APOLOGIA

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Escrito de defensa, sobre todo en favor de una verdad religiosa. Son famosas las Apologí­as de S. Justino o de Tertuliano en los tiempos antiguos (siglo II y III) o las apologí­as modernas del siglo XIX de tradicionalistas como Felicidad Lamennais en Francia o Marcelino Menéndez Pelayo en España.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El uso semántico de la palabra †œapologí­a» puede referirse a un doble horizonte: el filosófico y el judicial.

Con el primero se indica ante todo la intención de justificar los propios argumentos y convicciones; con el segundo, la propia conducta. También es posible ver un sentido más general de esta palabra, para indicar simplemente el hecho de dar una respuesta al que pide explicación de alguna cosa. La Escritura usa †œapologí­a» sólo tres veces en el Antiguo Testamento y unas lo en el Nuevo; el contexto en que la encontramos lleva de ordinario a identificar su horizonte semántico en el plano procesal.

Este término adquiere una importancia especial en la teologí­a fundamental, que ve en la apologí­a su posibilidad para dar razón del contenido de su propia fe. El lugar clásico de referencia y que constituye la charta magna deia apologí­a es 1 Pe 3,15, donde el apóstol exhorta a los cristianos a «estar siempre dispuestos a dar razón iapologhí­an) de vuestra esperanza a todo el que os pida explicaciones». El contexto de esta perí­copa ve a los creyentes en una situación de diáspora y de fuertes tensiones, entre las que pueden percibirse también algunas formas de violencia contra ellos. Pedro parte de esta situación para exhortar a los creyentes a responder al mal con el bien y – a la violencia con la benevolencia; a ejemplo de Cristo, también sus discí­pulos deben saber que el sufrimiento por el evangelio es causa de bienaventuranza. Por consiguiente, deben estar en condiciones de no dejarse intimidar ni por las violencias ni por las calumnias, sino que han de ser capaces de saber responder «con dulzura y respeto, como quien tiene limpia la conciencia» (1 Pe 3,15-16), a estas provocaciones, en todo tiempo y vengan de quien vengan. Aquí­ el término apologí­a está expresado por Pedro por el de «responder», «dar explicación».

Más que una defensa de la fe – como a veces se ha dicho -, es conveniente en este caso valorar los datos de la exégesis que orientan a una visión no tanto procesual y – por tanto de defensa, sino más bien a una visión positiva de †œpresentación». Por tanto, el apóstol parece exhortar a los cristianos a saber dar razones que puedan provocar y convencer incluso a sus perseguidores para que vean el sentido profundo que tiene la fe para la vida, hasta el punto de que los transforme radicalmente y les haga aceptar las injusticias y los sufrimientos por amor. La apelación a «vuestra esperanza» y por tanto a la fuerza que orienta a ver el futuro, confirma más aún la interpretación de †œapologí­a» como de una capacidad de presentar positivamente los contenidos de la fe.

R. Fisichella

Bibl.: E. Bosetti, Apologí­a. en DTF, 1 1 8-121 : R. Fisichella, La revelación: evento y credibilidad. Sí­gueme, Salamanca 1989.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico