LAMENTACIONES, LIBRO DE

Libro poético. En el canon hebreo ocupa el tercer lugar entre los Megillot o †œlos cinco rollos†. Los otros son Cantar de los Cantares, Rut, Eclesiastés y Ester.

Autor y fecha. La tradición judí­a y cristiana señala a Jeremí­as como autor de las Lamentaciones. Aunque la crí­tica reciente ha intentado discutir esto, en realidad las similitudes de estilo y temas con el libro de Jeremí­as son tan abundantes que se hace difí­cil negarle la autorí­a a ese profeta. La fecha más probable es 550 a.C.

Circunstancias históricas. Es evidente que el autor de Lamentaciones fue testigo presencial de la destrucción de Jerusalén en el 587 a.C. ( †¢Jeremí­as, Libro de. Circunstancias históricas).

Caracterí­sticas. La obra se compone de cinco poemas, de los cuales los cuatro primeros están en forma de acróstico, es decir, que cada verso comienza con una letra del alfabeto hebreo. Los capí­tulos 1, 2 y 3 se forman en su mayor parte con estrofas de tres lí­neas. En el poema tercero, las tres lí­neas o versos comienzan con la misma letra. El poema cuarto, en cambio, se forma con estrofas de dos versos, pero sin el recurso del acróstico.
estos poemas se llora la destrucción de Jerusalén, pidiendo a Dios que la redima. Se reconoce que toda la tragedia habí­a venido como consecuencia del pecado de Sion y el descuido de sus profetas. Se llama al arrepentimiento ante el justo juicio de Dios, confiando en su misericordia. Se termina con un ruego a Dios para que él mismo vuelva al pueblo hacia él.

Desarrollo. El poeta señala desde el inicio el motivo de su obra: llorar la desolación en que ha quedado †œla ciudad populosa†, a la cual describe como una mujer a quien sus amantes han abandonado y †œtodos sus amigos le faltaron†. Habla enseguida del cautiverio de Judá. Los enemigos se burlaban de Jerusalén. La causa ha sido su pecado (†œPecado cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida†). El poeta habla en primera persona, como si fuera Jerusalén que lo hiciera (†œMirad, y ved si hay dolor como mi dolor…†). Exclama lastimosamente su dolor, pero †œno hay consolador† para ella (Lam 1:1-22).
lo acontecido se describe como una acción de Dios. él †œoscureció†, †œderribó†, †œno se acordó†, †œdestruyó†, †œno perdonó†, †œechó por tierra†, †œhumilló†, †œcortó†, †œretiró su diestra†, etcétera. Los lí­deres fueron exiliados, los profetas no recibieron †œvisión de Jehovᆝ. El poeta dice que su †œhí­gado se derramó por tierra a causa del quebrantamiento de la hija† de su pueblo. El sufrimiento de Jerusalén es incomparable. Pero todo vino porque †œJehová ha hecho lo que tení­a determinado†. El poeta ruega a la hija de Sion que derrame †œlágrimas cual arroyo†, que derramara †œcomo agua† su corazón †œante la presencia del Señor†. Luego se dirige a Dios para que considerara la grandeza de la tragedia (Lam 2:1-22).
tercer poema guarda cierto parecido con la tónica general de los Sal. 44 y 80. El autor habla de sí­ mismo como †œel hombre que ha visto aflicción†. Dios lo ha cercado. No oye sus oraciones. Dios fue para el poeta †œcomo oso que acecha, como león en escondrijos†. Pero después de referirse al Señor en esa forma, recapacita y dice: †œPor la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos†. Adopta una actitud de esperar en Dios, †œporque el Señor no desecha para siempre†. Alude a la soberaní­a divina (†œ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?†). El hombre debe escudriñar sus caminos y arrepentirse. Luego habla de las persecuciones que habí­a sufrido (†œAtaron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí­…†). Pero Dios lo salvó y él espera que sus enemigos sean quebrantados (Lam 3:1-66).
cuarto poema hace énfasis en el sufrimiento de †œlos hijos de Sion†, los niños, los nobles. Los muertos a espada fueron más dichosos †œque los muertos por el hambre†. Hasta se cometió antropofagia en Sion. †œEs por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes…† El rey (el ungido de Jehová) ha sido hecho prisionero. Alude a la intervención de los edomitas en la toma de Jerusalén (Lam 4:1-22).
quinto poema es una oración (†œAcuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido†). Se describen las desgracias de Sion, que habí­a mendigado †œal egipcio y al asirio†. Las mujeres fueron violadas, †œa los prí­ncipes colgaron de las manos†, no se respetó a los ancianos, los muchachos fueron llevados a moler. No hay ya canción ni danza. Todo por su pecado (†œÂ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos†). Pero el poeta acude a la fidelidad de Dios y le pregunta: †œ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros…?† Finalmente le ruega: †œVuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos…† (Lam 5:1-22).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

En tiempos bí­blicos se componí­an y entonaban lamentaciones o endechas en recuerdo de amigos difuntos (2Sa 1:17-27), naciones devastadas (Am 5:1, 2) y ciudades que habí­an sido reducidas a ruinas. (Eze 27:2, 32-36.) El libro de Lamentaciones es un ejemplo inspirado de este tipo de composición melancólica. Consta de cinco poemas lí­ricos (en cinco capí­tulos) en los que se lamenta la destrucción de Jerusalén a manos de Babilonia en 607 a. E.C.
El libro reconoce que Jehová habí­a castigado justamente a Jerusalén y Judá debido al error de su pueblo. (Lam 1:5, 18.) Además, resalta la bondad y misericordia de Dios y muestra que Jehová es bueno con quien espera en El. (Lam 3:22, 25.)

Tí­tulo. En hebreo este libro recibe el nombre de la palabra de apertura, ´Eh·kjáh, que significa †œÂ¡Cómo!†. Los traductores de la Septuaginta llamaron al libro Thre·noi, que significa †œTrenos; Endechas; Lamentos†. En el Talmud de Babilonia (Baba Batrá 14b) se le denomina Qi·nóhth, término que significa †œEndechas; Elegí­as†, y Jerónimo le dio el nombre de Lamentationes (en latí­n), del que proviene el tí­tulo español.

Su lugar en el canon bí­blico. En el canon hebreo al libro de Lamentaciones por lo general se le cuenta entre los cinco Meghil·lóhth (rollos), que constan de El Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester. Sin embargo, parece ser que en copias antiguas de las Escrituras Hebreas el libro de Lamentaciones iba después del libro de Jeremí­as, como ocurre en muchas Biblias españolas de hoy dí­a.

Escritor. En la Septuaginta se introduce el libro con las palabras: †œY sucedió que después que Israel habí­a sido tomado cautivo y Jerusalén habí­a sido desolada, Jeremí­as se sentó, llorando, y se lamentó con esta lamentación en cuanto a Jerusalén, y dijo […]†. Los targumes también identifican a Jeremí­as como el escritor, al introducir el libro de la siguiente manera: †œJeremí­as, el profeta y el gran sacerdote, dijo […]†. En la introducción de este libro, la recensión clementina de la Vulgata latina (traducción al español de Scí­o de San Miguel) dice: †œY aconteció que después que Israel fue reducido a cautiverio, y Jerusalén quedó desierta, se sentó el profeta Jeremí­as llorando, y endechó sobre Jerusalén con esta lamentación, y suspirando con amargura de ánimo, y dando alaridos, dijo: […]† (ortografí­a actualizada).

Estilo. Los cinco capí­tulos del libro de Lamentaciones constan de cinco poemas, de los que los cuatro primeros son acrósticos. El alfabeto hebreo tiene 22 letras (consonantes), y en los primeros cuatro capí­tulos de Lamentaciones los versí­culos empiezan sucesivamente con cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo. Los capí­tulos 1, 2 y 4 tienen 22 versí­culos cada uno, ordenados alfabéticamente. El versí­culo 1 empieza con la primera letra hebrea, ´á·lef; el versí­culo 2, con la segunda, behth, y así­ sucesivamente. El capí­tulo 3 tiene 66 versí­culos, y en este caso son tres los versí­culos sucesivos que empiezan con la misma letra.
En los capí­tulos 2, 3 y 4 hay una inversión de las letras `á·yin y pe´ (no están en el mismo orden que en el capí­tulo 1 de Lamentaciones y en el Salmo 119). No obstante, esta circunstancia no significa que el escritor inspirado de Lamentaciones cometiera un error. En una consideración sobre este asunto, se hace la siguiente observación: †œMucho menos podemos atribuir la irregularidad en cuestión a un descuido del escritor […], pues la irregularidad se repite en tres poemas. Más bien, está relacionada con otro factor. También hallamos en otros poemas alfabéticos, especialmente los más antiguos, muchas desviaciones de la regla, que prueban innegablemente que los escritores se limitaron rigurosamente al orden del alfabeto solo si este encajaba con la lí­nea de pensamiento sin forzar el sentido†. (Commentary on the Old Testament, de C. F. Keil y F. Delitzsch, 1973, vol. 8, †œThe Lamentations of Jeremiah†, pág. 338.) Entre los ejemplos citados están el Salmo 34, donde no aparece ningún versí­culo que corresponda a la letra waw, y el Salmo 145, donde ocurre lo mismo con la letra nun. En realidad, no deberí­a preocupar el que no haya una adherencia estricta al orden alfabético de las letras hebreas en estos escritos inspirados. No hay duda de que los escritos acrósticos suponí­an una ayuda para la memoria, pero lo más importante era el mensaje en sí­, de más valor que cualquier artificio literario.
El capí­tulo 5 de Lamentaciones no es un poema acróstico, aunque contiene 22 versí­culos, es decir, el mismo número que el de las letras del alfabeto hebreo.

Cuándo se compuso. El carácter ví­vido del libro de Lamentaciones muestra que se escribió poco después de la caí­da de Jerusalén en 607 a. E.C., mientras los sucesos del sitio babilonio y la quema de Jerusalén todaví­a estaban frescos en el recuerdo de Jeremí­as. La opinión generalizada es que el libro se escribió por ese tiempo. Por lo tanto, parece razonable pensar que su escritura se terminó el mismo año 607 a. E.C.

Cumplimiento de profecí­a. Las palabras de Deuteronomio 28:63-65 tuvieron su cumplimiento en Jerusalén, como se indica de manera muy ví­vida en el libro de Lamentaciones. Asimismo, en este libro se recoge el cumplimiento de otras profecí­as y advertencias; por ejemplo: compárese Lamentaciones 1:2 con Jeremí­as 30:14; Lamentaciones 2:17 con Leví­tico 26:17 y Lamentaciones 2:20 con Deuteronomio 28:53.

Contenido. A partir del versí­culo 12 del capí­tulo 1, Jeremí­as personifica a Jerusalén o Sión, la †œmujer† que estaba en relación de pacto con Dios. (Isa 62:1-6.) Está desolada, como una viuda privada de sus hijos o como una mujer cautiva a la que se obliga, como si fuera una esclava, a hacer trabajos forzados. En el capí­tulo 2, quien habla es el mismo Jeremí­as. En el capí­tulo 3, Jeremí­as expresa sus sentimientos, transfiriéndolos a la nación representada por un †œhombre fí­sicamente capacitado†. En el capí­tulo 4, Jeremí­as continúa su lamento. En el capí­tulo 5, se representa a los habitantes de Jerusalén hablando. Las expresiones de reconocimiento de su pecado, las manifestaciones de esperanza y confianza en Jehová, así­ como el deseo de volver al camino correcto, tal como se registran a lo largo del capí­tulo, no eran los verdaderos sentimientos de la mayor parte del pueblo. Sin embargo, habí­a un resto como Jeremí­as. En consecuencia, el punto de vista que se expresa en el libro de Lamentaciones es una evaluación justa de la situación de Jerusalén tal y como la veí­a Dios.
El libro de Lamentaciones es, por lo tanto, un registro verdadero y valioso, inspirado por Dios.

[Recuadro en la página 183]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE LAMENTACIONES
Cinco poemas que lamentan la tragedia que les sobrevino a Jerusalén y sus habitantes a manos de los babilonios en 607 a. E.C.
Escritos por Jeremí­as inmediatamente después de la destrucción de Jerusalén

Jerusalén es como una viuda privada de sus hijos y sin nadie que la consuele (1:1-22)
Ella reconoce que su pecado contra Jehová es la causa de su desgracia
Ruega al Todopoderoso que castigue a todos los que se regocijan por su sufrimiento

Jehová ha obrado en su furia contra Jerusalén (2:1-22)
Ha arrojado a Jerusalén †œdel cielo a la tierra†
Ha desdeñado su santuario y no ha respetado rey ni sacerdote
Todo el que pase por el camino se asombrará de lo que le ha ocurrido a Jerusalén, la ciudad que era †œla perfección de la belleza†

El †œhombre fí­sicamente capacitado†, que representa a la nación, habla de su aflicción, pero se muestra esperanzado (3:1-66)
Describe su condición desesperada
No obstante, confí­a en que Jehová escuchará el ruego de su pueblo y tendrá misericordia

El efecto devastador del sitio contra Jerusalén (4:1-22)
Era mejor haber muerto por la espada que por el hambre; hubo mujeres que hasta se comieron a sus hijos
A los que lograron escapar se les persiguió sin descanso por toda la región montañosa y por el desierto

Se ruega a Jehová que repare en el sufrimiento de su pueblo y que lo restablezca (5:1-22)
La posesión hereditaria de su pueblo ha sido dada a extraños
Han sido avergonzados y rebajados
Oran para que Jehová los acoja de nuevo, aunque los habí­a rechazado con indignación

Fuente: Diccionario de la Biblia

En la Biblia heb. el libro de Lamentaciones (llamado ˒êḵâ, el característico lamento “¡cómo!”; cf. 1.1; 2.1; 4.1) se incluye entre los cinco rollos, debido a que se lee el 9 de Ab, o sea el día de duelo por la destrucción del templo. °vrv2 sigue a la LXX (thrēnoi, ‘lamentaciones’ o ‘endechas’), y a la Vg. (cuyo subtítulo Lamentaciones proporcionó el nombre para la versión castellana) por lo cual coloca a este libro después del de Jeremías.

I. Bosquejo del contenido y estructura literaria

Los cuatro primeros cap(s). son poemas acrósticos, cada uno de 66 líneas, excepto el cap(s). 4, que tiene 44. El cap(s). 3 es digno de mención porque se emplea cada una de las 22 letras heb. para tres versos sucesivos de una línea. Uno de los propósitos de los acrósticos es ayudar a aprender de memoria. Pero en una colección de acrósticos el modelo alfabético no ayudaría a recordar a qué cap(s). pertenece un verso que empieza con una letra determinada. Este estilo, cuidadosamente elaborado y sumamente artificial, parece tener otro propósito: el de “estimular la expresión de pesar, del modo más completo posible, como también la confesión de pecado y la inculcación de esperanza” (N. K. Qottwald; Studies in the Book of Lamentacions, 1954, pp. 28). El acróstico llama la atención a la vista y no al oído, y transmite una idea, no sólo un sentimiento. Gottwald destaca el papel catártico del acróstico: “efectuar la limpieza total de la conciencia por medio de la confesión total de pecado” (op. cit., pp. 30). Aunque limita la espontaneidad, el acróstico impone restricciones y proporciona una discreta dignidad a lo que de otro modo podría llegar a ser una desenfrenada expresión de dolor sin inhibición alguna.

El ritmo de los cap(s). 1–4, semejante al de la endecha, ayuda a expresar el sentimiento de pesar. Este ritmo qı̂nâ, característico de las elegías heb. (p. ej. 2 S. 1.19ss; Am. 5.2), hace llegar su mensaje mecbante líneas cortas y sollozantes. Un elemento importante de la poesía qı̂nâ es el contraste dramático en el que se describe el estado anterior de la persona fallecida, o acongojada, en términos vehementes.a fin de hacer resaltar el sentido de tragedia (p. ej. 1.1; 4.1–2; cf. 2 S. 1.19, 23).

El cap(s). 3, aunque escrito en ritmo qı̂nâ, es una lamentación individual más que una endecha funeraria (cf. Sal. 7; 22; etc.), que contiene elementos típicos de esta categoría: una descripción figurada del sufrimiento (3.1–18), y una afirmación de que Dios contestará el pedido del suplicante (3.19–66), que es el punto culminante del libro. Aunque la forma es individual, la intención es nacional; el autor habla en nombre de la nación. El cap(s). 5 no es ni acróstico ni qı̂nâ, sino que se asemeja mucho a los salmos de lamento comunal (p. ej. Sal. 44; 80).

II. Paternidad y fecha

Aunque es anónimo, el libro de Lamentaciones fue atribuido a Jeremías por la LXX, la Vg., y la tradición judía (Tárgum de Je. 1.1; Talmud, Baba Bathra 15a), probablemente sobre la base de 2 Cr. 35.25.

Las pruebas a favor y en contra de que Jeremías fuese el autor son bastante parejas. S. R. Driver y E. J. Young citan elementos de prueba similares, pero llegan a conclusiones diferentes: Young vota a favor, y Driver en contra. Los argumentos principales en favor de la opinión tradicional son la similitud de temperamento entre Lamentaciones y Jeremías, su unanimidad en atribuir la destrucción de Jerusalén al juicio de Dios, y ciertos paralelos estilísticos. Contra Pelag estos argumentos debemos considerar la variación en el orden alfabético de los poemas acrósticos (cap. 1, ss, ˓, p; cap(s). 2–4, ss, p, ˒), lo cual podría ser indicio de que fueron varios sus autores, los supuestos conflictos en cuanto a puntos de vista, tales como la aparente dependencia egipcia del autor (cf. 4.17 con Jer. 37.5–10) o su apoyo al rey Sedequías (cf. 4.20 con Jer. 24.8–10), y el contraste entre la espontaneidad de Jeremías y los estilizados acrósticos de Lamentaciones (véase S. R. Driver, LOT, pp. 462–464, para detalles sobre los diversos argumentos).

Los intentos de atribuir los primeros cuatro poemas a diferentes épocas y autores generalmente han resultado ser demasiado subjetivos como para lograr una aceptación amplia. Estos capítulos parecen haber sido escritos por un testigo presencial de la calamidad que sufrió Jerusalén (ca. 587 a.C.), que registró sus impresiones cuando todavía estaban frescas en su mente. El cap(s). 5 puede haber sido escrito en un período ligeramente posterior, en el que la profunda angustia ocasionada por la catástrofe había cedido su lugar al prolongado dolor del cautiverio. No hay razón para Eechar ninguna de las partes del libro con posterioridad al retorno en 538 a.C.

III. Mensaje y significación

El libro de Lamentaciones no carece, por cierto, de sentido teológico. El análisis de Gottwald es convincente en su enfoque principal, si no en todos sus detalles (op. cit., pp. 47–110). Encuentra el tema central en la inversión trágica, el contraste entre la pasada gloria y la degradación del momento, y analiza la teología en función de ruina y esperanza.

Los profetas habían pronosticado la caída de Judá, convencidos de que un Dios justo actuarla en la historia para castigar el pecado de su pueblo. Lamentaciones continua este énfasis profético, viendo en las cenizas de Jerusalén la vindicación de la justicia de Dios (1.18). La destrucción de la ciudad no es una coincidencia caprichosa; es el resultado lógico e inevitable de haber desafiado la ley de Dios. Aun cuando se increpa a Dios (p. ej. cap(s). 2) por su severidad, en todo el libro se evidencia un profundo sentimiento de culpa (2.14; cf. 1.5, 8–9, 18, 22; 3.40–42; 4.13, 22; 5.7). El sentido de tragedia se ve magnificado por el reconocimiento de que era evitable. La múltiple manifestación de la ira de Dios (p. ej. 1.12ss; 2.1–9, 20–22; 3.1–18; 4.6, 11) hace de Lamentaciones una fuente clave para el estudio de este aspecto de la naturaleza de Dios.

La situación de Judá es desesperada, pero no carece de esperanza. Aunque no se delinean los aspectos de su esperanza, se presenta en forma convincente la razón de ella: la fidelidad de un Dios que respeta su propio pacto (3.19–39). Una cosa es que, antes del desastre, los profetas pronostiquen la llegada de tiempos mejores; cosa muy diferente es que nuestro profeta haga suya esa esperanza en medio de circunstancias adversas y desastrosas. Su reconocimiento del papel disciplinario del sufrimiento, y de su relación con la bondad de Dios (3.25–30), constituye testimonio convincente de su visión profética.

En lamentaciones convergen tres grandes hilos del pensamiento heb.: la profecía, el ritual, y la sabiduría. La influencia sacerdotal es evidente en las formas litúrgicas de los poemas. El énfasis sapiencial se hace resaltar en la disposición a contemplar los misterios de los caminos de Dios con respecto a los hombres, especialmente en lo concerniente al eterno problema del sufrimiento.

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Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico