ANA, MADRE DE SAMUEL

«Jehová empobrece, y El enriquece; abate y ensalza.» (1a Samuel 2:7).

Léase: 1a Samuel
Ana llegó a ser madre por fe. Se nos presenta en el relato como una mujer estéril. Luego pasó a ser madre y con ello se completa su papel. Después de esto su nombre no es mencionado otra vez. Por tanto, la revelación de Dios ya no se expresa en Ana, la madre, sino en Samuel, el hijo que ella pidió al Señor.

En algunos aspectos, pues, Ana nos recuerda a Sara, pero en otros, es totalmente distinta. El amor de Sara, es verdad, estaba en conflicto con el de otra mujer, antes de que fuera madre. Pero antes de que le naciera este hijo no podemos hallar el menor rasgo de fe en Sara. La hallamos riendo en su incredulidad, y es la firme fe de Abraham la que la induce a creer.

No se puede decir que el marido de Ana ejercí­a una influencia similar a la de Abraham en su esposa. No cabe duda que era un buen hombre. Iba a Silo a adorar en el santuario cada año, y amaba a Ana mucho más que a Penina, su otra esposa. Para Elcana el problema de Ana era su esterilidad. Y lo enfocaba desde un punto estrictamente psicológico: «Ana, ¿por qué lloras?… ¿No te soy yo mejor que diez hijos?» No vemos en parte alguna que tuviera una fe firme. Se resignaba fácilmente a la condición de Ana. No participaba en la lucha de la oración con Dios, como hací­a Abraham. No ponemos en duda que orarí­a de vez en cuando: «Señor, dale a Ana mi querida esposa un hijo.» Pero estas oraciones generales no implican un conflicto profundo para el alma, y muchas veces quedan sin contestar.

Por otra parte, Ana tení­a una concepción clara de que Dios podí­a concederle un hijo. Nuestra generación tiende a confiar en la ciencia en circunstancias similares, olvidando que es Dios quien rige los destinos de los hombres. Para Ana todo se reducí­a a un problema de fe. El hijo tení­a que serle dado por Dios. Y en realidad, Dios habí­a hecho grandes planes para ella. Este era un momento decisivo en la historia de su pueblo y Dios habí­a dispuesto que Samuel, el futuro profeta, naciera de Ana. En su espera prolongada vemos que Dios está preparando a Ana para su decisiva contribución a la vida de Samuel.

En su tribulación Ana se rinde por completo a la confianza de Dios. Su fe firme es que Dios puede convertirla en madre. Podemos llamarle intuición, podemos llamarlo inspiración divina, pero habí­a algo que instigaba a Ana, que la hací­a persistir. No se contentaba sin el hijo. Se desentendí­a de todo lo que la rodeaba, incluso de la irritación, que le causaba Penina, que tení­a varios hijos, no daba mucho valor a la consolación que le prodigaba su esposo; su mirada estaba fija sólo en Dios.

Habí­a llegado otra vez el tiempo en que Elcana y su esposa iban a Silo para las festividades. Y entrando en el santuario «con amargura del alma oró a Jehová y lloró abundantemente». Oró con todo el fervor de su alma. Luchaba con Dios y no estaba dispuesta a ceder hasta recibir respuesta a su oración. No sabemos todos los motivos en la mente de Ana. Es posible que no fueran todos ellos puros. La imagen de Penina y el deseo de triunfar sobre ella y librarse de sus burlas es posible que la empujara. Al leer su cántico vemos que menciona la satisfacción de haberse resarcido de las anteriores mofas que ella le hací­a. Pero esto era secundario. Su deseo era un hijo para dedicarlo al Señor, según vemos en el voto solemne que hace. Y Ana tiene fe en el hecho que Dios puede concedérselo. Veí­a la respuesta no como meramente posible, sino cierta. Su fe la inducí­a a aferrarse al Dios vivo.

La petición fue contestada. El Señor le dio a Samuel. Como es natural, no toda madre está dispuesta a entregar a su hijo a Dios en el momento de nacer. A través de Ana, sin embargo, este pensamiento pasa de Dios a cada madre cristiana. Como Ana tienen que reconocer que Dios es el que da los hijos. Cuando se hace este reconocimiento las madres están más dispuestas a dedicar a sus hijos al Señor que los ha creado.

Preguntas sugeridas para estudio y discusión:
1. ¿Qué caracterí­stica prevaleciente se nos revela en el carácter de Ana?
2. ¿De quién recibió esta caracterí­stica?
3. ¿En qué sentido es una lección para nosotros? ¿Qué otra lección nos enseña su vida?

Fuente: Mujeres de la Biblia