PENTECOSTES O FIESTA DE LAS SEMANAS

tip, CALE

ver, LENGUAS, ESPíRITU SANTO, IGLESIA, CREACIí“N (Nueva), SíBADO

vet, La segunda de las tres solemnidades anuales (Pascua, Fiesta de las Semanas y Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos) en las cuales todos los varones israelitas se debí­an presentar en el santuario. Era la primera de las fiestas que tení­a que ver con la cosecha (Ex. 34:22, 23; 2 Cr. 8:12, 13; 1 R. 9:25). Recibí­a el nombre de Fiesta de las Semanas porque su fecha estaba fijada en siete semanas después de la ofrenda de la gavilla de cebada (Lv. 23:15, 16; cfr. Dt. 16:9, 10). La gavilla era mecida al dí­a siguiente de un sábado (Lv. 23:11). La opinión más acreditada sitúa este dí­a en el primer dí­a de la Fiesta de los Panes sin levadura. Así­ lo presenta la LXX (Lv. 23:7, 11), al igual que los organizadores de los servicios del templo de Zorobabel (Ant. 3:10, 5). Así­, la Fiesta de las Semanas tomó el nombre de Pentecostés debido a que se celebraba en el dí­a quincuagésimo a partir del mecido de la gavilla (en gr. «Pentecostés» significa «quincuagésimo»; cfr. Hch. 2:1). También recibí­a el nombre de fiesta de la siega, o dí­a de las primicias, por cuanto la siega del trigo acababa casi en toda Palestina en este tiempo, y se procedí­a a ofrendar dos panes de trigo nuevo (Ex. 23:16; 34:22; Nm. 28:26). En este dí­a se suspendí­a todo trabajo: habí­a una solemne convocación (Lv. 23:21; Nm. 28:26; Lv. 23:17, 20; cfr. Lv. 34:22; Nm. 28:26; Dt. 16:10). Además de los dos panes simbólicos, se ofrecí­a un holocausto de diez animales; se inmolaba asimismo un macho cabrí­o en ofrenda de expiación y dos corderos en sacrificio de acción de gracias (Lv. 23:18, 19). En Israel la fiesta no duraba más que un dí­a, pero los judí­os que residí­an fuera del paí­s la celebraban dos dí­as seguidos. Durante Pentecostés, como durante las otras fiestas, los israelitas debí­an hacer presentes a los pobres (Dt. 16:11, 12). En una época tardí­a, los rabinos alegaron una relación, que no se menciona en el AT, entre la fecha de la promulgación de la Ley en el Sinaí­ y Pentecostés. Pero no se puede demostrar que la Ley de Moisés fuera dada exactamente cincuenta dí­as después de la salida de Egipto. El Pentecostés más decisivo fue el que tuvo lugar después de la resurrección y ascensión de Cristo. A la hora tercia (hacia las 9 de la mañana), el Espí­ritu Santo descendió sobre los apóstoles y sobre alrededor de ciento veinte discí­pulos (Hch. 2:15-21). Así­ es como fue fundada la Iglesia. El Espí­ritu Santo fue dado, sin distinción de edad, de sexo o de condición social, a todos los que estaban reunidos en el aposento alto (Hch. 2:1-4, 14-21). (Véase LENGUAS [DON DE].) En el pasado, el Espí­ritu habí­a sido otorgado con poder a los profetas y a ciertos creyentes, pero el primer Pentecostés cristiano marca el inicio de la dispensación del Espí­ritu. Desde aquel entonces, los dones del Espí­ritu Santo son dados a los creyentes, sellados por El, y son en consecuencia exhortados a ser llenos de El (Hch. 1:8; 2:38-39; Ef. 1:12-13; 5:18), y ello sin la observancia de ritos particulares. Dios habí­a suscitado en el pasado al pueblo de Israel, al que se reveló de una manera especial. En la actualidad, en esta nueva dispensación, el Señor actúa por medio de la Iglesia, de la que el Espí­ritu es el ví­nculo de unión, fortificándola, acrecentándola y edificándola sobre la tierra (Hch. 2:39; Ef. 1:22, 23; véanse ESPíRITU SANTO, IGLESIA). Es de destacar que la misma Ley de Moisés haya situado esta fiesta tan importante al dí­a siguiente de un sábado (en efecto, el dí­a cincuenta caí­a el dí­a después de siete sábados). De la misma manera, la resurrección de Cristo y el descenso del Espí­ritu, con la consiguiente fundación de la Iglesia, tuvieron lugar en el primer dí­a de la semana, dí­a caracterí­stico de la nueva creación (véanse CREACIí“N [NUEVA] y SíBADO).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado