El vocablo hebreo hasid se traduce como p., o santo, o fiel, según el contexto (†œSabed, pues, que Jehová ha escogido al p. para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare† [Sal 4:3]; †œGuarda mi alma, porque soy p.; salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía† [Sal 86:2]). Es el hombre fiel en su religión que lo demuestra con buenas obras.
En el NT, la palabra es eulabes. †¢Simeón era un hombre †œjusto y p. [que] esperaba la consolación de Israel† (Luc 2:25). En el día de †¢Pentecostés estuvieron presentes muchos †œvarones p. de todas las naciones bajo el cielo† (Hch 2:5). Se nos dice de †¢Cornelio que era †œp. y temeroso de Dios con toda su casa† (Hch 10:2). El término está relacionado con la †¢piedad, que es la doctrina religiosa puesta en acción, vivida y practicada. Este sentido práctico de la palabra puede verse en 1Ti 5:4, donde Pablo explica que la piedad de los creyentes debe manifestarse antes que nada en el cuidado de su propia familia (†œ… aprendan éstos primero a ser p. para con su propia familia†). El hombre p., no solamente practica la piedad, sino que se indigna con la injusticia. En 2Pe 2:8-9 se presenta a †¢Lot y la destrucción de Sodoma como ejemplo de un creyente que †œafligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos† pero que es salvado porque †œsabe el Señor librar de tentación a los p., y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio†.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
jaséí†d (dysij; , 2623), «un piadoso, santo, devoto». Los Salmos contienen 25 de los 32 casos de este vocablo. Básicamente, jaséí†d quiere decir uno que practica jesed («misericordia»), por lo que se debe traducir «piadoso» o «devoto». La primera vez que aparece en la Biblia es en Deu 33:8 (rva) con referencia a un ser humano: «Dale a Leví tu Tumim y tu Urim a tu hombre piadoso». El vocablo aparece en Psa 32:6 «Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado». En Psa 145:17 (rva) el término se refiere a Dios: «Justo es Jehovah en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras». Este nombre se deriva del nombre jesed.
Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento
PIADOSO
Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento
Término que, entre otras partes, aparece en 1 Ti. 5.4, con referencia a la obligación de cuidar a una madre o abuela viuda (cf. el lat. pietas). El verbo es eusebeō, el término helenístico normal para los actos de adoración religiosa (así en Hch. 17.23), que indica que, según Pablo, el cuidado de los parientes que han enviudado formaba parte del deber religioso cristiano. Esto es comprensible a la luz del quinto mandamiento, teniendo en cuenta el hecho de que de esta manera el cristiano libra a la iglesia de la responsabilidad de mantener a las viudas.
El sustantivo correspondiente, eusebeia, generalmente traducido *“piedad” en °vrv2, aparece 14 veces en las epístolas pastorales y 2 P. (y en Hch. 3.12) como término que engloba la práctica de la religión personal del cristiano, la adoración y el servicio a Dios, y el cumplimiento de una reverente obediencia a sus leyes. En el plural el término denota actos específicos de piedad (2 P. 3.11, °vrv2 “piadoso”). La eusebeia cristiana surge de un principio interior de vida y poder (2 P. 1.3; 2 Ti. 3.5), que es de origen divino y que a su vez se otorga con la respuesta de la fe del pecador al don anterior de la verdad salvadora, y a través de ella (1 Ti. 3.16: el “misterio”—secreto revelado—del cual surge la “piedad” es el mensaje del evangelio del Cristo encarnado y reinante). Es una característica de la verdad del evangelio que ella sea “conforme a la piedad” (1 Ti. 6.3; Tit. 1.1), e. d. que la piedad es el resultado natural y necesario de recibirla, de modo que la impiedad en los que la profesan es una prueba presuntiva de que no la han recibido verdaderamente y de corazón (cf. 2 Ti. 3.2–8; Tit. 1.16; 2 P. 2.19–22). Toda enseñanza que se precie de ser evangélica debe ser aprobada para determinar si conduce a la piedad, e. d. si hace cumplir adecuadamente las demandas de Dios, y si exhibe correctamente el don de la renovación en Cristo, de donde solamente puede surgir la piedad (2 Ti. 3.5–8).
La Biblia considera la piedad que ella inculca desde diferentes puntos de vista complementarios. El AT la llama *“temor de Dios” o “de Jehová” (más de treinta veces), mostrándonos así que la verdadera piedad tiene sus bases en una actitud de reverencia, sumisión, y obediencia a Dios. El NT la llama “obedecer el evangelio” o “la verdad” (Ro. 10.16; Gá. 5.7; 2 Ts. 1.8; 1 P. 1.22; cf. Ro. 6.16), caracterizando así a la piedad como respuesta a la revelación. Desde otro punto de vista, como el mantenimiento de un estado de separación del mundo y de consagración a Dios, el NT la llama simplemente *“santidad” (hagiasmos, hagiōsynē: véase 1 Ts. 4.3; He. 12.14; 2 Co. 7.1; 1 Ts. 3.13, etc.). Cristo enseñó que la “obra de Dios”, el requerimiento divino completo y único en el que están comprendidas las “obras de Dios” individuales, es la fe en él (Jn. 6.28s); y la piedad cristiana significa simplemente vivir por esta fe, y vivirla plenamente. En consecuencia, Juan caracteriza la piedad que demanda y acepta Dios haciendo resaltar los dos rasgos que le son esenciales y distintivos: la fe en Cristo y el amor a los creyentes (1 Jn. 3.22–24).
Un análisis completo de la piedad neotestamentaria incluiría la expresión práctica de la fe en una vida de arrepentimiento, de resistencia a la tentación, y de mortificación del pecado; en hábitos de oración, acción de gracias, y observancia reverente de la Cena del Señor; en el cultivo de la esperanza, el amor, la generosidad, el gozo, el control de uno mismo, la paciencia para sufrir las tribulaciones, y la satisfacción con lo que se tiene; en la búsqueda de la honestidad, la rectitud y el bien de los demás en todas las relaciones humanas; en el respeto a la autoridad divinamente constituida en la iglesia, el estado, la familia y el hogar. Todas estas actitudes y prácticas constituyen exigencias de Dios, y lo glorifican. (Véase
Bibliografía. W. Mundle, W. Günther, L. Coenen, “Piedad, religión”,
Arndt;
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico