Este término se aplica a Dios en el A. T., hablando de él de una manera antropomórfica, para designar su fidelidad a las promesas. Dios se acuerda siempre de la palabra dada para cumplirla con lealtad absoluta. Se emplea igualmente como exhortación (iacordaos!) o como reproche (ro os habéis acordado!) para indicar la fidelidad y la lealtad que los hombres debemos a Dios y que es constantemente violada. Esta es la constante del pueblo elegido: frente a la lealtad de Dios, que es «el que es», la fidelidad misma, el mismo siempre, está la inconstancia y la deslealtad del pueblo. En el N. T. también se emplea este término con el mismo complejo de significado: el hombre se acuerda de sus deslealtades con Dios o con los hombres, o se acuerda de los favores de Dios, de tantas y tantas cosas que no fueron realizadas, de las obras buenas y de las obras malas (Mt 5,23; 26,75; Lc 22,71; 1,72; 16,25; 17,32; 23,42; 24,6; Jn 12,16).
E.M.N.
FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001
Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret