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Región de la Iglesia en la que se halla casi la mitad numérica de los católicos del mundo. La importancia, pues, ha sido decisiva en los últimos tiempos, tanto en el orden pastoral y catequístico como por razón de los movimientos que se han gestado en esta parte dinámica de la Iglesia.
En determinados momentos la sensibilidad eclesial en América latina ha provocado una fuerte reacción en favor de la catequesis viva y comprometida. Tal sucedió en la II Conferencia Episcopal del Continente celebrada en Medellín en Octubre de 1968. Hasta se ha podido hablar de Catequesis de Medellín (capítulo 8º del Documento base) caracterizada por la nueva visión antropológica y social, la valoración de la religiosidad popular, la alabanza a los catequistas rurales, entre otras valientes afirmaciones.
En la Reunión episcopal de Puebla, en 1979, la atención se renovó y se hizo hincapié en el valor de la cultura como respuesta a los movimientos sectarios que proliferaban, alentados por la ignorancia popular.
Al celebrarse en 1992 el V Centenario del comienzo de la evangelización de América (desde el 12 de Octubre de 1492), los Obispos escucharon en Santo Domingo a Juan Pablo II, presente en el encuentro, que decía: «Iglesia de Cristo en América, anuncia con ardor y valentía la nueva evangelización, para que el mensaje de las Bienaventuranzas se haga vida y cultura entre tus pueblos y tus gentes… Sostén la integridad de los jóvenes y la inocencia de los niños… Avanza hacia Cristo, Redentor del hombre y Señor de la Historia». (Mensaje 12. Oct.92)
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Un proceso histórico de evangelización
Desde el «encuentro» con el Nuevo Mundo (1492), la Iglesia anunció en aquellas tierras el mensaje evangélico por medio de la catequesis en lenguas nativas, obras de caridad, defensa de los derechos de los indios y esclavos, colegios y universidades, organización eclesiástica, seminarios, concilios provinciales, arte indígena o mestizo (barroco americano), etc. El proceso evangelizador tuvo luces y sombras, éstas últimas por parte de personas e instituciones concretas; pero la acción evangelizadora fue eficiente y ejemplar en sus líneas generales, al menos durante los dos primeros siglos (XVI-XVII).
El hecho evangelizador, con sus éxitos y limitaciones, dio pie a la formulación del derecho internacional, por parte de los teólogos de la Universidad de Salamanca. Especialmente las Ordenes religiosas, pero también numerosos clérigos y laicos fueron los protagonistas de la evangelización. La decadencia política de España y Portugal (siglo XVII) y la expulsión de los jesuitas (1769), mostraron los puntos flacos de la evangelización anterior. Posteriormente tuvo lugar la independencia de todos sus pueblos, un cruce de migraciones procedentes de muchos países europeos y africanos, así como el influjo de ideologías materialistas procedentes de Europa.
El continente de la esperanza misionera
América Latina ha sido llamada «continente de la esperanza» por su potencial humano y cristiano. Se ha llamado también «continente de la esperanza misionera» (Mensaje del Papa en el COMLA 3, 1983). La situación actual de la Iglesia en América Latina, en cuanto a su potencial evangelizador y a su vitalidad cristiana, es privilegiada. El número de católicos latinoamericanos se acerca ya a la mitad del número global en el mundo. La población e «mayoritariamente joven» (Puebla 71).
El espíritu misionero universalista ha sido fomentado, especialmente después del concilio Vaticano II, gracias a los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano (CELAM), las visitas del Santo Padre, las celebraciones de los Congresos Misioneros Latinoamericanos (COMLA), a la formación misionológica y a la animación por parte de las Obras Misionales Pontificias.
Al mismo tiempo, la situación de América Latina sigue siendo, en muchos sectores, de primera evangelización. Se puede constatar en muchos países la insuficiencia de personal apostólico, sacerdotal, religioso y laical. Son unos 40 millones los indígenas y 50 millones los afroamericanos (de los cuales, unos 37 millones en Brasil), además de los numerosos asioamericanos y emigrantes de otras religiones, que necesitan una acción misionera que llegue a sus raíces culturales y a su situación concreta.
El compromiso por la justicia y la inculturación
En el mensaje de la cuaresma de 1992, Juan Pablo II denunció una situación de injusticia, que supone no haber aplicado el evangelio, e invita a un compromiso evangelizador auténtico «Cinco siglos de presencia del Evangelio en aquel continente no han logrado aún una equitativa distribución de los bienes de la tierra; y ello es particularmente doloroso cuando se piensa en los más pobres entre los pobres los grupos indígenas y junto con ellos muchos campesinos, heridos en su dignidad por se mantenidos incluso al margen del ejercicio de los más elementales derechos, que también forman parte de los bienes destinados a todos».
Las asambleas y documentos del CELAM
Las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, con sus respectivos documentos (del CELAM), han sido un factor determinante en el proceso de evangelización Rio de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992). En la primera Conferencia de Rio de Janeiro, el Papa Pío XII estimuló a esta apertura con un anuncio profético «Llegará un día en que América Latina podrá restituir a toda la Iglesia de Cristo lo que haya recibido» (Ad Ecclesiam Christi, 29 julio 1955, citado por Juan Pablo II, Disc. al CELAM, Rio de Janeiro, 2 de julio 1980).
El documento de Medellín (1968) se inspira en la constitución conciliar Gaudium et Spes, analizando la realidad concreta a la luz del evangelio, e instando a una responsabilidad conjunta respecto a todo el Continente, abriendo los cauces de una ayuda especial entre Iglesias de América Latina basada en la comunión de Iglesia universal.
El documento de Puebla (1979) se inspira en la exhortación Evangelii Nuntiandi de Pablo VI (1975), para afrontar las nuevas situaciones de la evangelización, especialmente respeto a las prioridades de la familia, la juventud, los pobres y la cultura. El documento abre los horizontes de la misión universalista «Finalmente, ha llegado para América Latina la hora… de proyectarse más allá de sus propias fronteras, ad gentes. Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero debemos dar desde nuestra pobreza» (Puebla 368; citado por RMi 64). Esta afirmación queda matizada señalando una aportación específica «Nuestras Iglesias pueden ofrecer algo original e importante su sentido de la salvación y liberación, la riqueza de su religiosidad popular, la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base, la floración de sus ministerios, su esperanza y la alegría de su fe» (ibídem).
El documento de Santo Domingo (1992), aprovechando también los contenidos Evangelii Nuntiandi, de Redemptoris Missio y de Puebla, apunta a un objetivo evangelizador señalado por Juan Pablo II «Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana». El tema se afronta a partir de una visión de fe «Jesucristo ayer, hoy y siempre» (cfr. Heb. 13,8). La «nueva evangelización» queda explicada señalando el sujeto, los destinatarios, el contenido, la modalidad (nuevo ardor, nuevos métodos, nuevas expresiones) (nn. 23-30). Se apunta a la disponibilidad misionera universal «ad gentes» (n. 125).
Las líneas evangelizadoras en y desde América Latina
Las características de la evangelización, en y desde América Latina, pueden resumirse en las siguientes con el signo de la esperanza, a partir de la propia pobreza, desde la experiencia de la propia liberación o salvación integral, abarcando todo el campo de la justicia social, con la experiencia de inculturación, respetando la dignidad humana, con el testimonio de unidad y comunión (con el Papa y la Iglesia universal), bajo el signo mariano (en el contexto de la catequesis, los sacramentos y los compromisos personales, familiares y sociales)…
La línea de fondo de estas características es de «encarnación», es decir, de «inserción» a la luz del Verbo encarnado y de la palabra de Dios, que da luz para interpretar los acontecimientos y para transformarlos desde dentro. Los valores de la religiosidad o piedad popular aparecen principalmente en la piedad mariana, vivida en torno a los santuarios. El fuerte sentido de Dios, de su cercanía y de su misterio, hacen de América Latina un Continente que puede responder a los desafíos actuales sobre «la dimensión espiritual de la vida», como «areópago que hay que evangelizar» (RMi 38; cfr. EN 76).
Referencias Guadalupe, liberación, religiosidad popular, santuarios, santuarios marianos.
Lectura de documentos Documentos de Medellín, Puebla, Santo Domingo; RMi 60, 64 (Puebla). (Lineamenta e Instrumentum Laboris del Sinodo especial) Encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América (Lib. Edit. Vaticana 1996-1997).
Bibliografía AA.VV., Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas ( BAC, Madrid, 1992); AA.VV., Historia de la evangelización de América. Trayectoria, identidad y esperanza de un Continente (Lib. Edit. Vaticana 1992); AA.VV., Medellín, reflexiones en el CELAM ( BAC, Madrid, 1977); AA.VV., Testigos de la fe en América Latina (Buenos Aires y Estella, Verbo Divino, 1986); R. AUBRY, La misión siguiendo a Jesús por los caminos de América Latina (Buenos Aires, Edit. Guadalupe, 1990); R. BALLAN, El valor de salir, la apertura de América Latina a la misión universal (Lima, Paulinas, 1990; DEMIS-CELAM, Ha llegado tu hora, deber misionero universal de América Latina (Bogotá 1984); J. ESQUERDA BIFET, El despertar misionero «Ad Gentes» en América Latina Euntes Docete 45 (1992) 159-190; A. GARRIGOS, Evangelización de América, historia de la OCSHA ( BAC, Madrid, 1992); F. GORSKI, El desarrollo histórico de la misionología en América Latina (La Paz 1985); (Pontificia Comisión para América Latina), Evangelizadores, Obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, laicos (Lib. Edit. Vaticana 1996).
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización