ZACARIAS (LIBRO)

tip, LIBR ESCA LIAT

ver, CANON

vet, El undécimo de los Profetas Menores. Se puede dividir de la siguiente manera: I. Introducción y ocho visiones. La introducción (Zac. 1:1-6) da la clave de las visiones y de todo el libro: «Volveos a mí­, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Zac. 1:3). Primera visión: los caballos (Zac. 1:7-17), veloces e infatigables. Esta imagen muestra que Dios está atento a los acontecimientos sobre la tierra. A pesar de su silencio, tiene por Jerusalén un amor celoso y con una violenta cólera contra los opresores de Su pueblo. Se reconstruirán el Templo y la ciudad y el paí­s gozará de prosperidad. La primera visión constituye el preludio de las siete que siguen. Segunda visión: los cuatro cuernos y los cuatro carpinteros (Zac. 1:18-21); significa que cada cuerno, es decir, cada potencia o cada nación que disperse a Judá será destruida. Tercera visión: el varón con el cordel de medir (Zac. 2). Desarrollo del mensaje, confirmando la primera visión: reedificación de la ciudad. Jerusalén vendrá a ser una ciudad abierta, Jehová mismo será para ella un muro de fuego y morará en medio de ella. Cuarta visión: el sumo sacerdote Josué y Satanás (Zac. 3). La gracia de Dios arranca del fuego del juicio al sacerdocio contaminado e imperfecto, que es purificado y será perpetuado, si obedece. La restauración del sacerdocio, en la persona de Josué, anuncia el reinado mesiánico. El Mesí­as recibe el nombre de «mi siervo el Renuevo». Quinta visión: el candelero de oro y los dos olivos (Zac. 4). La luz del testimonio, muy débil después del exilio, no se apagará, por cuanto Dios proveerá un aceite inagotable (sí­mbolo del Espí­ritu). Los dos olivos representan a Josué y a Zorobabel, instrumentos de Dios sobre el plano polí­tico. Zorobabel recibe la certidumbre de que tendrá, de parte del Espí­ritu, el poder necesario para acabar la reconstrucción del Templo. Por otra parte, los dos olivos prefiguran los dos testigos que profetizarán bajo el reinado del Anticristo (Ap. 11:4). Sexta visión: el rollo volador (Zac. 5:1-4), sí­mbolo de la Palabra de Dios que juzga y destruye la maldad. Séptima visión: la mujer dentro del efa (Zac. 5:5-11). Es la continuación de la sexta visión. La iniquidad, personificada por la mujer, es arrojada del paí­s. El efa (medida de capacidad) y la masa de plomo (medida de peso) son sí­mbolos de aquello en lo que es tan fácil perjudicar al prójimo. Octava visión: los cuatro carros, que representan los cuatro vientos y que evocan el poder invisible de Dios (Zac. 6:1-8). Esta visión contiene la promesa de que el Señor cumplirá totalmente el plan bosquejado en las visiones anteriores. II. Coronación del sumo sacerdote (Zac. 6:9-15). Josué es una prefiguración del Renuevo, el Mesí­as, que será rey y sacerdote. Esta coronación anuncia la entronización futura de Cristo, descendiente de David. III. Preguntas de una delegación de Bet-el acerca de los ayunos, recordando la destrucción de Jerusalén y del Templo (587 a.C.). Los judí­os residentes en Bet-el, después de volver del cautiverio, no sabí­an si debí­an proseguir con los ayunos, por cuanto se estaba llevando a cabo la reconstrucción del Templo. Zacarí­as les da cuatro respuestas (Zac. 7-8): (1) El ayuno observado por formalismo no tiene valor alguno delante de Dios. Lo que importa es la obediencia a Su palabra (Zac. 7:4-7). (2) Dios demanda justicia y verdad. La devastación del paí­s y la deportación, castigos sobre la desobediencia, no debí­an suscitar lamentaciones, sino arrepentimiento y un despertamiento espiritual (Zac. 7:8-14). (3) Con todo, Dios ama a Su pueblo con un gran amor. Les dará seguridad y santidad (Zac. 8:1-17). (4) Los ayunos se transformarán entonces en fiestas (Zac. 8:18-23). IV. Predicciones posteriores a las visiones. (1) El castigo divino caerá sobre las naciones enemigas del pueblo de Dios. Una parte de la Filistea será incorporada a Israel. Jerusalén será milagrosamente preservada y verá la llegada de su Rey, el Mesí­as (Zac. 9). Exhortación a esperar en el Señor y a rechazar la idolatrí­a y el ocultismo fuentes de engaños y de desventuras (Zac. 10:1-2). Continuación de la profecí­a. El Señor dará a Su pueblo la victoria en la batalla y liberará a Judá de todos sus opresores. Reunirá a Judá y a Efraí­n, restablecerá a este último en su paí­s (Zac. 10:3-12). Pero estas inmensas bendiciones se verán diferidas. El paí­s será primero devastado (Zac. 11:1-3) porque habrá rechazado los mandatos de Dios (Zac. 11:4-17). Los vv. 12 y 13 anuncian que el divino Pastor será vendido por 30 siclos de plata. Israel, revelado contra Dios, tendrá que esperar largo tiempo antes de poder llevar a cabo su unidad. (2) Conflicto, y después el definitivo triunfo del Reino de Dios. Las naciones se disponen a la batalla contra Jerusalén y contra Judá, centro del culto de Jehová en los tiempos de Zacarí­as. Pero Dios hará de Jerusalén una «copa que hará temblar» y «piedra pesada a los pueblos». Sus enemigos serán presa del aturdimiento. El Señor será la fuerza de Su pueblo (Zac. 12:1-8). Jerusalén será preparada para este definitivo triunfo (Zac. 12:9-14:5) por su conversión al Mesí­as «a quien traspasaron» (Zac. 12:10-13:6) y por una prueba purificadora en medio de la tribulación (Zac. 13 7-14:5 a; cfr. Dn. 7:25; 12:7). (3) Liberación y victoria final (Zac. 14:5 b – Zac. 14:21). El Señor vendrá con todos Sus santos y pondrá los pies sobre el monte de los Olivos (cfr. Hch. 1:11-12). Este será un tiempo en el que caerán la oscuridad y los juicios sobre todas las naciones. En el tiempo fijado por Dios resplandecerá la luz. El pueblo de Jehová prosperará y un residuo de todas las naciones subirá cada año a Jerusalén para adorar al Señor, el Rey. Los que poblarán Su reino serán santos. V. Autor. Ciertos exegetas, en base al hecho de que Mt. 27:9 atribuye Zac. 11:13 a Jeremí­as, se han preguntado si los últimos capí­tulos del libro no son de otro autor. Una explicación de esta mención de Jeremí­as serí­a que se trata de un error de un copista introducido muy antiguamente en el texto de Mateo. Otra suposición señala que en el pasado Jeremí­as figuraba en la Biblia hebrea, al inicio de los profetas posteriores, que aparecí­an en el siguiente orden: Jeremí­as, Ezequiel, Isaí­as, en lugar del orden actual (Isaí­as. Jeremí­as, Ezequiel). (Véase CANON.) Esta sección recibirí­a en ocasiones el nombre de su primer libro, Jeremí­as, de la misma manera que los Salmos son llamados Salmos de David, y los Proverbios, Proverbios de Salomón, a pesar de que ellos no fueran los únicos autores de cada libro respectivo. Muchos crí­ticos pretenden que Zac. 7-12 habrí­a sido escrito por un autor anónimo: (1) Según ellos, las circunstancias no serí­an las de la época de Zacarí­as. Sin embargo, no es posible determinar ninguna época concreta para estos capí­tulos considerados aisladamente. Los mismos crí­ticos no están de acuerdo entre sí­; unos consideran que se trata de un fragmento anterior al exilio, mientras que otros lo consideran sumamente reciente. En realidad, este pasaje se corresponde igualmente bien con los tiempos de Zacarí­as. (2) Según los crí­ticos, hay una diferencia de estilo entre estos capí­tulos (Zac. 7-12) y la sección anterior. Esta diferencia, si es que es real, puede explicarse por la variedad de los temas tratados. Sin embargo, aparecen también muchos rasgos comunes entre ambas secciones del libro. La expresión «ir y venir» se halla en Zac. 7:14 y 9:8. Las palabras «Así­ ha hablado Jehová» se hallan alrededor de 14 veces en los caps. 1, y en la siguiente sección en los siguientes pasajes: Zac. 10:12; 12:1; 13:2, 7, 8. La expresión «Jehová de los ejércitos» es caracterí­stica de todo el libro. El estilo poético de los caps. 9-14 difiere de la prosa de los caps. 1, pero ello no demanda un autor diferente. Es posible también que Zacarí­as escribiera los caps. 9-14 ya más anciano, mucho tiempo después de los caps. 1-8. Desde el punto de vista de la evidencia interna, los caps. 9-14 son postexí­licos. No hay mención alguna de un soberano reinante en Judá ni en Israel. No se hace otra mención de realeza que la del Mesí­as. La alusión a los hijos de Grecia (cfr. Zac. 9:13) indica una fecha postexí­lica, pero en absoluto posterior a Zacarí­as. Hay buenas razones para creer que Zacarí­as tení­a entre 20 y 25 años cuando en el año 520 exhortó a Zorobabel a reconstruir el Templo. Poco después de ello empezó a afirmarse el poderí­o griego. Desde el año 500 a.C. resistieron tenazmente a los ejércitos persas, que fueron derrotados en el año 490 en Maratón, y en Salamina en el año 480. VI. El Mesí­as según Zacarí­as. Este profeta es uno de los más detallados a este respecto. El Mesí­as (o Cristo) es: (1) El ángel de Jehová (Zac. 1:11; 3:1-5; 12:8); (2) el Siervo (Zac. 3:8); (3) el renuevo (Zac. 3:8; 6:12); (4) la piedra principal (Zac. 4:7; cfr. 3:9); (5) el sumo sacerdote-rey (Zac. 6:11-13); (6) el rey de paz (Zac. 9:9-10; 14:9); (7) el pastor vendido (Zac. 11:7-14) y herido (Zac. 13:7); (8) el Hijo de David (Zac. 12:8); (9) el crucificado (Zac. 12:10); (10) Jehová triunfante (Zac. 14:3-5, 9, 16). Bibliografí­a: Dennet, E.: «Zechariah and Malachi» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr. S/f, ed. 1888); Feinberg, C. L.: «Zechariah», en The Wycliffe Bible Commentary (Moody Press, Chicago, 1962; hay edición castellana en preparación, Pub. Portavoz Evangélico); Higginson, R. E.: «Zacarí­as», en Nuevo Comentario Bí­blico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977); Kelly, W.: «Lectures Introductory to the Study of the Minor Prophets» (C. A. Hammond, Londres S/f»; Morgan, G. C.: «Los Profetas Menores» (Clí­e, Terrassa, 1984); Wood, L. J.: «Los Profetas de Israel» (Outreach Pub., Grand Rapids, 1979); Young, E. J.: «Una introducción al Antiguo Testamento» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado