Almendro/a (heb. shâqêd, «quien despierta», «vigilante» [del verbo shâqad, «estar despierto», «velar»]; y lûz). írbol de hermosas flores, miembro de la familia del duraznero. Sus flores blancas o débilmente rosadas aparecen ya en enero, mucho antes que las flores de otros árboles. Como anticipo de la primavera, se lo llegó a conocer como el árbol que «despierta». Alcanza una altura de 3 a 5 m, y se lo valora por su aceite delicado. Las hojas, que aparecen algo más tarde que las flores, son largas y lanceoladas, con bordes aserrados y extremo agudo. Su conocida semilla está encerrada en una cáscara dura, cubierta por una piel gruesa y aterciopelada. Aunque por su forma y sus flores el árbol se parece a los durazneros, la fruta no tiene la pulpa carnosa de los duraznos (fig 14). Posiblemente en los tiempos patriarcales no se conocía en Egipto, porque Jacob envió almendras como regalo (Gen 43:11). Dios instruyó a Moisés que hiciera el candelero de 7 brazos con la forma de ramas de almendro con sus flores (Exo 25:33, 34; 37:19, 20). La vara de Aarón brotó, floreció y produjo almendras maduras (Num 17: 2, 3, 8). Se cree que el «almendro» de Ecc 12:5 representa la cabeza canosa de un patriarca, porque las flores, vistas a la distancia, tienen el aspecto blanco de la nieve. El Señor usó este árbol como símbolo de su cuidado vigilante sobre su palabra en la primera visión de Jeremías (1:11, 12). En Gen 30:37, la RVR traduce lûz por «avellano», pero esta traducción no tiene apoyo. Véase Luz. Bib.: PB 35-38.
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico