paí­s, el pueblo de Bet-el ayudó al de Hai a resistirlos (Jos 8:9-17), pero ambas ciudades fueron conquistadas (12:9, 16). En la división del paí­s, Bet-el fue asignada a Benjamí­n, pero estaba en la frontera con Efraí­n (Jos 16:1, 2; 18:11, 13, 21, 22) y los efraimitas la consideraban de ellos (Jdg 1:22-26; 1Cr. 7:20, 28). Durante la guerra del Israel contra Gabaa, los israelitas buscaron el consejo de Dios y le ofrecieron sacrificios en Bet-el (Jdg 20:1, 18, 26, 27; 21:2-4, BJ). En estos versí­culos la RVR traduce Bet-el como «casa de Dios», de modo que los textos se pueden entender como que hablan del tabernáculo en Silo, donde estaba el arca en ese tiempo; pero 162 Bêth-zKl nunca se usa de este modo en la Biblia. Para «casa de Dios» se usan Bêth-Yahweh, Bêth- zElôhîm o Bêth-bayith. El vocablo Bêth-zKl siempre se refiere a la ciudad de ese nombre. Después que los filisteos destruyeron Silo, Bet-el fue uno de los lugares desde el cual Samuel juzgó a Israel y donde, tal vez, se ofrecí­an sacrificios (1S 7:16; 10:3). Cuando las 10 tribus se separaron de la casa de David, Jeroboam I estableció en Bet-el uno de los centros de adoración del becerro (1R. 12:29-33; 13:1-32; 2R. 10:29). El rey Abí­as de Judá ocupó temporariamente la ciudad (2Ch 13:19). 78. Calle de un barrio en Bet-el. Bet-el fue repetidamente denunciada por los profetas por sus pecados (Jer 48:13; Amo 3:14; 4:4; 5:5, 6), y Oseas la llama Bet-avén (Hos 4:4; 5:8; 10:5). Finalmente, Josí­as profanó su lugar sagrado, destruyó su altar y sobre él quemó los huesos de los sacerdotes idólatras que exhumaron de sus sepulturas (1Ki 13:1-3; 2R. 23:4, 15-20). Véase Bet-avén 2. Los descendientes de algunos de los habitantes de Bet-el regresaron de Babilonia con Zorobabel después del exilio (Ezr 2:28; Neh 7:32), y la ciudad fue reconocida como perteneciente a Benjamí­n (Neh 11:31). Jugó un papel importante en el perí­odo macabeo (1 Mac. 9:50), y en la guerra judeo-romana fue capturada por Vespasiano. Hoy es una aldea pequeña llamada Beitîn, a unos 17,5 km al norte de Jerusalén. Las excavaciones llevadas a cabo en 1927 y en 1934 por W. F. Albright y J. L. Kelso (más las de 1954, 1957 y 1960 por Kelso) muestran que el sitio fue habitado desde el 3er, milenio a.C. y que sufrió una severa destrucción en el s XIII a.C. También dan evidencia de la destrucción por los asirios y en la transición entre los dominios babilónico y persa. Fue reconstruida y existí­a como una pequeña población en tiempos de Esdras. Durante los perí­odos helení­stico, romano y bizantino, Bet-el fue una ciudad próspera (figs 50,78). Mapa VI, E-3. Bib.: FJ-GJ iv.9.9; J. L. Kelso, EAEHL I:190-193. 2. Montañas en la frontera de Efraí­n (Jos 16:1; cf 1R. 13:1, 2). Sobre una de sus cimas se construyó la ciudad de Bet-el. 3. Lugar en el territorio de Simeón (1Sa 30:27). Véanse Betuel 2; Betul.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

En el perí­odo preisraelita Bet-El fue un santuario cananeo (bet-†˜el = †œcasa del dios†), que tal vez incluso dio nombre a la divinidad allí­ venerada; en este último caso la fórmula †œYo soy el Dios Bet-El† (Gen 31:13) serí­a preferible traducirla †œYo soy el Dios de Bet-El.†
El lugar del asentamiento junto al recinto del santuario se llamaba Luz, sin duda por los almendros (luz), que poní­an su nota caracterí­stica en la campiña de Bet-El. En la Biblia se yuxtaponen Luz y Bet-El, como lo demuestra el trazado de la frontera tribal entre Efraí­m y Benjamí­n, que †œsalí­a de Betel-Luz† (Jos 16:2). Cierto que a veces a Luz también se la llama †œBet-El†; pero por lo general ese nombre indica el lugar de los sacrificios, que quedaba aproximadamente a un km al este del asentamiento. Sólo desde la supresión del santuario por el rey Yosí­as hay que entender por †œBet-El† la ciudad.
La ciudad — y con ella también el santuario — tuvo un papel importante en el perí­odo de los hicsos. En 1957 se excavaron los restos de una imponente muralla de circunvalación (Deu 3:38 m de espesor) perteneciente a los comienzos del perí­odo hicso en Canaán, y de finales de ese perí­odo los restos de una fortificación bien amurallada. Cabe suponer que Bet-El constituyó un importante punto de apoyo de los hicsos en Canaán.
Los israelitas conquistaron y destruyeron Bel-El al apoderarse del paí­s; pero más tarde se apropiaron de su venerable santuario transformándolo en lugar de culto a Yahveh; es decir, que el dios de Bet-El se identificó con Yahveh. Los documentos bí­blicos de la apropiación se remontan narrativamente a la época de los patriarcas, con la construcción de un altar en Bet-El por parte de Abraham (Gen 12:8) y la erección de una piedra por parte de Jacob (Gen 28:17-22). Verosí­milmente puede deducirse de la última narración que el centro del santuario era una massebá de piedra y que entre las ofrendas habituales del lugar estaba la ofrenda de aceite. En ese empleo del aceite se recogí­a la tradición del paí­s.
Probablemente en el perí­odo israelita fue Bet-El el centro de culto de la tribu de Benjamí­n. Pero en su conjunto debió de ser bien modesto, a juzgar por el escaso nivel de vida de Israel al tiempo de la conquista y de los jueces.
Tras la división de los reinos (932 a.C.), el primer rey del reino del norte, Israel, de nombre Yeroboam, hizo de Bet-El el santuario nacional erigiendo allí­ la imagen de un becerro; esta última forma de culto no enlazaba con una tradición de Bet-El. La medida supuso un vigoroso impulso para Bet-El (y para Luz), como lo certifican los hallazgos de las excavaciones.
Como después del 932 a.C. Jerusalén era la ciudad más septentrional del reino meridional de Judá, los reyes sureños intentaron ganar algo de la franja de territorio fronterizo con el norte. Bet-El quedaba a sólo 17 km de Jerusalén, por lo que entraba en la zona de lucha e incluso bajo el rey Abiyyá fue judaica por algún tiempo (914 a.C.); pero el rey Basa de Israel (910-897 a.C.) la devolví­a a la soberaní­a del reino norteño, en el que se mantuvo hasta el 725 a.C.
Los profetas Amos y Oseas, que actuaron bajo Yeroboam II (782-747 a.C.) en el reino del norte, alzaron sus voces contra las aberraciones de Bet-El, cuyo culto al parecer habí­a adoptado unas formas marcadamente cananeas, además del escándalo que suponí­a la imagen del becerro.
Tras la destrucción de Bet-El por los asirios (725 a.C.) y la dispersión del reino del norte, el santuario quedó abandonado por algún tiempo; pero pronto el rey asirio envió a un sacerdote yahvista, que habí­a sido deportado, para que restableciese el culto de Yahveh en Bet-El, que por entonces formaba parte de la provincia asirí­a de Samarí­a; se creí­a, en efecto, que las malas cosechas y otras catástrofes eran consecuencia del abandono del Dios del paí­s. Pero, naturalmente, en Bet-El no se mantuvo en exclusiva el culto yahvista, sino que como el soberano del paí­s era el gran rey asirio también las divinidades asirí­as tuvieron allí­ acogida y veneración. Con ello Bet-El se convirtió en una abominación para los profetas absolutamente fieles a Yahveh.
Un siglo más tarde (621 a.C.) el rey Yosí­as de Judá (641-609 a.C.) incluyó también en su reforma del culto el santuario de Bet-El: ocupó el recinto sagrado, destruyó el santuario e hizo profanar la región sembrando huesos, a fin de que el lugar de los sacrificios no volviera a utilizarse.
Desde entonces Bet-El fue una ciudad y no ya un santuario. Probablemente quedó incorporada a Judá, pues entre los regresados de Babilonia se contaban también gentes de Bet-El (cf. Esd 2:58), lo que supone que también de allí­ habí­a habido deportados.
En el topónimo árabe actual de Betus se ha conservado, aunque en forma truncada, el nombre de Bet-El.

Fuente: Diccionario de Geografía de la Biblia

(Casa de Dios). Ciudad de los cananeos, que la llamaban Luz. Luego fue israelita. Estaba situada a unos 17 km al N de Jerusalén, donde hoy está la comunidad de Beitin. Quedaba cerca de la ciudad de Hai. Entre ambas ciudades plantó Abraham su tienda y †œedificó allí­ un altar a Jehová, quien le habí­a aparecido† (Gen 12:7-8). El nombre de B. le fue puesto por Jacob, que tuvo allí­ su famoso sueño y revelación cuando huí­a de Esaú (Gen 28:10-22). Cuando la invasión a †¢Canaán, los israelitas al mando de Josué pelearon contra Hai y B. (Jos 8:17), pero fue en tiempos de los Jueces que se logró la conquista final de B., cuando †œla casa de José subió contra B.† y tomó la ciudad (Jue 1:22-25). El profeta Samuel †œtodos los años iba y daba vuelta a B.† junto con otras ciudades, gobernando al pueblo (1Sa 7:16).

Cuando la división del reino, †¢quedó en manos de Jeroboam I, que la convirtió en un lugar de culto, erigiendo un becerro y poniendo sacerdotes suyos, con el fin de evitar que el pueblo fuera a adorar a Jerusalén. También en †¢Dan puso otro centro de culto idolátrico. Asimismo, estableció fiestas que sustituyeran las que se celebraban en el †¢templo (1Re 12:29-33). Esto, como es natural, encontró la oposición de los profetas. Un varón de Dios predijo que el altar de B. se quebrarí­a, y se derramarí­an sus cenizas, lo cual sucedió (1Re 13:1-5). El profeta †¢Ahí­as mostró siempre su oposición a estos hechos de Jeroboam I (1Re 14:1-20). No habí­a buenas relaciones entre los habitantes de B. y los profetas, como puede verse por los incidentes de †¢Hiel de B., que reconstruyó Jericó (1Re 16:34) y los muchachos de B. que se burlaban de Eliseo (2Re 2:23-24). También por los peligros que corrió †¢Amós en B. (Amo 7:10-17).
rey †¢Abí­as conquistó B. de manos de Jeroboam I (2Cr 13:19), pero luego volvió a manos del Reino del Norte (Israel) en tiempos de †¢Baasa. Tras la caí­da de Samaria y el traslado allí­ de personas de otros paí­ses, fue enviado a B. un sacerdote de los exiliados en Asiria para que enseñara a los nuevos habitantes el culto a Jehová (2Re 17:27-28), hasta que vino el rey †¢Josí­as y destruyó †œel altar que estaba en B. y el lugar alto que habí­a hecho Jeroboam† (2Re 23:15). En la invasión caldea B. fue destruida. Aparecen doscientos veintitrés varones de B. y Hai retornando a Judea en tiempos de Esdras (Esd 2:28).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CIUD

ver, BET-AVEN, BETUEL

sit, a2, 340, 365

vet, «casa de Dios». (a) Ciudad de Palestina al oeste de Hai al sur de Silo (Gn. 12:8; Jue. 21:19) cerca de Micmas (1 S. 13:2). Al entrar en Palestina, y después, Abraham plantó su tienda cerca de Bet el (Gn. 13:3). Los cananeos la llamaban Luz; pero Jacob dio el nombre de Bet-el a un lugar muy próximo a Luz donde durmió sobre el suelo durante su huida de Esaú, y donde tuvo una visión de Dios. Erigió allí­ la piedra que le habí­a servido de cabezal, para marcar el lugar (Gn. 28:19 ss; 31:13). Eran dos lugares distintos (Jos. 16:2), pero el nombre de Bet-el llegó a suplantar el de Luz para designar a todo el conjunto. Al volver de Padán-aram Jacob fue a Bet-el y levantó un altar confirmando el nombre dado a este lugar (Gn. 35:1-15; Os. 12:5) Los habitantes de esta ciudad ayudaron a los de Hai durante el segundo ataque de Josué (Jos. 8:9, 12, 17) Más tarde Josué y los israelitas se apoderaron de Bet-el dando muerte a su rey (Jos. 12:9, 16) Esta población fue asignada a Benjamí­n y se hallaba en el limite norte de esta tribu, en la frontera con Efraí­n (Jos. 16:2; 18:13, 22). Los hombres de Efraí­n entraron y pasaron a cuchillo a todos sus habitantes cananeos, cuando se estaban instalando en los territorios recientemente conquistados (Jue. 1:22-25); al final, la ciudad quedó, de hecho, en poder de los efrainitas (1 Cr. 7:28). Cuando los israelitas se reunieron en Mizpa, cerca de Gabaa, para combatir contra Benjamí­n, sacaron el arca de Silo, a 29 Km. de distancia; de Mizpa fue después llevada a Bet-el, a unos 13 Km (Jue. 20:1, 27). Los hombres de Israel acudí­an allí­ para consultar a Jehová; erigieron allí­ un altar provisional, ofreciendo sacrificios sobre él (Jue. 20:18-26). Al final de la guerra, volvieron a Bet-el, presentándose ante Jehová, y construyeron un nuevo altar, o repararon el antiguo, y ofrecieron holocaustos (Jue. 21:2-4). Cuando ya no habí­a servicio sacerdotal en Silo, a causa de la pérdida y de la recuperación del arca, Bet-el fue uno de los lugares en el circuito que Samuel recorrí­a juzgando a Israel; allí­ se presentaban las ofrendas a Dios (1 S. 7:16; 10:3). Allí­ Jeroboam, cuando tuvo lugar el cisma nacional, puso uno de sus becerros (1 R. 12:29-33), para impedir que los israelitas fueran a Jerusalén a adorar. Se erigió un altar, y se ofrecieron sacrificios al í­dolo, pero fue condenado por un varón de Dios, y el altar fue quebrado (1 R. 12:29-33; 13:1-32; Am. 7:10, 13). Los profetas denunciaron el culto idolátrico, y a los que los practicaban (Jer. 48:13; Os. 10:15; Am. 3:14; 4:4; 5:5, 6). Fue entonces que fue llamado Bet-avén, o «casa de iniquidad, o de vanidad» (véase BET-AVEN, cp. Os. 4:15; 5:8; 10:5). Amós, a causa de su audaz predicación, estuvo en peligro en Bet-el (Am. 7:10-13). Josí­as destruyó sus altares y lugares altos; allí­ quemó, conforme a lo predicho por el profeta Abí­as, huesos sacados de los sepulcros de los sacerdotes paganos (2 R. 23:4, 15-20). Algunos habitantes de Bet-el retornaron del exilio babilónico con Zorobabel (Esd. 2:28; Neh. 7:32); esta ciudad volvió entonces a manos de los benjamitas (Neh. 11:31). Las ruinas de esta ciudad, llamada Beitin, se encuentran en la lí­nea de división de las vertientes de Palestina, a 18 Km. al norte de Jerusalén, en la cumbre de una colina que desciende hacia el sudeste, ocupando unas 80 Ha. Existen allí­ abundantes restos arqueológicos e históricos. (b) Ciudad en el territorio de Simeón (1 S. 30:27). Véase BETUEL.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Bet-el está situado en la frontera entre el territorio de Benjamí­n y Efraí­n, como a 10
Kms. al norte de Jerusalén, 19 Kms. al sur de Silo, un poco al oeste de Hai, y como a 850 ms. sobre el nivel del mar. Está en la cima del ascenso del valle del Jordán, y es representado ahora por Beitin, una aldea de unos 400 habitantes que está sobre una colina apenas al este del camino de Siquem. Hay cuatro fuentes de agua en donde en tiempos antiguos habí­a un gran estanque talado en la roca y situado un poco al sur del pueblo. El terreno alrededor es yermo. Los montes están marcados por una sucesión de terrazas rocosas. Estas fueron construidas como un esfuerzo para conservar la tierra, pero hace mucho tiempo se comprobó que era inefectivo. Su nombre original era Luz (Génesis 28:19; 35:6; 48:3; Josué 18:13;
Jueces 1:23), y vino a ser un centro de mucho interés en casi cada perí­odo de la historia bí­blica. Después de la división del reino vino a tener gran prominencia y esplendor como un lugar de adoración. Propuso sobrepasar a Jerusalén como un centro de sacrificio y adoración nacional, y establecer idolatrí­a impí­a. Los asirios la conquistaron junto con Samaria, en 722 a. de J.C. Fue fortificada durante el perí­odo macabeo, pero otra vez fue tomada por Vespasiano al acercarse a Jerusalén.
Este fue el lugar del primer o segundo altar de adoración en Palestina, Génesis 12:8.
Fue donde Abraham y Lot se separaron, Génesis 13.
Aquí­ tuvo Jacob la visión de la escalera, Génesis 28:10-22.
Jacob vuelve a visitar y Débora, la nodriza de Rebeca, muere, Génesis 35:1-15. Israel la conquistó, Jueces 2:1.
Samuel juzgó aquí­, 1 Samuel 7:16.
Jeroboam edificó aquí­ un becerro para que el pueblo lo adorara, 1 Reyes 12:25-33.
Jeroboam fue amonestado por un profeta que fue guiado a desobedecer por un profeta de Bet-el, y fue destruido, 1 Reyes 13.
Aquí­ habí­a una escuela de profetas, 2 Reyes 2:2, 3.
Eliseo maldice a unos muchachos y unos osos los matan, 2 Reyes 2:23, 24. La adoración a Jehová fue renovada aquí­, 2 Reyes 17:24-33.
Josí­as derrotó la adoración a í­dolos, 2 Reyes 23.
Frecuentemente era un tema de profecí­a, Jeremí­as 4:3-13; Amós. 3:14; 4:4; 5:5; 7:10-13; Zacarí­as 7:2.
Amós fue expulsado de allí­, Amós 7:12.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

Considerada por la mayoría de los entendidos como Tell Beitín, en la ruta donde se dividen las aguas, 19 km al N de Jerusalén. Aunque se han encontrado rastros de ocupación anterior, parecería que la ciudad de Bet-el se estableció a comienzos de la edad del bronce media. Durante dicho período, Abram acampó al E de Bet-el, donde edificó un altar a Yahvéh (Gn. 12.8). Después de su visita a Egipto volvió a este lugar (Gn. 13.3). Para Jacob, Bet-el fue el comienzo de su comprensión de Dios, que es para él “Dios de Bet-el” (Gn. 31.13; 35.7, “El-bet-el”). Como resultado de su visión de Yahvéh llamó al lugar “casa de Dios” (heb, bêṯ ˒ēl) y levantó una *columna (heb. maṣṣēḇâ, Gn. 28.11–22, °vrv2 “señal”). Fue llamado a Bet-el a su regreso de Harán, y edificó tanto un altar como una columna, reiterando el nombre que había dado antes (Gn. 35.1–15). El lugar posiblemente sea Burg Beitín, al SE de Tell Beitín, “al lado sur de Luz” (Jos. 18.13).

Las excavaciones han desenterrado algunos elementos pertenecientes a la edad del bronce primitiva, con (según afirman los excavadores) un lugar alto de roca con manchas de sangre. Esto parecería ser una interpretación improbable, y la afirmación de que un santuario de la edad del bronce media lo reemplazó también resulta dudosa. La ciudad correspondiente a la edad del bronce media era próspera, pero fue destruida alrededor del 1550 a.C., tras lo cual vinieron casas muy bien construidas pertenecientes a la edad del bronce tardía. Dichas casas fueron a su vez saqueadas, y las construcciones de la subsiguiente edad del hierro marcaron un cambio cultural completo, que el excavador ha relacionado con la conquista hebrea (Jos. 12.16; Jue. 1.22–26). Bet-el le fue asignada a las tribus de José que la capturaron, particularmente a Efraín (1 Cr. 7.28), y bordeaba el territorio de Benjamín (Jos. 18.13). Los israelitas pronto repoblaron la ciudad, dándole el nombre que le había dado Jacob al escenario de su visión en lugar de Luz (Jue. 1.23). Cuando fue necesario que Israel castigara a Benjamín, el pueblo buscó consejo sobre el modo de llevar a cabo el combate y adoraron en Bet-el “pues el arca … estaba allí” (Jue. 20.18–28; 21.1–4). En la época de Samuel era también un santuario, y él la visitaba anualmente (1 S. 7.16; 10.3). Los restos materiales de este período indican la existencia de una comunidad rudimentaria e insegura. El asentamiento de Bet-el fue destruido por fuego dos veces, posiblemente por obra de los filisteos.

Bajo la monarquía antigua la ciudad prosperó, convirtiéndose posteriormente en centro del culto rival de Jeroboam, condenado por un hombre de Dios perteneciente a Judá (1 R. 12.28–13.32). Abías de Judá la capturó (2 Cr. 13.19), y su hijo, Asa, puede haberla destruido (2 Cr. 14.8). Eliseo se encontró con un grupo de “hijos de los profetas” de Bet-el, pero también con un grupo de muchachos burladores (2 R. 2.3, 23). Amós condenó los ritos del santuario real israelita (Am. 4.4; 5.5–6; 7.13; cf. Os, 10.15), y Jeremías puso de manifiesto su futilidad (Jer. 48.13). El sacerdote enviado a instruir a los pobladores asirios en Samaria se estableció en Bet-el (2 R. 17.28), y el culto evidentemente continuó allí hasta que Josías aprovechó la debilidad asiria para invadir Israel y destruir sus santuarios. No se han desenterrado elementos pertenecientes al santuario de Jeroboam; es muy posible que haya estado fuera de la ciudad propiamente dicha, en el sitio de los altares patriarcales. En el ss. VI a.C. la ciudad fue destruida por fuego. Parte de los exiliados que regresaron se establecieron en Bet-el (Neh. 11.31), pero su culto estaba centrado en Jerusalén (Zac. 7.2–3). La ciudad creció durante el período helenístico hasta que fue fortificada por Báquides ca. del 160 a.C. (1 Mac. 9.50). Cuando Vespasiano la capturó en el 69 d.C., hubo un breve lapso antes de que fuera reedificada como ciudad romana. Siguió floreciendo hasta la conquista árabe. (* Bet-avén )

Bibliografía. W. F. Albright y J. L. Kelso, “The Excavation of Bethel (1934–60)”, AASOR 39, 1968; D. L. Newlands, “Sacrificial Blood at Bcthel?” PEQ 104, 1972, pp. 155. Respecto a su equiparación con la moderna Bireh, véase D. Livingston, WTJ 33, 1970, pp. 20–44; 34, 1971, pp. 39–50; criticado por A. F. Rainey, WTJ 33, 1971, pp. 175–188.

A.R.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico