ASTROLOGOS

ver, ADIVINACIí“N (1) En el libro de Daniel (Dn. 1:20; 2:2, 10, 27; 4:7; 5:7, 11, 15) la palabra hebrea es «ashshaph», que significa «mago, encantador», uno que practicaba las artes ocultas. Esta palabra no aparece en ningún otro pasaje. (2) «Habar shamaim», uno que contemplaba o dividí­a los cielos, un astrólogo, que profesaba predecir los eventos futuros por la posición de los planetas (Is. 47:13). Babilonia estaba fatigada de sus muchos consejeros, que indudablemente diferí­an con frecuencia entre sí­. Pero no tení­a más adónde ir, por lo que se volví­a a todas estas prácticas ocultas. (Ver ADIVINACIí“N).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

La palabra ga·zerí­n solo aparece en la porción del libro de Daniel escrita en arameo (Da 2:4b–7:28), y viene de una raí­z que significa †œrecortar†, por lo que se cree que el término hace referencia a aquellos que dividen los cielos en configuraciones. (Da 2:34.) Algunas traducciones españolas (BAS, NC, NBE, Val) traducen la palabra aramea original por †œadivinos†. (Da 2:27; 4:7 [vs. 4, NC; NBE]; 5:7, 11 [vss. 7, 12, NBE].) †œAquellos que, según la posición de las estrellas a la hora del nacimiento y por medio de diversos cálculos y adivinaciones […], determinaban el destino de las personas†, eran la base de este culto a los astros. (Gesenius†™s Hebrew and Chaldee Lexicon, traducción al inglés de S. P. Tregelles, 1901, págs. 166, 167.) La astrologí­a es básicamente politeí­sta. Se originó en el valle de la Baja Mesopotamia probablemente después del Diluvio, cuando los hombres se apartaron de la adoración pura de Jehová. Con el tiempo, el nombre caldeo llegó a ser en realidad sinónimo de †œastrólogo†.
En esta pseudociencia de la astrologí­a se creí­a que sobre cada sección de los cielos regí­a un dios diferente. Se afirmaba que todos los movimientos y fenómenos celestes, como la salida y la puesta del Sol, los equinoccios y los solsticios, las fases de la Luna, los eclipses y los meteoros, eran obra de estos dioses. Por lo tanto, con regularidad se tomaba nota de estos movimientos cósmicos, se dibujaban mapas detallados y tablas de ellos, que se usaban para hacer predicciones. Existí­a la creencia de que todos los asuntos, tanto públicos como privados, los controlaban estos dioses de los cielos. Como consecuencia, no se tomaban decisiones polí­ticas ni militares hasta que los astrólogos leí­an e interpretaban los agüeros y daban su consejo. De esta manera la clase sacerdotal llegó a tener un enorme poder e influencia en la vida de la gente. Alegaban poseer un poder y una perspicacia sobrenaturales, así­ como gran sabidurí­a. Los babilonios no erigí­an ningún templo importante que no estuviese equipado con un observatorio celeste.
En el siglo VIII a. E.C., al predecir la destrucción de Babilonia, el profeta Isaí­as desafió a los consejeros astrólogos a que salvaran su ciudad de la condenación. Dijo con referencia a Babilonia: †œTe has fatigado con la multitud de tus consejeros. Que se pongan de pie, ahora, y te salven, los adoradores de los cielos, los contempladores de las estrellas, los que divulgan conocimiento en las lunas nuevas respecto a las cosas que vendrán sobre ti†. (Isa 47:13.)
En el transcurso de la historia, Daniel y sus tres compañeros llegaron a estar cautivos en esa tierra de astrólogos. Puestos a prueba †œen lo que respecta a todo asunto de sabidurí­a y entendimiento†, el rey babilonio se dio cuenta de que estos hebreos eran †œdiez veces mejores que todos los sacerdotes practicantes de magia y los sortí­legos que habí­a en toda su región real†. (Da 1:20.) Después, a Daniel se le llamó el †œjefe de los sacerdotes practicantes de magia† (Da 4:9), pero es importante señalar que nunca abandonó la adoración de Jehová para convertirse en un observador de las estrellas, uno que †˜dividí­a los cielos†™. Por ejemplo, Nabucodonosor se enfureció tanto cuando los astrólogos y los demás †œsabios† no lograron revelarle su sueño que exclamó: †œDesmembrados es lo que serán, y en excusados públicos serán convertidas sus propias casas†. (Da 2:5.) Esta orden tan radical afectaba a Daniel y sus compañeros, pero antes de que la ejecución se llevara a cabo, se condujo a Daniel ante el rey, a quien dijo: †œExiste un Dios en los cielos que es un Revelador de secretos†, pero †œen cuanto a mí­, no por ninguna sabidurí­a que exista en mí­ más que en cualesquiera otros que estén vivos me es revelado este secreto†. (Da 2:28, 30.)

¿Quiénes fueron los astrólogos que visitaron a Jesús cuando aún era un niño?
Unos astrólogos (gr. má·goi, †œmagos†, Val, BJ, LT, RH [†œLos Magos no eran reyes, sino adivinos y sacerdotes de una religión pagana†, nota]) llevaron dones a Jesús cuando aún era un niñito. (Mt 2:1-16.) La obra The Imperial Bible-Dictionary (edición de P. Fairbairn, Londres, 1874, vol. 2, pág. 139) comenta lo siguiente en cuanto a quiénes eran estos má·goi: †œSegún Heródoto, los magos eran una tribu meda [I, 101] que alegaba interpretar los sueños y a la que se habí­an encargado oficialmente los ritos sagrados […]; eran, en suma, la clase docta y sacerdotal, y tení­an, según se suponí­a, la capacidad de sacar de los libros y de la observación de las estrellas una perspicacia sobrenatural en cuanto a los acontecimientos venideros. […] Las investigaciones posteriores propenden a hacer de Babilonia, más bien que de Media y Persia, el verdadero centro de la magia. †˜Originalmente, los sacerdotes medos no se llamaban magos […]. Sin embargo, los caldeos les dieron el nombre de magos debido a su casta sacerdotal, y es así­ como hemos de explicar el que Heródoto dijera que los magos eran una tribu meda†™ (J. C. Müller, Enciclopedia Herzog)†.
Con razón entendieron Justino Mártir, Orí­genes y Tertuliano al leer Mateo 2:1 que má·goi significaba †œastrólogos†. Tertuliano escribió: †œConocemos la afinidad que habí­a entre la magia y la astrologí­a. Los que interpretaban las estrellas fueron, por consiguiente, los primeros […] en presentarle †˜dones†™ [a Jesús]†. (†œSobre la idolatrí­a†, cap. IX [The Ante-Nicene Fathers, 1957, vol. 3, pág. 65].) En Oriente los †œmagos† por lo general eran personas admiradas †œpor sus dotes adivinatorias y astrológicas†. (Nueva Enciclopedia Larousse, 1981, vol 6, pág. 6.080.)
Por lo tanto, según todos los indicios, los má·goi que visitaron a Jesús eran astrólogos. La Biblia Nácar Colunga emplea la palabra †œmagos† con la siguiente nota aclaratoria: †œSe distinguí­an por su afición al estudio de la astronomí­a, o mejor, astrologí­a, que era una ciencia adivinatoria basada en el principio de que la vida de los hombres se desarrolla bajo la influencia de los astros†. En consecuencia, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras emplea la palabra †œastrólogos† en Mateo 2:1.
No se revela cuántos astrólogos †œde las partes orientales† le llevaron †œoro, olí­bano y mirra† a Jesús, pero no existe ninguna base para aceptar el concepto tradicional de que eran tres. (Mt 2:1, 11.) Como astrólogos, eran siervos de dioses falsos, y fueron conducidos, consciente o inconscientemente, por lo que a ellos les pareció una †œestrella† que se moví­a. Alertaron a Herodes de que habí­a nacido el †œrey de los judí­os†, y Herodes por su parte trató de matar a Jesús. Sin embargo, el complot fracasó. Jehová intervino y probó que El era superior a los dioses demoniacos de los astrólogos. De manera que estos se dirigieron a su tierra por otro camino, en lugar de volver a Herodes, después de que †œen un sueño se les dio advertencia divina†. (Mt 2:2, 12.)

La adivinación por medio del hí­gado y la astrologí­a. Parece que la práctica de †˜mirar en el hí­gado†™ fue un aspecto especial de la astrologí­a. (Eze 21:21.) En una escuela religiosa de Babilonia se encontró una reproducción en arcilla de un hí­gado que data del tiempo de Hammurabi. Un lado estaba dividido en zonas, que representaban el †œdí­a† y la †œnoche†. En el borde habí­a señaladas dieciséis secciones, y el nombre de cada una correspondí­a con el de la deidad que, según ellos, regí­a la división celeste que esta representaba. Como en este tipo de adivinación se dividí­an los cielos de una manera puramente imaginaria, se dividí­a de manera similar el hí­gado de sus ví­ctimas sacrificatorias. Cuando ofrecí­an estos sacrificios, miraban el hí­gado, al que consideraban un reflejo en miniatura de los cielos, con el fin de vislumbrar qué agüeros les revelaban los dioses. (Véase ADIVINACIí“N.)

Mólek y la astrologí­a en Israel. Hoy es posible demostrar que la astrologí­a estaba muy ligada al culto a Mólek, un dios al que a veces se representaba con la cabeza de un toro. Los babilonios, los cananeos, los egipcios y otros pueblos le rindieron culto al toro en representación de deidades como Marduk, Mólek y Baal. Además, el toro fue uno de los signos más importantes del zodiaco: Tauro. Era frecuente que al dios-sol se le encarnase en la figura de un toro: sus cuernos representaban los rayos solares, y su vitalidad procreadora, la facultad †œvivificante† del Sol. Por otra parte, la vaca recibí­a la misma honra como sí­mbolo de Istar o Astarté. Por consiguiente, cuando Aarón y, más tarde, Jeroboán, introdujeron en Israel el culto al toro (o al becerro), a los ojos de Jehová fue un pecado muy grave. (Ex 32:4, 8; Dt 9:16; 1Re 12:28-30; 2Re 10:29.)
Al reino apóstata de diez tribus de Israel se le censuró por adoptar este culto astrológico, pues por esa causa †œsiguieron dejando todos los mandamientos de Jehová su Dios, y procedieron a hacerse estatuas fundidas, dos becerros, y a hacer un poste sagrado, y empezaron a inclinarse ante todo el ejército de los cielos y a servir a Baal; y continuaron haciendo pasar a sus hijos y a sus hijas por el fuego y practicando la adivinación y buscando agüeros†. (2Re 17:16, 17.)
En el reino meridional de dos tribus, fue notoria la entrega del inicuo rey Acaz y de su nieto, Manasés, al culto a las deidades estelares, así­ como a la diabólica práctica de sacrificar a sus hijos en el fuego. (2Re 16:3, 4; 21:3, 6; 2Cr 28:3, 4; 33:3, 6.) Sin embargo, Josí­as, un rey que actuó bien, †œdejó sin negocio a los sacerdotes de dioses extranjeros […] que hací­an humo de sacrificio a Baal, al sol y a la luna y a las constelaciones del zodí­aco y a todo el ejército de los cielos†, y destruyó los lugares altos †œe hizo inservible para adoración a Tófet […], para que nadie hiciera pasar a su hijo o a su hija por el fuego a Mólek†. (2Re 23:5, 10, 24.) Por medio de los profetas Sofoní­as y Jeremí­as, Jehová condenó la práctica de la astrologí­a de aquel pueblo, como †˜el inclinarse en los techos ante el ejército de los cielos y hacer firmes juramentos por Malcam (Mólek)†™. (Sof 1:5; Jer 8:1, 2; 19:13.)
Una prueba más de la relación entre el culto a Mólek, al becerro y a los astros se halla en el comentario de Esteban sobre la rebelión de los israelitas en el desierto. Cuando ellos le insistieron a Aarón: †œHaznos dioses que vayan delante de nosotros†, Jehová †œlos entregó a que rindieran servicio sagrado al ejército del cielo, así­ como está escrito en el libro de los profetas: †˜No fue a mí­ a quien ustedes ofrecieron ví­ctimas y sacrificios […], fue la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán lo que ustedes tomaron†™†. (Hch 7:40-43.)

Dios condena la astrologí­a. Una gran verdad, declarada con sencillez, es: †œEn el principio Dios creó los cielos y la tierra†, lo que incluye los planetas de nuestro sistema solar y las estrellas organizadas en constelaciones. (Gé 1:1, 16; Job 9:7-10; Am 5:8.) Sin embargo, a pesar de la magnificencia de la creación, no era la voluntad de Dios que el hombre convirtiera en dioses estas cosas creadas. Por lo tanto, prohibió estrictamente a su pueblo que adorara a †œforma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba†. (Ex 20:3, 4.) Toda práctica de astrologí­a estaba terminantemente prohibida. (Dt 18:10-12.)

Fuente: Diccionario de la Biblia