EPISTOLAS

tip, LIBR

ver, CANON

vet, Nombre dado a 21 libros del NT. Las epí­stolas más antiguas son anteriores a los Evangelios. Pablo escribió las cartas a los Tesalonicenses por el año 50 de nuestra era. Las epí­stolas son mensajes escritos por los apóstoles, y son dirigidas: (a) a iglesias concretas, tratando cuestiones de doctrina y de práctica; (b) a individuos, aunque exponiendo temas de gran importancia; (c) a todos los creyentes en general, no a una sola persona o iglesia. A excepción de la dirigida a los hebreos y la 1ª de Juan, las epí­stolas, siguiendo la costumbre de la época, van encabezadas por el nombre o tí­tulo del autor, a continuación de lo cual va el del destinatario, individuo o iglesia, y los saludos. Las epí­stolas se dividen en tres grupos, pero esta clasificación no tiene un valor absoluto y no excluye de ninguna manera un modo de clasificación diferente. (a) Epí­stolas paulinas. Las primeras 13 cartas empiezan con la afirmación de que el remitente es el mismo Pablo por sí­ solo o ayudado por colaboradores suyos tales como Sóstenes (1 Co. 1:1), Timoteo (2 Co. 1:1; Fil. 1:1; Col. 1:1; Flm 1), o Silvano y Timoteo juntos (1 Ts 1:1; 2 Ts. 1:1). Por lo general Pablo empleaba un secretario que escribí­a a su dictado (Ro. 16:22). El apóstol pone el saludo de su propia mano lo que dice que sirve como testimonio de autenticidad de cada carta (1 Co. 16:21; Col. 4:18; 2 Ts. 3:17). La epí­stola a los Gálatas es la excepción a esta regla, ya que toda ella fue escrita de la misma mano del apóstol (Gá. 6:11). (b) Epí­stolas pastorales. Dentro del grupo de las epí­stolas paulinas figuran tres cartas llamadas Pastorales: las dos epí­stolas a Timoteo y la dirigida a Tito. Sus destinatarios son las personas cuyo nombre llevan; estas cartas dan instrucciones con respecto a la organización y administración de las iglesias; indican también la manera de resolver los problemas individuales de los miembros de la Iglesia. (c) Epí­stolas Universales. Cinco epí­stolas tienen una audiencia general: la de Santiago, las dos de Pedro, la 1ª de Juan y la de Judas. Pero la Iglesia primitiva designaba con el término de católicas 7 epí­stolas: las 5 ya mencionadas más arriba, más la 2ª y 3ª de Juan (Eusebio, Hist Ecle. 2:23), aunque estas dos últimas iban dirigidas a sendos individuos. El término «católico» se empleaba en su primigenio sentido de «universal», denotando una circular dirigida a todas las congregaciones. La «señora elegida» y el anciano Gayo, destinatarios de la 2ª y 3ª epí­stolas de Juan, posiblemente representen a la Iglesia en su conjunto. La forma epistolar no era un mero recurso literario elegido por lo adecuado que podí­a ser para una exposición doctrinal. La mayor parte de las epí­stolas fueron redactadas al modo de las cartas ordinarias; emanan de circunstancias personales y de la iniciativa del autor (cp. Filemón y 2ª Juan). Fueron escritas para dar respuesta a cartas, o, en base a informes llegados del exterior, para resolver problemas de ciertas iglesias (1 Co. 1:11; 2 Co. 7:5-7; 1 Ts. 3:5, 6). Pero son adecuadas para todas las que se hallen en circunstancias análogas. Pablo pedí­a que ciertas de sus cartas fueran leí­das por otras personas además del destinatario cuyo nombre llevaban (Col. 4:16). Los apóstoles declaraban que sus epí­stolas son la misma Palabra de Dios (1 Ts. 2:13; 1 P. 1:12). Desde el inicio de la era cristiana, fueron elevadas a la misma posición que los otros escritos sagrados. En el año 68 d.C. Pedro afirmaba que las epí­stolas de Pablo formaban parte de las Escrituras (2 P. 3:15-16); y, en el año 115, Policarpo cita al mismo tiempo los Salmos y la epí­stola a los Efesios como igualmente pertenecientes a las Sagradas Escrituras. (Véase CANON). Los tí­tulos de las epí­stolas no figuraban en la redacción original; se añadieron más tarde; no aparecen en los primeros mss. y no forman parte del texto inspirado. La mayor parte de estos tí­tulos proceden del primer versí­culo. El de la epí­stola a los Hebreos, sin embargo, procede de su tenor, por cuanto su carácter muestra que estaba especialmente dirigida a los cristianos procedentes del judaí­smo.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado