NAVE

v. Barca
1Ki 9:26 hizo también el rey Salomón n en
1Ki 10:22 el rey tenía .. una flota de n de Tarsis
1Ki 22:48 Josafat había hecho n de Tarsis, las
Psa 104:26 allí andan las n; allí este leviatán que
Psa 107:23 que descienden al mar en n, y hacen
Pro 30:19 el rastro de la n en medio del mar; y el
Pro 31:14 es como n de mercader; trae su pan de
Jon 1:3 descendió a Jope, y halló una n que partía
Act 27:6 hallando allí el centurión una n
Act 27:15 siendo arrebatada la n, y no pudiendo
Jam 3:4 mirad también las n: aunque tan grandes
Rev 18:17 todo piloto, y todos los que viajan en n


tip, CONS

ver, ESTAí‘O

vet, Ya en tiempos muy antiguos se navegaba por el Nilo y el Eufrates. Habí­a pequeñas barcas de forma circular que iban desde el alto Eufrates a Babilonia (Herodoto 1:194). Las naves fluviales de mayor tamaño podí­an transportar hasta cinco mil talentos. Para bogar por el Nilo, los egipcios se serví­an de naves de madera de acacia (Herodoto 2:96). El AT no menciona las naves del lago de Genesaret que sin duda ya existí­an. Durante el perí­odo romano habí­a numerosas barcas de pesca de poco tamaño que recorrí­an el lago (Lc. 5:2; Jn. 6:22, 23; Guerras 2:21, 8; 3:10, 9; Vida 33). Se trataba de barcas de remos; algunas de ellas tení­an además velas (cfr. Mr. 4:38 y Lc. 8:23. Josefo menciona el ancla y el piloto (Vida 33). Ya antes del éxodo los egipcios, e indudablemente los fenicios, eran notables en el arte de la construcción de naves. Israel no se interesó en esta actividad, a pesar de la fuerte influencia marí­tima a su alrededor, durante toda su historia nacional, con las flotas que surcaban el Mediterráneo. Fue Salomón el único que dirigió empresas comerciales marí­timas. Josafat trató de imitarle, pero fracasó. Esta actividad marí­tima dependí­a sin embargo de la participación de marinos fenicios. Los tirios llevaban la madera de cedro y ciprés para la construcción del templo de Salomón en forma de balsas al puerto de Jope (1 R. 5:9; 2 Cr. 2:16). De la misma manera llegó a Jope la madera para la construcción del segundo templo (Esd. 3:7). La tripulación de la nave en la que se embarcó Jonás estaba formada por personas de diversas nacionalidades (Jon. 1:5). Durante el perí­odo de dominación romana habí­a piratas judí­os (Ant. 14:3, 2; Guerras 3:9, 2 y 3). Las naves mercantes y los buques de guerra atravesaban el Mediterráneo (Nm. 24:24; Dn. 11:30; Jon. 1:3; 1 Mac. 11:1). En tiempos de guerra, las naves serví­an como transportes de tropas (1 Mac. 15:3, 4; 2 Mac. 14:1). Se daban batallas navales (1 Mac. 8:23, 32; Ant. 9:14, 12; cfr. Guerras 3:10, 1). La proa de algunos tipos de nave estaba dotada de un espolón de hierro, destinado a hendir el casco de las naves enemigas. Las naves se propulsaban mediante la vela, a la que en ocasiones se añadí­an los remos. Las hermosas naves mercantes de Tiro, de maderas calafateadas (Ez. 27:5, 9) tení­an mástiles de cedro, velas de lino fino (Ez. 27:7; Is. 33:23), bancos de pino, remos de encina (Ez. 27:6). La nave iba tripulada por remeros y un piloto (Ez. 27:8, 27). Las embarcaciones de lujo tení­an velas bordadas y ricos cortinajes (Ez. 27:7). Naves de este tipo iban a Tarsis (Jon. 1:3, 5, 6, 13) y navegaban incluso por el Atlántico, de España a Inglaterra (véase ESTAí‘O). La nave alejandrina que llevó al apóstol Pablo de Mira a Malta llevaba su propia tripulación y 276 pasajeros, aparte de un cargamento de trigo (Hch. 27:37, 38). Josefo sufrió un naufragio en una nave en la que iban 600 personas (Vida 3). Luciano describe una nave alejandrina de dimensiones famosas, lanzada por una tormenta en el puerto de Atenas llevando un cargamento de trigo a bordo. Esta nave medí­a unos 55 m. de longitud (sin duda se refiere de la extremidad de la proa a la de la popa) y con una anchura de 13 a 14 m. Su capacidad debí­a ser de 1.000 a 1.100 toneladas de registro bruto. Según Ateneas, la gigantesca galera de Ptolomeo Filopator tení­a alrededor de 128 m. de longitud y 17 de anchura. Durante un viaje de Pablo, el comandante de la nave y su armador se encontraron sobre el puente donde se hallaba la tripulación (Hch. 27:11, 30). Esta nave, de madera (Hch. 27:44), poseí­a una vela de mesana que se podí­a izar o arriar (Hch. 27:40). Tení­a el mástil de mesana y el gran mástil, e indudablemente dos gobernalles (v. 40); tení­a cuatro anclas en la popa, y otras en la proa (Hch. 27:29, 30). La nave llevaba una chalupa a remolque, que se podí­a izar hasta el puente mediante los cordajes (Hch. 27:16, 17, 30, 32). Se llevaban sondas (Hch. 27:28). Por lo general la nave llevaba ojos pintados a cada lado de la proa. La nave de Pablo no pudo resistir los embates del viento, y quedó a la deriva (Hch. 27:15). Una pintura de Pompeya, que representa una nave de la época de Pablo, muestra el mástil de mesana inclinado como un bauprés para sostener una vela cuadrada. Se señala un gran mástil cuya vela cuadrada está adaptada a una larga verga. La parte central de la verga se apoya contra el mástil. La popa y la proa eran frecuentemente levantadas y retorcidas, terminando en forma de cabeza de ave acuática. La enseña iba pintada o grabada a cada lado de la proa (Hch. 28:11). La embarcación era dirigida mediante dos remos grandes que salí­an de cada lado de la popa. Las anclas eran análogas a las modernas. Con cables o cadenas, centraban el naví­o durante las tempestades, previniendo su desencuadernamiento (Hch. 27:17).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Los israelitas, a pesar de que mantení­an un tráfico marí­timo comercial, no tuvieron afición a la navegación. El rico y espléndido comercio marí­timo de Salomón se llevó a cabo por naves gobernadas por marineros fenicios (1 Re 9,26; 10,22; 22,48; 2 Crón 20,36). Pero tení­an un gran conocimiento de la navegación y de sus técnicas (1 Re 19,22; 22,49; ls 33,21-23; Ez 27,3-9; Jon 1,3-16; Act 27). En los evangelios se habla únicamente de embarcaciones de pesca (Mc 4,21; 8,23; 9,1; 14,13-33; Mc 1,19-20; 3,9; 6,32; 8,16; Lc 5,2).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Embarcación, barco. La Biblia por lo general menciona las naves, la navegación y los aparejos de una nave solo de manera incidental, pero da algunos detalles de cómo eran en tiempos bí­blicos. Otros datos sobre las naves antiguas se obtienen de los anales históricos de diversas naciones o de las representaciones pictóricas de naves mercantes, batallas marí­timas, etc.

Naves egipcias. Las cañas de papiro, tejidas y atadas juntas, constituí­an el material para construir una amplia variedad de barcos egipcios: desde la pequeña barca a remo para uno o unos pocos cazadores o pescadores que podí­a manejarse bien por el Nilo, hasta el gran barco de vela con la proa vuelta hacia arriba y la solidez necesaria para navegar por alta mar. Los etí­opes y babilonios también utilizaban embarcaciones hechas de cañas, y Babilonia poseí­a una importante flota de galeras.
En un relieve encontrado en Medinet Habu se ven embarcaciones egipcias con mástil, cofa de guardia y vela. Además, estaban equipadas con remos, y una paleta en popa serví­a de timón. La proa estaba decorada con la cabeza de una leona, en cuya boca se hallaba una persona de rasgos orientales.
Habí­a grandes naves con velas rectangulares, más de veinte remos y, probablemente, una quilla central, que hací­an largos viajes a través del mar Mediterráneo. Este tipo de naves ya surcaban los mares en los dí­as de Moisés, como lo muestra el que Jehová advirtiera a los israelitas en las llanuras de Moab de que si eran desobedientes, se les harí­a †œvolver a Egipto en naves† para ser ofrecidos en el mercado de esclavos. (Dt 28:68.)

Naves fenicias. Al comparar la ciudad de Tiro con una bella nave, el profeta Ezequiel (27:3-7) mencionó detalles que nos muestran cómo era la nave fenicia. Tení­a tablajes de resistente madera de enebro, un solo mástil de cedro del Lí­bano y remos hechos de †œárboles macizos† de Basán, probablemente roble. La proa, al parecer alta y curvada, estaba hecha de madera de ciprés con incrustaciones de marfil. La vela era de lino de Egipto de varios colores, y la †œcobertura para la cubierta† (quizás una especie de toldo que se colocaba por encima de la cubierta para dar sombra) era de lana teñida. Las junturas de la nave estaban calafateadas. (Eze 27:27.) Los fenicios eran diestros navegantes, y mantení­an un extenso comercio en la región del Mediterráneo, incluso hasta llegar a Tarsis (probablemente en España). Hay quien cree que la expresión †œnaves de Tarsis† con el tiempo llegó a significar un tipo de nave que los fenicios utilizaban al comerciar con ese lugar distante, es decir, un barco capaz de resistir un largo viaje por el mar. (1Re 22:48; Sl 48:7; Isa 2:16; Eze 27:25.) Posiblemente Jonás huyó en una nave de este tipo. Tení­a una cubierta con suficiente espacio en la bodega para llevar carga y pasajeros. (Jon 1:3, 5.)
En una de las esculturas de Senaquerib se representa una embarcación egipcia con un piso en la parte superior, doble hilera de remos, una vela y una protección alrededor del piso superior de la que colgaban escudos. La proa de este barco de guerra era larga y puntiaguda.

Naves hebreas. Se dice que cuando Dan se estableció en la Tierra Prometida, moró por un tiempo en naves (Jue 5:17), lo que posiblemente alude al territorio que le correspondió junto a la costa filistea. (Jos 19:40, 41, 46.) El territorio de Aser se extendí­a a lo largo de la costa e incluí­a las ciudades de Tiro y Sidón, aunque no hay registro de que Aser conquistase estas ciudades. La media tribu de Manasés y las tribus de Efraí­n y Judá tení­an territorio a lo largo de la costa del Mediterráneo, de manera que estaban bastante familiarizados con las naves. (Jos 15:1, 4; 16:8; 17:7, 10.) La otra media tribu de Manasés, así­ como la de Isacar y Neftalí­, poseí­an tierra junto al mar de Galilea o cerca de este.
Aunque parece que Israel habí­a utilizado barcos desde tiempos antiguos, Salomón debió ser el primer gobernante de Israel que dio importancia a la navegación comercial. Con la ayuda de Hiram construyó una flota de barcos de carga que navegaban desde Ezión-guéber hasta Ofir. (1Re 9:26-28; 10:22; 2Cr 8:17, 18; 9:21.) Estos barcos estaban tripulados conjuntamente por israelitas y por marineros experimentados de Tiro. Cada tres años las naves volví­an con cargas de oro, plata, marfil, monos y pavos reales. (1Re 9:27; 10:22.)
Más tarde, el rey Jehosafat de Judá se asoció con Ocozí­as, el malvado soberano de Israel, para construir naves en Ezión-guéber con el fin de ir a buscar oro de Ofir; pero Jehová le advirtió que desaprobaba esta alianza. De modo que las naves fueron destrozadas en Ezión-guéber, y Jehosafat al parecer rechazó una solicitud de Ocozí­as para repetir el proyecto. (1Re 22:48, 49; 2Cr 20:36, 37.)

Durante el siglo I E.C. En el siglo I E.C. surcaban las aguas del Mediterráneo numerosos barcos mercantes de diversos tipos. Algunos eran barcos costeros, como el barco de Adramitio en el que Pablo, siendo prisionero, viajó desde Cesarea hasta Mira. (Hch 21:1-6; 27:2-5.) Sin embargo, el barco mercante en el que Pablo se embarcó en Mira era una nave grande que llevaba una carga de trigo y un total de 276 personas, entre tripulación y pasajeros. (Hch 27:37, 38.) Josefo informa que una vez embarcó en una nave que llevaba unas 600 personas. (Vida de Flavio Josefo, sec. 3.)
Pablo viajó mucho en naves; de hecho, experimentó tres naufragios antes de este viaje. (2Co 11:25.) El barco en el que viajaba en esta ocasión era de vela, con una vela mayor y otra de trinquete, gobernado por dos grandes remos situados en la popa. Este tipo de barcos solí­a tener un mascarón de proa que representaba ciertos dioses o diosas (como en el que se embarcó Pablo después, que tení­a el mascarón de proa †œHijos de Zeus†). (Hch 28:11.) Detrás de la nave se hallaba una barca pequeña, o esquife, que se utilizaba para llegar a la orilla cuando se anclaba cerca de la costa. El esquife se izaba durante las tormentas para evitar que se hundiese o se aplastase. La tormenta que se levantó en este viaje de Pablo era tan violenta, que los marineros ciñeron el barco por debajo (al parecer esto se hací­a pasando cuerdas o cadenas de un lado al otro del barco por debajo del casco para reforzarlo), arriaron los aparejos (seguramente las velas), echaron la carga de trigo por la borda, arrojaron las jarcias y amarraron las palas del timón (para evitar que se dañasen). (Hch 27:6-19, 40.)

El mar de Galilea. Los evangelios mencionan con frecuencia la presencia de barcas en el mar de Galilea. Debí­an utilizarse principalmente para pescar con redes (Mt 4:18-22; Lu 5:2; Jn 21:2-6), aunque también se pescaba con anzuelo. (Mt 17:27.) A veces Jesús se subí­a a una barca y desde allí­ predicaba a las muchedumbres que se reuní­an a la orilla (Mt 13:2; Lu 5:3); además, tanto él como sus apóstoles utilizaron a menudo barcas como medio de transporte. (Mt 9:1; 15:39; Mr 5:21.) Ese tipo de barca estaba accionada por remos o por una pequeña vela. (Mr 6:48; Lu 8:22.) Aunque la Biblia no describe cómo eran estas barcas de pesca, se sabe que algunas eran lo suficientemente grandes como para acomodar a trece personas o más. (Mr 8:10; Jn 21:2, 3; véanse GALERA; MARINERO.)

Anclas. Al parecer, las primeras anclas eran de piedra y se bajaban desde la proa de la nave. Más tarde se utilizaron en el Mediterráneo anclas de madera en forma de gancho, a las que se añadí­a un peso de piedra o metal. Algunas tení­an brazos de plomo. Cerca de Cirene se descubrió un ancla de unos 545 Kg. Con el tiempo se utilizaron anclas hechas enteramente de metal, algunas con la forma usual y otras de doble uña. Los marineros de la nave en la que Pablo navegaba arrojaron cuatro anclas desde la popa del barco (lo que a veces se hací­a cuando se capeaba un temporal). (Hch 27:29, 30, 40.) Para determinar la profundidad del agua se utilizaba una sonda. (Hch 27:28.)
El apóstol Pablo utiliza el término †œancla† de manera figurada cuando habla a sus hermanos espirituales en Cristo, y llama a la esperanza puesta delante de ellos un †œancla del alma†. (Heb 6:19; compárese con Ef 4:13, 14; Snt 1:6-8.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. naus (nau`», 3491), denota nave (lat. navis, y en castellano nave, náutico, naval, etc.), Act 27:41:¶ Naus, en griego clásico el término ordinario para nave, sobrevivió en griego helení­stico solo como término literario, pero desapareció del habla popular (Moulton, Proleg., p. 25). Blass (Philology of the Gospels, p. 186), cree que este uso aislado que hace Lucas de naus se debe a una reminiscencia de la frase homérica para encallar una nave. 2. ploion (ploi`on, 4143), relacionado con pléo, navegar, barco, barca o nave. Se traduce siempre apropiadamente como «barca» en los Evangelios en la RVR, y «barco» o «nave» en Hechos; fuera de estos libros, solo aparece en el NT en Jam 3:4; Rev 8:9; 18.17, 19. Véase BARCA, Nº 1. Nota: naukleros, traducido «patrón de la nave» en Act 27:11, se trata bajo el epí­grafe .¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Nave central de la Catedral de Lima, PerúArquitectónicamente es el espacio central abierto de una iglesia, al lado oeste del coro o presbiterio, y separado de éste por una pared baja o cancel. Está dividida de los pasillos laterales por columnas, postes o pilares; está techada con madera o abovedada en albañilería, y usualmente se eleva sobre el nivel de los techos de los pasillos para proveer ventanas para la iluminación. Coloquialmente, el término se usa para indicar la porción de la iglesia reservada para los fieles, e incluye los pasillos centrales y laterales, y el crucero. El nombre se deriva del latín navis, un barco, posiblemente en referencia a la «barca de San Pedro» o al Arca de Noé.
La norma de todos los desarrollos subsecuentes, ya sea los cristianos primitivos, bizantinos, normandos, medievales o renacentistas, se ha de encontrar en la Basílica de Roma, con su amplia área central, y sus pasillos y galerías separados allí por columnas y arcos que apoyan las paredes superiores, atravesadas por ventanas y el techo de madera. Nave central de la Catedral de México Durante los siglos III y IV el ábside, el cual en los ejemplos clásicos terminaba inmediatamente el espacio central abierto, fue empujado hacia atrás y separado de la propia nave dicha por una nave transversal o crucero; más tarde la unión de la nave, crucero y ábside (ahora prolongados en un profundo coro o presbiterio) fue coronada por un domo, o torre, llamándosele al espacio de abajo el cruce, mientras que el sencillo sistema de apoyo igual espaciado igual fue abandonado por un tiempo por el sistema alterno. Simultáneamente se aumentó la altura de las paredes superiores, se abovedó los pasillos en mampostería y luego la nave misma; los sólidos se redujeron a un mínimo a favor de ventanas, que tendían cada vez a aumentar de tamaño, el espacio arriba de las bóvedas de los pasillos y sus techos inclinados fueron arqueados y abiertos a la nave, se desarrolló y perfeccionó un sistema completo de botareles, y toda la nave gótica entró en existencia (ver arquitectura gótica).

Excepto en las iglesias más pequeñas la nave estaba flanqueada por un pasillo a cada lado, algunas veces (por ejemplo en la catedral de Bourges) por doble pasillo. Ocasionalmente, como en las iglesias jacobeas del siglo XIII, había dos naves, una al lado de la otra, de iguales dimensiones y separadas por cortinas; ocasionalmente también, sobre todo en Alemania y Flandes, la nave y los pasillos eran de igual altura. El tipo estándar, sin embargo, fue el de una nave elevada con arcada, triforio y claraboya, flanqueada por un pasillo comparativamente bajo a cada lado. De vez en cuando, como en las iglesias jacobeas del siglo XIII, había dos naves lado a lado, de iguales dimensiones y separados por pantallas, en ocasiones, también, sobre todo en Alemania y Flandes, tres naves eran de la misma altura. El tipo estándar, sin embargo, fue el de la elevada nave con arquería, triforio y el claristorio, flanqueada por un pasillo relativamente bajo a cada lado.

En las primeras basílicas cristianas el santuario era poco más que un ábside semicircular, y el crucero o nave transversal servía para el coro y el clero: poco a poco el presbiterio fue profundizándose para dar cabida al creciente número de clérigos, pero el crucero y la nave transversal estaban todavía aislados de la nave de la gente. Conforme se desarrolló el monacato, esta porción de la iglesia se fue cerrando cada vez más, hasta que en muchas iglesias de las abadías cistercienses se reservaba todo el espacio central de este a oeste. En el sur de Europa, el coro cerrado todavía se proyecta frecuentemente hacia el oeste del cruce; pero en Francia, en las grandes catedrales de la Edad Media, la nave, los cruceros y la nave transversal quedaban abiertos, y la reja del coro se fijaba al lado este del cruce, y en los tiempos modernos este arreglo es casi universal.

En el sur de Europa, el coro cerrado todavía se proyecta frecuentemente más hacia el oeste del crucero; pero en Francia, en las grandes catedrales de la Edad Media, la nave, el crucero y la intersección se mantenían despejadas, y la reja del coro fijada al lado oriental del crucero, y en los tiempos modernos, este acuerdo es casi universal. Durante la Edad Media también, el gran desarrollo de la predicación requirió de un espacio aún mayor para la congregación, y como resultado la nave medieval aumentó a proporciones enormes y fue capaz de acoger a multitudes que con frecuencia eran de decenas de miles. Estos grandes auditorios tampoco estaban reservados para uso religioso exclusivamente; en muchos casos no estaban consagrados, y se usaban no sólo para los autos, sino para muchos propósitos estrictamente seculares. La línea entre el presbiterio y la nave siempre fue muy clara; en Inglaterra por ejemplo, el párroco tenía plena autoridad sobre el primero, mientras que la propia parroquia era responsable del cuidado y mantenimiento de la nave.

Fuente: Cram, Ralph Adams. «Nave.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. 5 Feb. 2012
http://www.newadvent.org/cathen/10724a.htm

Traducido al español por Alfonso Enríquez. rc

Fuente: Enciclopedia Católica