SIGLO

v. Edad, Eternidad, Eterno, Siempre
Psa 90:2 desde el s y hasta el s, tú eres Dios
Mat 13:40 el fuego, así será en el fin de este s
1Co 2:6 no de este s, ni de los .. de este s
1Co 1:21 no sólo en este s, sino .. en el venidero
Eph 3:21 a él sea gloria en .. por los s de los s
Eph 6:12 contra los gobernadores de .. de este s
Heb 1:8 dice: Tu trono, oh Dios, por el s del s
Heb 13:8 es el mismo ayer, y hoy, y por los s


Término utilizado en las Escrituras para indicar un perí­odo largo de tiempo, una época. Así­, las expresiones †œpor siglos perpetuos† (Gen 9:12), †œpor todos los s.† (Exo 3:15), †œpor s. de s.† (Isa 51:8), etcétera, apuntan a la idea de eternidad. Dios es †œdesde el s. y hasta el s.† (Sal 90:2), es decir, de eternidad a eternidad, desde siempre y por siempre. También se utiliza la palabra con el sentido de †œesta época†, o †œesta era†, en contraposición con †œel s. venidero†, el reino de Dios en su plena manifestación. Así­, para los que ofenden al Espí­ritu Santo no hay perdón †œni en este s. ni en el venidero† (Mat 12:32). En este s. hay mucho afán, lo cual puede ahogar la Palabra (Mat 13:22). Pero hay un fin de este s. (Mat 13:39). Además, se usa la palabra s. en varias porciones con cierto sentido peyorativo, señalando al ambiente de esta época, de este mundo, con su corrupción y decadencia. El Señor Jesús nos salva de †œeste presente s. malo† (Gal 1:4), el cual tiene sus prí­ncipes (1Co 2:6) y sus sagaces hijos (Luc 16:8). Satanás es †œel dios de este s.† (2Co 4:4).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Véase TIEMPO.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[808]

Tiempo de cien años de duración. Pero simbólicamente es equivalente a «mundo», sociedad exterior a los grupos religiosos. Por eso los adjetivos «secular» o los sustantivos como «secularización» indican el proceso de abandono de esos grupos regulados por normas religiosas y el paso a una situación más libre de condiciones o normativas.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

La expresión «por los siglos de los siglos» es un hebraí­smo, como, por ejemplo, «el santo de los santos» (el santí­simo), que significa «por siempre», tiempo sin limitación alguna, tanto referido al pasado como al futuro (Rom 16,27; 1 Tim 1,17; 2 Tim 4,18 Heb 1,8); se refiere también a la eternidad de Dios (Lc 1,55; Ap 15,7), de Jesucristo (Lc 1,33; Jn 12,34; Ap 10,6, 11,15). «Siglo» significa, por fin; mundo, tanto el mundo presente como el futuro (Mt 12,32; Ef 1,21).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

aion (aijwvn, 165), una edad, era (que debe relacionarse con aei, siempre, en lugar de con ao, respirar), significa un perí­odo de duración indefinida, o tiempo contemplado en relación con lo que tiene lugar en el perí­odo. El sentido que tiene la palabra no es tanto el de la longitud misma de un perí­odo, sino el de un perí­odo marcado por caracterí­sticas espirituales o morales. Ello queda ilustrado por la utilización del adjetivo [véase Nota (1) más adelante] en la frase «vida eterna» en Joh 17:3, con respecto al creciente conocimiento de Dios. Las frases que contienen este término no debieran traducirse literalmente, sino en coherencia con su sentido de duración indefinida. Así­ eis ton aiona no significa «hasta la edad» sino «para siempre» (véase, p.ej., Heb 5:6). Los griegos contrastaban lo que llegaba a un fin con aquello que se expresaba con esta frase, lo cual muestra que con ello expresaban una duración sin fin. Aparece con la mayor de las frecuencias en el Evangelio de Juan, Hebreos y Apocalipsis. En ocasiones se traduce, erróneamente, «mundo». Es un término caracterí­stico del Evangelio de Juan. «En griego, el sentido propio de (aijwvn), aion, es «eternidad». No voy a, entrar aquí­ en la cuestión de si tenemos que creer, como Aristóteles, que se deriva de (ajei; ei), aei einai, o, como otros escritores actuales, de (ai[w), aio, yo respiro, de donde derivaba el significado en Homero, Eurí­pides y otros autores, de vida y aliento; o posiblemente pueda tratarse de dos palabras diferentes, una de (ajei; w[n), aei on, la otra de (a[w) ao, aspiro, de donde provienen los dos sentidos tan diferentes. Lo cierto es que el término es utilizado de manera distintiva por Platón, Aristóteles y Filón (y, según los diccionarios, por Licurgo) como «eterno», en contraste con lo que es del tiempo teniendo comienzo y fin, como su significado propio y terminante. «Platón (Timeo, ed. Stef. 3,37, o ed. Baiter, Orell. y Winck, 712) dice, hablando del universo: «Cuando el padre que lo engendró [tanto Platón como Aristóteles consideran que el universo es un animal vivo, lo cual es demostrado por sus constantes movimientos; Filón también, siguiéndolos] percibió que la imagen hecha por él de los dioses eternos se moví­a y viví­a, se agradó de su obra; y llevado por este agrado, pensó hacer su obra mucho más semejante a aquel primer ejemplar». Por lo tanto, así­ como aquel (el universo inteligible) es un animal (ser vivo) eterno (aji>vdion, aidion), del mismo modo se dedicó a hacer este universo (sensible) de tal modo con todo su poder. Así­, la naturaleza del animal (ser vivo) era eterna (aijwvvio» aionios, antes (aji>vdio»), aidios), y esto era desde luego imposible adaptar a lo que era producido (tw`/ gevvhtw`/, to genneto, lo que tení­a un principio); piensa hacer una imagen móvil de la eternidad (aionos), y al adorar los cielos hace de la eternidad permanente en unidad una cierta imagen eterna que se mueve en número, aquello que de hecho llamamos tiempo; esto es, dí­as y noches, meses y años, que no existí­an antes que comenzara a ser el cielo; luego, al quedar este establecido, «obra el nacimiento de, ellos» (comenzar a ser, (gevnesi» aujtw`n) genesis auton). Después de desarrollar esto, dice (p. 38): «Pero estas formas de tiempo imitando a la eternidad (aijw`na, aiona), y girando alrededor según número, han tenido un comienzo (gevgonen, gegonen). Por ello el tiempo comenzó con los cielos, para que habiendo comenzado ellos con él puedan ser disueltos con él, si es que ciertamente vaya a haber una disolución de ellos, y según la pauta de la naturaleza eterna (diaiwniva», diaionias, en algunos mss., aioniou o aionias), con el fin de que pueda ser tan parecido a ella como sea posible. Porque esta pauta existe desde toda la eternidad (pavnta aijw`na ejstin o[n, panta aiona estin on), pero por otra parte, aquello que es perpetuo (dia; tevlou», dia telous), a través de todo el tiempo ha tenido un principio, y es, y será». Luego prosigue discurriendo acerca de las estrellas y de los planetas, etc., como cosas relacionadas con lo que fue creado en el tiempo. Es imposible concebir cualquier afirmación más positiva de que (aijwvn, aion), es distinto y está en contraste con aquello que tiene un principio y que por ello pertenece al fluir del tiempo. Así­, (aijwvn, aion), es lo que es propiamente eterno, en contraste con una imitación divina de ello mismo en edades temporales, como resultado de la acción creadora de Dios, que imitó lo increado tan aproximadamente como pudo hacerlo en las edades creadas. Hay una cuidada oposición entre eternidad y edades; y también (aijwvn, aion y también aijwvnio», aionios) significan lo primero en contraste con edades. «Cito a continuación de Aristóteles, (peri; oujranou`), peri ouranou, 1,9, (ed. Bekker, 1, 279): «El tiempo», dice él, «es el número del movimiento, pero no hay movimiento sin un cuerpo fí­sico. Pero fuera del cielo se ha mostrado que no hay ni puede posiblemente venir a la existencia ningún cuerpo. Es evidente que afuera no hay ni lugar, ni vací­o, ni tiempo. Por ello tampoco en ningún lugar allí­ la naturaleza forma cosas; ni tampoco el tiempo las hace envejecer; tampoco hay cambios en aquellas cosas que se encuentran más allá de la órbita mas exterior; al contrario, siendo inmutables y no sometidas a ninguna influencia, poseyendo la mejor y más independiente vida, se mantienen por toda la eternidad (aijw`na, aiona). Porque esta expresión (nombre) ha sido divinamente pronunciada por los antiguos; porque la integridad que abarca el tiempo y la vida de cada una de ellas, fuera de las cuales nada hay, según la misma naturaleza, recibe el nombre de el (aijwvn), aion, de cada.. Según la misma palabra (lovgon, logon), la plenitud de todo el cielo, y la plenitud que abarca todo tiempo e infinitud es (aijwvn), aion, habiendo recibido este nombre por existir para siempre (ajpo; tou` ajei; ei, apo tou aei einai), inmortal (ajqavnato», athanatos, que no muere), y divino». En 10 pasa a mostrar que el hecho de comenzar a ser involucra el no existir siempre, que aquí­ cito para mostrar qué es lo que él quiere decir con (aijwvn, aion. Con ello está demostrando la inmutable eternidad del universo invisible. No es esta mi postura; pero sí­ que con ello se muestra qué es lo que él significa por eternidad (aion). No puede ser (aji>vdio»), aidios, y (genevsqai), genesdai, al mismo tiempo, cuando, como en Platón, (aji>vdio»), aidios, es utilizado como equivalente de (aijwvnio»), aionios, Aristóteles no sigue los pensamientos abstractos de Platón acerca de las ideas, y del (paravdeigma), paradeigma, de lo que es visible, siendo esto último una imagen producida de los (paravdeigma), paradeigma, eternos. Se apoya más en lo que es conocido por los sentidos, haciendo de ello la cosa eterna en sí­ misma. Pero el sentido de (aijwvn), aion, es para ambos cosa resuelta; en cuanto a la explicación de Aristóteles acerca de la utilización de (aijwvn), aion, para lo finito, hace ya tiempo que no dudo de su veracidad: se trata de la plenitud de la existencia de una cosa, de forma que en base de su existencia natural nada hay fuera ni más allá de ella. Engloba todo el ser de la cosa. «En cuanto a Filón, la sentencia se encuentra en De Mundo,¶7, (ejn aijw`ni de; ou[te parelhvluqen oujdevn, ou[te mevllei, ajlla; movnon uJfevsthken), en aioni de oute pareleluthen ouden, oute melei, ala monon ufesteken. Esta definición no precisa de ninguna explicación: en la eternidad nada es pasado, nada está a punto de ser, sino solo subsiste. Esto tiene la importancia de que es contemporáneo a la fecha y con el griego helenista del Nuevo Testamento, dando los anteriores el sentido regular y al mismo tiempo filosófico de la palabra, (aijwvn, aijwvnio»), aion, aionios. Su sentido propio es eternidad, inmutable, sin «fue» ni «será», y puede aplicarse a la existencia completa de una cosa, de manera que nada de su naturaleza era verdadera antes ni después, (to; tevlo» to; perievcon), to telos to pereikon. Pero su significado es eternidad y eterno. Que este es el sentido propio de (aijwvnio»), aionios en la Escritura es cosa tan cierta que es patente por sí­ misma. En 2 Corintios 4.18 tenemos (ta; ga;r blepovmena provskaira, ta; de; mh; blepovmena aijwvnia), ta gar blepomena proskaira, ta de me blepomena aionia, aionia, esto es, se contrastan de un modo expreso las cosas temporales con (aijwvnia), aionia, que no son para un tiempo, sea edad o edades, sino eternas. Nada puede ser más decisivo de su positivo y especí­fico significado» (J. N. Darby, en «On the Greek Words for Eternity and Eternal», The Bible Treasury, Vol. 12 (Junio, 1878), p. 94-95). Notas: (1) Aionios, adjetivo que se corresponde con aion (véase cuerpo del artí­culo precedente), es puesto en contraste con proskairos, lit., «por una sazón» (2Co 4:18). Se utiliza de aquello que es por naturaleza interminable, como, p.ej., de Dios (Rom 16:26), su poder (1Ti 6:16), su gloria (1Pe 5:10), el Espí­ritu Santo (Heb 9:14), redención (Heb 9:12), salvación (5.9), vida en Cristo (Joh 3:16), el cuerpo de resurrección (2Co 5:1), el futuro gobierno de Cristo (2Pe 1:11), que es declarado como que «no tendrá fin» (Luk 1:33), del pecado que nunca tiene perdón (Mc 3.29), del juicio de Dios (Heb 6:2), y del fuego, uno de sus instrumentos (Mat 18:8; 25.41; Jud_7). Véanse ETERNO bajo ETERNIDAD, B, Nº 2, SEMPITERNO, SIEMPRE. (2) En Rev 15:3, la VM traduce «Rey de los siglos», siguiendo textos que tienen aionon; en RV, RVR, RVR77: «Rey de los santos» (jagion, en TR). Hay buena evidencia de mss. para ethnon: «naciones», lectura seguida por Besson, VHA, LBA; se trata probablemente de una cita de Jer 10:7: (3) Biotikos, adjetivo («de esta vida»), se traduce «las cosas de este siglo» (1Co 6:3, RV); «de cosas de este siglo» (v. 4). Véase VIDA. (4) Para genea: «siglos» en Eph 3:5 (RV; RVR: «generaciones»), véase GENERACIí“N, Nº 1. (5) Para kosmos, traducido «siglo» en 2Co 7:10 (RV), véase MUNDO, A, Nº 1.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

  1. El uso del Antiguo Testamento.

La palabra hebrea ʿôlām significa un largo período de tiempo indefinido, sea pasado o futuro, y cuyos límites son determinados sólo por el contexto o la naturaleza del asunto que se trata.

  1. Tiempo pasado indefinido. Amós 9:11 predice la restauración del tabernáculo de David como en «el tiempo pasado». En otros textos se habla de acontecimientos de la historia pasada, Is. 63:9; Mi. 7:14; Mal. 3:4. En Jer. 5:15 se habla de «gente antigua», en Is. 58:12 de «ruinas antiguas», y Jer. 18:15 habla de las «sendas antiguas». La expresión «desde la antigüedad» puede referirse a eventos acaecidos en un pasado indefinido («desde muy atrás» en Jer. 2:20 «antiguamente» en Jos. 24:2; «Tiempos pasados» en Jer. 28:8). También puede incluir toda la extensión de la historia humana (Jl. 2:2).

La palabra se usa para describir las obras de Dios y sus relaciones para con Israel en el pasado indefinido (Is. 63:16 «perpetuo» en RV60; Sal. 25:6, «perpetuas»). También puede referirse a la totalided do la forma en que Dios trata con los hombres (Is. 63:19 «nunca» RV60); y también puede designar simplemente a un tiempo indefinido (Is. 42:14, «desde el siglo» RV60). En Pr. 8:23 llega hasta un punto en el tiempo antes de la creación de la tierra («eternamente» RV60). Los collados son llamados «eternos» (Gn. 49:26). Esto se refiere a que son muy antiguos, y no a la eternidad de la materia.

Todas estas referencias nos indican que la determinación temporal debe sacarse de su contexto. En consecuencia, cuando la palabra se refiere a la existencia de Dios, tal como lo hace en el Sal. 93:2, «Tú eres eternamente», no podemos concebir ningún punto de comienzo, y la palabra toma la idea de una eternidad pasada. Véase «Dios eterno» en Gn. 21:33; Is. 40:28 Jer. 10:10 Cuando este término se aplica al gobernador mesiánico en Mi. 5:2, lingüísticamente puede referirse a su antigüedad o a su eternidad, sólo el contexto puede decidirlo.

  1. Tiempo futuro indefinido. La palabra ʿôlām indica también a la extensión indefinida de un tiempo futuro, p. ej., en tanto cierta persona siga con vida (Dt. 15:17; 1 R. 1:31; Sal. 61:7, «para siempre» RV60). La «eternidad» de la tierra (Sal. 104:5 «jamás»; 148:6 «para siempre») es sólo relativa, porque ella será estremecida en el acto final de juicio y redención (Hag. 2:6). Podemos ver un futuro indeterminado en Is. 32:14; 1 S. 13:13 (la RV60 coloca «para siempre» en ambas citas); Ez. 25:15 (la RV60 traduce «antiguas», pero la VM es más correcta «perpetuo»). La salvación de Jehová perdura por siempre (Is. 51:6–8, donde ʿôlām se traduce «para siempre», «perpetuamente»), y así también su habitación en Jerusalén (1 Cr. 23:25), sus pactos (Gn. 17:17 «pacto eterno» VM; Is. 55:3), la institución mosaica (Ex. 27:21; 30:21; Lv. 3:17; 7:34; 10:9; Nm. 10:8 «estatuto perpetuo»), la celebración de la pascua (Ex. 12:24), el templo de Salomón (1 R. 9:3; 2 R. 21:7), la santa ciudad (Sal. 125:1), el gobierno y soberanía del Mesías (Sal. 45:6; Is. 9:7). El hecho de que algunas de estas cosas se hayan terminado ya, ilustra nuevamente el hecho de que el significado preciso de cada frase debe sacarse de su contexto.

Cuando la frase se aplica a la existencia de Dios, entonces emerge el concepto pleno de la eternidad (Is. 40:28 «eterno»; Dt. 32:40 «eternamente» VM; Dn. 12:7 «por los siglos» RV60, y «eternamente» VM).

A veces se usa el plural «siglos» con el fin de intensificar la idea de un futuro interminable: Is. 45:17, «salvación eterna» traduce la RV60 y VM, pero lit. dice «salvación por los siglos»; Dn. 9:24 «justicia perdurable» RV60 y VM; Is. 26:4, «fortaleza de los siglos»; Sal. 145:13, «reino de todos los siglos».

  1. Pasado y futuro. El pasado y futuro indefinido, «desde la antigüedad hasta el porvenir», todo se coloca junto, al referirse a la existencia de Dios (Sal. 90:2; 106:48, mientras que en la primera cita la RV60 traduce «siglo», aquí traduce «eternidad»); al amor de Dios (Sal. 103:17); a la alabanza a Dios (Neh. 9:5); a la promesa de la tierra de Israel (Jer. 7:7; 25:5).
  2. El uso del Nuevo Testamento.
  3. Aiōn como tiempo indefinido.
  4. En el pasado. Al igual que ʿôlām, la palabra aiōn se usa para indicar un período indeterminado de tiempo. El período de los profetas se extiende «desde los siglos», esto es, desde tiempos antiguos (así en Lc. 1:70; Hch. 3:21). La revelación de Dios a Israel viene «desde el siglo» (Hch. 15:18, la RV60 interpreta bien, «desde tiempos antiguos»). La frase «desde el siglo» de Jn. 9:32 significa «desde todo el tiempo pasado» (la BJ interpreta bien, «jamás»). Judas 25 tiene una forma distinta, «antes de todo siglo» con lo que se quiere decir antes de todo tiempo.
  5. En el futuro. La frase griega eis ton aiōna aparece veintisiete veces en el NT griego («hasta el siglo»), así que el significado preciso debe determinarse del texto. En Mt. 21:19 se traduce «nunca jamás» RV60. En Mr. 3:29; Jn. 13:8; 1 Co. 8:13 también significa «jamás». En otros contextos, la idea de una eternidad futura es evidente (RV60 traduce «eternamente» en Jn. 6:58; 11:26; Jud. 13; y «para siempre» en Jn. 6:51; 12:34; 14:16; 2 Co. 9:9; Heb. 5:6; 6:20; 7:17, 21; 1 P. 1:25; 1 Jn. 2:17; 2 Jn. 2).

El plural «siglos» se usa para subrayar la idea de un tiempo sin fin. (a) En el pasado: «antes de los siglos» (1 Co. 2:7); «desde los siglos» (Col. 1:26; Ef. 3:9). En Ef. 3:11 tenemos «propósito desde los siglos», esto es, el «propósito eterno» (así RV60, HA, VM) de Dios. (b) En el futuro: «por los siglos» (Ro. 1:25; 9:5; 11:36; 2 Co. 11:31; Heb. 13:8). Judas 25 lee «por todos los siglos». El paralelismo que se hace en Col. 1:26 entre «siglos» y «edades» (así RV60, pero mejor es traducir «períodos» la última palabra) sugiere que la forma plural concibe el tiempo como si éste consistiese en una sucesión de muchos siglos o edades, lo cual nos lleva a la idea subsecuente de que los siglos son períodos de tiempo largos, mas no interminables.

La eternidad hacia el futuro se intensifica aun más duplicando la forma o expresión: (a) en el singular, «por el siglo del siglo» (Heb. 1:8); (b) en el plural: «por los siglos de los siglos». Esta frase aparece veintiuna veces en el NT, y a excepción de Heb. 13:21; 1 P. 4:11 y 5:11, todas en Pablo y Apocalipsis.

Existe un número de expresiones que tienen una forma especial, éstas se encuentran en Ef. 3:21 «por todas las edades del siglo de los siglos» y 2 P. 3:18 «hasta el día del siglo».

La soberanía que Dios tiene sobre todo el tiempo se manifiesta en la expresión «Rey de los siglos» (1 Ti. 1:17; Ap. 15:3).

  1. Aiōn como un segmento de tiempo. Teológicamente, el uso más importante que se le da a aiōn en el NT es el que sirve para designar dos períodos distintos de tiempo: este siglo y el siglo venidero. Esta estructura nos suple con el trasfondo del carácter escatológico de la obra de redención. Esta expresión considera la historia redentiva, no como si fuera una serie de edades interminables, sino como dos períodos de tiempo distintos y en contraste uno con el otro.

Varios pasajes reflejan esta estructura que señala a dos períodos distintos de tiempo, pero sin hacer énfasis en ella. La blasfemia contra el Espíritu Santo jamás será perdonada, ni en este siglo ni en el siglo venidero (Mt. 12:32). Cristo ha sido exaltado por sobre toda autoridad, en este siglo y en el venidero (Ef. 1:21). El ser discípulo de Jesús (aunque trae sus recompensas), a menudo envuelve la pérdida de las posesiones y la familia en este tiempo, pero todo esto significa vida eterna en el siglo venidero (Mr. 10:29–30; Lc. 18:28–30). Estos textos contienen una ligera variación en forma: «tiempo» (kairos) toma el lugar de «siglo» en el primer miembro. Esta misma expresión, «este tiempo», aparece en Ro. 3:26; 11:5; 2 Co. 8:14. [La misma frase griega (ho nun kairos) la RV60 la traduce «tiempo presente» en Ro. 8:18.]

Este siglo llegará a su fin con la parousia de Cristo (Mt. 24:3). Cuando llegue la consumación de este siglo, el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles para separar a los impíos de los justos (Mt. 13:39–42). El siglo venidero será el siglo de la inmortalidad en contraste con este siglo. «Los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo» serán «hijos de la resurrección» y serán iguales que los ángeles en un punto: no estarán más sujetos a la muerte (Lc. 20:34–35).

El siglo venidero es el siglo de la vida eterna (Mr. 10:30); «Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre» (Mt. 13:43). Mr. 10:24, 30 enseña que el siglo venidero es la misma cosa que la vida eterna y el reino de Dios; y en Mt. 25:34, 46 se nos dice que los justos heredarán el reino de Dios y entrarán a la vida eterna cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria (cf. Mt. 25:31), todo lo cual sucederá al fin de este siglo (Mt. 25:41).

El carácter de este siglo está en agudo contraste con el siglo venidero. Es malo (Gá. 1:4) porque Satanás es el «dios de este siglo», y mantiene a los hombres en las tinieblas (2 Co. 4:4). Este siglo está en oposición al reino de Dios; porque, cuando se siembra la palabra de Dios, «el afán del siglo» trata de ahogarla para que no fructifique (Mt. 13:22). El amor por este siglo hizo que Demás desamparara a Pablo (2 Ti. 4:10). A aquellos que viven según «el siglo de este mundo», Pablo los describe (Ef. 2:1, 2; la RV60 traduce aiōn por «corriente») como muertos en pecado, hijos de desobediencia que siguen un curso satánico, efectuando la voluntad de la carne; por tanto, están bajo la ira de Dios. La frase «el siglo de este mundo» asocia íntimamente las palabras temporales con las espaciales. En efecto, la expresión «este mundo» es paralela (Jn. 8:23; 9:39; 11:9; 12:25; 13:1; 16:11; 18:36; 1 Jn. 4:17; 1 Co. 3:19; 5:10; 7:31). El disputador de este siglo y la sabiduría del mundo son necedades para Dios (1 Co. 1:20; 2:6), porque Dios sólo puede ser conocido por revelación, no por sabiduría (1 Co. 2:6). Los gobernantes de este siglo que en ignorancia crucificaron al Señor de la gloria están destinados a perecer (1 Co. 2:6, 8). Algunos intérpretes creen ver en las palabras de estos versículos las huestes de demonios del «dios de este siglo», pero esto no lo prueba.

En resumen, este siglo es el período de la actividad de Satanás, de la rebelión del hombre, del pecado y de la muerte; el siglo venidero, introducido por la parousia de Cristo, será el siglo de la vida y la justicia eterna, cuando Satanás sea destruido; y el mal, arrasado del mundo.

Esta estructura dualista el NT la comparte con el judaísmo de su tiempo (véase IV de Esdras 6:7–9; 7:20–31, etc.); pero ambos se derivan de elementos implícitos en el AT, el cual mira el mundo, el escenario de la existencia humana, como necesitado de una transformación milagrosa efectuada por la mano misma de Dios antes que el pueblo de Dios pueda gozar de la plenitud de las bendiciones de la redención (Is. 65:17ss.). Con todo, el NT se coloca aparte de su medio ambiente judío en un respecto muy importante: en Cristo, las bendiciones del siglo venidero se han introducido dentro de este siglo malo. Jesús, quien vendrá en gloria como el Hijo del Hombre a inaugurar el siglo venidero, ya ha aparecido en la tierra en humildad para traer a los hombres en medio de este siglo malo la vida del siglo venidero. Ya estamos gustando los poderes del siglo venidero (Heb. 6:5). Por medio de la muerte de Cristo somos ahora librados del presente siglo malo (Gá. 1:4). Ya no debemos conformarnos a este siglo, sino que debemos ser transformados por un poder interior (Ro. 12:2). Es posible que la cláusula «a quienes han alcanzado los fines de los siglos» (1 Co. 10:11) se refiera a este traslapo de los dos siglos, y que quiera decir, entonces, que mientras los cristianos viven corporalmente en este siglo de pecado y muerte, también están viviendo espiritualmente en el siglo de la justicia y la vida. No obstante, esta frase, al igual que aquélla de Heb. 9:26, «la consumación de los siglos», también podría significar que en Cristo los propósitos de Dios en los siglos de la historia redentiva han sido consumados. En todo caso, el NT enseña que existe un traslapo de estos siglos. Por tanto, la vida eterna, que pertenece al siglo venidero (Mr. 10:30; Mt. 25:46; Jn. 12:25; Ro. 2:7), es una posesión del presente (Jn. 3:36; 6:47). La justificación, que realmente quiere decir absolución de la culpa en el juicio final (Mt. 12:36, 37; Ro. 8:33s.), está ya consumada (Ro. 3:24; 5:1). La salvación que pertenece al futuro (Ro. 13:11; 1 P. 1:5, 9) también es un asunto del presente (2 Co. 6:2; Ef. 2:8). El reino de Dios que pertenece al siglo venidero (Mt. 25:34; 1 Co. 15:50) ha invadido este siglo, trayendo de antemano sus bendiciones a los hombres (Mt. 12:28; Lc. 17:20; Col. 1:13; Ro. 14:17). Resumiendo, las realidades redentivas son escatológicas; son las bendiciones que pertenecen al siglo venidero, pero en Cristo ya han sido dadas a los creyentes que todavía viven en este siglo. Los cristianos viven en dos siglos; gozan de los poderes del siglo venidero mientras todavía viven en este siglo.

Véase también Escatología y Reino de Dios.

  1. Aiōn como concepto espacial. Algunas veces aiōn no se refiere tanto a un período de tiempo como a aquello que llena este período de tiempo. En Heb. 1:2, la creación de los siglos se refiere a aquello que llena los siglos, esto es, al mundo. En Heb. 11:3 la frase «haber sido constituido los siglos» (RV60 «universo») es explicada por la otra «lo que se ve», con lo cual sabemos que aiōn se está refiriendo al mundo visible que llena los siglos de los tiempos.

Dado que aiōn puede tener connotaciones espaciales, puede usarse intercambiablemente con kosmos, «mundo». Véase «el mundo venidero» (Heb. 2:5) y «el siglo venidero» (Heb. 6:5), «la sabiduría de este mundo» (1 Co. 1:20; 3:19) y «la sabiduría de este siglo» (1 Co. 2:6). Es posible que «los cuidados del siglo» de Mt. 13:22 y Mr. 4:19 sean sinónimos con el cuidado de las cosas del mundo en 1 Co. 7:33; y la afirmación de que Dios es el Rey de los siglos (1 Ti. 1:17) no sólo quiere decir que él es Señor del tiempo, sino que también de todo lo que lo llena.

  1. Aiōn como una persona. En la religión helénica se usaba el término aiōn para designar a seres semidivinos que estaban entre Dios y el mundo. Algunos eruditos creen ver este uso en el NT. La frase «según el siglo de este mundo» de Ef. 2:2 (la RV60 traduce «corriente») se interpreta como el aiōn que gobierna el mundo; se afirma también que Col. 1:26; Ef. 3:9 y 2:7 hablan de seres espirituales de los cuales Dios escondió su propósito redentivo y sobre los cuales Cristo triunfó. Esta interpretación es altamente improbable. [Para una buena exposición de estos textos y la refutación de estas ideas, véase los Comentarios del Dr. William Hendriksen sobre Efesios y Colosenses. N del T.]

El concepto bíblico de «los siglos» está en contraste con la idea griega del tiempo—relación eterna, en la cual la eternidad es cualitativamente distinta que el tiempo. Bíblicamente, la eternidad es tiempo sin fin. La vida futura tiene su marco en una tierra nueva y redimida (Ro. 8:21; 2 P. 3:13) con cuerpos resucitados en el siglo venidero. No es la liberación del reino del tiempo y del espacio, sino del pecado y la corrupción. Ap. 10:6 no quiere decir que el tiempo se acabará.

Véase también Eternidad y Tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Sasse en TWNT; E.D. Burton, The Epistle to the Galatians (ICC), pp.426–431; Oscar Cullmann, Christ and Time; G. Vos, The Pauline Eschatology, capítulos 1–2; G.E. Ladd, ExpT, 68:268–273.

George Eldon Ladd

RV60 Reina-Valera, Revisión 1960

VM Biblia Versión Moderna

BJ Biblia de Jerusalén

TWNT Theologisches Woerterbuch zum Neuen Testament (Kittel)

ICC International Critical Commentary

ExpT The Expository Times

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (574). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología