JESUCRISTO, APELATIVOS Y TITULOS DE

Las Escrituras aplican diversos tí­tulos al Señor Jesús. Cada uno de ellos apunta a un aspecto determinado de su carácter, su misión o su gloria. Los principales son los siguientes:

Alfa y Omega. El Señor Jesús es, para todas las cosas, †œprincipio y fin…. el primero y el último† (Apo 1:8, Apo 1:11; Apo 21:6). Juan identifica a ese Todopoderoso como el †œSeñor Jesús† (Apo 22:12-13, Apo 22:20). Esta expresión tiene su origen en el AT, pues Dios dice: †œYo soy el primero y yo soy el postrero† (Isa 41:4; Isa 44:6; Isa 48:12).

Cordero. Juan el Bautista, para señalar la persona y obra del Señor Jesús, le llamó †œel Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo† (Jua 1:29, Jua 1:36). Veintiocho veces se llama a Cristo †œel Cordero† en el libro de Apocalipsis. Este tí­tulo se relaciona con la gloria que le produce al Señor Jesús precisamente su humillación y muerte en la cruz por los pecados y, al mismo tiempo, la suprema dignidad que por esa causa Dios le ha concedido. En Apo 5:5 se le anuncia a Juan que †œel León de la tribu de Judá, la raí­z de David†, habí­a vencido †œpara abrir el libro y desatar sus siete sellos†, pero cuando el apóstol se vuelve para mirar lo que ve †œen medio del trono… y en medio de los ancianos† es †œun Cordero como inmolado†, a quien se rinde el mismo homenaje que a Dios (Apo 5:6, Apo 5:12-14).

Cristo. Mesí­as. Ungido. La palabra †œCristo†, vino al griego como una traducción del hebreo ha-mashiah o mesiha, que significa †œungido†. Las multitudes que fueron testigos de los milagros que realizaba el Señor Jesús no tardaron en preguntarse: †œEl Cristo, cuando venga, ¿hará más señales de las que éste hace?† (Jua 7:31). †œAlgunos de la multitud … decí­an: Verdaderamente éste es el profeta…† (Jua 7:40-42). La mujer samaritana dijo: †œSé que ha de venir el Mesí­as, llamado el Cristo†. Jesús le contestó: †œYo soy, el que habla contigo† (Jua 4:25-26). Y cuando Pedro le confesó, diciendo: †œTú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente†, el Señor reconoció que esa declaración provení­a de una revelación hecha por Dios (Mat 16:16-17).

El Santo. Este tí­tulo se relaciona con el nombre de Dios como †œel Santo de Israel† (Isa 1:4; Isa 5:19; Isa 10:20) y con la profecí­a del Sal 16:10 (†œ… ni permitirás que su santo vea corrupción†). Pedro, predicando en Jerusalén, dijo: †œMas vosotros negasteis al Santo y al Justo† (Hch 3:14).

Hijo de David. Este tí­tulo corresponde exactamente con el de Mesí­as. Por eso en su entrada triunfal en Jerusalén las multitudes clamaban: †œÂ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!† (Mat 21:9; Mar 11:9; Jua 12:13).

Hijo de Dios. Cuando el NT presenta al Señor Jesús con este tí­tulo está señalando a la especial relación y posición que tiene él dentro de la Deidad trina. En el dí­a del bautismo del Señor Jesús, Dios dijo abiertamente que él era su †œHijo amado†, en el cual tení­a su contentamiento, lo cual ratificó en el monte de la transfiguración (Mat 17:5). Cristo es †œel unigénito Hijo, que está en el seno del Padre†, el único que puede dar a conocer a Dios (Jua 1:18). él mismo enseñó †œque Dios era su Padre, haciéndose igual a Dios† (Jua 5:18).

Hijo del Hombre. Este tí­tulo aparece en el libro de Daniel, que habla de †œun hijo de hombre† que vení­a †œcon las nubes del cielo† al cual †œle fue dado dominio, gloria y reino† (Dan 7:13-14). Posteriormente, en el libro apócrifo de Enoc aparece un †œHijo del Hombre† que es presentado con muchos detalles como el Mesí­as (En. 46 al 48). En tiempos del Señor Jesús, por lo tanto, el tí­tulo se entendí­a como perteneciente al Mesí­as. Con él se apunta hacia el hecho de que él personifica la nueva humanidad. Es notable que el Señor Jesús evadí­a el uso del tí­tulo de Mesí­as, pero empleó el de Hijo del Hombre unas ochenta veces (†œEl Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza† [Mat 8:20]; †œVino el Hijo del Hombre, que come y bebe† [Luc 7:34]; †œ… el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres† [Luc 9:44, etcétera]).

Jesús. (Jehová es salvación). Este fue el nombre puesto por el ángel que hizo el anuncio de su nacimiento (†œY llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados† [Mat 1:21; Luc 1:31]). Era un nombre muy utilizado entre los judí­os ( †¢Josué, †¢Jesúa), pero que tomarí­a su verdadera significación en la obra que harí­a el Señor para la salvación del mundo.

Jesús Nazareno. Se le llamaba de esta manera para distinguirlo de las demás personas que usaban el nombre Jesús. Pero algunos lo aplicaban con cierto sentido despectivo, por ser †¢Nazaret un lugar sin importancia. Por eso lo incluyeron en el letrero que se puso sobre su cabeza en la cruz (Jua 19:19). Pero el Señor Jesús no se avergonzó nunca de ser llamado †œde Nazaret†, aplicándose el nombre él mismo (Hch 22:8).

Maestro. Esta era una forma respetuosa de llamar a una persona. También se reconocí­a así­ su actividad como gran enseñador. El mismo Señor se llamó a sí­ mismo †œMaestro† (Mat 23:8). Sus discí­pulos usaban este apelativo (Mar 11:21). Aun sus adversarios se acercaban a él llamándole con hipocresí­a: †œMaestro† (Mat 22:16, Mat 22:24, Mat 22:36).

Profeta. Relacionado con su labor de enseñanza estaba el uso de llamarlo †œprofeta†. La gente pensaba que él era un profeta (Mar 6:15), esperando que quizás él fuera †œel profeta que habrí­a de venir† (Jua 6:14). Cuando entró triunfalmente en Jerusalén y se preguntó quién era él, muchos contestaron: †œ… es Jesús el profeta…† (Mat 21:11). El mismo Señor aceptó ese apelativo como aplicable a su persona (Mar 6:4; Luc 4:24).

Rabí­. Significa †œmi maestro†. Era un tí­tulo honorí­fico con el cual los judí­os llamaban a personas expertas en la enseñanza de la Torá (la ley). Viene de una raí­z hebrea que significa †œgrande†. El Señor Jesús recibió ese tratamiento (Jua 1:38; Jua 3:2; Jua 4:31; Jua 6:25; Jua 9:2; Jua 11:8; Jua 20:16).

Rey. Además de las profecí­as del AT, en el anuncio angelical del nacimiento del Señor se hace alusión a esa calidad (†œ… el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin† [Luc 1:32-33]). Los magos vinieron del oriente preguntado: †œ¿Dónde está el rey de los judí­os que ha nacido?† (Mat 2:2). †¢Natanael confesó: †œTú eres el Rey de Israel† ( Jua 1:49). Pablo dijo: †œ… preciso es que él reine…† (1Co 15:25). él es el †œRey de reyes y Señor de señores† (Apo 17:14; Apo 19:16).

Salvador. Consiguientemente, en varias ocasiones se le llama el †œSalvador†. Así­ le llamó el ángel cuando anunció a los pastores su nacimiento (Luc 2:11). Los samaritanos que se convirtieron dijeron que él era †œel Salvador del mundo† (Jua 4:42). Pablo habla del †œSeñor Jesucristo nuestro Salvador…† (Tit 1:4).

Señor. En el lenguaje común se aplicaba este término a toda persona a la cual se le reconocí­a autoridad y superioridad. Pero más tarde el término devino en una expresión de reconocimiento de la sublime autoridad de Jesús. Sus palabras, entonces, son consideradas como la autoridad definitiva, puesto que son †œdel Señor† (1Te 1:8). Desde el principio de la Iglesia, son cristianos aquellos que le confiesan como Señor (†œ… si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo† [Rom 10:9]).

Sumo sacerdote. La Epí­stola a los Hebreos es en la que más se resalta el papel del Señor Jesús como sumo sacerdote. Se especifica que su sacerdocio no es el leví­tico, sino †œsegún el orden de Melquisedec†, interpretando el Sal 110:4. Así­, él es el †œsumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación† (Heb 9:11). Como resultado de esto, los creyentes tienen hoy un sacerdote que conoce nuestras flaquezas y tentaciones, por lo cual son alentados a acercarse †œconfiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro† (Heb 4:15-16).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano