CAMBISTAS

Personas que se encargaban en Israel de cambiar las monedas extranjeras por la local. En el caso del †¢templo, los judí­os y los prosélitos que vení­an del extranjero a adorar tení­an la necesidad de ese cambio, pues procedí­an †œde todas las naciones bajo el cielo† (Hch 2:5). Cada paí­s, y muchas veces cada ciudad, tení­a su sistema monetario propio. Las personas traí­an considerables sumas de dinero para sus gastos y para pagar el impuesto del templo y sus ofrendas. La moneda que se exigí­a para esos fines era la de †¢Tiro. El templo, además, serví­a como lugar para dejar en seguridad depósitos de dinero. Todo ello significaba una gran abundancia de monedas de diversas denominaciones y orí­genes. Los c. usualmente trabajaban en los alrededores del templo, pero en la época de las grandes festividades se les permití­a hacerlo en el atrio de los gentiles en vista de la abundancia de visitantes. Algunos eruditos dice que las comisiones que se cobraban eran de alrededor de 4 a 8%. Jesús †œvolcó las mesas de los c.† y dijo que habí­an convertido el templo en †œcueva de ladrones† (Mat 21:12-13; Mar 11:15-17; Jua 2:14-16). †¢Banquero.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, OFIC

vet, Eran personas que cambiaban el dinero de los que vení­an lejos de Jerusalén, para que pudieran pagar el impuesto del templo, medio siclo, a cambio de las monedas que trajeran (dracmas griegas, denarios romanos, etc.). Lo que les dijo el Señor al expulsarlos del templo implica que abusaban en los cambios (Mt. 21:12; Mr. 11:15).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Existí­a la obligación de pagar cada año un impuesto para el mantenimiento del templo, que era de un tercio de siclo (Neh ,33). Los cambistas, que se habí­an convertido en verdaderos banqueros (Mt ,27), se situaban en el exterior del templo, en el atrio de los gentiles, para cambiar a los peregrinos sus monedas griegas y romanas por tercios de siclo (Mt 21,1 Mc 11,15). Jesucristo no pudo permitir ese sucio e intolerable negocio justamente en la casa de Dios, que no puede ser nunca un mercado, pues el ruido del dinero suena muy mal en tan santo lugar, casa de oración para todas las gentes (Mc 11,17), casa donde se ofrece el sacrificio al Padre (Jn 13-18). > templo.

E.M.N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Los “cambistas” de Mt. 25.27 (así °vm) eran banqueros corrientes (trapezitai; °vrv2 ); cf. el dicho comúnmente atribuido a nuestro Señor, “sean expertos banqueros”, e.d. confiables y hábiles en detectar falsificaciones. Una clase especializada de cambistas operaba en el templo, probablemente en el atrio de los gentiles: kollybistai (Mt. 21.12; Mr. 1 1.15; Jn. 2.15) o kermatistai (Jn. 2.14). El primer título procedía de una palabra de origen semítico que indica tipo de cambio o comisión; el segundo, en rigor de verdad, se relacionaba con el que se ocupaba de cambiar cantidades pequeñas. Esta ocupación se originó en el hecho de que el dinero para el templo, incluyendo el medio siclo obligatorio (Ex. 30.13; cf. Mt. 17.24, y véase E. Schurer, HJP, 2, 1978), debía ser la moneda corriente de Tiro, con su alto nivel de pureza en plata, y no en la moneda corriente romana. Se aplicaba un recargo (opúsculo misnaico Sheqalim, pass.), y esto abrió el camino para una serie de malas prácticas (agréguense pasajes en HHT sobre Mt. 21.12 a los de SB). La limpieza del templo efectuada por el Señor incluía el vuelco de las mesas de los cambistas en la época (indudablemente muy lucrativa) de la pascua.

A.F.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico