ARAM, ARAMEOS

El hogar propiamente dicho de los arameos fue la llanura que se extiende desde las montañas del Lí­bano hasta el Eufrates y desde los montes Tauros hasta Damacso. Amós afirma que vinieron de Kir, lo cual podrí­a ser la designación de la llanura entre el rí­o Tigris y los altiplanos de Elam. Cuando Tiglat-pileser capturó Damasco, deportó su población a Kir (2 R. 16:9).
En la tabla de las naciones bí­blicas (Gn. 10), Aram es nombrado como hijo de Sem (Gn. 10:22, 23). Sus descendientes fueron Uz, Hul, Geter y Mas. Estos pueden ser identificados como tribus arameas que se radicaron al norte y al este de Canaán. El término Aram está frecuentemente unido a nombres de otros lugares para indicar relaciones raciales o geográficas. Estos incluyen: (1) Aram Naharaim, lit. †œAram de los dos rí­os†, algunas veces traducido Mesopotamia. Los dos rí­os pueden ser el Tigris y el Eufrates o, más probablemente, el Eufrates y el Khabur. La ciudad de Harán (Harrán) estaba ubicada allí­, así­ como Edessa, el centro de la cultura cristiana en Siria. (2) Paddan Aram, lit. †œlos campos de Aram† parece ser otro nombre para Aram Naharaim, la región asociada con Labán y los patriarcas bí­blicos. (3) Aram Damascus, el reino arameo de Damasco (2 S. 8:5) que era el rival del reino de Israel durante gran parte de su historia. Estos son los arameos que los israelitas conocieron mejor. (4) Aram Zoba, el estado arameo más poderoso durante los dí­as de la monarquí­a unida. Estaba ubicado al norte de Damasco y se extendí­a hasta el Eufrates. Saúl peleó contra los hombres de Zoba, y David dominó a Hadadezer, su rey (2 S. 8:5). (5) Aram Beht Rehob (2 S. 10:6). Su ubicación es incierta, pero puede ser idéntica con Beth Rehob cerca de Dan (Jue. 18:28). (6) Aram Maachah, una ciudad estado aramea del este del Jordán en la vecindad del monte Hermón (1 Cr. 19:6). (7) Gesur in Aram era un pequeño estado arameo cerca de Aram Maachan (2 S. 15:8). Ambos fueron unidades polí­ticas durante el tiempo de David. Absalón fue el hijo de David y de Maacah, la hija de Talmai, rey de Gesur (2 S. 3:3).
Una localidad llamada A-ra-em se menciona ya para el tiempo del rey acadio Naram-Sin durante el tercer milenio a. de J.C. Su relación con los arameos, sin embargo, es altamente problemática. Como los términes bí­blicos Rama y Ramat, la palabra Aram significa †œaltura† y, sin duda, tení­a además un amplio uso como término puramente geográfico sin referencia a los arameos étnicos. Algunos grupos nómadas conocidos como Sutu y Akhlame son identificados a menudo con los arameos, pero su relación exacta aún no puede ser determinada positivamente. Se sabe que los arameos se habí­an infiltrado en la Mesopotamia y en Siria, estableciendo un número de ciudadesestados para el 1100 a. de J.C. época cuando se tiene la primera referencia cierta fuera de la Biblia. Las inscripciones cuneiformes de Tiglat-pileser I mencionan los arama como un pueblo.
En los registros bí­blicos, Labán, el suegro de Jacob, es llamado un arameo (Gn. 28:5). El vivió en Aram Naharaim (Gn. 24:10) y hablaba el arameo (Gn. 31:47). Parece que los patriarcas hablaban arameo mientras residieron en elárea de Harán, y aquellos que entraron en Canaán adoptaron el idioma del paí­s, el cual se conoce actualmente como hebreo. El hecho que Rebeca, Lea y Raquel tengan raí­ces arameas se refleja en la confesión de Deuteronomio 6:5: †œUn arameo a punto de perecer fue mi padre.† Los israelitas reconocieron su parentesco con los arameos, aunque los dos pueblos fueron más tarde amargos rivales.
Durante el tiempo de los jueces, un opresor de Aram Naharaim invadó la tierra de lsrael controlándola durante 8 años (Jue. 3:8–10). Cushan-Rishathaim pudo haber sido uno de los prí­ncipes heteos radicados en Mesopotamia que ocuparon el territoria israelita mientras peleaban contra Egipto. También es possible que Aram sea una lectura equivocada del nombre Edom, el cual estaba geográficamente más cerca de Israel. En efecto, todos los demás opresores fueron de tierras adyacentes a los territories tribales israelitas.
Los arameos son mencionados ligeramente durante los dí­as de David cuando Hadad-ezer, rey del estado arameo de Zoba tuvo la asistencia de otros arameos que †œestaban al otro lado del Eufrates† en su batalla contra Israel. Los 700 carros arameos y los 40.000 hombres fueron insuficientes contra el ataque de David. Haded-ezer perdió sus aliados y la asistencia aramea ante los amonitas en su batalla contra Israel (2 S. 10:16–19).
Se dispone de poca informationón de fuentes bí­blicas o extrabí­blicas concerniente al conflicto entre Salomón y los arameos de Damasco. Un hombre llamado Rezon tomó control de Damasco y empezó una polí­tica de hostolidad hacia Israel, la que fue continuada por los gobernantes posteriores de la dynastí­a que él estableció.
La división del reino de Israel después de la muerte de Salomón dio una oportunidad a los armeos de afirmar su superioridad, aprovechándose de la debilidad y disputas entre Israel y Judá. Cuando Baasa de Israel empezó la fortificación de Rama, ubicada a 8 kms. al norte de Jerusalén, Asa de Judá se apresuró a completar una alianza con Benhadad de Damasco. El rey arameo recibió botí­n tanto del templo de Jerusalén como del palacio real para asegurar su cooperación. Por ese trato atacó el norte de Israel, un hecho que resultó en el alivio inmediato de Judá. Baasa se retiró a su capital en Tirsa y abandonó el proyecto de fortificar Rama. Anteriormente los eruditos pensaban que el Benhaded contemporáneo de Acab y Elí­as era el Ben-haded que hizo una alianza con Asa. Desde el descubrimiento de la Estela de *Melcarth W. F. Albright y otros eruditos sugieren que son el mismo individuo.
No se cuenta con registro de batallas entre Ben-haded y Omri de Israel. Omri fue un monarca fuerte que buscó hacer de Israel una potencia mundial. La piedra *Moabita dice cómo forzó a Moab a pager un fuerte tributo. Al casar a su hijo Acab con Jezabel, hiji de Ethbaal rey de los sidonios, Omri entró en alianza con los fenicios. También edificó una nueva capital en Sique, un sitio más fácilmente defendido que Tirsa. El poder creciente de Asiria, probablemente, también actuó como preventivo a la agresión de Ben-haded contra Israel.
En los dí­as de Acab, sin embargo, se reanudaron las hostilidades entre Damasco a Israel. Acab prestó atención a la contrucción de fortificaciones y a cultivar alianzas. Su matrimonio con una princesa fenicia y su dedicación al culto a Baal tuvieron la intención, en parte a lo menos, de asegurarse de poderosos aliados. Ben-haded, quien teniá sus propias ambiciones, reunió una poderosa coalición y atacó a Israel. Acab derrotó a los arameos y Benhaded milagrosamente escapó con vida.
Al año siguiente, los arameos estaban listos otra vez a desafiar el poder de Acab, pero sufrierin una apabullante derrota en Afec donde descubrieron que el Dios de Israel no era meramente un †œdios de las montañas†. Acab le concedió la vida a Ben-haded y, aparte de insistir en que las ciudades israelitas tomadas anteriormente por los arameos fueran restauradas y los derechos comerciales para los mercaderes israelitas en Damasco asegurados, los arameos no fueron castigados (1 R. 20:26-35). Acab era consciente de la creciente amenaza asiria a todos los estados occidentals del Asia y pudo haber pensado en que una polí­tica de amistad con los arameos al final serí­a muy provechosa.
Un año más tarde, los arameos, los israelitas y sus vecinos se juntaron para resistir al rey asirio Salmanasar lll en Karkar (855 a. de J.C. ). Salmanasar se habí­a movilizado virtualmente sin ninguna oposición a través del Asia occidental hasta alcanzar Cabor, la fortaleza que guardaba la entrada a Hamat y la baja Siria. La inscripción monolí­tica de Salmanasar relata la batalla que fue interpretada como una gran victoria asiria. El hecho de que Salmanasar no haya insistido en ir hacia Hamat o continuado su alegada Victoria indica que se dio cuenta de que una táctica de retirada era la manera más segura en esta emergencia.
En los años de tregua que siguieron a Karkar, los israelitas y los arameos reanudaron las hostilidades. Ben-hadad habí­a fallado en restaurar las ciudades israelitas de la Transjordania y Acab buscó la ayuda de Josafat de Judá para atacar a los arameos. En el campo de batalla de Ramot-galaad, Acab murió.
El dominio arameo de Israel tuvo lugar durante el reinado de Hazael, quien asesinó a Ben-hadad y usurpó el trono de Damasco. Joram de Israel tomó ventaja de la situación de Damasco para sitiar a Ramot-galaad. Sin embargo, él fue herido en la batalla, y huyó a Jezreel donde fue asesinado por Jehú, quien asumió el trono de Israel y terminó con la dinastí­a de Omri.
Cuando los asirios marcharon de nuevo hacia el oeste, Hazael de Damasco no fue capaz de formar una coalición como Ben-hadad la habí­a organizado. Los estados pequeños pagaron tributo a salmanasar en la esperanza de que no serí­an molestados. El *obelisco negro de Salmanasar describe, entre otros, a Jehú de Israel pagando su tributo. Sin embargo, Salmanasar no pudo dominar a Hazael y cuando los asirios se ocuparon con problemas en otros frentes, Hazael se lanzó contra Israel dominando la totalidad de Galaad y Baahan. Después de la muerte de Jehú, Hazael continuó sus ataques hasta que Joacoz, su hijo, fue dominado. Israel llegó a ser un estado vasallo y sirvió de ejemplo a otros que no querí­an cooperar con Hazael. Los arameos invadieron el paí­s filisteo, ocuparon a Gat, y Hazael se abstuvo de atacar a Jerusalén sólo al serle entregado el tesoro del templo (2 R. 12:17, 18). Amós pronunció juicio contra Hazael porque †œtrillaron a Galaad con trillos de hierro† (Am. 1:3, 4).
El hijo de Hazael, quien tomó el nombre dinástico de Ben-haded, carecí­a de la fortaleza de su padre y fue debilitado por los renovados ataques de Asiria. Joás de Judá, por otro lado, era un gobernante fuerte que recuperó el territorio que Israel habí­a cedido anteriormente a Demasco (2 R. 14:28).
La estela de Zakir, rey de Hamath, cuenta cómo †œBen-hadad, hijo de Hazael, rey de Aram†, encabezó la alianza de reyes contra †œZakir, rey de Hamath y Lu†™ash†. Ben-hadad parece que estaba preocupado por el desequilibrio del poder que resultó por la unió de los estados de Hamath y Lu†™ash. Zakir probablemente no estuvo de acuerdo en continuar la polí­tica antiasiria de los arameos de Demasco. Su victoria sobre la coalición encabezada por Ben-hadad fue otra evidencia de la declinación del poder de Damasco.
Bajo Jeroboam (II), el hijo de Joás, Israel continuó reconquistando territorio de los arameos. En 2 Reyes 14:28 se afirma que Damasco mismo fue incorporado a Israel. La frontera norte de Israel bajo Jeroboam alcanzó †œlas cercaní­as de Hamath† o Labwe.
El poder arameo resurge brevemente durante el reinado de Rezí­n (750–732 a. de J.C. ). El control israelita fue eliminado, pero los anales de Tiglat-pileser III colocan a †œRasunnu de Aram† entre aquellos que pagaron tributo a los asirios. Rezí­n de Damasco y Peka de Israel resolvieron sus diferencias a fin de oponer resistencia unida a nuevos avances asirios. Cuando Acaz de Judá rehusó la alianza, Peka y Rezí­n invadieron a Judá y sitiaron a Jerusalén (2 R. 16:5; Is. 7:1–9). En su apuro, Acaz envió tributo y pidió la ayuda de Tiglat-pileser (2 R. 16:7, 8). El sitio fue levantado, pero la disposición de Acaz para cooperar con los asirios tuvo trágicas consecuencias.
Tiglat-pileser conquistó el norte de Israel, capturando ciudades y deportando a su población. Posteriormente se lanzó contra Damasco la que cayó bajo su dominio en 732 a. de J.C. Los anales de Tiglat-pileser afirman que 591 ciudades de los †œdieciséis distritos de Aram† fueron destruidas. El reino arameo de Damasco, el último de los grandes estados arameos, perdió su independencia. Aunque la lengua y cultura arameas persistirí­an por siglos, para nunca ser olvidadas, el poder polí­tico arameo se perdió para siempre.
BIBLIOGRAFIA: R. A. Bowman, †œArameans, Aramaic and the Bible†, JNES VII, 1948, págs. 65–90. R. T. O†™Callaghan, Aram Naharaim, Pontifical Biblical Institute, Rome, 1948. A. Dupont-Sommer, Les Arameens, A. Maisonneuve, Paris, 1949.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

I. Ancestral y personal

a. Hijo de Sem, registrado así juntamente con Elam, Asur (Asiria), y otros en Gn. 10.22–23 y 1 Cr. 1.17, que tiene otros cuatro agrupados con él. Sobre esta asociación de Aram con las partes del E y NE del antiguo oriente, véase sección II.a, inf.

b. Nombre individual de algunas personas y jefes de clanes posteriores en la época patriarcal y después, así: Aram, nieto de Nacor, hermano de Abraham (Gn. 22.21); una “aramea” fue madre de Maquir por Manasés (1 Cr. 7.14, °bla ); otro Aram se menciona como descendiente de Aser (1 Cr. 7.34).

En las genealogías de Mt. 1.3–4 y Lc. 3.33 Aram es simplemente la forma gr. equivocada de Ram (rsv), nombre enteramente diferente.

II. Pueblos, territorios y lengua

a. Orígenes

A Aram y a los arameos se les dice generalmente “Siria” y “sirios”, respectivamente, en el AT, apelativos desconcertantes cuando se aplican al período anterior a ca. 1000 a.C. Desde el 3° milenio a.C. se sabe por fuentes cuneiformes que pueblos occidentales seminómades de habla semita se venían infiltrando constantemente en Siria y Mesopotamia a lo largo de casi toda la frontera del desierto arábigo. En Mesopotamia, bajo los reyes de Acad y de la 3ª dinastía de Ur (ca. 2400–2000 a.C.), estos “occidentales” (MAR.TU en sumerio, Amurro en babilonio) finalmente penetraron a través del Tigris las tierras esteparias más hacia el E, alcanzando los montes iranios. Hay indicios de que se establecieron bien allí. (Para un buen análisis de esto véase J.-R. Kupper, Les Nomades en Mésopotumie au Temps des Rois de Mari, 1957, pp. 147s, 166, 177s, 196.) Pero estas regiones en el NE no eran territorios vacíos. En las estepas y en los montes más allá vivían los hurritas, y seguramente las dos poblaciones se mezclaron. Estos hechos proporcionan un fondo ilustrativo para los orígenes de los arameos de las fuentes bíblicas y externas.

En este mismo período se menciona un asentamiento denominado Aram(e.i) en la región E del Tigris, al N de Elam y al ENE de Asiria. Si este hecho se liga con la presencia de pobladores occidentales de habla semita allí, estos podrían justificadamente considerarse como protoarameos. Kupper rechaza esta interpretación, pero aparentemente ha descuidado la importancia de algunos pasajes del AT aquí. Esta asociación de los primitivos “arameos” con el E y el NE es evidente en Gn. 10.22–23, donde Aram, Elam, y Asur (Asiria) aparecen juntos, lo cual es indicación de una fecha muy temprana. Am. 9.7 continúa esta tradición en épocas posteriores: Dios sacó a Israel de Egipto (S), a los Filisteos de Caftor (O), y a los arameos de Kir (NE). Kir aparece una sola vez más (Is. 22.6)—representando a Asiria—juntamente con Elam, de modo que Amós coincide con Gn. 10 y con la presencia, comprobable, de los protoarameos en el NE. Basándose en las pruebas cuneiformes (pero sin usar los pasajes bíblicos esgrimidos aquí), estos arameos primitivos fueron aceptados por A. Dupont-Sommer, VT Supp., t(t). I, 1953, pp. 40–49; por S. Moscati, The Semites in Ancient History, 1959, pp. 66–67, y en obras anteriores; y por M. McNamara, Verbum Domini 35, 1957, pp. 129–142; pero rechazados (p. ej.) por I. J. Gelb, JCS 15, 1961, pp. 28, n. 5; D. O. Edzard, Die zweite Zwischenzeit Babyloniens, 1957, pp. 43, n. 188.

Aramu está comprobado como nombre de persona en la 3º dinastía de Ur (ca. 2000 a.C.) y en Mari (s. XVIII a.C.); en Alalak en el N de Siria en esta época, aproximadamente, aparece la forma Arammú; para la doble “m” cf. el heb. ˒erammı̂, ‘arameo’. Esto se corresponde con Aram como nombre de persona en el AT alrededor de esa época. Es posible que el nombre Aram hasta sea hurrita; en Alalak y en Nuzi aparece una serie de nombres de tipo hurrita compuestos con Aram-o Arim- como parte inicial (Kupper, Nomades, pp. 113). Es posible que “Aram” haya sido el nombre de un grupo tribal que primero cruzó el Tigris y entró en territorio hurrita, y es posible que su nombre haya sido aplicado por los hurritas a todos esos grupos occidentales de habla semita que se infiltraron o asentaron allí (cf. El uso sumerio y bab. de los términos MAR.TU y Amarru, sup.), y por ello su uso en nombres de lugares; o puede también haber sido un epíteto hurrita, lo cual explicaría mejor su uso en nombres de personas. A medida que los hurritas se extendieron por la Mesopotamia superior y llegaron a Siria ya para el comienzo del 2º milenio, quizá usaron este término para los muchos pobladores semíticos occidentales en dichas regiones, conocidos por fuentes cuneiformes no hurritas (p. ej. Mari): los haneos, suteos, y otros; pero esto sigue siendo enteramente incierto.

b. Historia primitiva, ss. XIX-XII a.C.

Después de abandonar Ur, los patriarcas hebreos se asentaron primeramente en esta región mesopotámica superior, en Harán (Gn. 11.28–32), en “Aram-naharaim” (véase inf.). Una parte de la familia se quedó allí (Nacor, Betuel, y Labán) como “arameos” (e. d. adoptando el nombre del lugar donde vivían), mientras que la otra (Abraham) siguió hacia Canaán. Pero las esposas tanto de Isaac como de Jacob procedían de la rama aramea de la familia (Gn. 24.28ss), justificando plenamente la confesión israelita posterior de que descendían de “un arameo a punto de perecer” (Jacob) en Dt. 26.5. El habla de las familias de Jacob y de Labán ya mostraba diferencias dialectales (“cananeo” y “arameo”), véase Gn. 31.47; nótese la forma primitiva de esta frase aramea, que emplea el genitivo directo y no la circunlocución con dı̂.

Aram-naharaim (“Aram de los dos ríos”) o Padan-aram era básicamente la zona dentro de la gran curva del río Éufrates más allá de Carquemis que la limitaba en el O, con el río Habur como límite en el E. En esta región surgió el reino hurrita de Mitanni (ss. XVI-XIV a.C.). En las cartas de *Amarna (ca. 1360 a.C.) se la llama Naḫrima con el número dual cananeo en “m” (como el heb.), mientras que en los textos egp. de ca. 1520–1170 a.C. aparece la forma Nhrn, exhibiendo claramente un dual en “n” de tipo arameo, no asimilado al cananeo como en las cartas de Amarna. La forma del egp. es evidencia clara—derivada directamente del contacto militar egipcio con Aram-naharaim—de las formas dialectales arameas existentes allí a partir del ss. XVI a.C. Las formas Naḫrima/Nhrn se mencionan brevemente en Gelb, Hurrians and Subarians, 1944, pp. 74 y n. 208. Indicios adicionales de formas (proto)arameas a comienzos del 2º milenio en esta región se encuentran en Albright, AfO 6, 1930–1, pp. 218, n. 4.

De Ugarit (ss. XIV-XIII a.C.) provienen los nombres propios Armeya y B(e)n-Arm(e)y(a), y un solar llamado “campos de arameos” (Kupper, Nomades, pp. 114), que continúan la historia. Una mención egipcia de Aram aparece bajo Amenofis III (ca. 1370 a.C.), cf. E. Edel, Die Ortsnamenlisten aus dem Totentempel Amenophis III, 1966, pp. 28s. Así, el nombre de lugar “el Aram” o “Pa-aram” en el papiro egp. Anastasi III (s. XIII a.C.) se refiere probablemente a Aram, no a Amurru. Fue en el ss. XIII a.C. que Balaam fue contratado en *Petor (en Amav [?]) a orillas del Eufrates en Aram (-naharaim) y los “montes del este”, a fin de maldecir a Israel (Nm. 22.5; 23.7; Dt. 23.4).

En el caos que se produjo en la parte occidental del oriente antiguo poco después del 1200 a.C. aprox., cuando los pueblos marítimos destruyeron el imperio hitita y desgarraron Siropalestina (* Cus; Egipto, Historia), uno de los opresores de Israel fue el oportunista *Cusan-risataim, rey de Aram-naharaim, cuyo extenso pero frágil dominio duró sólo ocho años (Jue. 3.7–11). Más tarde todavía, en el período de los jueces, a los dioses de Siria propiamente dicha ya se les podía llamar “los dioses de Aram” (ca. 1100 a.C. [?]) en Jue. 10.6 (heb.); esto se relaciona con el acelerado ingreso y asentamiento de los arameos a fines de los ss. XII y XI a.C. en Siria y Mesopotamia, lo cual culmina con la fundación de estados arameos. Justamente en esta época Tiglat-pileser I de Asiria (1100 a.C.) estaba tratando infructuosamente de detener el avance de los “aklamu, arameos” a todo lo largo del Éufrates medio (ANET, pp. 275). Los “aklamu” aparecen en los ss. XIII, XIV y (como nombre de persona) XVIII a.C. como pueblo de tipo arameo, lo cual confirma aun más la continuidad aramea desde tiempos antiguos hasta los tardíos. Sobre esta sección véase tamb. Kupper, Nomades; R. T. O’Callaghan, Aram Naharaim, 1948; A. Malamat, The Aramaeans in Aram Naharaim and the Rise of Their States, 1952 (hebreo); M. F. Unger, Israel and the Aramaeans of Damascus, 1957; ANET, pp. 259 y n. 11.

c. Israel y los estados arameos (ca. 1000–700 a.C.)

(i)     Saúl (ca. 1050–1010 a.C.). Durante su reinado, Saúl tuvo que luchar contra muchos enemigos de Israel: Moab, Amón, y Edom en el E, los filisteos en el SO, y “los reyes de Soba” en el N (1 S. 14.47; o “rey”, si se sigue la LXX, como hace °ci, p. ej.). Esto fue probablemente en la cúspide de su poderío (ca. 1025 a.C. [?]), antes de los desastres finales de su reinado.

(ii)     David (ca. 1010–970 a.C.). El primer contacto conocido de David con los arameos es con Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur, con cuya hija se casó (Absalón fue hijo de ellos) dentro de los primeros siete años de su reinado en Hebrón (1010–1003 a.C.), 2 S. 3.3, 5. Talmai seguía gobernando Gesur ya entrado el reinado de David cuando Absalón huyó hacia allí por tres años (2 S. 13.37–39). En la segunda mitad de su reinado, David chocó con Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Aram de Soba (al N de Damasco). Este rey ya había extendido su gobierno hasta el Éufrates (subyugando al hostil Toi, rey de Hamat, 2 S. 8.10), pero sus súbditos del N deben haberse rebelado, porque cuando David lo atacó Hadad-ezer se proponía “recuperar” lo que había conquistado allí (2 S. 8.3). Tal vez David y Toi pensaron que Hadad-ezer era demasiado peligroso; de todos modos, David anexó Damasco y Toi de Hamat se convirtió en su (súbdito-)aliado, 2 S. 8.5–12. La revuelta contra Hadad-ezer probablemente siguió a las dos grandes derrotas que le infligió David como aliado de Amón (2 S. 10; 1 Cr. 19) con otros estados arameos (véase Unger, pp. 42–46). No se menciona ninguna relación directa de tiempo entre 2 S. 8.3–12 y 2 S. 9–12, pero la guerra amonita probablemente precedió a la de 2 S. 8. En adelante, indudablemente, David sometió a Hadad-ezer y a toda la Siria. El anterior poderío, extenso pero efímero, de Hadad-ezer se refleja quizá en textos asirios posteriores que informan de la forma en que, bajo Asur-rabi II (ca. 1012–972 a.C.), “el rey de Aram” obtuvo el control de Petor (Pitru) y Mutkinu a ambos lados del Éufrates; esto puede señalar la fundación allí del reino arameo de Bit-adini, tal vez la procedencia de las tropas de Hadad-ezer más allá del Éufrates. Para un análisis más detallado, véase Landsberger, Sam’al I, 1948, pp. 35, n. 74; y Malamat, BA 21, 1958, pp. 101–102.

(iii)     Salomón (ca. 970–930 a. C.). Probablemente haya sido en la primera mitad de su reino que Salomón venció a “Hamat de Soba”, e. d. presumiblemente sofocó una revuelta en la parte S del territorio de Hamat que lindaba con Soba, tal vez una revuelta contra la categoría de súbditoaliado que tenía Hamat (?). De todos modos, el dominio que ejercía Salomón era lo suficientemente efectivo como para que hiciera edificar allí ciudades de aprovisionamiento (2 Cr. 8.3–4). Pero en la última parte del reinado de David, después del desconcierto de Hadad-ezer de Soba, Rezón, apenas un joven, se fue y reunió alrededor de sí una banda de saqueadores. Por algún tiempo, incluso en los primeros años de Salomón, probablemente no fuera más que un rebelde insignificante y errante. Pero para la segunda mitad del reinado de Salomón había logrado el control de Damasco, de la que se hizo rey, sobreviviendo brevemente a Salomón, a quien siempre se había opuesto (1 R. 11.23–25); Rezón, parecería, actuó como bandido hasta ca. 955 a.C., reinando en Damasco probablemente ca. 955–925 a.C., hasta que al fin –lleno de años– murió, y un nuevo “hombre fuerte”, Hezión, se apoderó del trono de Damasco.

(iv)     La dinastía de Hezión. El nuevo oportunista fundó una dinastía que duró un siglo. Hezión (ca. 925–915 [?]), su hijo Tabrimón (ca. 915–900 [?]), y su nieto Ben-adad I (ca. 900–860 [?]) están comprobados en este orden y relación, sobre la base de 1 R. 15.18. (La estela de Melcart, que según se sostiene generalmente, evidencia la misma línea (DOTT, pp. 239–41; ANET, pp. 501), en realidad no se puede leer con confianza.) Estos reyes rápidamente convirtieron Damasco en el reino principal de Siria propiamente dicha, con la única rivalidad de Hamat. Cuando fue atacada por Baasa de Israel, Asa de Judá buscó ayuda en Ben-adad I (1 R. 15.18ss).

El *Ben-adad que chocó con Acab (1 R. 20) y fue asesinado por Hazael en tiempos de Joram, ca. 843 a.C. (2 R. 6.24ss; 8.7–15) es, probablemente, otro rey, un Ben-adad II (ca. [?] 860–843), pero es posible argumentar, como lo hace Albright, que se trata de Ben-adad I (en cuyo caso, ca. 900–843 a.C., reinado largo por cierto, pero no sin paralelo). Este Ben-adad II/I es casi seguramente el Adad-idri (“Hadad-ezer”) de Damasco a quien Salmanasar III atacó en 853, 849, 848, y 845 a.C., y a cuyo asesinato y reemplazo por *Ben-adad alude también el asirio. Los nombres dobles son comunes entre los gobernantes del antiguo Cercano Oriente; Ben-adad/Adad-idri no es sino un ejemplo más. Ben-adad de Damasco y Urhileni de Hamat fueron los que dirigieron la oposición contra Asiria y proporcionaron los contingentes armados más numerosos, aunque sus esfuerzos fueron gallardamente igualados en este sentido por Acab de Israel en 853 a.C. en Carcar (ANET, pp. 278–281; Wiseman en DOTT, pp. 47).

(v)     Hazael a Rezín. El usurpador *Hazael (ca. 843–796 a.C.) chocó casi de inmediato con Joram de Israel (842/1 a.C.), cf. 2 R. 8.28–29; 9.15. Jehú obtuvo el trono de Israel en esta época, pero él y otros pagaron tributo a Asiria (ANET, pp. 280; DOTT, pp. 48; IBA, pp. 57, fig(s). 51), dejando a Hazael de Damasco a que se opusiese a Asiria solo en 841 y 837 a.C. (Unger, op. cit., pp. 76–78). De allí en adelante Hazael atacó salvajemente a Israel bajo Jehú, tomando la Transjordania (2 R. 10.32–33), y durante todo el reinado de Joacaz, ca. 814/3–798 a.C. (2 R. 13.22). Pero hubo alivio temporario; el “salvador” enviado por Dios en esa oportunidad (2 R. 13.5) puede haber sido Adad-nirari III de Asiria, que intervino contra Hazael (llamado “Mari”) alrededor del 805–802 a.C.

En los primeros años del israelita Joás la presión fue mantenida al principio por el hijo de Hazael, Ben-adad III (2 R. 13.3). Pero como lo prometió Dios por Eliseo, Joás (ca. 798–782/1 a.C.) pudo recuperar de Ben-adad los territorios anteriormente perdidos ante Hazael (2 R. 13.14–19, 22–25). Ben-adad ascendió ca. 796 a.C., y reinó hasta el 770 a.C. aprox., según las pruebas que proporciona la estela de Zakur (véase Unger, op. cit., pp. 85–89; DOTT, pp. 242–250), Ben-adad encabezó una poderosa coalición contra Zakur de Hamat, un usurpador de Luás que había obtenido el control de todo el reino de Hamat-Luás. Pero Zakur y sus aliados derrotaron la coalición de Ben-adad, y de este modo señalaron la terminación del dominio en Siria del reino arameo de Damasco.

Poco después de esto, la desacreditada Damasco estuvo sometida al dominio de Jeroboam II de Israel (2 R. 14.28). Más tarde todavía, tal vez después de la muerte de Jeroboam II en 753 a.C., un rey *Rezín (as. Raḫianu) apareció en Damasco y amenazó a Judá como aliado de Israel, llegando (como Hazael) a conquistar la Transjordania de nuevo; pero Acaz de Judá apeló a Tiglat-pileser III de Asiria, el que en 732 a.C. derrotó y mató a Rezín (2 R. 16.5–9; ANET, pp. 283), deportando a los infelices arameos a Kir, irónicamente su antigua tierra natal, como lo profetizó Amós (1.4–5).

(vi)     Otros reinos arameos se mencionan raras veces en las Escrituras. En 701 a.C. Senaquerib se burló de Ezequías por la impotencia de los reyes y dioses de *Arfad, *Hamat, *Gozán, *Harán, *Resef (as. Raṣappa), y “los hijos de Edén que estaban en Telasar” (2 R. 18.34; 19.12–13). Estos últimos constituyen el pueblo de la provincia aramea (anteriormente reino) de Bit-adini, la “Casa de Edén” o Bet-edén de Am. 1.5.

Bibliografía.M. F. Unger, R. T. O’Callaghan, A. Malamat (obras citadas al final de II.b); A. Dupont-Sommer, Les Araméens, 1949. Estudios específicos incluyen: R. de Vaux, RB 43, 1934, pp. 512–518, y A. Jepsen, AfO 14, 1941–4, pp. 133–172, e ibid. 16, 1952–3, pp. 315–317; B. Mazar, BA 25, 1962, pp. 98–120, para Aram-Damasco e Israel; E. O. Forrer, en Ebeling y Meissner, Reallexikon der Assyriologie, 1, 1932, pp. 131–139 (Aramu), y B. Landsberger, Sam’al I, 1948; W. F. Albright en AS 6, 1956, pp. 75–85, sobre la penetración asiria en la política y el arte arameos; A. Malamat, en POTT, pp. 134–155. Inscripciones, cf. J. C. L. Gibson, Textbook of Syrian Semitic Inscriptions, 2, 1975.

d. Lengua

Véase * Lengua del Antiguo Testamento.

La presencia de arameísmos en el AT indica, con frecuencia, una fecha temprana, no tardía. Nótense los rastros de formas arameas del 2º milenio (II.b, sup.). Los estados arameos en Siria que existían por lo menos desde el reinado de Saúl, y los casamientos en la época de David (Talmai), evidencian influencia lingüística aramea en Palestina en esa época. Finalmente, algunos “arameísmos” son en realidad hebraísmos (o cananeísmos) en arameo (cf. K. A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testament, 1966, pp. 143–146; A. Hurwitz, IEJ 18, 1968, pp. 234–240).

e. Cultura aramea

La gran contribución de los arameos a la antigua cultura oriental fue su lengua: al principio en el comercio y la diplomacia, luego para la comunicación en extensas zonas (véase sup.), pero también como medio literario (véase R. A. Bowman, “Aramaic, Arameans and the Bible”, JNES 7, 1948, pp. 65–99). La historia y los proverbios de Ahicar se ubican en la Asiria de Senaquerib e indudablemente retroceden en su origen casi hasta esa época; del ss. V a.C. provienen los textos religiosos en escritura demótica (egipcia) (Bowman, JNES 3, 1944, pp. 219–231) y los papiros Blacassiani (G. A. Cooke, A Textbook of North-Semitic Inscriptions, 1903, pp. 206–210, No. 76). Más tarde todavía tenemos los textos mágicos, incluyendo uno en escritura cuneiforme de la era seléucida (C. H. Gordon, AfO 12, 1937–9, pp. 105–117). El siriaco fue en la época cristiana una gran provincia de la literatura cristiana. Los principales dioses de los arameos son Baal-samain y otras formas de Baal, Hadad el dios de la tormenta, deidades cananeas tales como Astar, y deidades mesopotámicas, incluyendo Marduk, Nebo, Samas, etc. (J. A. Fitzmyer, The Aramaic Inscriptions of Sefire, 1967, pp. 33ss). Véase Dupont-Sommer, Les Araméens, pp. 106–119; Dhorme y Dussaud, Religions, Babylonie, etc., 1949, pp. 389ss.

K.A.K.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico