NICEA

Hay dos «Credos de Nicea».

1- El original, compuesto en el «Concilio de Nicea», en 325, contra los Arrianos.

2- El más común, e1 de «Niceo-Constantinopla», formado después del «Concilio de Constantinopla», en 381, es más largo, dice más acerca de la persona de Cristo y del Espí­ritu Santo, y anade los artí­culos sobre la Iglesia, bautismo, resurrección y vida eterna. Este es el que usa normalmente en la liturgia Eucarí­stica: (en la Misa).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

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Ciudad del Norte de Turquí­a, hoy Iznik, que llegó a ser cabeza del reino que fundo Teodoro Láscatis (1204-1261), cuando Constantinopla cayó en manos de los cruzados en el 1204.

En los tiempos primitivos fue ciudad griega importante. Y en el perí­odo cristiano se reunió en ella el I Concilio llamado Ecuménico, el 325, bajo la presidencia de Osio, legado del Papa Silvestre I y Obispo de Córdoba. El Séptimo Concilio Ecuménico también se reunió en la ciudad en el año 787 bajo Adriano I.

(Ver Concilio 1 y 7)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El primer concilio ecuménico, promovido por el emperador Constantino y celebrado en Nicea (Así­a Menor) en mayo del 325, en el que participaron 250 obispos, procedentes casi todos ellos de las Iglesias de Oriente, tomó posiciones contra la herejí­a propugnada por Arrio. Vista como un intento de helenización del cristianismo, minaba las raí­ces de la fe monoteí­stico-trinitaria, centrada en la identidad divino-filial de Jesús de Nazaret.

Condicionado por un rí­gido monoteí­smo de cuño neoplatónico, Arrio, presbí­tero de Alejandrí­a, hací­a de Jesucristo una especie de semi-dios o de super-hombre: inferior a Dios, en cuanto engendrado por él en el tiempo, era, sin embargo, la primera de las criaturas y el mediador de las mismas.

Formulando una declaración que tiene todas las caracterí­sticas y el valor de una confesión de fe, los Padres conciliares indican cuál tiene que ser la verdadera interpretación de la fe propuesta en las sagradas Escrituras y, en el caso especí­fico, de todo lo que el Nuevo Testamento enseña sobre las relaciones entre Jesús y el Padre.

Los puntos neurálgicos del sí­mbolo, cuya estructura recuerda de cerca el sí­mbolo bautismal, están contenidos en estas afirmaciones: Jesucristo es el Hijo unigénito y pre-existente del Padre; nadie está como él en relación con Dios, ya que sólo él, al no ser creado, sino engendrado del Padre, es consubstancial (omoousios) a él.

Afirmar la identidad de substancia entre Jesús y el Padre significa reconocer que él es Dios como el Padre. En cuanto al nivel del ser no es en nada inferior a él: es «Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero». Posee, por tanto, todas las caracterí­sticas de la divinidad, empezando por las de la eternidad y la inmutabilidad.

Existe «desde siempre» junto con el Padre, y es en todo igual a él, excepto en la diferencia personal determinada por la relación de generación. La relación entre Jesús y el Padre queda sustraí­da, por tanto, de toda interpretación que tienda al subordinacionismo. A fin de apreciar el valor de la confesión nicena, hay que destacar dos aspectos de la misma. El primero se refiere a la mediación revelativo-salví­fica desarrollada por Jesús: si él no fuera el Hijo igual al Padre en la divinidad, unido desde siempre y para siempre a él en la plenitud del amor, no serí­a capaz ni de hacerlo conocer, de hacerlo «ver», por lo que realmente es, ni de conducir a los hombres hasta él, dándoles la gracia de llegar a ser sus hijos adoptivos. El segundo señala la ejemplaridad de un procedimiento dirigido a inculturar la fe sin comprometer su especificidad. Hay varios términos presentes en el texto que provienen del mundo filosófico griego, pero son utilizados después de un riguroso replanteamiento crí­tico que llevó a modificar su sentido hasta hacerlos aptos para recibir y traducir la verdad revelada transmitida por el lenguaje bí­blico.

V Battaglia

Bibl.: J. Ortiz de Urbina, Nicea y Constantinopla, ESET Vitoria 1969; L. Perrone, Camino de Nicea. El concilio de Nicea, en G, Alberigo (ed.), Historia de los concilios ecuménicos, Sí­gueme, Salamanca 1993, 17-44.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico