EBIONISMO

Véanse ESENIOS, JUDAIZANTES.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Con este nombre se designa aquella corriente de pensamiento que se extendió dentro del judeocristianismo y que negaba la divinidad de Jesús, reconociendo en él simplemente a un hombre. Los partidarios de esta doctrina deben identificarse en aquellos judí­os, de tinte cristiano, quizás algunos de ellos esenios convertidos que huyeron a Transjordania después del año 70 y que permanecieron fieles a las costumbres de la ley pero hostiles al templo.

De ellos habla expresamente Ireneo (cf. Adv. haer. 1, 26, 2).

Orí­genes, en su Contra Celsum, 11, destaca su fidelidad a la ley y explica que ebion en hebreo significa- «pobre».

El mismo Orí­genes, reconociendo con Celso que «algunos acogen a Jesús, pero quieren seguir viviendo según la ley de los judí­os, como la muchedumbre de los judí­os», dice que existen dos sectas de ebionitas: «los que como nosotros admiten que Jesús nació de una virgen y – los que, por el contrario, creen que no nació de ese modo, sino como todos los demás hombres» (Ibí­d., Y, 61). Para estos últimos, Jesús serí­a fruto de un matrimonio entre una «joven» con un carpintero o con un soldado romano. Evidentemente, leí­an a 1s 7 14 no según el texto de los Setenta, sino según la versión de Teodoción y Aquila, que traducí­an «joven» en -vez de «virgen» («la joven concebirá a un hijo…,,). Para ellos, Jesús percibí­a la inclinación al pecado como todos los hombres, y su elección, anunciada de antemano por los profetas, debí­a reducirse a su buena conducta. Finalmente, la justificación provení­a solamente de las obras de la Ley En conformidad con esta concepción, los ebionitas de esta secta, mientras que aceptaban el evangelio de Mateo (excepto Mt 1,13, donde se habla de la virgen), rechazaban a Pablo por su posición en contra de la Ley, a Juan por su reconocimiento de la divinidad de Jesús y a Lucas por su exaltación de la virginidad de Marí­a.

La otra secta de ebionitas a la que alude Orí­genes no tení­a dificultad en aceptar la virginidad de Marí­a, va que no la interpretaba como una prueba de la filiación divina de Jesucristo. Este, simple hombre o última de las siete reencarnaciones de Adán, tiene la misión de llevar a los hombres al conocimiento de la Ley en la cual consiste la única salvación. La doctrina ebionita se sedimentó en las Homilí­as y – en las Recognitiones clementinae, Su punto de partida es la dificultad, más religiosa que filosófica, de reconciliar la divinidad de Cristo con el dogma bí­blico de la unidad y de la unicidad de Dios. El monarqúianismo que profesaban los ebionitas se puede considerar como la herejí­a tí­pica del alma judí­a del cristianismo.
L. Padovese

Bibl.: A. Orbe, Introducción a la teologí­a de los siglos II y III, Roma 19S7: A. F. J Klijn, Ebionitas, én DPAC, 1, 650: B. Bagatti, L’Eglise de la circoncision, Jerusalén 1965.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico