TIMOTEO (EPISTOLAS)

tip, LIBR LINT

ver, PABLO, ANCIANOS, DIíCONOS, OBISPOS

vet, (a) Primera Epí­stola. Fue escrita probablemente cuando Pablo hubo recobrado su libertad, después de su primer cautiverio en Roma (véase PABLO). El apóstol, que deseaba dirigirse a Macedonia, habí­a encargado a Timoteo la dirección de la iglesia en Efeso (1 Ti. 1:3). Numerosos exegetas suponen que Pablo redactó esta carta en Macedonia. Su fecha de redacción se sitúa probablemente en el año 64 o 65 d.C. La epí­stola trata de los problemas prácticos que Timoteo iba a afrontar en el ministerio, y le da instrucciones concretas de Pablo. Muestra el interés personal de Pablo por la marcha de la iglesia y por la misma persona de Timoteo. (A) Análisis. (I) Instrucciones acerca de la Iglesia, caps. 1 a 3: Puesta en guardia contra los falsos doctores (1 Ti. 1), la oración, el papel de la mujer en la Iglesia (1 Ti. 2), deberes de los obispos y diáconos (véanse ANCIANOS, DIíCONOS, OBISPOS). Grandeza de la misión de la Iglesia, y profundidad del «misterio de la piedad» (1 Ti. 3). (II) Consejos a Timoteo (1 Ti. 4-6): errores doctrinales y prácticas que debe evitar (1 Ti. 4); actitud de la Iglesia (1 Ti. 5:1-6:2). Exhortaciones finales, en particular bajo la forma de mensaje personal a Timoteo (1 Ti. 6:3-21). (b) Segunda Epí­stola. Data del segundo cautiverio de Pablo en Roma, poco antes de su muerte, que probablemente tuvo lugar en el año 66 o 67 d.C. Esta es la última epí­stola escrita por el apóstol. Dice que está preso (2 Ti. 1:8, 16) y tratado como malhechor (2 Ti. 2:9). Está esperando sufrir el martirio (2 Ti. 4:6). Sus amigos lo habí­an abandonado (2 Ti. 1:15; 4:10-12) y sólo Lucas estaba con él (2 Ti. 4:11). Con todo, algunos cristianos romanos visitaban al preso (2 Ti. 4:21). En una primera comparecencia no habí­a sido condenado (2 Ti. 4:16, 17), pero seguí­a detenido en un calabozo. Pablo presiente el fin de su carrera sobre la tierra, y escribe a Timoteo para exhortarle a perseverar en el ministerio, y le pide que acuda pronto a Roma. (A) Análisis. (1) Breve introducción: el preso expresa su deseo de volver a ver a Timoteo (2 Ti. 1:1-5). Lo exhorta a que se muestre valeroso en medio de las pruebas y penalidades (2 Ti. 1:6-12); a ser fiel en la fe a pesar de la oposición (2 Ti. 1:13-18). (2) Timoteo debe defender con fuerza las verdades fundamentales del Evangelio, cuidar su vida espiritual, ser sufrido y puro, manteniéndose apartado de todo aquello que deshonre al Señor y de los vasos de deshonra, a fin de ser «instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra» (2 Ti. 2:19-22). (3) Revelación acerca de la futura apostasí­a en el seno de la Iglesia (cfr. 2 Ti. 3:5). El apóstol recomienda a Timoteo que siga el ejemplo que él le ha dado, y que ponga en práctica en su vida la palabra de Dios, sabiendo que toda la Escritura es inspirada de Dios (2 Ti. 3). (4) Última exhortación a predicar la palabra de Dios (2 Ti. 4:1-5). Ya inminente el martirio, Pablo expresa su gozo de haber cumplido con fidelidad su ministerio evangélico (2 Ti. 4:6-8). La epí­stola finaliza con unas instrucciones personales (2 Ti. 4:9-22). (c) Autenticidad. Las epí­stolas a Timoteo y la dirigida a Tito reciben el nombre de Epí­stolas Pastorales por tratar de una manera especial de la iglesia apostólica y del cuidado pastoral bajo la autoridad apostólica. En el curso de los últimos cien años han surgido crí­ticos que han atacado la autenticidad de las Epí­stolas Pastorales. Algunos de ellos las han querido atribuir a algún autor desconocido del siglo II. Esta opinión ha sido refutada por eminentes biblistas. Las pruebas externas de la autenticidad de estas epí­stolas son muy numerosas. La iglesia primitiva y los Padres nunca las pusieron en tela de juicio. Son citadas o mencionadas en el siglo II por Ignacio, Policarpo, Ireneo, Tertuliano y Clemente de Alejandrí­a. Ellos ya tení­an conocimiento de la anterior circulación de estas epí­stolas, y no se les hubiera podido imponer una falsificación de su mismo siglo. Los argumentos que entran en la controversia son como sigue: 1. Desde el punto de vista cronológico, se ha planteado la cuestión de si se pueden hacer cuadrar los viajes mencionados aquí­ por Pablo con el relato de Hechos. Es precisamente a este propósito que las Epí­stolas Pastorales parecen dar apoyo a la opinión tradicional de que Pablo fue liberado después de su primer encarcelamiento en Roma (Hch. 28:30-31). Todaví­a debió ejercer la actividad misionera durante tres o cuatro años, lo que le pudo permitir ir a Creta con Tito (Tit. 1:5) y confiar a Timoteo el cuidado de la iglesia en Efeso (1 Ti. 1:3). Es evidente que Pablo mismo no volvió personalmente a esta ciudad (cfr. Hch. 20:25). La penosa despedida mencionada en 2 Ti. 1:4 pudo tener lugar en Mileto (cfr. 2 Ti. 4:20). De allí­ el apóstol pasó por Troas (2 Ti. 4:13) para dirigirse a Macedonia, desde donde probablemente escribió 1ª Timoteo. Parece que también en este momento escribió su epí­stola a Tito, anunciándole su proyecto de pasar el invierno en Nicópolis (Tit. 3:12). Sin embargo, no pudo llevar a cabo su plan. Arrestado otra vez y llevado a Roma, escribió su segunda epí­stola a Timoteo desde su calabozo y poco antes de su muerte, pidiéndole que fuera a verlo con presteza (2 Ti. 4:9). 2. Desde el punto de vista lingüí­stico, se ha pretendido que el vocabulario de las Epí­stolas Pastorales difiere del de Pablo. Es un hecho que hay 96 términos nuevos en 1 Timoteo, 60 en 2 Timoteo, y 43 en Tito, o sea, dos veces más que en las otras epí­stolas de este apóstol. Pero ese argumento no puede ser en absoluto concluyente, ya que Pablo estaba escribiendo aquí­ acerca de temas particulares distintos en muchos aspectos de los de sus otras epí­stolas, y que demandaban un vocabulario parcialmente diferente; además, no se puede poner coto a una gran amplitud de variedad de estilo y expresión en diversas circunstancias de la vida de una persona, especialmente de la intensidad y del genio de Pablo. Además, ninguno de los términos empleados en estas epí­stolas demanda una fecha más tardí­a, y alrededor de la mitad de ellos se halla en la LXX. Finalmente, un imitador hubiera puesto cuidado en evitar estas divergencias. 3. La situación de la Iglesia que se describe en estas tres epí­stolas cuadrarí­a mejor, dicen los crí­ticos, con la del siglo II. Por ejemplo, los ministerios estarí­an demasiado estructurados para concordar con la época de Pablo. Sin embargo, esto es lo contrario a lo que hallamos en estos escritos. En el momento de la redacción de 1 Ti. 3:1-7 y de Tit. 1:5-9, los términos de obispo y anciano eran sinónimos (véanse ANCIANO, OBISPO), en tanto que en el siglo II los dos términos designaban cargos distintos (cfr. las cartas de Ignacio, hacia el año 110, véase OBISPO). Por otra parte, Pablo y Bernabé habí­an designado ancianos en cada iglesia durante el primer viaje misionero (Hch. 14:23), y en la iglesia en Filipos a la que Pablo dirigió su epí­stola habí­a asimismo obispos y diáconos constituidos como tales (Fil. 1:1). Así­, en las Pastorales no se halla rasgo alguno del «sacerdotalismo del siglo II». Es perfectamente natural que el apóstol, a punto de ir al martirio, se cuidara de dar instrucciones detalladas a Timoteo acerca de los problemas que debí­a afrontar, y que nos provee de inestimables principios en nuestra conducta en el seno de la Iglesia de Dios. Bibliografí­a: Calvino, J.: «Comentario a las Epí­stolas Pastorales de San Pablo» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1968); Dana, H. E.: «El Nuevo Testamento ante la Crí­tica» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1965); Darby, J. N.: «1st. & 2nd. Timothy» en Synopsis of the Books of the Bible, vol. 5 (Bible & Publications, Montreal, 1970); Kelly, W.: «Lectures introductory to the Study of the Epistles of Paul the Apostle (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1970); Rossier, H.: «Estudios sobre la Primera Epí­stola a Timoteo» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Montebello, Calif. s/f); Wallis, W. B.: «1 y 2 Timoteo», en El Comentario Bí­blico Moody – Nuevo Testamento (Ed. Moody, Chicago, 1971).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado