OFRENDA PARA LOS SANTOS

La costumbre de dar †¢limosna es altamente alabada en la Biblia (†œPorque no faltarán menesterosos en medio de la tierra …: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso† [Deu 15:11]). Las palabras del Señor Jesús en Mat 6:2-4 (†œCuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompetas delante de ti…†) reconocen que el dar limosna se practicaba en aquella época, aunque a veces no por las motivaciones debidas. La preocupación de los cristianos por los pobres y los marginados sociales comenzó desde el inicio mismo de la Iglesia, cuando los hermanos †œvendí­an sus propiedades y sus bienes, y lo repartí­an a todos según la necesidad de cada uno† (Hch 2:45). Algunos opinan que ese movimiento de fervor inicial trajo como consecuencia que entre los miembros de la iglesia de Jerusalén se produjera una situación de pobreza general. Pero esto no es seguro. Hay que recordar que el profeta †¢Agabo dio †œa entender por el Espí­ritu, que vendrí­a una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio† (Hch 11:28). Al conocerse la profecí­a de Agabo, los discí­pulos de †¢Antioquí­a, †œcada uno conforme a lo que tení­a, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo† (Hch 11:29-30).

Cuando los hermanos de Jerusalén se dieron cuenta de que Pablo habí­a recibido el llamamiento para predicar el evangelio entre los gentiles, al enviarlo con su apoyo, le solicitaron que hiciera algo por los pobres que habí­a en la Ciudad Santa (†œSolamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer† [Gal 2:10]). En sus viajes misioneros, Pablo siempre tuvo en cuenta la recomendación de los ancianos de Jerusalén. En las región de †¢Macedonia, donde Pablo fundó iglesias en las ciudades †¢Neápolis, †¢Filipos, †¢Anfí­polis, †¢Apolonia, †¢Tesalónica y †¢Berea, se levantó la iniciativa de hacer una colecta para enviar socorro a los pobres de Jerusalén. Pablo puso esto como un ejemplo para los hermanos de †¢Corinto (†œAsimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia…† [2Co 8:1]). Exhortó a Tito a que organizara la mismo en esa ciudad (†œ… de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia† [2Co 8:7]).
forma recomendada por el apóstol para la realización de la colecta aparece descrita en 1Co 16:1-4 (†œEn cuanto a la colecta para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer dí­a de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas†. El apóstol, entonces, habí­a dado instrucciones a los gálatas, que querí­a ver reproducidas entre los corintios. Nótese que Pablo desea evitar que se hagan colectas estando él presente. No querí­a que su ministerio se confundiese nunca con asuntos de dinero. Ya antes les habí­a dicho a los corintios que su gloria consistí­a en predicar el evangelio gratuitamente (†œQue predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio† [1Co 9:18]). Todaví­a cuidándose más, pide que los hermanos designen a los que llevarí­an la ofrenda (†œ… a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo† [1Co 16:3-4]). A este respecto, el apóstol nombra también a otra persona (†œ… al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias† [2Co 8:18]), diciendo que habí­a sido †œdesignado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo† (2Co 8:19). Aunque no se menciona el nombre, muchos eruditos piensan que es una referencia a †¢Lucas. En el momento de salir de viaje hacia Jerusalén, Pablo escribe desde Corinto su carta a los Romanos, una iglesia que no conocí­a y que, por tanto, no participaba en la colecta (†œPorque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén† [Rom 15:26]).
hay duda de que Pablo anticipaba el regocijo que causarí­a a los hermanos de Jerusalén la demostración palpable de amor de las iglesias gentiles, a causa de este auxilio enviado precisamente por manos de creyentes que no eran judí­os (†œPues la ministración de este servicio no solamente suple a lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios† [2Co 9:12-15]). Al llegar a Jerusalén y reunirse con los ancianos, Pablo †œles contó una por una las cosas que Dios habí­a hecho entre los gentiles por su ministerio† (Hch 21:19). No se menciona explí­citamente el asunto de la ofrenda, pero debe entenderse que si †œcontó una por una las cosas†, en ello estaba incluido también la forma en que Dios le habí­a ayudado a cumplir con el mandato que recibió de los ancianos de recordarse de los pobres y cómo el Espí­ritu Santo movió los corazones de las iglesias gentiles para auxiliar a sus hermanos de Jerusalén. La única mención posterior de la ofrenda la hace Pablo, hablando ante †¢Félix, dijo: †œPero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación…† (Hch 24:17).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano